En un apartamento en el centro de la ciudad, un teléfono sonaba de forma insistente, pero ese sonido era opacado por los jadeos y gemidos de dos cuerpos completamente desnudos y sudados, guiados por el placer descomunal que sentían al chocar uno sobre el otro, una mujer rubia, de aproximadamente 37 años estaba sobre un hombre de unos 24 años, moviéndose de arriba abajo, mientras este le agarraba con una mano la cintura afianzando su movimiento y con la otra acariciaba uno de sus senos. Cada vez que subía y bajaba chocando sus cuerpos, hacían un sonido semejante a un aplauso, clak clak clak clak clak
- Ahhh, si si si, ahhh, no contestes ahhhh
El joven dejo de acariciar su seno y coloco la otra mano en su cadera, acelerando mas sus movimientos, cada vez que sus caderas se movían, sus enormes senos también lo hacían, rebotando como pelotas de basquetbol, lo que hacia que se excitara mucho más, al notar que sus caderas parecían tener vida propia la soltó y agarro las sabanas con fuerza a cada lado de su cuerpo, sintiendo como un fuego creciente lo invadía y lo trasladaba hasta las nubes, llevándolo a un orgasmo que lo dejo con la respiración acelerada, al mismo tiempo ella con un ahhhhh, se desmorono y cayó sobre él. Después de que sus respiraciones se normalizaran, se sentó en el borde de la cama, se quitó el preservativo y tomo el teléfono y noto que tenia un mensaje en el buzón de voz, y al colocarlo sobre su oído pudo escuchar – donde estas, necesito hablar contigo urgente, en cuanto puedas llámame, y no vengas a casa.
- Ha ¡!!!!!, que no baya a casa, ya veremos, pensó para sí mismo.
- ¿Quién era, debes irte? – pregunto la mujer recostada sobre la cama con su cuerpo desnudo totalmente despreocupada.
- Es mi hermano, no te preocupes, lo buscare después.
- Entonces hay tiempo para otra ronda – el joven dio una sonrisa picara y tomando otro preservativo, se lo coloco, se acostó en la cama en la misma posición que estaba antes, mientras la mujer Volvía a posicionarse sobre él.
- Siempre hay espacio para otra ronda – así la mujer, tomo su miembro y comenzó a masajearlo hasta que estuvo duro de nuevo, lo introdujo dentro de ella y comenzó a moverse lentamente, para después acelerar y perderse en el placer nuevamente.
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Mariana giro su cuerpo hacia la voz que le hablaba y vio una joven de unos 15 años, delgada y vestida con ropa de marca, que la miraba con una expresión de desagrado, reconociéndola de inmediato, era la hija menor de Esther, solo que ya no parecía ser tan linda y tierna como cuando la conoció.
Esther llego en ese momento y al verlas juntas sonrió.
- Ya ustedes dos se encontraron, Mariana recuerdas a Lina, ustedes dos solían llevarse muy bien - Mariana solo se limitó a dar una medio sonrisa, se giró y siguió mirando la casa, algunos cuadros habían sido removidos al igual que muchos retratos de ella, entro al estudio de su padre y en su escritorio pudo ver un retrato de Esther y otro de Lina.
Después regreso a la cocina y cuando entro recibió otra vez la misma mirada de Lina, en esta ocasión también de una de las empleadas llamada iris, miro a Esther y le dijo
- Iré a mi habitación.
- Vas a dormir de nuevo, pero acabas de levantarte, dormiste durante mas de 24 horas, Omar y yo estábamos pensando en llamar a un médico – respondió Esther con una mirada de preocupación.
- Descuida, solo quiero descansar un poco - y mientras se daba la vuelta, escucho a Lina decir.
- Si me hubieran dejado plantada en la iglesia y me viera así, yo también me escondería - tanto ella como las empleadas lanzaron una risita burlona.
- Lina, deja de decir estupideces – la reprendió su madre con el ceño fruncido.
Mariana ni siquiera la miro y se fue a su habitación.
Al día siguiente se levanto y se puso una sudadera ancha y unos pantalones negros de hacer deportes, tenis, un gorro y unas gafas oscuras, tenía la intención de salir y tomar aire.
Cuando llego a la cocina, solo estaba Lina y algunas empleadas, quienes, al verla, se colocaron a reír.
- Parece que el polo norte se cambio de lugar, dijo Lina y automáticamente todas comenzaron a reír.
Mariana no les prestó atención y se sentó en la mesa.
- ¿Ya está el desayuno?
Todas las empleadas la ignoraron, a excepción de iris que se quedó mirándola de forma despectiva, para luego decirle.
- El desayuno que hay es para la señora Esther y la señorita Lina, si quiere puede esperar a ver si alguna le prepara algo, si no puede irse y ver donde puede comer.
Mariana no dijo nada y se levantó para irse, Esther entro en ese momento.
- Mariana vas a salir?, ya desayunaste.
- No te preocupes comeré algo en alguna parte, quiero salir a relajarme un rato.
- Esta bien, si necesitas algo puedes llamarme o llamar a Omar, esta algo ocupado por eso no regreso ayer.
- De acuerdo, por cierto, y mi padre donde esta, ¿aun no regresa?
- No, el se quedo para ver en que podía colaborar, pero regresa hoy.
- Ok.
Con eso salió de la casa y se dispuso o recorrer algunos lugares de su infancia.