Tan pronto como Tanying salió del club, se subió a su automóvil y condujo a toda velocidad hacia la casa de sus padres. <>. Mientras conducía, Tanying siguió pensado en lo sucedido: por estar en la celebración de cumpleaños de su amiga, había olvidado por completo asistir a la cena con sus padres y sus invitados, y aquello la tenía muy ansiosa. Recordó que su madre le había dicho, unos días atrás, que no podría faltar a ese compromiso. Pero estaba el cumpleaños de Karen White, y si no hubiera sido por aquel cumpleaños, no hubiera pasado lo que le pasó y no tendría que estar, con toda la ansiedad encima.
Había hecho muchas locuras y dado todos los dolores de cabeza a sus padres desde que había nacido; Tanying siempre había sido una niña traviesa, dada a las travesuras y a probar límites. Había hecho todo lo que quería, sin restricciones de ningún tipo. Sin importar qué hiciera su hija, Marc Domale Dapane nunca podía golpearla. Pero sabía que podía castigarla sin mucho esfuerzo. La mayoría de veces, sus castigos estaban destinados a asustar directamente a la chica. Se podría considerar que su hija era una completa debilidad para el viejo.
Mientras estaba conduciendo, de repente recordó algo y se dio una palmada en la frente. << ¡Oh! Ahora lo recuerdo: ese era el mismo tipo al que le pinché las llantas del automóvil en el centro comercial>>, pensó la joven. La tenue luz de los pasillos no le había permitido reconocer bien su rostro. ¿Qué más podía esperar? No solo se había atrevido a pinchar todas las llantas de los neumáticos del coche de Maximiliano Cash, si no que se había atrevido a besarlo justo en el mismo día. Si bien se sabía que a Maximiliano no le faltaban mujeres como compañía, odiaba aquellas que tomaban la iniciativa para acercarse a él. ¿Qué diría su padre si esto llegaba a sus oídos? Así que era una razón más para que Tanying estuviera agitada. ¡Ay, por Dios! Estoy en problemas, realmente espero que no me haya reconocido>>, y continuó orando en silencio.
Cuando llegó a la casa, dejó escapar un suspiro de alivio al notar que ninguna luz estaba encendida.
–Tal vez no escuchó cuándo Emily dijo mi nombre y ni siquiera me reconoció. ¡Agradezco a Dios por eso! –murmuró.
Cuando entró a la mansión, vio a Marc de pie bajo una de las lámparas del jardín, vistiendo únicamente una piyama delgada. Estaba con los brazos cruzados, sin expresión alguna mientras la veía entrando. El corazón se le aceleró. << ¡Mierda! Papá debe saberlo>>, pensó ella para sí misma. Luego respiró hondo y lo abrazo.
–Papá, lo siento, prometo que no volverá a pasar.
El hecho de que Marc estuviera esperando a su hija en la puerta, a altas horas de la noche, sin saber si regresaría a casa o dormiría en el complejo habitacional de la Universidad, disipó toda su rabia, la cula había tenido horas atrás cuando ella no apareció en la cena.
–Pensé que no volverías esta noche –suspiró.
–¿Entonces por qué estás aquí? –preguntó juguetonamente Tanying, apoyándose en su hombro.
–Yo.... estaba dando un paseo –esa fue la peor excusa que se le ocurrió a Marc, dado que aún no tenía el corazón para contarle a su hija acerca del contrato matrimonial.
Tanying se río.
–Tenía que venir, mamá no me lo perdonará. Pero Papá, también te eché de menos.
–Tanying Domale Dapane, ¿hay algo que tenga que saber? –dijo Marc, interrumpiéndola. Su hija solo le decía que lo echaba de menos cuando hacía travesuras o necesitaba más dinero; no es que fuera tacaño, pero para su hija el dinero nunca le era suficiente, por lo que Mar ya sabía que con los <> no venía nada bueno.
Tanying se dio cuenta de que su padre no sabía nada, lo que hizoque su corazón se sintiera aliviado.
–No hay nada que no sepas de tu hija, papá. Entremos y descansemos un poco –tomó el brazo de su padre y caminaron hacia la villa, lentamente.
.....
Tanying era una estudiante de la clase quince del departamento de finanzas, economía y administración de la universidad de la ciudad de Nueva York. Había más de ochenta matriculados en su clase; setenta y cinco de ellos habían pasado el examen de ingreso a la universidad mientras que el resto había logrado pasar gracias a sus influencias.
La Universidad de la ciudad de Nueva York estaba entre las dos mejores universidades a nivel nacional. Incluso, hasta Maximiliano Cash se había graduado en aquella institución. No era de extrañar que hubiera una larga fila de personas esperando inscribirse en esa universidad. Sin embargo, Tanying era una de las personas que había entrado mediante el uso de influencias.
Mauricio Cárdenas, un profesor de física, estaba dando su clase. Colocó sus lentes encima de su nariz y miro por encima de ellos a sus estudiantes, de los cuales la mayoría estaba bostezando y tenía cara de sueño. De repente se escuchó un fuerte estruendo: el profesor había azotado un montón de libros encima del escritorio. El Fuerte ruido hizo que la mayoría de sus estudiantes se despertaran y rápidamente se incorporaran.