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Chapter 241 - 237) Fiesta de Halloween 4

"Bien, damas y caballeros, ahora les presento un pequeño espectáculo a cargo del coro de sapos," anuncié desde el escenario, amplificando mi voz con un hechizo Sonorus.

Por supuesto, este no era el coro oficial de sapos de Hogwarts, sino un grupo de suplentes. Ellos eran los que hoy tenían la oportunidad de brillar. No era que fueran malos, para nada, pero siempre me pareció que limitarse a sapos como participantes hacía el espectáculo un tanto monótono.

La comida ya había sido servida, y la mayoría de los asistentes estaba tomando un descanso del baile. El coro era el entretenimiento perfecto para este momento. Desde el escenario, me dediqué a observar a los invitados. Por ejemplo, mis hermanos, que habían decidido disfrazarse de capas rojas, pero en una versión más bromista, casi como una mezcla entre imps y Caperucita Roja. Luego estaban Harry y Ron, cuyos disfraces no destacaban precisamente por su detalle. Harry parecía ir disfrazado de... ¿un perro? No estoy del todo seguro. Ron, por otro lado, llevaba un traje que simulaba estar atravesado por una espada. Ingenioso, aunque básico.

Sin embargo, no presté demasiada atención a ellos. Mi mirada se desvió hacia las chicas del lugar. Había algo encantador en todas, especialmente en las mayores y su valor de usar ciertos disfraces provocativos. Noté a algunas que no solían formar parte de mi círculo cercano, pero que definitivamente llamaron mi atención el día de hoy: Marietta, la amiga de Cho; Romilda Vane; e incluso esa tal Brita, una chica que resulta conocida por ser abiertamente lesbiana en Hogwarts. Por esa razón esta se emocionó muchísimo cuando escuchó lo que Penelope le dijo a Percy... pero eso es un asunto para otro momento. En fin tenía que agradecer a mi yo de pasado por todos los disfraces que hice... no sé si extraño las orgías griegas, pero siento que el año siguiente debería planear otro tipo de fiesta.

Mientras tanto, mis amigas estaban repartidas en distintos grupos, aunque poco a poco parecían ir convergiendo en uno solo. Parecía que todas se lo estaban pasando bien... bueno, casi todas. Lavender parecía incómoda, con constantes ganas de ir al baño, aunque todos sabíamos que eso no era lo que realmente quería.

El coro de sapos terminó su presentación, y era mi turno de volver al escenario.

"Un fuerte aplauso para nuestros queridos amigos anfibios y los alumnos que los acompañaron," dije con cortesía mientras me preparaba para lo que realmente me importaba. "Y ahora, espero que disfruten de nuestro pequeño espectáculo de sombras..."

Las luces de todo el salón comenzaron a atenuarse. Poco a poco, el escenario se transformó con la ayuda de un conjunto de luces perfectamente ubicadas. Los encantamientos empezaron a trabajar, creando un efecto espectral que proyectaba sombras inquietantes y convertía el espacio en un escenario mucho más aterrador de lo que cualquiera esperaba.

Las luces se movían y cambiaban: distintas intensidades, colores y patrones se combinaban para crear un ambiente único. Los hechizos hacían su parte, manipulando elementos clave para que las sombras se transformaran. Incluso usé mi propia habilidad para manejar sangre mágica y crear formas que serían imposibles de lograr de otro modo.

El público estaba completamente absorto, sus murmullos disminuían mientras todos centraban su atención en las imágenes que se proyectaban. Entonces, mi voz resonó, ahora modificada para sonar más grave y envolvente.

"Hace mucho, en un lugar lejano, nació una niña cuyo destino estaba marcado por la oscuridad…" comencé, con una música tenue y ominosa de fondo.

Había tomado inspiración de la introducción de Resident Evil 8, recreando su estética y su atmósfera. A juzgar por las expresiones de los asistentes, estaba logrando lo que quería: tenerlos atrapados en mi narrativa. Ni siquiera las chicas de mi grupo conocían todos los detalles de esta presentación; solo unas pocas que habían participado en los preparativos sabían lo que iba a ocurrir.

La obra continuó, seguida de varias historias cortas, algunas más locales, como la conocida historia de los tres hermanos. A lo largo de cada relato, se oían los clásicos murmullos de admiración: "¡Ohhh!" y "¡Aaahhh!", mezclados con exclamaciones espontáneas como "¡No vayas allí!". Cada historia concluía entre aplausos, no de todos, pero sí de una gran mayoría. Los profesores parecían especialmente cautivados por el espectáculo. Muchos de ellos, demasiado mayores para disfrutar de la música y el baile frenético que los jóvenes preferían, encontraron en estas narraciones algo más cercano a sus gustos: un espectáculo lleno de significado, reflexiones y enseñanzas, que incluso los llevó a meditar sobre la posibilidad de que algunas historias fueran más reales de lo que aparentaban.

Las luces se encendieron nuevamente, aunque manteniendo la tenue iluminación adecuada para conservar el ambiente de misterio y terror que dominaba la sala.

"Gracias por su atención," anuncié desde el escenario. "Ahora tomaremos un pequeño descanso de cinco minutos antes de continuar con nuestro programa. Las mesas de comida están siendo reabastecidas constantemente, así que no duden en servirse algo para comer o beber. Pero recuerden no llenarse demasiado; todavía queda la cena de Halloween en el Gran Comedor." Concluí mi discurso justo cuando la música volvía a sonar, marcando el inicio del breve receso.

Durante este descanso, algunos de los profesores se reunieron cerca del director para charlar con uno de mis clones, que actuaba como camarero improvisado, asegurándose de que nadie arruinara la comida ni el ambiente. El director Dumbledore, siempre amable, expresó cuánto había disfrutado las historias, comentando que algunas de ellas tenían un aire inquietantemente realista. Incluso el profesor Kettleburn mostró curiosidad, preguntándome acerca de las criaturas presentadas en los cuentos, cuestionando si eran invenciones o seres reales. Por su parte, la profesora McGonagall, siempre elegante, insinuó que le gustaría ver incluidas algunas historias locales escocesas en una futura ocasión. Y bueno... también Lockhart se emocionó, dando comentarios sobre sus propias historias, pero también demostrando interés en las mías, quizás con intenciones de robarlas.

Mientras tanto, Snape, fiel a su carácter, lanzó varios comentarios sarcásticos. Aunque sus palabras eran críticas, para sorpresa de todos, habló más de lo habitual. Esto provocó que los demás lo miraran con curiosidad, al punto de hacerlo callar ante tantas miradas inquisitivas.

Cuando llegó el momento, subí nuevamente al escenario. La música se detuvo y pedí silencio con un gesto calmado pero firme.

"Bien, damas, caballeros... y Snape," dije, provocando una serie de risas disimuladas mientras el profesor de Pociones me fulminaba con la mirada. "Ahora comienza el acto más largo de la noche. Este será presentado por varias personas que han trabajado mucho para preparar estas historias. Démosles un fuerte aplauso..." Pausé un momento, cambiando mi tono a uno oscuro y macabro: "...antes de que el miedo los consuma tanto que no puedan volver a aplaudir jamás."

De repente, mi clon, que hasta ese momento había estado haciendo de presentador, se deshizo en una masa sangrienta frente a todos. La sala quedó en completo silencio por un segundo, hasta que las luces se apagaron por completo y una risa maligna resonó, llenando el espacio.

Los primeros gritos se escucharon aquí y allá, mientras algunas antorchas se encendían lentamente. Sin embargo, estas no eran las antorchas normales del castillo: estaban encantadas para iluminar lo mínimo necesario, dejando gran parte de la sala sumida en penumbras. La atmósfera, cargada de tensión, se había transformado en un escenario perfecto para lo que estaba por venir.

Lavender, aunque visiblemente nerviosa y tensa, además del estrés que le causaba su coño excitado, hizo un esfuerzo por calmarse. Con un suspiro tembloroso, tomó el micrófono mágico que había creado especialmente para la ocasión. Desde un rincón del escenario, aún oculta en las sombras, comenzó su narración. Antes de que hablara, coloqué una mano firme y tranquilizadora sobre su hombro, usando [Calma] para ayudarla a recuperar el control y dar lo mejor de si.

Su voz resonó por toda la sala, amplificada de tal manera que parecía venir de todas direcciones a la vez.

"Hace mucho tiempo atrás... antes de que la luz abriera paso a la oscuridad, criaturas antiguas rondaban en los rincones más sombríos del mundo..."

El tono solemne y melancólico de su voz llenó el ambiente, apagando poco a poco los murmullos y risas que quedaban en el salón. En cuestión de segundos, todos los presentes estaban completamente cautivados. A medida que Lavender avanzaba, su narración adquirió un matiz inquietante, con una tensión que escalaba lentamente, atrapando a los oyentes en un crescendo de suspense.

Había planeado las historias en un orden cuidadosamente diseñado: comenzar con relatos ligeros, ir incrementando el nivel de horror y culminar en los relatos más aterradores. Lavender abrió la velada, seguida por Penélope y otras chicas, alternándonos con historias que seleccioné meticulosamente. Algunas eran conocidas leyendas de Hogwarts, otras historias locales recopiladas por las participantes. También incluí algunas gemas que sabía que funcionarían perfectamente: un toque de Lovecraft, un destello de apocalipsis zombi... una mezcla destinada a dejar huella.

Por supuesto, no dependía únicamente de las historias para sembrar el miedo. Mi carta secreta eran mis [Auras], un truco que, aunque podría considerarse trampa, era simplemente demasiado eficaz para ignorarlo. Durante cada narración, mis distintas auras se desplegaban sutilmente por la habitación, infundiendo una inquietud casi imperceptible, una sensación de desasosiego que parecía natural. No eran lo suficientemente fuertes para ser detectadas fácilmente, pero hacían el trabajo: alimentaban el temor de manera casi imperceptible.

Los profesores, en su mayoría, notaron algo inusual. Algunos me miraron con suspicacia, pero ninguno comentó al respecto. Simplemente permanecieron atentos, intrigados por las historias. No todos reaccionaron de la misma manera, claro. Mientras que algunos como Dumbledore y McGonagall se mantuvieron estoicos, Lockhart... bueno, casi saltó detrás de su silla como un niño asustado.

Mientras las historias continuaban, observé las reacciones del público en la penumbra. Algunos alumnos, especialmente los más jóvenes, estaban claramente aterrorizados, incapaces de ocultar su miedo. Sin embargo, no eran solo los pequeños; incluso algunos de los mayores parecían luchar por mantener la compostura. En más de una ocasión, vi a un estudiante levantarse, decidido a abandonar la sala, solo para tropezar en la oscuridad o perderse en medio de la multitud.

El miedo era contagioso. Los murmullos crecieron, convirtiéndose en gritos que se extendieron como un incendio. Aquellos que no entendían la fuente del terror comenzaron a asustarse simplemente porque los demás lo estaban. Humanos, al fin y al cabo, tan gregarios como siempre.

Me di cuenta de que la situación estaba alcanzando un punto de no retorno. Aunque aún faltaban tres o cuatro historias más para completar la sesión, decidí darla por concluida. No tenía otra opción; si no lo hacía yo, los profesores intervendrían ante el caos que se estaba desatando.

Con un movimiento de varita, las luces del salón volvieron a encenderse, esta vez con un brillo más cálido y reconfortante. Las sombras amenazantes retrocedieron, y con ellas, parte del miedo que había impregnado el ambiente.

"Gracias a todos por su atención. Espero que hayan disfrutado," comenté desde el escenario, observando cómo la mayoría de los presentes seguía procesando el miedo que les había dejado la última actividad. La respuesta fue tenue; algunos todavía estaban demasiado aterrorizados para reaccionar o salieron corriendo de salón, mientras que otros probablemente estaban ocupados lamentándose por haber arruinado sus pantalones.

"Podríamos dar por terminada esta fiesta ahora mismo," continué con un tono deliberadamente casual, dejando que la tensión flotara en el aire por un momento. Luego añadí con entusiasmo: "¡Pero hay algo más! Una sorpresa de última hora... ¡La entrega de premios!"

Un murmullo de alivio recorrió la sala al escuchar que ya no habría más terror. Incluso mi grupo de chicas, que había presenciado nuestras prácticas y debería estar más preparado, estaba algo nervioso. Las vi agruparse, abrazándose unas a otras en busca de consuelo. La escena era tan enternecedora ... y bueno, excitante, o quizás solo sea yo el perturbado.

"Como saben, esta es una fiesta de disfraces, y no puede haber disfraces sin premios, ¿verdad?" dije con una sonrisa amplia, haciendo un gesto para animar a la audiencia. "Tenemos todo tipo de disfraces esta noche. Por ejemplo, miren allá: Dumbledore luce como un mago antiguo sacado directamente de una leyenda. Díganme, ¿no sienten que en cualquier momento sacará una espada para enfrentarse a un mal ancestral junto a su bastón?"

Se escucharon algunas risas tímidas entre la multitud, mientras Dumbledore asentía con una sonrisa sabia, como si se imaginara la escena.

"A su lado, está McGonagall con su elegante disfraz de gato. Creo que muchos aquí estarían de acuerdo en que habrían preferido que usara eso en lugar de sorprenderlos transformándose en un animago durante la primera clase. ¿Recuerdan cómo algunos intentaron acariciarla antes de darse cuenta de lo que pasaba?"

Un estallido de risas, esta vez más genuinas, empezó a llenar el salón. Los profesores, incluyendo a Dumbledore y McGonagall, jugaron con mis comentarios, respondiendo con ingeniosas réplicas que contribuyeron a relajar el ambiente.

La tensión comenzó a disiparse poco a poco, y con la colaboración de los profesores, logramos que la mayoría de los estudiantes se sintieran más cómodos. Las risas se hicieron más frecuentes, y la atmósfera, que antes estaba cargada de miedo, se transformó en una mezcla de diversión y camaradería.

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Capítulo Semanal

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