Las cosas aquí en Hogwarts tampoco eran tan tranquilas, al menos no para mí. Quizás el día no sea tan movido como con Tenebrius, pero como Red, tengo mis propios problemas. En este momento, el principal se llama Ginny. No, no es que haya vuelto a pelearse conmigo. De hecho, quizás sea todo lo contrario.
Ginny está actuando de forma extraña, al punto de preocuparme un poco por su cambio de actitud. Ya no es por miedo a que tenga el diario; si así fuera dudaría de la orientación sexual de Voldemort por lo pegajosa que está siendo. No es desagradable, pero se está metiendo demasiado en mis asuntos, indagando sobre mi vida como nunca antes. Bueno, no es que me sorprenda del todo. Desde que nos reconciliamos, ha sido así, pero estos últimos días ha ido mucho más allá
Por ejemplo, ahora mismo estoy caminando por los pasillos de Hogwarts. Daphne me sigue como una buena asistente, pero también lo hace Ginny, quien lleva cuestionándome sin descanso durante todo el trayecto.
"¿Cómo puedes no dormir? Eso no es sano," preguntó Ginny con una mezcla de molestia y preocupación.
"Sí duermo. Uno de los clones lo hace por mí," respondí con tranquilidad.
"¿Mientras tu yo real y los demás clones siguen despiertos?"(Ginny)
"Exacto," contesté encogiéndome de hombros.
"¡Estás loco! ¿Cómo puedes vivir así?"(Ginny)
"Estoy bien," le dije en tono ligero. "Mi descanso es mucho más profundo que el de los demás. Aunque sea un clon el que duerma, me siento fresco como una lechuga, como si yo mismo hubiera dormido doce horas seguidas."
"¿Cuántos clones mantienes al mismo tiempo?" Ginny frunció el ceño.
"No sé, varía constantemente dependiendo de lo que necesite. A veces más, a veces menos," respondí.
"Dame un número," insistió.
"No sé... ¿diez? ¿veinte?"(Red)
"¿¡Mantienes veinte clones activos y solo uno duerme!? ¿¡Te estás escuchando?! ¿Cómo puedes vivir así? ¡Tienes como veinte veces la carga de una persona normal y solo compensas el sueño de una!" Ginny se detuvo, incrédula.
"No es tan así," traté de defenderme.
"¿Desde cuándo mantienes este ritmo? ¿Desde cuándo tus clones están siempre activos?"(Ginny)
"No lo sé. Comenzó el año pasado, aunque hubo momentos en los que no fue así, pero..."(Red)
"¡¿No te das cuenta de que te estás haciendo daño?!" exclamó con un tono que me recordó mucho a mamá. "Tienes que tomarte un descanso. Deshazte de tus clones y duerme por tu cuenta al menos un día. ¡No puedes seguir así, coño!" Gritó enojada.
"¡Vocabulario!" le reproché. Aunque sabía perfectamente que ese lenguaje vulgar lo había aprendido de mí. "Y te digo que no es tan malo. Yo soy diferente a los demás, y lo sabes."
"No me importa," replicó con firmeza. "Estoy preocupada por tu salud, si no es física entonces mental. Te estás sobrecargando. Tienes que deshacer esos clones y dormir."
"Está bien, lo haré..." cedí con resignación.
"No, no basta con que me lo digas. ¡Tienes que prometérmelo!"(Ginny)
"Está bien, te lo prometo," respondí más seriamente. No entendía por qué estaba tan preocupada, aunque, tal vez, descansar de vez en cuando no estaría mal.
"¿Cuándo?"(Ginny)
"¿Cuándo qué?" pregunté, confuso.
"¿Cuándo lo vas a hacer?"(Ginny)
"No sé... ¿mañana?" respondí, inseguro ante su insistencia. Pero noté que su expresión se tornó nerviosa cuando mencioné mañana.
"En Halloween," dijo de repente.
"¿Qué?"(Red)
"Hazlo en Halloween."(Ginny)
"¿Por qué?"(Red)
"Será un día festivo. Terminarás cansado. Es un buen momento para descansar," explicó con firmeza.
"Bueno, está bien. La noche de Halloween descansaré," acepté finalmente.
"Sin clones. Solo tu yo real," me ordenó, apuntándome con el dedo como si fuera mi madre.
"Está bien, mi yo real dormirá," confirmé.
"Más te vale cumplirlo. Iré por la noche a tu cuarto a asegurarme de que estás durmiendo. Si no te encuentro..."(Ginny)
"Sí, mamá," contesté, poniendo los ojos en blanco, con lo que Ginny se sonrojó levemente pero no cedió.
"Más te vale hacerlo, o si no..." comenzó a decir, mirando a los lados con nerviosismo.
"¿Qué?"(Red)
"Me voy a volver... la puta de Hogwarts," soltó con firmeza, aunque visiblemente avergonzada. Su mirada reflejaba un leve desprecio hacia mí mientras continuaba. "Siempre me has dicho que soy la niña más hermosa del mundo. Seguro hay muchos chicos aquí que piensan lo mismo," añadió, inflando el pecho con orgullo fingido.
"¡Ginny! ¡Estás jugando con fuego! ¡No hagas bromas así!" exclamé con una seriedad inusual.
"No es broma," insistió. "Si ni mi hermano puede cumplir una simple promesa, ¿qué sentido tiene mantener la decencia? Quizás debería ser más 'amigable' con los chicos de los años superiores. Incluso podría ganar algo de dinero," añadió, sonrojada de vergüenza pero manteniendo su postura.
"¡GINEVRA!" grité con tanta fuerza que mi voz retumbó por todo el pasillo. Daphne, que había estado mirando nuestra conversación con interés, dio un pequeño salto, sobresaltada. "No quiero volver a escucharte decir semejante locura. Nunca. Y digo nunca, vuelvas a pensar o hablar de hacer algo así, ¿¡me escuchaste?!" exclamé mientras sostenía a Ginny por los brazos, mirándola directamente a los ojos.
"Solo si cumples tu promesa," respondió firme, aunque su voz comenzaba a quebrarse. Sus ojos brillaban, conteniendo lágrimas que no tardarían en caer. "Si lo haces, nunca más lo diré. No será necesario... pero cumple tu promesa," repitió, con un tono cargado de determinación mientras apretaba mis brazos con fuerza, como si intentara asegurarse de que sus palabras quedaran grabadas en mí.
Ver a Ginny llorar me destrozó. Todo mi enojo se desvaneció en un instante. Sin decir nada más, la atraje hacia mí y la abracé. Pude sentir cómo sollozaba débilmente contra mi pecho mientras acariciaba su espalda en un intento por calmarla. Poco a poco, su respiración se fue estabilizando.
"Está bien," murmuré suavemente. "Cumpliré mi promesa. Deja de llorar, por favor. Perdona por gritarte."
"Tengo que ir a ver a Luna," dijo finalmente, separándose de mí y mostrandome una sonrisa. Antes de irse, me miró con los ojos todavía rojos y húmedos, pero con una expresión decidida. "Asegúrate de cumplirla. Iré esa noche a ver si estás dormido de verdad. Y más te vale no estar fingiendo. Si me doy cuenta de que despiertas cuando llego, consideraré que me mentiste."
La vi alejarse, su sonrisa dulce todavía visible a pesar de las lágrimas secándose en su rostro. Por fuera, parecía la misma Ginny de siempre, pero algo en su comportamiento me inquietaba. No era el diario, de eso estaba seguro. Había usado mi magia para inspeccionar su cuerpo, y no encontré nada fuera de lugar. La única explicación que me quedaba para su inestabilidad era la pubertad.
Suspiré y me volví hacia Daphne, todavía reflexionando.
"Perdona si esto es incómodo, vergonzoso o incluso ofensivo, pero... ¿la pubertad en las mujeres las hace así de... locas? ¿O solo es mi hermana?"(Red)
"No lo sé," Daphne me miró con reproche, pero luego paso a la indiferencia y respondió alzando una ceja. "Pero considerando que eres su hermano y, sinceramente, la persona más rara que conozco, diría que es algo familiar."
"Quizás..." musité, sin ganas de discutir.
Daphne y yo seguimos caminando, retomando nuestro rumbo. Ginny, por su parte, también siguió el suyo. Sin embargo, cuando se aseguró de que ya no podíamos verla, su expresión cambió. La sonrisa dulce y los ojos llorosos desaparecieron, reemplazados por un rostro serio, calculador y, quizá, incluso peligroso.
...
Estaba sentado en la mesa de Slytherin, comiendo tranquilamente y riendo con mis amigas. A mi lado estaban Daphne y Pansy, mientras que frente a mí se encontraban Ginny y Luna. Algo me resultaba extraño: Ginny, de vez en cuando, me lanzaba miradas furtivas, como si estuviera a punto de decir algo. Pero, justo cuando parecía que iba a hablar, bajaba la cabeza y empezaba a jugar con la comida en su plato.
"Solo dilo," dije finalmente, cansado de verla tan indecisa. Era raro en ella.
"Yo..."(Ginny)
"Sé que quieres decirme algo. Vamos, dilo de una vez. No creo que haya nada tan grave como para que te cueste tanto, y si lo hay, mejor saberlo ahora para solucionarlo."(Red)
"Yo... necesito que me prestes dinero," dijo al fin, con un evidente tono de vergüenza.
"¿Solo eso?" pregunté, confuso. Había esperado algo más serio. Nunca dudé, ni dudaría, en prestarle dinero a mi hermana.
"Si necesitas dinero, puedo dártelo, Ginny," intervino Pansy con amabilidad, probablemente tratando de ganar puntos con su 'cuñada'.
"No... no, está bien. Necesito que Red me lo preste," insistió Ginny, bajando la mirada.
"Está bien, pero no entiendo por qué tardaste tanto en decirlo. A menos que estés metida en algo turbio y tengas que pagar una deuda," respondí, mirándola con suspicacia.
"¡No, no! Nada de eso. Solo... necesito comprar algo," contestó, todavía con la cabeza gacha.
"¿Cuánto necesitas?" pregunté, manteniendo la calma.
Ginny sacó un trozo de papel de su cuaderno, escribió algo en él y lo deslizó por la mesa hacia mí. Al verlo, mis ojos se abrieron de par en par. Alcé la mirada, sorprendido, y noté que ella seguía roja como un tomate, con la cabeza todavía inclinada.
"¿Quieres comprarte un potro de unicornio?" solté después de ver el número escrito. Por un instante, había pensado que tal vez quería la escoba más nueva del mercado, pero no tenía sentido, yo le habia dado una mejor. "Si es así, nos conviene más secuestrarlo del Bosque Prohibido," añadí en tono bromista, aunque dudando seriamente por la cantidad.
"¡No! Pero... no te lo puedo decir. Son cosas de chicas," respondió, esquivando la explicación.
"No creo que vendan tampones tan caros," bromeé, pero enseguida me arrepentí cuando sentí los codos de Daphne y Pansy clavarse en mis costillas, mientras Ginny me daba una patada por debajo de la mesa. Por poco tuvo que meterse bajo la mesa para alcanzarme. "Está bien, está bien, fue de mal gusto, lo admito. Me lo merecía," intenté calmar los ánimos, masajeándome el costado.
"¿Puedes prestármelo o no?" preguntó Ginny, ahora con el ceño fruncido.
"Más vale que no sean drogas, o que, si lo son, las compartas conmigo. Por este precio, deben ser una mierda muy buena," respondí con una sonrisa, mientras mentalmente realizaba una transferencia a través del [Banco]. Como alguien importante para mí, le había creado su propia cuenta y, al igual que con los miembros del gremio, le di acceso a la habilidad derivada de mi [Monedero].
Cuando Ginny vio aparecer en su campo visual una version animada de una pequeña bolsa de monedas con el mismo número que había escrito en el papel, su rostro se iluminó con una sonrisa radiante.
"¿Podemos ir con Merk esta tarde?" me preguntó Ginny, interrumpiendo el silencio mientras comíamos.
"Sí, claro," respondí sin dudar, volviendo a concentrarme en mi comida. No sabía qué planeaba, pero su repentino entusiasmo era contagioso, y verla comer con ganas nuevamente me alegraba más de lo que quería admitir. No me importaba en qué iba a gastar el dinero; su felicidad era suficiente para mí.
Esa misma tarde, nos dirigimos juntos al Bosque Prohibido. Caminábamos con paso firme hasta que finalmente divisamos a Merk. Justo cuando estábamos a unos metros, Ginny se detuvo de golpe y me lanzó una mirada seria.
"Quédate aquí," ordenó con firmeza.
"¿Eh? ¿Por qué?" pregunté, frunciendo el ceño.
"No puedes saber lo que vamos a comprar."(Ginny)
"¿Cosas de chicas?" intenté bromear, aunque su expresión me dejó claro que hablaba en serio.
"Exacto. Así que te quedas aquí, y más te vale no tratar de indagar. ¿Entendido?" Me señaló con el dedo, mirándome con una intensidad que rara vez mostraba. "Luna le preguntará a Merk si intentaste averiguarlo, y si descubro que lo hiciste... Nunca más te volveré a hablar. Me escaparé de casa y no volverás a verme nunca," declaró con tanta seriedad que un escalofrío recorrió mi espalda.
Quise protestar, pero su mirada me detuvo. Había algo en sus palabras, en esa determinación casi aterradora, que me hizo sentir que no debía tomarlas a la ligera. ¿Qué podía ser tan importante, peligroso o vergonzoso para que hablara con tanta resolución?
"Está bien," accedí, suspirando.
"Quiero un juramento inquebrantable," exigió de repente.
"¡Ginny!" exclamé, sorprendido.
"Es necesario. No puedes saber sobre esto. No hasta... no sé, dentro de unos años. Pero es importante para mí," dijo, y sus ojos comenzaron a llenarse de lágrimas. "Promételo, Red. Eres mi hermano favorito. Necesito saber que puedo confiar en ti."
"Si confiaras en mí, no necesitarías un juramento," repliqué, aunque mi voz perdió algo de firmeza ante su expresión suplicante.
"Por favor," insistió, con un tono que desarmaría a cualquiera.
"Está bien," cedí al fin, levantando la mano. "Pero hagamos un [Pacto]. Es más seguro y sencillo."
Ella pareció aliviada y extendió su mano. Nos tomamos de los antebrazos, y Ginny comenzó a hablar con una seriedad que no le había visto antes.
"Tú, Red Weasley, anteriormente Nicholas Leopold Weasley, prometes no saber lo que yo y Luna compraremos hoy al mercader, ni investigar o intentar descubrirlo por ningún medio, al menos hasta que yo, Ginevra Molly Weasley, te lo permita."(Ginny)
"Lo prometo," respondí, sintiendo un nudo en el estómago. Era evidente que me conocía bien, porque el pacto era mucho más específico de lo que yo habría formulado.
"Bien. Ahora quédate aquí," dijo, aliviada, antes de girarse hacia Luna.
Desde mi posición, observé cómo ambas se acercaban al carrito de Merk. Ginny se tomó su tiempo revisando las opciones del comerciante hasta que encontró lo que buscaba. No pude ver qué era, no solo por el pacto que me impedía investigarlo, sino porque Luna, con una precisión calculada, se colocó para cubrirla mientras mi hermana guardaba algo en su bolso, encantado con un hechizo de expansión. Luego se intercambiaron los roles: Ginny cubrió a Luna mientras esta última hacía su compra.
Cuando terminaron, Luna se quedó unos minutos hablando con Merk antes de regresar conmigo.
"Promete que, si hay algún problema, me lo dirás para que podamos solucionarlo juntos," le pedí a Ginny, preocupado por lo que pudiera estar ocultándome.
"Tranquilo," respondió con una sonrisa ligera, aunque algo sonrojada. "Todo está bien... es solo algo que necesito ahora. No te preocupes, te lo contaré dentro de unos años."
Antes de que pudiera decir algo más, tomó mi mano y empezó a arrastrarme de regreso a Hogwarts casi corriendo. Estaba visiblemente animada, una felicidad tan genuina que, por un momento, olvidé cualquier duda. Lo único que importaba era verla sonreír así.
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2do Capítulo Adicional
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