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Chapter 258 - 254) Visant la France

En el comedor de una mansión en Francia, Gabrielle estaba emocionada, jugando ansiosa mientras esperaba la llegada de su amigo y salvador. Su visita había sido algo repentina; aunque hubo un aviso, este fue bastante informal. La pequeña se llevó una gran sorpresa por la mañana al enterarse de que vendría para almorzar, no podía contener su felicidad.

La pareja Delacour también se mostró sorprendida por mi inesperada visita. Con Fleur en Beauxbatons, asumieron que yo estaría en Hogwarts, por lo que mi presencia en Francia resultaba inusual. Sin embargo, no tardaron en notar que debía tener un propósito especial, sobre todo cuando les avisé que no se preocuparan por la comida.

Tal como esperaba, a pesar de lo repentino de mi llegada, fui recibido cálidamente en la casa Delacour, especialmente por Gabrielle. Apenas crucé la puerta, la niña estaba lista para llevarme a su habitación y jugar con sus juguetes, correr por el patio o hacer cualquiera de las mil cosas que había planeado con entusiasmo durante toda la mañana.

Para su desdicha, solo pude dedicarle veinte minutos antes de que fuera hora de almorzar. Como había prometido, me encargué de toda la comida. La mesa estaba preparada, y la familia quedó boquiabierta cuando, uno tras otro, extravagantes platillos empezaron a aparecer de la nada, llenando la mesa hasta rebosar. Aunque las porciones eran pequeñas, había tal cantidad que incluso un número triple de comensales habría quedado satisfecho.

Con el aire de un buen anfitrión, me tomé el tiempo para describir cada uno de los platos, invitando a los Delacour a probarlos. Aunque estaban desconcertados por el despliegue, no rechazaron mi oferta; sería descortés hacerlo después de tanto esfuerzo. Sin embargo, esto no hizo más que confirmar su intuición: debía haber un motivo detrás de mi visita.

Los efectos de la comida no tardaron en manifestarse. Aunque algunos fueron más sutiles que otros, la familia pronto entendió que había algo especial en cada platillo.

"¿Gabrielle les mencionó que le di de comer algunas cosas el día del secuestro?" pregunté en tono retórico.

Fue entonces cuando lo comprendieron: los efectos de los alimentos y bebidas que consumían en ese momento tenían propiedades mágicas. Uno de los más evidentes despejaba la mente, pero había otros igualmente sorprendentes, que descubrieron conforme probaban cada platillo.

No pasó mucho tiempo antes de que los tres Delacour terminaran recostados en sus sillas, acariciando sus vientres hinchados. La emoción de experimentar la magia en la comida los había llevado a comer más de lo habitual, incapaces de contenerse ante los extraordinarios sabores y efectos de los platillos.

El almuerzo terminó, quedando como uno de los más extraños en la memoria de la familia Delacour. Ahora todos estábamos reunidos en un salón, con los elfos domésticos sirviendo té para tratar de aliviar la sensación de pesadez tras el banquete. Yo era el único que parecía estar completamente cómodo, mientras los demás, aunque poderosos por los efectos de la comida mágica, no podían evitar sentirse hinchados.

Aproveché el momento para sacar varios objetos y colocarlos sobre la pequeña mesa frente a nosotros.

"Por favor, no más comida" se lamentó Apolline, casi dejando escapar un eructo que logró contener justo a tiempo para evitar la vergüenza.

"Todo estuvo delicioso, pero creo que será mejor dejarlo para más tarde" añadió Alain, negando rápidamente con la cabeza sin siquiera mirar lo que estaba poniendo en la mesa.

"Je veux plus manger… à part de la glace !" murmuró Gabrielle, tumbada en el sillón, demasiado llena como para moverse.

Sonreí divertido, negando con la cabeza mientras seguía llenando la mesa con una variedad de artículos. Latas, frascos, artefactos alquímicos, prendas de vestir, varitas... poco a poco el espacio se llenó con un despliegue de curiosidades. Ante tanta variedad, incluso los adultos Delacour, a pesar de su incomodidad, comenzaron a prestar más atención a mis movimientos.

"¿Qué es todo esto?" preguntó Apolline, mirando algunos de los objetos con curiosidad.

"Regalos" respondí con una sonrisa mientras empezaba a describir cada uno de ellos con el entusiasmo de un vendedor experimentado, resaltando los encantos incluso de los artículos más simples.

"¿Regalos?" repitió Alain con escepticismo. Mi tono al presentarlos parecía más el de un comerciante que el de alguien repartiendo obsequios genuinos. Era evidente que no me creía del todo.

"Bueno… podríamos llamarlos muestras" admití, mientras entregaba a Gabrielle un delicado broche de lino para el cabello, que ella trató de tomar sin levantarse del sillón.

"¿Qué está pasando?" interrumpió Alain, perdiendo la paciencia. Con su estado actual, incluso hablar le resultaba incómodo.

"Señor Delacour, quería saber si les interesaría considerar una cooperación mutua" respondí con calma.

"¿Qué tipo de cooperación?" preguntó Apolline, observando con atención algunos de los artículos. Ninguno era especialmente deslumbrante, pero la variedad capturaba el interés.

"Verán, todos estos productos, al igual que la comida mágica que disfrutaron hoy, provienen de un amigo mío. Tiene un negocio en el Callejón Diagon, en Inglaterra. Sin embargo, últimamente ha tenido ciertos problemas" empecé a explicar.

"¿Qué clase de problemas?" inquirió Alain, examinando los objetos con mayor cuidado, buscando posibles irregularidades.

"Digamos que el Ministerio de Magia inglés quiere más de lo que le corresponde..."(Red)

"Comme d'habitude…" murmuró Alain, aunque luego pareció lamentar su comentario involuntario.

"Exacto. Mi amigo está enfrentando muchas trabas que entorpecen su negocio. Pero, como pueden ver, su mercancía tiene un potencial enorme. Ofrece cosas únicas y aún no saben sobre los precios, además de la comida mágica, que es incomparable. El problema es que el Ministerio, especialmente Fudge, el ministro, se ha interpuesto repetidamente, frenando oportunidades como un contrato para suministrar comida a los Aurores. Por eso, mi amigo cree que otros países podrían apreciar más su trabajo" expliqué mientras abría una lata y mostraba su contenido.

"¿Y lo que quieres es que nosotros vendamos estas cosas aquí como intermediarios?"dedujo Alain, sorprendido al ver el contenido de la lata.

"No exactamente. Aunque, si quisieran, sería una gran ayuda, y mi amigo estaría encantado. Sin embargo, lo que realmente estoy buscando es su apoyo para establecer una tienda aquí, en Francia, donde pueda operar sin interferencias. Creemos que otros países pueden valorar mucho más estas innovaciones mágicas que Inglaterra."(Red)

Dicho esto, pinché con un tenedor un trozo del contenido de la lata abierta y lo llevé a mi boca.

"Hmm… carne de dragón asada. Deliciosa, aunque debo admitir que no es tan buena como cuando está recién hecha" comenté, disfrutando del sabor mientras esperaba sus reacciones.

La familia Delacour quedó pensativa ante mi repentina propuesta, pero, como era de esperarse, supieron mantener la compostura y seguir la conversación con atención. Sabía cómo captar su interés, así que comencé a hablarles más sobre mi amigo y su negocio, describiendo las oportunidades que ofrecía. Aunque inicialmente escucharon con cierto escepticismo, sus miradas se iluminaron cuando empecé a detallar la impresionante variedad de productos disponibles. Les hice ver que lo que estaba sobre la mesa no era más que una pequeña muestra, apenas una gota en un vasto océano de posibilidades.

Sin embargo, a medida que continuaba mi explicación, la incredulidad se hizo evidente. La idea de una oferta tan amplia, disponible sin problemas de cantidad más allá del costo, les resultaba absurda. Y cuando finalmente mencioné los precios a los que se podían adquirir los productos, perdieron toda confianza en mis palabras. Era difícil para ellos concebir que algo tan variado y abundante pudiera producirse a tan bajo costo sin generar pérdidas.

Entendía su escepticismo. En el mundo mágico, la industrialización no ha avanzado tanto como en el mundo muggle, y la producción de bienes sigue siendo limitada en muchos ámbitos. Pero lo que yo proponía rompía por completo ese paradigma.

Decidido a ganar su confianza, les ofrecí una demostración: podían pedirme algo lo suficientemente exótico, y yo me encargaría de conseguirlo, siempre y cuando pudieran reunir la cantidad necesaria de galeones para pagar por ello. Aunque mi propuesta les sorprendió, no dudaron en plantear un desafío. Mi ceja tuvo un leve tic cuando escuché su lista de peticiones: huevos de runespoor, alas de billywig y cuernos de unicornio. Nada demasiado extraño, pero no pude evitar recordar a todos los unicornios que tuve que sacrificar para mejorar a Elise, y cuántos cuernos podría haber guardado de esos encuentros.

"Está bien "dije con calma. "Díganme cuánto dinero están dispuestos a invertir, y yo calcularé cuánto podría conseguirles."

El señor Delacour mencionó una cifra, no muy alta, probablemente el equivalente a lo que podía disponer en efectivo en su hogar. No obstante, para él, esa cantidad representaba un riesgo calculado, una prueba para determinar si lo que decía era cierto.

Con esa información, fingí enviar un mensaje mientras, en realidad, mi otro clon ya estaba gestionando la compra con el mercader correspondiente. Pasaron apenas cinco minutos cuando me dirigí a ellos con una sonrisa.

"Podemos salir afuera. Lo que pidieron ya está listo para ser entregado."(Red)

Mis palabras los tomaron completamente por sorpresa, pero no dudaron en seguirme al exterior, donde les demostraría que todo lo que había dicho era cierto.

Afuera de la mansión, esperaba un hombre bajito con una nariz grande y roja, y el cabello canela cortado de manera irregular. En realidad, se trataba de uno de mis clones, quien, usando sus habilidades de metamorfomago, había adoptado esa apariencia. Llevaba un maletín consigo.

La familia Delacour, aunque no solía recibir a desconocidos en su hogar, permitió que entrara. En la sala, el pequeño hombre abrió el maletín con un hechizo de expansión, revelando varios frascos y recipientes que contenían las alas de billywig, cuernos de unicornio y huevos de runespoor. Alain miró la cantidad con sorpresa y, tras pedir permiso, examinó los artículos. No era un experto, pero sabía lo suficiente, además de contar con la ayuda de su esposa, Apolline. Juntos revisaron los materiales minuciosamente y no encontraron ninguna irregularidad.

El pago —dijo el hombre de nariz prominente con un tono gangoso que encajaba perfectamente en su disfraz.

Sin dudar, Alain llamó a un elfo doméstico y le ordenó que trajera el dinero. Aunque no planeaba comprar todo lo que había en el maletín, terminó llevándose la mitad. El precio era simplemente demasiado tentador. En el mundo mágico, esos materiales, especialmente en esa cantidad, suelen ser extremadamente caros debido a los intermediarios. Alain sabía que, aunque necesitaría blanquear la transacción para no levantar sospechas, podría obtener una buena ganancia revendiendo los productos.

Después de esto, el ambiente cambió. Las conversaciones que siguieron fueron muy distintas. Alain y Apolline se mostraron mucho más receptivos a mis palabras, y cuando les expliqué un poco más sobre mi plan, comenzaron a interesarse realmente. Comprendían ahora cómo una tienda como la que les describía podía causar problemas a los establecimientos más tradicionales, y también entendían por qué mi amigo estaba enfrentando tantas dificultades en Inglaterra. Aun así, decidieron arriesgarse y probar.

Les mencioné que mi amigo, Tenebrius, podría ponerse en contacto con ellos pronto si decidían colaborar. Aunque estaba autorizado para hablar en su nombre, les dije que sería mejor discutir los detalles directamente con él. Yo solo actuaba como un portavoz temporal.

La visita concluyó con la pareja Delacour interesada en la propuesta. Una parte motivada por los beneficios, y otra, como una forma de estrechar lazos.

...

En los Dragones de Albión, Tonks observaba a su novio, o más bien, a uno de sus clones. Habían estado trabajando juntos, como habían hecho en esos días en Hogwarts, para crear a Tenebrius y desarrollar sus planes.

Frente a ella estaba lo que parecía ser una chica de unos 160 cm de estatura, delgada, con cabello largo y liso, aunque notablemente falto de brillo. Su figura era escasa, con poco pecho y caderas estrechas. Aunque no era fea, sus rasgos apenas alcanzaban a considerarse por encima del promedio, y su piel pálida y falta de vitalidad no ayudaban.

"¿Qué te parece? ¿Creíble?" preguntó la chica con una voz que intentaba sonar aguda, pero claramente delataba el esfuerzo de un hombre al forzar el tono. Movía las caderas y los brazos con exagerada feminidad.

Tonks frunció el ceño.

"Supongo..." respondió, mirando con escepticismo. "Por favor, dime que no estás haciendo esto para hacer un trío. Incluso yo te sugeriría invitar a una persona real antes que hacer algo tan... raro."

"¡Ya te dije que esto es para abrir otra sucursal de la tienda! ¡Duhhh!" se quejó, imitando el tono de una "chica mala" de las películas.

"Bueno... entonces está bien... o al menos aceptable" dijo Tonks, más calmada, mientras analizaba el cuerpo falso con más detalle. Aunque los defectos eran evidentes, pensó que tal vez podrían pasar desapercibidos si no se examinaban de cerca.

"Ahora solo falta trabajar en la actitud" respondió la nueva "chica", juntando saliva antes de escupir en un jarrón cercano.

*Clink.*

"¿Qué tal?" preguntó inflando el pecho con orgullo.

"¡Eyyy! Ese es mi jarrón de propinas" replicó Tonks, mirando el jarrón con exasperación.

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patreon.com/Lunariuz

Disculpen, amigos. Esta semana solo habrá este capítulo adicional. Lamentablemente, quien cubría el 60% del apoyo para los capítulos no renovó su contribución este mes, así que… lo siento, pero necesito cuidar de mí mismo y no dejarme morir de habmre(aunque, siendo sincero, con lo que ganaba no alcanzaba para la comida del mes). ¡Gracias por su comprensión!

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