Ya habían pasado varios días desde que llegamos a Hogwarts, y esta mañana mi hermana me arrastró al campo de entrenamiento de Quidditch de la escuela. A pesar de que entrenábamos en el Nido, aún estaba interesada en ver qué podían ofrecer los equipos de las casas, pues nunca los había visto en acción. Se enteró, gracias a los gemelos, de que habría entrenamiento esta mañana, y pensó que sería una buena oportunidad para verlo.
No tuve problemas en acompañarla; de hecho, era una buena idea. Tenía que aparentar normalidad para que nadie hiciera preguntas o sospechara sobre la desaparición de un prefecto el día anterior.
Recogimos a Luna y avisamos a las demás chicas por si querían venir, pero era demasiado temprano y pocas quisieron levantarse. Aparte de Hermione, Tracey, Cho, Ginny, Luna y yo, nadie más se unió para ver el entrenamiento; la mayoría de las que venían aún seguían medio dormidas.
Nos dirigimos al campo de Quidditch y nos acomodamos en las gradas, donde saqué algunas delicias para un suntuoso desayuno mientras esperábamos que el equipo saliera a practicar. Las chicas agradecían tener algo para llenar el estómago tan temprano en la mañana, y eso al menos las despertó un poco, pero no mejoró mucho el ánimo general.
Esperamos y esperamos, pero el equipo de Quidditch nunca salió, y la espera se estaba volviendo aburrida. Así que empezamos a buscar formas de entretenernos. Hablamos sobre qué estudiaríamos este año en la guarida, qué tipos de magia parecían interesantes, si celebraríamos alguna fiesta, qué platos nuevos aprenderíamos a cocinar, y hasta discutimos sobre las "arpías bebé", entre otras cosas. Al final, terminamos jugando Snap Explosivo mientras charlábamos de cualquier tema.
En algún momento aparecieron Ron y Neville en las gradas, junto a Colin Creevey, quien vino emocionado hacia mí, pero fue ahuyentado por mi aura, palideció y huyó de regreso a las gradas de Gryffindor. Ese niño está fascinado con el mundo mágico, y entiendo que puedo ser algo llamativa, pero no me gusta que me interrumpan cuando estoy con mis amigas… o en general.
Neville también se acercó a nosotros en algún momento porque quería hablar conmigo. A él no lo alejé; me cae bien. Si fuera chica, quizás lo integraría más al grupo. Quería hablarme sobre las clases extra, ya que estaba bajo mucha presión y buscaba ayuda, aunque no quería molestarme. Respondí algunas de sus preguntas y le dije que podríamos juntarnos él, Hannah y yo para repasar en algunos ratos libres, aunque ahora tenemos pocos por las clases extras. Incluso hoy, sábado, los profesores programaron clases, y dentro de un rato Neville y uno de mis clones debían asistir a ellas.
No fue sino hasta que el sol ya estaba alto que el equipo de Quidditch de Gryffindor salió al campo. Sin embargo, apenas despegaron, Wood y algunos otros vieron a los visitantes en las gradas: Ron, que había venido a apoyar a Harry; Colin, que no dejaba de tomar fotos; y nuestro grupo, el más llamativo, rodeado de decoraciones de fiesta que estabamos haciendo para el próximo cumpleaños de uno de nuestros miembros. Al ser un grupo tan grande, los cumpleaños se acumulan en nuestro calendario.
"¡Alto!" exclamó Wood, deteniendo al equipo con la mano en alto. "Tenemos espías. Vienen a robar nuestro régimen de entrenamiento."
"Deberían," murmuró Alicia Spinnet, quien, como el resto de su equipo, había sido despertada muy temprano y no estaba contenta. El entrenamiento en el Nido ya era suficientemente agotador como para soportar también este.
"Tranquilo, Oliver," dijo Fred.
"Son nuestros hermanos. Ron vino a apoyar a Harry," añadió George.
"Y a Ginny le gusta el Quidditch y arrastró a Red y sus amigas," continuó Fred.
"De hecho, su grupo ya ni parece interesado en nosotros," comentó George, señalándonos mientras trabajábamos en las decoraciones, aunque de vez en cuando mirábamos al equipo.
"¿Y el niño de allá…?" Preguntó Wood
"No lo conocemos." Negaron los gemelos en sincronía.
"Es Colin Creevey," respondió Harry con desgana. "Es de primer año… de Gryffindor," añadió, como si fuera lo peor de todo.
"Eso no significa que no puedan venir aquí a espiarnos. Recuerden que sus hermanos pertenecen a otra casa; pueden ser espías," insistió Wood. Había dedicado todo el verano a estas tácticas y no quería arriesgarse; estaba decidido a ganar la copa de Quidditch este año a toda costa.
"¿De qué servirían espías si los propios Slytherin están aquí?" respondió Katie Bell, señalándonos en las gradas de abajo.
Cuando el equipo de Gryffindor miró hacia donde señalaba Katie, pudieron ver a un grupo de estudiantes vestidos con túnicas verdes y sosteniendo escobas en las manos.
Observé lo que estaba pasando en el campo y, aunque entendía perfectamente la situación, no pude resistirme a la insistencia de Ginny para bajar y ver de cerca. Miré de reojo a Hermione, pensando si sería como en el libro, pero sacudí la cabeza. No es como si fuera a suceder, y de todas formas, podría evitarlo fácilmente.
Gracias a mi ayuda, llegamos rápidamente al campo, justo a tiempo para presenciar cómo ambos equipos discutían sobre quién tenía derecho a entrenar en la cancha ese sábado. Los Slytherin presumían de sus nuevas escobas, dejando boquiabiertos a muchos de los presentes... pero no a todos. Las tres chicas de Gryffindor, así como las de mi grupo (excepto Hermione y Luna), no se mostraron impresionadas; ellas mismas tenían escobas mucho mejores.
Hermione parecía molesta por lo que se decía. Su sentido de la justicia era bastante fuerte, y saber que Draco Malfoy, el nuevo buscador de Slytherin, había obtenido la posición gracias a una gran donación de su padre no le parecía nada correcto. Estaba a punto de intervenir cuando Draco insultó a su casa, pero la sujeté para detenerla. Sin embargo, Draco notó el gesto y no pudo evitar hacer un comentario al respecto.
"Bien hecho, Weasley. Deberías mantener controladas a tus amiguitas" dijo en tono burlón. Draco seguía resentido conmigo, especialmente porque mi hermana también había sido asignada a Slytherin, lo cual él veía como un insulto. Además, durante el verano, había hablado con su padre sobre esto, omitiendo ciertos detalles, lo cual provocó que las respuestas de Lucius fueran todo menos adecuadas para una convivencia pacífica.
"¿En serio?" lo miré con desprecio y escepticismo. Estaba evitando un conflicto, y él solo se disparaba en el pie.
"Vete a otro lugar con tus... zorras. Ya es suficiente tener que compartir casa contigo; no ensucies también el campo de Quidditch" continuó, provocando que todas las chicas lo miraran con odio. No importaba de qué casa fueran; Malfoy tenía una confianza que no correspondía al peligro en el que se estaba poniendo. Prosiguió "Esa sangre sucia, esa traidora…" Malfoy continuó refiriéndose a Hermione, a Tracey y a mis compañeras con insultos "creativos", sin darse cuenta de que todos lo miraban como si estuviera firmando su sentencia de muerte. Finalmente, agregó "Y ni hablemos de la puta de tu herma..." pero no pudo terminar.
Una masa líquida de color rojo lo golpeó de lleno. Lo había dejado hablar bastante tiempo, quería ver hasta dónde podía llegar antes de darle el castigo que merecía. Pero llegado a este punto, ya no pude contenerme. Los de Gryffindor también estaban a punto de intervenir contra Malfoy y los demás Slytherin si yo no hacía nada; de hecho, algunos estudiantes de Slytherin comenzaron a apartarse de él, sabiendo bien cuánta influencia tenía yo entre las chicas de la escuela y las consecuencias que sus palabras podrían traer.
"Estás muerto, Malfoy" dije mientras liberaba sangre de mis reservas, dejándola flotar a mi alrededor.
Varios de los Slytherin sacaron sus varitas; ya fuera por camaradería o por responsabilidad hacia un compañero, sabían que debían defender a Malfoy aunque él se lo hubiera buscado. Además, varios de ellos ya tenían sus propias quejas hacia mí.
Casi instintivamente, después de nuestro entrenamiento del año pasado, las chicas detrás de mí sacaron sus varitas, listas para atacar. Mis hermanos fueron los siguientes en apuntar sus varitas, seguidos de los demás Gryffindor.
Todo el campo se llenó de tensión: dos bandos, uno frente al otro, apuntándose con varitas. Aunque mi grupo tenía más personas, las serpientes no retrocederían; su orgullo no se lo permitiría. Malfoy, cubierto de sangre y levantándose del suelo, miró la escena con un atisbo de miedo. Sabía que no podía retractarse ni disculparse sin arruinar su reputación. Se incorporó y estaba a punto de pronunciar un discurso lleno de las mismas palabras que había aprendido de su padre, pero antes de que pudiera comenzar...
*Splash*
Otra ola de sangre impactó contra Malfoy, dando inicio a un combate aún más desenfrenado. Los hechizos volaban por el campo de Quidditch, convirtiéndolo en un verdadero campo de batalla. Los Slytherin usaban toda la magia oscura que tenían a su disposición, mientras que los Gryffindor compensaban su falta de habilidades mágicas con ataques audaces y sin miedo a la muerte. Las chicas detrás de mí demostraban buenos reflejos gracias al entrenamiento anterior, y aunque peleaban con determinación, me mantenía cerca para protegerlas, usando la sangre a mi alrededor como proyectiles y oleadas que se dirigían hacia nuestros enemigos. Malfoy, por supuesto, se llevaba la peor parte. Colin Creevey, quien había quedado fuera de la pelea, lo grababa todo, capturando el caos en fotografías con su cámara.
La pelea alcanzó un punto crítico cuando Ron, mi hermano, se unió con un hechizo que terminó rebotándole, lanzándolo inconsciente al suelo. En ese momento, la situación había durado demasiado, y era cuestión de tiempo para que llegaran los profesores. Tenía que hacer una retirada estratégica. Usando gran parte de mis reservas de sangre, elevé una masa líquida roja sobre el campo, que tintaba de escarlata la luz al atravesarla. Todos se detuvieron al ver la gigantesca figura, impresionados y aterrados.
Haciendo una referencia en la Genkidama, levanté los brazos y luego los bajé, dejando caer la enorme masa de sangre al centro del combate. Impactando con fuerza, la sangre se expandió como un tsunami, arrastrando a todos en todas direcciones.
Sin embargo, no era suicida y no permitiría que mis compañeras sufrieran. Aunque la ola de sangre no estaba totalmente controlada, la fuerza disminuía al entrar en contacto con alguna de las chicas, envolviéndolas suavemente y llevándolas hacia mí, que ya me había movido a la salida del campo.
Mis compañeras, y las tres jugadoras de Gryffindor, se sorprendieron al ser llevadas sin violencia y, en cambio, con cuidado hacia mí. Les hice señas para que me siguieran de inmediato. Mientras corríamos, un clon invisible mío recogía la sangre usada en el campo.
"Ustedes tres, si les preguntan, digan que no sabían de la pelea. Díganle a la profesora McGonagall que ustedes iban a buscarla cuando notaron que las cosas se complicaban" les sugerí a Angelina, Katie y Alicia, dándoles una excusa para evitar el castigo.
"Red…" dijo Angelina, intercambiando una mirada con sus compañeras "Lo siento, pero no podemos hacerlo."
"No podemos dejar que nuestros compañeros carguen con la culpa mientras nos escabullimos" añadió Katie, con determinación.
"Somos de Gryffindor, no de Slytherin… sin ofender" dijo Alicia, disculpándose con Ginny, Tracey y conmigo por sus palabras accidentalmente ofensivas.
"Hmmm… bueno, entonces…" respondí con cierta resignación. Me gustaba proteger a los míos, pero si ellas querían enfrentar las consecuencias, no había nada que hacer.
"Volveremos para ver cómo están las cosas" añadió Angelina mientras se detenía junto a las otras dos.
"Bien, avísenme cómo les fue después. Si necesitan algo, incluso una distracción explosiva, solo díganlo. Nos vemos en la guarida o el nido."
Mi grupo continuó corriendo, aunque Hermione, al escuchar las palabras de sus mayores, consideró regresar y asumir la culpa... pero a ella no le permití hacerlo; la tomé del brazo y la llevé con nosotros.
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Capítulo Semanal
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