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Chapter 27 - MAL PERDEDOR

¿Qué sentido tendría jugar sin apostar? Los ojos de Eric eran profundos, mientras miraba su indiferente perfil.

- ¿En qué piensas?

Antes de que Nicole pudiera decir algo, Keith se burló y hablo primero:

-Si Ferg pierde, saldré de aquí completamente desnudo, pero si Nicole pierde… -dirigió la mirada a los hermanos Carter y continuo en tono despectivo: - ¡Tienes que admitir en público que te casaste con la familia Ferguson por dinero y nunca más podrás mostrar tu cara en Atlanta! Nicole, ¿te atreves a apostar por eso?

Ian y Hugh Carter se quedaron boquiabiertos. Yvette estaba tan enfurecida que quiso levantarse y defender a Nicole, pero Julie aparto a Yvette y le dijo que no fuera tan impulsiva. Las cejas de Eric se fruncieron aún más. Estaba a punto de interrumpir a Keith, cuando Nicole se mofo y levanto las cejas burlonamente.

-Claro, acepto. -Nicole parecía despreciar a Eric, como si no fuera un oponente digno.

Keith se rio del hecho de que Nicole fuera tan confianzuda y no supiera lo hábil que era su oponente. En toda Atlanta, la habilidad de Eric con los dados del póker era imbatible, incluso si jugaba con los ojos cerrados. En aquel entonces, Eric gano su primer gran premio de dinero en efectivo en Las Vegas, sin mencionar que todas estas personas insignificantes que tenían en frente eran insignificantes para Eric.

Eric extendió su mano.

-Las damas primero.

Nicole tomo el agitador de dados que había sobre la mesa y lo sacudió, luego apoyo casualmente el dorso de su mano en el mientras miraba a Eric.

-Tu turno.

Eric miro a Nicole con curiosidad y frunció el ceño. Era evidente que Nicole no se tomaba este juego en serio. Keith miraba con emoción, como si ya hubieran ganado la partida. Eric reflexiono un momento y luego levanto el cubilete de los dados con indiferencia. Eran cuatro de un tipo, una victoria segura. Luego miro a Nicole, que seguía sin inmutarse.

Keith estaba tan emocionado que casi salto.

- ¡Ferg, bien hecho! Has utilizado tus habilidades. Y eso que pensé que te apiadarías…

Ian aplaudió a un lado y no se sorprendió por ello. Sonrió débilmente y dijo:

-Señor Ludwig, el señor Ferguson nunca ha sido piadoso con Nicole, pero al menos hoy por fin podemos ver la habilidad del señor Ferguson.

- ¿Por qué alagas a Eric? ¿Intentas desviar nuestra atención e ignorar la apuesta? Nicole, ¿Por qué no nos dejas ver tu mano? No seas mala perdedora…

- ¡Keith Ludwig! Perro que ladra no muerde, así que ¡cállate la puta boca! -Yvette no pudo evitar contestarle.

Nicole observo como el habiente se volvía repentinamente tenso y se rio ligeramente. Sus delgados dedos golpearon dos veces el cubilete, antes de voltearlo despreocupadamente. Antes de que todos tuvieran tiempo de reaccionar, cogió su bolso y se levantó.

-Me voy, sigan ustedes.

Aparte de Yvette y Hugh, quienes se sorprendieron, Julie e Ian parecían haber esperado ya este resultado y estaban tranquilos e imperturbables. En el momento en que Keith vio los dados de Nicole, él se sintió como si estuviera muriendo. Para cuando Keith volvió a levantar la mirada, la mujer ya había desaparecido.

Yvette se regodeo con un golpe en la mesa y dijo de forma engreída:

- ¡Señor Ludwig, no se olvide de desnudar su trasero antes de irse! Como acaba de decir, no sea un mal perdedor.

- ¡Ustedes… están haciendo trampa! -la cara de Keith se puso roja, mientras todo tipo de emociones pasaba por ella.

- ¿Trampa? Señor Ludwig, usted es el que quería jugar. Estas son las reglas del juego, ¿Y aun así se atreve a decir que estamos haciendo trampa cuando usted perdió? Si no puede soportar perder, ¿Por qué jugar en primer lugar? Señor Ferguson, ¿acaso no piensa igual? -Yvette se burló y llamo a Eric mientras rechinaba los dientes de rabia.

Keith miro a su mejor amigo con ojos grandes, inocentes y suplicantes. La palabra sálvame estaba escrita en su expresión. Eric miro a Yvette, luego hecho una mirada a Ian y Hugh, antes de que su mirada se posara en Keith.

-Hemos perdido.

Su rostro era tranquilo e impasible. Al principio, a Eric le pareció extraño que el sonido de los dados de su mano y el de la mano de Nicole fueran un poco extraños. Sin embargo, no se sintió ni un poco molesto por haber perdido. Al contrario, incluso se sintió un poco encantado.