- ¡Lo siento, lo siento! -dijo el sirviente en seguida. Estaba un poco asustado y se puso de cuclillas rápidamente para recoger los libros.
Samara también se puso de cuclillas y dijo con una sonrisa:
--Te ayudare.
-No hace falta señorita. Eres una invitada, lo hare yo mismo. -contesto el sirviente.
Estaba un poco nerviosa. Javier y la señora Verónica se sentían bastante avergonzados por lo que había pasado.
La señora Verónica dijo:
-Perdónanos, señorita Samara. Él es el mayordomo de nuestra casa, ya es un poco mayor. Estaba arreglando el estudio. No te ha visto, por eso tropezó contigo. Deja que se encargue el solo.
-No, yo también tengo la culpa. -dijo Samara.
La chica sonrió y soltó la mano de la señora Verónica para empezar a ayudar al mayordomo a recoger los libros. Sin embargo, escondió la foto mientras nadie prestaba atención. Después, se puso de pie como si no hubiera pasado nada.
La señora Verónica tubo una buena impresión de Samara cuando vio que era una mujer amable. Las personas de las familias de militares odiaban a las mujeres arrogantes y dominantes que eran malcriadas y mimadas. Al principio, la señora Verónica pensó que Samara seria como Rebeca.
-Ven, toma un poco de té. -dijo la señora Verónica que estaba tan contenta de que llevo a Samara al salón.
Javier vio que a su madre le gustaba mucho la chica y se puso muy contento. Aunque no sabía porque, estaba muy feliz.
-Les he pedido que preparen algo para comer. ¿Ya has comido, Samara? -pregunto Javier.
-Muchas gracias, pero no hace falta. Vengo por Jaime, dicen que está aquí. Hay algunas cosas que tengo que confirmar con él. -dijo Samara. Javier y la señora Verónica eran tan amables que Samara se sentía un poco incomoda.
Al escuchar la causa, la señora Verónica se quedó sin habla un momento y dijo:
- ¿Quieres preguntar sobre el por qué te incrimine?
-No, dicen que lo hiciste porque querías encontrar al nieto de la familia Montenegro. Aunque no estoy de acuerdo con lo que has hecho, te entiendo. Además, el señor Javier y Álvaro ya se han entendido, tampoco quiero mencionarlo más. Busco a Jaime por otra cosa. ¿Podría verlo? -dijo Samara.
A la señora Verónica, cada vez le gustaba más Samara.
-Vale. Javier te llevara a buscarlo.
-Muchas gracias, señora Verónica. -dijo Samara.
El patio de la familia Montenegro era diferente al patio de la familia Ayala. No había rocas ni plantas, en cambio era pequeño y exquisito, como una sala antigua de estudio. Samara no pudo evitar mirarlo por un rato. Sintió que era elegante y tranquilo. Le gustaba mucho la inscripción en la placa que ahí había. Parecía haber sido escrita por un famoso.
Al ver que Samara estaba interesada en el patio, Javier dijo sonriendo:
-Las letras fueron escritas por mi hermano mayor. Antes este era su estudio de pintura.
- ¿Estudio de pintura? ¿No era militar? -pregunto Samara.
Ella había oído hablar de la familia Montenegro. Todos eran héroes, lo sabía todo el mundo en Ciudad H. El hijo mayor de la familia, Julio, era el más famoso. No pensaba que un militar famoso supiera pintar.
Javier sonrió y dijo:
-Mi hermano mayor había estudiado arte antes de ir al ejército. Estaba muy interesado en la pintura. Sin embargo, en nuestra familia, cuando los hombres son mayores, deben ir al ejército. Por eso mi hermano se fue. Pero no pensamos que tuviera tanto éxito en su carrera militar y muriera por su país. Cuando mi madre le echa de menos, manda que limpien el estudio de mi hermano, este lugar no ha cambiado nada.
Samara también pintaba, pero solo aprendió para diseñar. Ahora que sabía que Julio sabia pintar, no pudo evitar querer saber más.
Javier entendió lo que estaba pensando y dijo:
-Jaime estará allí. Si quieres, podemos ir a ver el estudio de mi hermano primero.
- ¿Puedo? -pregunto Samara, ya que se sentía un poco sorprendida.
-No hay problema. Dicen que eres diseñadora. Debes haber estudiado pintura. Yo no entiendo nada si tú puedes, mi hermano estará contento.
Al escuchar las palabras de Javier, Samara tenía más ganas de verlas.
-Vamos. -dijo Samara.
Javier la llevo al patio. A Samara le sorprendió mucho el estilo del patio, había un bosque de bambú allí. La casa había sido construida con un estilo antiguo. Samara sintió que este era un lugar ideal.
Javier vio que a ella le gustaba mucho este sitio y dijo con una sonrisa:
-Si te gusta, puedes venir cuando quieras. Mi madre no entiende las cosas de mi hermano, si puedes entenderlas y te gustan eres bienvenida siempre.
Cuando Josué escucho las palabras de Javier, frunció el ceño ligeramente y dijo:
-Señor Javier, la señorita Samara esta siempre muy ocupada. Creo que no tiene tiempo para venir siempre.
Después de escuchar esas palabras, Javier le miro fríamente. A Josué no le importaba mucho la actitud de Javier, pero Samara estaba un poco avergonzada.
-Es verdad que últimamente estoy un poco ocupada, pero puedo echar un vistazo a las pinturas de Julio.
A Samara le gustaba mucho el lugar. Ella no pensó que habría alguien en el mundo con los mismos gustos que ella y fue incapaz de mostrarlo bien que pensaba su mente. Por esa razón, Samara tenía mucha curiosidad por Julio.
Josué vio que, en verdad, a Samara le gustaba y no la detuvo. Dio un paso atrás y la siguió. Javier mando que alguien abriera la puerta del patio y le dijo a Samara:
-Son todos los tesoros de mi hermano. No voy a entrar, señorita Samara disfrute. La esperamos fuera.
-No es inconveniente, ¿verdad? -pregunto Samara. ella pensó que Javier era demasiado generoso dado que era la primera vez que venía a la familia Montenegro.
Sin embargo, Javier sonrió y dijo:
-Está bien, confió en ti.
Samara no volvió a rechazar y entro en el patio sin poder esperar más. Sintió que había entrado en un mundo completamente nuevo.
Julio pinto muy bien los paisajes, cada pintura había sido enmarcada por la familia Montenegro. Se podía ver que Julio pintaba muy bien, incluso mejor que el señor Manuel. Samara estaba muy sorprendida por esas pinturas y lo admiraba mucho.
En un rincón del estudio, había un caballete cubierto por una tela blanca. Samara estaba un poco curiosa. Camino hacia allí y quito la tela con cuidado. Descubrió que era el retrato de una persona.
Las pinturas de Julio eran muy buenas, este retrato no era tan bueno. Sin embargo, podía ver que Julio tenía muchos sentimientos por esta persona. El retrato era el perfil de una mujer, Samara sintió que esta le parecía un poco familiar. Pensaba que la había visto antes, pero no podía recordar nada de ella.
Esa mujer debía ser muy hermosa. Samara noto que había varios otros retratos que estaban debajo de este retrato y parecía que eran de la misma mujer. Sin razón, paso los retratos suavemente. Pero cuando vio la cara de la mujer, se quedó atónita.
Todo su cuerpo estaba temblando. Mirando el perfil de la mujer de la primera pintura, por fin entendió porque le era tan familiar. Sus manos temblaron un poco y su garganta estaba seca. Dio un paso atrás sin querer y saco la foto de su manga para compararla con el retrato. Se asusto aún más.
- ¿Cómo puede ser? ¿Quién es esta mujer? -se preguntó Samara. parecía que estaba muy asustada. Rápidamente cogió la tela, cubrió el caballete y salió deprisa.
-Señorita Samara. -dijo Javier al notar que la chica no se encontraba muy bien. -Samara, ¿Qué te pasa? ¿te encuentras bien?
-Estoy bien. Tal vez haga demasiado frio aquí. -contesto Samara. mientras decía esto, se froto los brazos.
Al ver que se frotaba los brazos, Javier se quitó rápidamente el abrigo y quiso dárselo, pero Josué lo hizo antes.
-Señorita Samara. El señor Álvaro me dijo que lo tuviera preparado para usted en el coche. -dijo Josué.
Samara miro el abrigo, era su favorito. No dijo nada y cogió el abrigo.
-Señor Javier. Gracias por dejarme ver las pinturas. Admiro mucho a Julio. Si todavía estuviera vivo, pediría que fuera mi profesor.
-Si te gusta mucho, puedes venir cuando quieras. -dijo Javier sin pensar.
Samara no lo rechazo, ni le contesto. Estaba distraída y dijo en voz baja:
-Gracias. Quiero ver a Jaime ahora, he venido para confirmar unas cosas.
-Vale, sígueme. -dijo Javier. Aunque estaba un poco decepcionado, pudo ver que la chica estaba distraída.
Javier tenía muchas dudas mientras llevaba a Samara al lugar donde estaba Jaime y ella tampoco estaba tranquila. Cerro sus manos en puños y sus uñas penetraron su carne, pero no se dio cuenta. Su mente estaba en la cara de ese retrato. ¿Quién era esa mujer y que relación tenía con Julio?