En un campo de entrenamiento, un joven de pelo azul platino miraba una espada en su mano.
Con cada golpe que daba, el aire se enfriaba a su alrededor hasta tal punto que su respiración era visible.
En algún momento, tres balas de agua rebotaron en su dirección.
Todavía concentrado en la espada, oí que algo silbaba en el aire y, por puro instinto, tensé las piernas y salté hacia atrás.
Antes de que pudiera relajarme, las balas se desviaron hacia mí.
Agarré con fuerza la empuñadura y me giré mientras lanzaba un tajo hacia las balas.
Corté dos por la mitad y arqueé la espalda hacia la derecha para esquivar la última.
Un sudor frío me inundó y corté detrás de mí.
El agua salpicó mi cuerpo y activé Ice Heart.
El agua que salpicaba se congeló y, con un movimiento de mi espada, un rayo plateado atravesó el campo.
"Has mejorado, Adad".
Me volví hacia Keith, que tenía una discreta sonrisa en la boca.
"¿Qué te ha parecido la espada?".
Fijé mi mirada en mi mano derecha, donde yacía una espada.
Su color blanco perla brillaba al sol y en su hoja había grabadas unas finas y casi transparentes flores blancas.
"Lo es, una buena espada".
A mi derecha oí unos tímidos pasos, acercándose a mí.
"Aquí, hermanito".
Dijeron Terry y Everly de forma inusual mientras sostenían una vaina y una faja respectivamente.
La funda era de cuero y metal de color negro, al igual que la empuñadura con los mismos finos detalles de las rosas.
Además la faja de cuero era de un color blanco liso.
"Aquí Adad".
Me volví hacia Tasha que tenía un par de guantes azul oscuro en sus manos.
"Gracias chicos".
"Bien Adad, Elena sígueme a la oficina".
Caminamos por los pasillos hasta unas escaleras.
Los dos nos sentamos uno frente al otro y a mi lado derecho estaba Elena.
"He oído que has tenido, un gran papel en la batalla contra los bandidos".
Sus ojos se movieron encontrándose con los míos.
" Así que quería preguntarte".
Hizo una pausa como si quisiera insinuar algo.
"¿Qué piensas de estos "Bandidos", cuál crees que era su propósito o si piensas algo más sobre ellos? Adad".
El silencio inundó la habitación debido a mi falta de respuesta.
Si Keith estaba preguntando lo más probable es que ya supiera un poco de lo sucedido y hubiera llegado a una conclusión.
"Yo, creo que fue cosa de Nickolas Hairbear".
Elena pareció sorprendida pero se obligó a cerrar la boca.
Keith por su parte, solo tenía una mirada reflexiva en sus ojos.
"Dime. ¿Por qué piensas eso?"
El silencio acalló la habitación ante la falta de respuesta por mi parte.
Yo mismo no sabía cómo explicar mis sospechas, pues era casi imposible que Nickolas fuera tan insensato como para hacer un ataque de ese tipo sin pensar en las consecuencias.
Esa es la clase de persona que es.
Una persona estúpida.
Más que estúpido era su configuración, la de un joven Maestro ignorante.
"Solo es intuición, además supongo que habrás oído hablar de los rumores de Emilia y míos".
Los que decían que el un hijo de la casa de Dukes Hall había sido rechazado por una pobre mujer sin nobleza.
"Lo más probable es que hayan sido expulsados por él".
Los ojos de Keith se abrieron de par en par con sorpresa, pero al instante cambiaron a orgullo y lástima.
"Así que esa es la razón por la que quieres irte" Sus ojos cambiaron, clavándose en los míos "Estoy orgulloso de ti, hijo".
Sus palabras generaron recuerdos en mi mente, que dieron lugar a un inmenso disgusto.
Tanto con los recuerdos como conmigo mismo.
No soy su hijo.
Esas palabras se quedaron en la punta de mi lengua, sin poder salir.
"Entonces hablemos del siguiente tema".
Dijo Keith mientras activaba y desactivaba Ice Heart, algo que aprendí en la batalla de los bandidos.
"Bueno..."
Keith le habló a Elena del estilo Dawnwinter y de las cosas que habíamos descuidado en el territorio de Hall durante un rato que se alargó gracias a sus preguntas.
"Entonces, ¿cuándo empieza el examen?".
Ante la pregunta de Elena, Keith hizo una pausa y sacó una carta de su bolso y la puso sobre la mesa.
Para: Keith Hall
De: Bull Sofko
Querido Keith, han pasado años desde la última vez que nos comunicamos.
Todavía recuerdo con cariño los años que pasamos en el campo de batalla masacrando monstruos y personas.
Mientras veíamos correr la sangre y nos reíamos como locos.
"Haaa~
Ese tipo sigue igual de loco, por favor ignora a ese Adad".
"Ok".
Respondí mientras volvía a leer.
También recuerdo a las mujeres que estábamos viendo.....
La caricatura siguió hablando de más cosas que no se esperaban de un hombre tan serio como Keith.
Por mi parte me apresuré a leer la carta saltándome partes, gracias a los escalofríos que me producía el estado actual de Elena.
Después de un par de páginas más por fin llegamos a la parte que me importaba.
Me sorprende que uno de tus hijos sea un guerrero, por los favores que te debo inscribiré a tu hijo como mi discípulo.
Soy reacio a ir a la capital del reino de Aren para probar su fuerza, así que confío en que por ser tu hijo no lo enviarás a la muerte.
Espero que sea lo suficientemente fuerte como para no manchar mi nombre con su muerte en el examen.
Que por cierto, comienza en un mes.
Para entonces tengo una cita en la capital para poder llevarlo a donde será el examen.
La carta aún no estaba terminada pero Keith me la arrebató de las manos y la devolvió.
"Adad probablemente durará un mes incluso si asiste a la escuela, que comienza de nuevo en dos días".
"Haaaa~" Keith hizo una pausa con un suspiro mientras Elena terminaba las palabras con sudor en la frente "Debemos reunirnos con el director".
Salí de la oficina mientras mis pensamientos se cernían sobre una persona.
La directora.
No se dice mucho de ella en el juego, sólo se dice que es una elfa y que es extremadamente fuerte, además de que es una desviada hacia la oscuridad.
Algo bastante extraño por no decir casi inaudito en una elfa.
Antes de darme cuenta había llegado a mi habitación.
Entré, pensando en lo que podría hacer durante el resto del día.
Justo al lado de la cama había una ventana que daba al interior de la segunda pared.
Supongo que podría dar un paseo.
Me bañé y cogí unos pantalones que me llegaban a la cintura y una camiseta blanca de manga larga y cuello alto que tenía un resorte en la manga y otro en la muñeca.
Dejé que mi cabello cayera sobre mi cara y tomé mi espada, antes de salir me miré en el espejo y sólo pude describirme como.
D-I-V-I-N-O.
Gracias a la persona que me trajo con este aspecto.
Salí de la habitación con pasos rápidos y silenciosos.
No podía dejar que me atraparan ya que Elena no me dejaba salir sin guardias y más después del ataque de los bandidos.
Salté por una ventana y aterricé en el campo de entrenamiento de antes.
Me acerqué a la pared y tensé las piernas dispuesto a saltarlas.
"A dónde vas hermanito".
Justo antes de mi salto escuché una voz suave y dulce que me llamaba.
Me giré lentamente y mis ojos se encontraron con los de una niña igual que yo físicamente, sentada en el suelo con varios juguetes de madera a su alrededor.
".... Voy a salir".
"Mmmm".
Terry ladeó la cabeza, confundida.
"¿Por qué? No sales por la puerta principal".
Como si respondiera a su pregunta, sus ojos brillaron con comprensión y una sonrisa surgió de su pequeña boca.
"Ya veo, así que te escapas".
Su boca se abrió y dentó e mientras movía sus ojos para no encontrarse con los míos.
"¡Quiero ir contigo!"
Mis ojos escudriñaron a Terry, su pelo, su cara y su ropa estaban llenos de suciedad.
"No puedes salir vestido así Terry".
Antes de que pudiera decir algo, tensé las piernas. Pero una vez más sus palabras me detuvieron.
"Yo, le diré a mamá que no me has llevado".
Sin dudarlo la levanté y corrí a su habitación.
Salté a un pequeño muro que sobresalía de la pared y con otro salto me agarré a una ventana.
Al abrir la ventana entramos en una habitación igual a la mía, sólo que con un montón de peluches y juguetes.
"Eso... Ha sido genial, hermano".
Terry saltó de mis brazos y corrió hacia una puerta.
"No te vayas, saldré en unos segundos".
THUD
La puerta se cerró de golpe y pronto una voz salió de ella.
"Elige un vestido para mí, por favor".
Escudriñé la habitación y rápidamente me dirigí a un pequeño armario junto a la cama.
Chiiiir~
Al abrirlo había una gran cantidad de vestidos, recorrí con la mirada cada uno de ellos.
No sabía mucho de moda, así que cogí uno blanco y negro que hacía juego con mi traje y lo puse sobre la cama.
Al cabo de unos minutos, Terry salió del baño con el pelo peinado hacia atrás.
"Oh, así que cogiste uno que hacía juego, buena elección".
Con un pulgar hacia arriba tomó el vestido en sus manos y se preparó para ponérselo.
Extendí mi mano y detuve sus movimientos haciendo que me mirara confundida.
"Tienes que secarte el pelo o se te mojará el vestido".
Se tocó el pelo azul platino y me miró.
"Pero voy a durar mucho".
"Mmm siéntate".
Puse mi mano en la cabeza de Terry y conjuré aire caliente alrededor de su pelo azul platino.
Había probado esto en mí mismo, pero no por mucho tiempo porque mi afinidad hacia el fuego no era alta.
"¡Whaaa!"
Exclamó Terry al ver su pelo parcialmente seco y sin perder tiempo se puso el vestido por encima de la blusita y los pantalones cortos que llevaba.
"Bueno, vamos a salir".
Dije mientras Terry terminaba de peinarse.
"Espera que tú también tienes que peinarte".
De un salto sobre su cama y con las manos levantadas me dio un par de cepilladas.
"Deberías dejarte crecer el pelo, es demasiado bonito para dejarlo corto".
Dijo mientras se alejaba de mí, miré mi reflejo en el espejo que no tenía ninguna diferencia de cuando salí de mi habitación y me toqué el pelo.
Tal vez, debería dejarlo crecer.
"Bueno vamoos".
Con Terry a mi espalda hice cabriolas por las paredes de la mansión.
Al cabo de unos minutos no habíamos avanzado lo suficiente como para no correr.
Bajé a Terry, que se negaba a soltarme la mano, y corrimos por las calles de la ciudad.
Me fijé más en las astas de las banderas, que son de ladrillo blanco pulido.
Seguimos a una multitud de gente que avanzaba hacia algún lugar mientras los ojos de todos se posaban en mí y en la niña.
Mis ojos se cruzaron con los de una muchacha noble que desvió la mirada sonrojada y lo mismo ocurrió incluso con las mujeres de mediana edad que iban de la mano con sus maridos.
"Hihi~ Parece que estás llamando la atención hermanito".
Terry se burló del resto del camino lo que lo hizo más incómodo.
Aun así me pregunto que edad tiene Terry.
Con la duda en mi mente hablé.
"Tengo 9 y pronto 10, ¿piensas regalarme algo?".
Y para mi sorpresa me contestó que sí, pensé que tendría unos 7 u 8 años.
De repente, el alboroto cesó y los sonidos de exclamación resonaron por todas partes.
Antes de darme cuenta habíamos llegado a un enorme puente y desde el río que cruzaba saltaban bestias parecidas a los delfines.
Medían unos 1,50 cm de largo y eran de color gris con tonos negros en algunos lados y con aletas afiladas y puntiagudas que sobresalían de sus costados.
Además, de sus cabezas sobresalían dos pequeñas espinas en forma de oreja.
"Son Dilphs, bestias de clase F o G".
dijo Terry emocionado señalando a los "Dilphs".
Después de 5 minutos, por fin conseguimos salir del tumulto y acabamos frente a la puerta de la muralla.
Terry parecía estar pensando lo mismo que yo mientras paso a paso nos acercábamos hacia la puerta de salida.
Cling~
El guardia de pie blandió su alabarda, bloqueando el camino.
"¿Quiénes sois, niños?".
Con los ojos clavados en él me moví y saqué una pequeña insignia dorada de mi bolsillo.
"Adad y Terry Hall".
Al verlo el guardia escudriñó a su alrededor buscando algo.
"Señor, no veo a sus caballeros si es necesario-"
"No lo es, sólo evita detenernos en nuestro camino de regreso".
Sin esperar su respuesta avanzamos hacia la puerta y por el rabillo del ojo pude ver como Terry le sacaba la lengua al guardia.
"Entonces, ¿a dónde vamos hermano?".
Había un lugar al que quería ir desde que me desperté como Adad.
"El mercado".
Tal vez.
Encontremos algo interesante.