La música en el lugar era producida por instrumentos encantados, que hasta el momento habían estado tocando melodías suaves. Sin embargo, llegó el momento de encender la fiesta. Un Red vestido como un rockero no-muerto subió a la pequeña plataforma donde se encontraban los instrumentos, y la música se animó al instante. Las luces del salón también cambiaron en algunas zonas, adoptando tonalidades más vibrantes, mientras una leve capa de niebla comenzaba a desprenderse del suelo, mejorando el ambiente.
Otro de mis clones apareció junto a las mesas laterales, donde también se encontraban los profesores. Estos estaban allí principalmente para supervisar a la gran cantidad de alumnos reunidos, pero eso no les impedía disfrutar un poco del ambiente festivo. Ese clon se encargaba de hacer aparecer bebidas poco a poco y, en su debido momento, traería la comida para todos.
Mi yo principal estaba en otro lugar, no para trabajar en la organización, sino para atender a las chicas de mi grupo y ver cómo estaban disfrutando. Todas llevaban disfraces que habían preparado con antelación, y debo admitir que se veían encantadoras. Aunque, claro, no tan provocativas como algunos de los atuendos seleccionados por las alumnas mayores. Tomé algunas bebidas de las mesas y me dirigí a llevarselas una por una.
Primero fui con las gemelas Patil. Sus disfraces tenían una temática india. Padma venía como Saraswati, una diosa de la sabiduría, y Parvati como un asura, un demonio de la mitología hindú. Aunque no sabía mucho sobre el trasfondo de sus elecciones, no podía negar lo bien que les quedaban: una representaba serenidad y la otra poder. Les ofrecí bebidas y charlamos un rato sobre sus disfraces. Al final, acepté su propuesta de enseñarme más sobre su cultura, prometiendo que en una próxima fiesta intentaría llevar algo con temática india.
Después me acerqué a Lavender. En un principio, planeaba venir como princesa, pero por "alguna razón" cambió de idea y decidió disfrazarse de fantasma. Cuando nadie estaba mirando, se acercó con disimulo, tomó mi mano mientras bebía su trago, y en su rostro casi podía ver la fantasía de ambos vagando como fantasmas juntos por la eternidad.
Hermione fue mi siguiente parada. Al principio, le sugerí un disfraz de gata, pero lo rechazó, probablemente porque, como el que envié a McGonagall, era demasiado atrevido. Al final, eligió disfrazarse de dentista, probablemente porque le permitía usar una mascarilla que ocultara sus dientes frontales. Este complejo sobre su apariencia había resurgido cuando se vio al espejo con los colmillos de vampira, aunque a mí me pareció gracioso.
Aproveché la situación para bromear con ella, abrazándola mientras le pedía con fingida urgencia que revisara mi boca. Aunque se molestó un poco por mi actitud, noté cómo se sonrojaba y parecía debatirse entre la irritación y cierta tentación. Antes de marcharme, le advertí que rechazar el disfraz de gata era una decisión de la que se arrepentiría, y que quizás el destino encontraría la forma de corregirlo... Ahora tengo que pensar cómo convencerla de preparar la poción multijugos.
Después llegué a Cho. Se había disfrazado de un pájaro de trueno, o al menos lo intentó. Su atuendo incluía tres pares de alas en la espalda que emitían pequeños destellos eléctricos, una cola distintiva, un vestido que simulaba plumas y un sombrero con la forma de la cabeza del ave. El disfraz había sido complicado de crear, y tuve que ayudarla a terminarlo. Se veía genial, sin embargo, bailar con él resultaba difícil. Al verla intentar moverse sin éxito, decidí intervenir. La tomé de la mano por sorpresa, haciéndola girar en un movimiento que, desafortunadamente, terminó golpeando a algunos cercanos con sus alas electrificadas. Aunque para su incomodidad, a Cho pareció divertirle la situación. Mi compañía en la pista la puso en el centro de atención, algo que le encantó. Dejé uno de mis clones bailando con ella mientras yo seguía mi recorrido.
Poco después, varias de las chicas se animaron a ir a la pista de baile. Me pidieron que bailara con ellas, y aunque muchas no eran precisamente expertas, mis habilidades les ayudaban a lucir como si dominaran la pista de baile.
Penélope, vestida con un disfraz de colegiala zombie que le sugerí y que había aceptado a pesar del frío, estaba algo apartada, observando a mis clones con una expresión reflexiva. Tan metida estaba en sus pensamientos que ni notó mi presencia, lo que me dio la oportunidad perfecta para asustarla con un abrazo por detrás.
Su reacción fue una mezcla de grito ahogado y un sonrojo que la hizo mirar nerviosa a todos lados, como si de pronto el mundo entero estuviera observándola. Pero no le di tiempo para protestar: tomé su mano y la llevé a una habitación vacía cercana, cerrando la puerta tras nosotros.
Con un movimiento ágil, la levanté y la senté en una mesa. Ella soltó un suspiro de sorpresa, pero no opuso resistencia. Se quedó allí, tímida, como si estuviera debatiéndose entre protestar o esperar a ver qué pasaba.
"¿Celosa por las chicas que bailan conmigo?" pregunté mientras me acercaba más, casi pegando mi cuerpo al suyo. "¿Por qué no te unes a ellas?"
"¿Y si alguien se entera de lo nuestro?" respondió con nerviosismo, aunque su rubor creciente la traicionaba. Había estado esforzándose tanto por mantener nuestra relación como un secreto bien guardado que ahora parecía caminar sobre cristal.
"Piensas demasiado" le dije con una sonrisa traviesa. "Todos saben que tú y yo somos los maestros del baile. No sería raro que bailáramos juntos... incluso si fuera el tango más intenso y erótico que existe." Le di un pequeño beso mientras bajaba mis manos hacia su cintura, afianzándome en sus bragas y bajándolas.
"¿¡Ahora!? ¿¡Aquí!?" preguntó con un tono de pánico.
Mi respuesta fue simplemente arrodillarme frente a ella, colocando mi cabeza bajo su falda y hacerla gritar con mi lengua que ahora jugaba con sus partes blandas usando el pequeño truco de emplear [Éxtasis] en la punta. Su cara se puso más roja que un tomate, y sintió que la fría habitación cambiaba a un sauna. Aunque intentaba mantener la compostura, tuvo que clavar su mano en su boca para no gemir, mientras que la música alta del exterior era la única aliada para mantener la privacidad.
Pero para su completo horror, la puerta frente a ella se abrió y alguien entró. Su alarma se expresó apretando sus piernas contra mi cabeza con miedo y un intento rápido de empujarme lejos, pero era demasiado tarde, además de que no me retiraría de mi deliciosa comida. Penélope vio como Lavender Brown entró y nos vio, sintiendo un infarto.
"¡Lav...! Esto no es lo que parece. Me lastimé, y Red solo estaba... viendo si estaba bien" intentó excusarse Penélope entre lágrimas, su voz temblando mientras sentía que su mundo entero se derrumbaba. Todo su esfuerzo por mantener nuestra relación en secreto parecía desmoronarse ante sus ojos. Su única esperanza era que Lavender creyera su torpe mentira... o que de algún modo pudiera convencerla de guardar silencio.
Sin embargo, la reacción de Lavender fue todo menos esperada. Penélope esperaba sorpresa, miedo, incluso asco. Pero lo que vio la dejó completamente desconcertada: los ojos de Lavender parecían... perdidos.
La chica cerró la puerta con un movimiento lento, apoyándose contra ella como si necesitara sostenerse. Y entonces, para horror y absoluta vergüenza de Penélope, Lavender dejó escapar un jadeo.
"¿Eh...?" Penélope apenas pudo articular palabra, viendo cómo Lavender comenzaba a sostenerse la entrepierna con una mano, mientras sus mejillas adquirían un intenso color rojo.
"Red no está revisando ninguna herida..." murmuró Lavender, con un tono que parecía sacado directamente de una novela romántica muy mal escrita. "No pudo resistirse... te atacó aquí mismo, en plena fiesta... mientras todos están afuera, ajenos a lo que sucede. Está usando su boca para... ahhh... ¡Oh, cielos! Seguramente puso pociones de lujuria en la comida... esperando esta noche convertirnos a todas en sus esclavas sexuales..."
Penélope quedó completamente paralizada.
"¿Q-qu... qué?" balbuceó, demasiado aturdida como para procesar lo que escuchaba.
Mientras tanto, yo, atrapado debajo de la falda de, solo pude poner los ojos en blanco. Sabía que era ella desde que la vi seguirnos, pero no esperaba que llegara a esto.
"¡Él no quiere nada más que en nuestros cuerpos! " continuó Lavender, completamente inmersa en su fantasía retorcida, su voz jadeante mientras sus manos seguían un camino muy cuestionable sobre su ropa. "Ahora solo está jugando contigo... pero pronto vendrá a por mí también... o peor... ¡me obligará a complacerte, hermana Penélope! Me hará servir a otra mujer, llorando por el asco... pero sin poder desobedecerlo... adorando tu... tu... coño como una zorra lebiana"
"Lesbiana" corregí desde mi posición.
"¡Eso!" exclamó Lavender, sin salir de su delirio. "Pero entonces caerás ante su vara de hombre, te volverás leal a él... ¡y serás tú quien reclame mi cuerpo! Me quitarás mi primera vez mientras él se ríe, y yo gritaré '¡Hermana Penélope, no lo hagas! ¡No me gustan las chicas! Por favor...' y luego de que mi pureza fuera quitada por otra mujer, sintiéndome destrozada, él vendrá y me violará, poniendo un hijo en mi vientre..." Las palabras parecían cada vez más entrecortadas y su mirada se perdía cada vez más.
"¡¿Red, qué estás haciendo?! ¡Detente, algo raro le pasa a Lavender! "gritó Penélope de repente, alarmada por mi falta de reacción, todavía escondido bajo su falda. Miraba a Lavender con creciente preocupación, viendo como la chica estaba en una especie de trance.
"Está bien, solo tiene una maldición sexual que le impide satisfacerse, y la frustración ha llegado al punto de confundirla. Aunque me sorprende que haya llegado tan lejos tan rápido."(Red)
"¡¿Qué?!" exclamó Penélope, incrédula. "¡Tenemos que ayudarla! ¡Alguien le hizo algo así! ¡Debemos solucionarlo ahora!" dijo alarmada, casi en pánico.
"Tranquila... yo le puse la maldición. Ella lo pidió."
Penélope abrió los ojos como platos, mirando de mí a Lavender, que ahora estaba de rodillas con una expresión entre dolorosa y extrañamente placentera, acercándose lentamente.
"Hermana Penélope... sé que es por el poder de Red, pero lucha contra ello... ¡no puedes hacerle eso a mi pequeño e inocente agujero...! ¡No quiero conocer el tuyo tampoco...!" sollozó Lavender, aferrándose a la pierna de Penélope mientras se frotaba contra ella. "¡Amo Red, tenga piedad! Esto es demasiado para mí... ¡es mi primera vez! No estoy lista para hacerlo entre los tres... ¡un chico y una chica abusando de mi pureza!" continuó, con una mirada perdida y completamente entregada a sus delirios.
"Está bien, creo que esto ya es suficiente," suspiré mientras me separaba de Penélope. Puse una mano sobre la cabeza de Lavender, quien de inmediato se corrió y puso los ojos en blanco antes de desplomarse al suelo, completamente fuera de combate.
"¡Red! ¿Qué acabas de hacer?" gritó Penélope, mirándome con una mezcla de furia y confusión.
"Solo un reinicio rápido," expliqué, volviendo a colocar mi mano sobre Lavender para recuperarla. La chica se levantó con rapidez, su rostro rojo de vergüenza y excitación. Miraba a Penélope como si fuera un cachorrito atrapado en un acto de travesura... pero con ideas mucho más turbias.
"¿Qué está pasando?" preguntó Penélope, más confundida que nunca.
"Si quieres la versión corta..." hice una pausa, dramáticamente, "Permíteme presentarte a Lavender: una completa pervertida."
Lavender, en el suelo, pareció sentirse humillada... y extrañamente orgullosa y excitada al mismo tiempo.
"¿Lavender?" murmuró Penélope, sin creer lo que escuchaba.
"Sí..." admitió la chica, asintiendo tímidamente mientras evitaba levantar la mirada.
"¡Red! ¡¿Qué hiciste?!" Penélope se levantó de golpe, mirándome furiosa.
"¡Ey! No me grites. No fui yo. Ella ya tenía una mente sucia."(Red)
"¡Es por el libro que le diste! ¡Mírala cómo está ahora!"(Penélope )
"Bueno, sí, quizás lo incentivé un poco, pero no puedes culparme del todo. Ella ya era obsesiva nata. Solo le di un empujoncito... muy pequeñito."(Red)
Lavender nos miraba discutir, sintiéndose como una niña viendo a sus padres pelear por su culpa. Extrañamente, ese pensamiento la excitaba más, lo que la hacía sentir aún peor consigo misma.
"Penélope..." dijo finalmente Lavender, con una voz débil que captó la atención de la Ravenclaw furiosa. "No culpes a Red... tiene razón. Yo... soy la de la mente sucia."
"No, Lav, no es así. Solo..." intentó consolarla Penélope, inclinándose hacia ella.
"No, lo sé. Desde hace tiempo. Tienes razón, el libro me abrió los ojos... pero siempre fui yo. Yo me obsesioné, yo... disfruto de estas cosas. No es culpa de Red. De hecho..." Lavender alzó la vista, sonrojada pero con una honestidad desarmante, "estoy feliz y agradecida con él."
"¿Qué?" preguntó Penélope, perpleja, mirando sus ojos sinceros.
"Sí... a mediados del año pasado empecé a explorar este lado de mí. Pero en ese momento mencioné algo en voz alta y unas alumnas mayores me llamaron pervertida. Me dolió... y me asustó. Reprimí mis gustos durante meses con miedo de que todos me despreciaran, que se alejaran de mí... hasta que Red lo descubrió. Y aunque sí, él contribuyó, estoy feliz porque lo haya hecho. Me aceptó, no me juzgó, y me apoyó en este interés que me hace feliz... estoy agradecida por eso."
"Bueno, sería hipócrita no hacerlo..." respondí encogiéndome de hombros.
"¡Te vi reírte esta mañana!" acusó Lavender, con un puchero.
"¡Pero no fue burla! Fue porque me pareció gracioso. Sabes que te apoyo."
Lavender suspiró y confesó, "Entré aquí porque vi que arrastrabas a Penélope, y... esperaba ver algo." Se sonrojó profundamente. "Pero parece que ustedes y eran..."
"Así es," confirmé sin rodeos, haciendo que Penélope se pusiera roja como un tomate.
"Hermana Penélope," continuó Lavender, con un tono solemne y casi reverencial, "no espero que seas tan comprensiva como Red, pero... como sus mujeres, creo que podemos llevarnos bien. Si puedes no juzgarme tan duramente... y acéptame como soy, yo..."
Penélope sintió un nudo en la garganta. Miró los ojos sinceros de Lavender y luego a mí, que le levantaba el pulgar en señal de aprobación a la pervertida. Soltó un gruñido, claramente exasperada conmigo, mientras Lavender la observaba con esperanza.
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1er Capítulo Adicional
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