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Chapter 75 - Cosas que ya sabia - Parte 5

-¡Wuaa, al fin llegamos!

Después del día de compras, los hermanos Narukami habían llegado a su casa, Rena comenzó a hablar.

Dejando todas las bolsas que contenían lo que habían comprado en la sala. Ryuji se encontraba relativamente calmado después de haber tenido que llevar las cosas por sí mismo. Mientras le daba una pequeña mirada a su hermana mayor con calma.

-Bien, eso sería todo. Me voy de vuelta al lilium Vallis.

-¿Qué, ya te vas? ¿Por qué no te quedas aquí?

-Lo siento. Aún tengo que seguir entrenando, no me queda mucho tiempo antes del torneo.

La expresión de Rena se llenó de frustración al oír lo que decía Ryuji. Pero entonces, como si hubiera recordado algo, lo detienen antes de que se fuera.

-Espera. Si no recuerdo mal, te prometí una recompensa si venías con nosotros.

-¿Recompensa?

Ryuji se detuvo a pensar en qué momento dijo eso, parece ser que fue cuando se separaron en el centro comercial. Teniendo esas preguntas, Rena le da un obsequio envuelto en bolsa de regalo.

Con intriga y sin ser cuidadoso lo abre. Los ojos cafés de Ryuji parecían sorprendidos mientras miraba.

-¿Una bufanda…?

-Es un regalo de nuestra madre. Lo hizo para ti pensando en que talvez no tengas ropa para el invierno. Y lo de hoy fue algo de mi parte. ¿Te gusta?

Era una bufanda de lana tejida a mano de color rojo. Ryuji se quedó viéndola por un rato mientras escuchaba a Rena.

El motivo de salir hoy ahora era claro para Ryuji. No fue solo un capricho de su hermana nada más. Todo lo que había dicho hasta ahora, y su forma de actuar eran solo una excusa para hacerlo salir. Se sintió algo estúpido por suponer de una manera tan despreocupada.

-Sí. Me gusta el color. Gracias.

Una ligera sonrisa se mostró en el rostro de Ryuji. Su madre le había dado un obsequio muy característico de ella. Incluso era de un color adecuado a sus gustos. No podía estar más feliz. También se preguntaba de cuando su madre sabia de costura.

-Qué bueno. Si te quedas puedes cenar con nosotras. Después si quieres puedes volver a hacer lo que quieres, ¿Qué dices?

Rena, con una voz dulce y calmada, le vuelve a ofrecer quedarse. Ryuji no lo pensó demasiado y le responde.

-Está bien. Estaré arriba en mi cuarto mientras tanto.

-¡Bien!

Con esa respuesta tan satisfactoria. Ryuji toma sus cosas y sube las escaleras para llegar a su habitación. En ese lugar, donde no había estado por unos días, estaba exactamente como lo había dejado.

Había sido una semana muy agitada. Con los asuntos de la Academia, los entrenamientos, sus compañeros, el torneo, su familia, todas esas cosas se había vuelto algo de lo que debía de pensar.

Acumulando una gran carga de estrés y que no dejaba de aumentar cada día, lo hacía recostarse en la cama de la habitación con resignación.

-Haaaaa…

Nuevamente, tenía la sensación de que todo se nublaba, no ha habido ningún momento en donde tomarse un pequeño respiro, siempre había algo que hacer.

Sin darse cuenta ya no podía sentir su cuerpo ni podía pensar en nada.

Solamente un "¿Qué debería hacer mañana?".

Momentos después, Rena estaba subiendo las escaleras hasta llegar a la habitación de Ryuji.

-Ry, la comida está lista.

Llamando a la puerta sin ninguna respuesta, Rena tuvo un extraño pensamiento de haber pasado por algo similar antes. Así que sin dudar abrió la puerta con cuidado.

-¿Ry…?

Rena entró. Miro a Ryuji que se había quedado dormido boca arriba en su cama. Viéndolo tan plácidamente hundido en sus sueños, en vez de preocuparse de que no cenara antes. Una dulce sonrisa se mostró en su cara.

Después de arroparlo con cuidado para no despertarlo, apaga las luces de la habitación y sale de ahí en silencio, con un ligero murmullo dirigido a su hermano pequeño.

-Descansa, Ry.

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La llegada del invierno.

Se empieza la mañana sin ningún cambio tan relevante, solamente tenías que salir al exterior más abrigado de lo normal. Revisando tanto mi apariencia y mi uniforme, me visto también con mi nuevo abrigo y bufanda.

Al salir, el solo inhalar y exhalar hacía que mi aliento se hiciera visible ante mis ojos, entremezclándose con el ambiente. Mi nariz se sentía algo helada, supongo que es muy temprano incluso para mí.

Incluso si mis responsabilidades han disminuido en estas semanas, aún tenía que ser el primero en llegar a mi clase.

El recorrido hacia la Academia se hizo relativamente corto después de apresurar el paso. Era temprano y casi no había demasiados estudiantes, no conocía a ninguno de ellos, eso me hace pensar en que estaba haciendo en estos meses.

Bueno, eso no importa tanto ahora. Ya había llegado a mi salón y como era de esperarse no había nadie.

Al caminar a mi asiento y quitarme la bufanda, como reflejo empecé a estirarme y masajear mis hombros. No hubo ninguna molestia, de hecho estoy en buenas condiciones, ya que había descansado en los últimos días.

Cuando pensaba en eso, sentí que alguien estaba a punto de atacar la parte trasera de mi cuello y reacciono al instante.

-¿¡Ah!? Wooo… creía que no me habías visto.

-No te vi. Tienes las manos frías, ¿Qué pensabas hacer?

-Sorprenderte, claro.

Sara Araroza estaba delante de mí. Parece que quería tocarme con sus manos heladas para hacerme temblar de escalofríos. Parece que le gusta molestarme siempre que puede.

-¿Por qué no usas guantes para evitar que se congelen tus manos?

-Se me olvidaron. Pensé subir mis ánimos jugándote una broma, pero fue inútil. Te has vuelto alguien difícil de sorprender.

-Eso es bueno, no me gusta que me tomen desprevenido.

-Ah, es verdad que hoy se harán los preparativos para ese torneo del que hablabas. Unos chicos de otras clases no dejaban de hablar de eso, ¿estás listo? ¿Nervioso?

-Hmmm, estoy más preocupado de saber el cómo se harán esos preparativos, en lo demás no tanto. Hablando de nervios, ¿Cómo vas con los exámenes finales?

-Ehhh, no me gusta hablar de esas cosas. Mejor hablemos de lo que haré si fracasas, ¿Cómo te tendré que confortar después? Oh, qué buena persona soy por pensar de esta manera.

-Pues te quedaras con las ganas porque no voy a perder.

A pesar de que Sara hablaba con condescendencia y sin guardarse nada. Me gusta tener estas charlas con ella. Luego de un rato, nuestros compañeros comenzaban a llegar. Collins y las amigas de Sara también.

Aunque había conversaciones aparte, Sara tuvo la sutileza de decirme algo a escondidas de los demás.

-Aunque no sepa mucho del tema, te deseo suerte, Ry.

-Sí.

Si estas personas tienen estas perspectivas de mí y me apoyan. Lo mejor será no guardarme nada desde ahora, y dar todo de mí.

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-Hoy haremos las actividades en otro lugar.

-¿Huh?

Todos nos encontramos confundidos con esas palabras del entrenador.

Después de las clases, como era ya lo normal, estábamos reunidos en el gimnasio del campus. Sin embargo, las cosas fueron diferentes y fuimos guiados hacia la Academia.

Para serles sinceros, pensé que había visto todo lo importante en la Academia. Sin contar los pisos superiores y las otras clases. Tenía la confianza de poder ubicarme sin perderme en su gran estructura.

Que tonto de mi parte por pensar de ese modo.

Luego de caminar un largo rato, llegamos a una instalación algo particular. Había un largo pasillo con varias habitaciones que desconocía. Probablemente, eran vestidores, no podía estar seguro.

No dejaba de mirar a mis alrededores. Los que me acompañaban también parecían algo impaciente, girando sus cabezas hacia todas partes al igual que yo. Esto era algo nuevo para nosotros.

Pero sin darnos tiempo de procesar todo. Ya habíamos llegado.

-¡…!

Mis ojos se abrieron en su totalidad llenándose de luz, al pasar una gran entrada al final del pasillo. Entramos a una arena de combate, podía saberse eso a primera vista.

Había un gran espacio que superaba a la del gimnasio, rodeada de una pared alta de 7 metros de alto. En ellas estaban una gran cantidad de asientos vacíos. Todo iluminado por unos reflectores de luz que iluminaba todo el campo.

El entrenador nos llama a todos al centro sacándonos de nuestros pensamientos.

-Quiero que todos me presten atención. En este lugar es donde se hacen los combates para el torneo . En los próximos meses se sabrá quién será el representante que se enfrentara con los otros representantes de la otras Academias.

El sonido de las gargantas de algunos al tragar saliva hacían eco. Todos estábamos expectantes ante lo que decía este hombre. Pero la parte en donde comenzaría el conflicto se acercaba.

-Solo hay 12 puestos en la tabla de participantes para cada Academia, dividida entre los más destacables de 1º, 2º y 3º año. 11 puestos ya fueron escogidos. Solamente faltan ustedes.

-¡¿Queeeee?!

El lugar explotó. El estado de ánimo de todos fue el esperado, de hecho, yo también estoy conmocionado. Los estudiantes hicieron llover preguntas.

-¡¿Qué significa esto, entrenador?! ¡¿Cuándo se ocuparon esos lugares?!

-En la semana que les di libre. Los de 3º y 2º tuvieron su encuentro en este mismo lugar.

Entonces, mientras nosotros estábamos sin actividades. Los puestos para el torneo ocurrían bajo nuestras narices. Que sutil de su parte.

Aun cuando todos parecían estar molestos y pedían una explicación. El entrenador se mantuvo firme y expreso lo siguiente.

-Esto es lo normal. Solo escogemos aquellos que creemos que son más capaces para ganar. Si gastamos puestos en los que apenas acaban de llegar solamente sería un desperdicio.

-...

Esa fue una manera de decir que no valíamos la pena de participar. Los estudiantes se encontraban frustrados y algo resignados, eran palabras duras de escuchar.

Pero en ese momento, el entrenador volvió a reafirmar sus palabras con lo siguiente.

-Pero, aunque haya dicho todo eso, no sería justo no darles una oportunidad. Así que se determinó esto…

Levantando un dedo de su mano, nos dice.

-Uno. De los 40 aquí reunidos. Únicamente uno de ustedes podrá participar.

-¿Solo uno…?

Con miradas desviadas y confusas. Todos no podían creer lo que escuchaban, en todo el trascurso desde que se iniciaron las actividades. Era la primera vez que el sentimiento de disgusto y rivalidad se hacía presente. La atmosfera del lugar se volvía densa y pesada.

Cuando el entrenador nos miró con recelo a todos, con naturalidad y frialdad continúo.

-Déjenme recordarles que los de 2º y 3º tienen más tiempo y están muy avanzados. Recuerdo haber dicho que aquellos que siguieran esforzándose podrían alcanzarlos, y aún lo mantengo.

La moral estaba decayendo. Expresiones sombrías y miradas caídas en el grupo. Si lo que decía era verdad, no, lo que decía era una certeza. Entonces los de años superiores llevaban una ventaja sobresaliente.

Lo mejor sería entrar al torneo en el siguiente año cuando hayas entrenado más. Tus oportunidades serían más altas con ese camino.

-Ahora, a pesar de todo lo que dije. ¿Quién va a participar?

El silencio era abrumador. La frustración, la inseguridad, el miedo, la deficiencia de tus capacidades y tus carencias. Todos se ponían aprueba.

Pero eso ya lo sabía.

-… Por qué no me sorprende.

-¡¿…?!

El entrenador refunfuñó. Mis compañeros revelaron caras de sorpresas y me observaron.

A mí que había levantado la mano antes que los demás.

La sonrisa en mi rostro no podía ser más grande que la que tenía.

-¡Yo! ¡Yo quiero ese puesto!