Soledad.
Se dice que las personas biológicamente son sociables, pero en mi caso esa regla no aplicaba.
Tenía cuatro años, desde la muerte de mi mamá me quedaba sola en casa, hasta el anochecer que mi padre venía.
Y siendo sincera, era mejor que no lo hiciera.
Era un día normal, cómo todos los anteriores de mi vida, decidí que salir a caminar unas horas fuera de casa podrían venirme bien, así que como pude me puse un abrigo y salí de allí para caminar por la blanca nieve.
Había unas cuantas casas cerca de allí antes de ingresar al bosque, el cuál se había transformado en mi lugar favorito para pasear, desde que entras puedes escuchar el ruido de la naturaleza y era eso lo que quería, tal vez un poco de paz podría hacerme olvidar los gritos en mi cabeza.
Amaba mirar el cielo y más aún cuando nevaba, estaba tan perdida en mis pensamientos que me olvide por dónde caminaba y me extravié.
No era como si quisiera volver de todas formas.
Me senté en el tronco de un árbol cuando escuché un gruñido cerca de mí, en el bosque no había lobos pero era probable que un perro callejero me hubiera seguido. Y ese era el caso, un gran perro de filosos dientes me observaba con enojo y eso solo me hizo ponerme en alerta.
Podía escuchar los latidos de mi corazón en mis oídos, el crujir de las ramas a medida que el animal se acercaba.
Entonces paso.
De un solo salto el can se posó sobre mi para morderme y fue cuando lo hice por primera vez. Tomando una gran roca que estaba a mi lado me dedique a golpearlo en la cabeza hasta que dejara de atacarme, o eso era lo que pensaba.
Pero mi instinto fue más grande, el instinto de un asesino, algo más grande que yo me estaba manipulando, dejando la clara evidencia de mi crimen en la gran macha de sangre y el cadáver de un animal hambriento.
Asustada me observé las manos llenas del flujo bordo y retrocedí dos pasos hasta quedar sentada en el suelo, cuando a mi lado un niño me abrazo.
Ese fue el inicio de una gran amistad que comenzó para guardar un secreto, que más tarde crecería con el número de cadáveres y de culpas.