Teniendo en mente el asunto, Samara siguió a Javier hasta la entrada de la mazmorra sin haberse dado cuenta. Sin embargo, en ese momento, por descuido tropezó con un escalón y cayó hacia la dirección del hombre.
Todo sucedió de forma tan repentina que cuando Josué extendió la mano, Samara ya se había caído y estaba sentada en los muslos de Javier. La suave sensación dejo a este último totalmente aturdido, que incluso, sin saber que estaba haciendo, la empezó a apoyar de la cintura. Su cintura era suave y esbelta, así que Javier no pudo evitar sentirse conmovido.
Samara sintió un par de manos, con un calor ardiente que quemaba, lo que hizo que intentara levantarse inconscientemente, pero cuando lo hacía, su movimiento repentino la colocaba en una situación embarazosa. De ese modo, cuando levanto la cabeza, topo con la barbilla de Javier.
Resulto que desde hacía algunos segundos, Javier ya había bajado la cabeza para ver cómo estaba ella, pero en realidad, fue porque en un instante se ilusiono, pero eso solo lo sabía él. Si Samara no hubiera levantado la cabeza de manera repentina, el no sabría si la habría besado ya.
Con eso en mente y las acciones de ese momento, Javier se puso un poco tímido. Ahora que su mirada se cruzaba con la de ella, clara y desconcertada, Javier se sintió como una persona sexy.
- ¿Estas bien? -rápidamente, dijo Javier, pero con la voz ronca y la mirada oscura.
Samara ya no era una niña, lo percibió con naturalidad. Se dio prisa en ponerse de pie y dijo:
-Perdóname, estaba pensando en algo, mil disculpas.
-No te preocupes. -de repente Javier perdió el peso y el calor en sus muslos y así se sintió un poco decepcionado. Quería comprenderlo, pero al final, la razón prevaleció sobre la emoción y en silencio retiro su mano. -No pasa nada. Hay muchas escaleras aquí. Ten cuidado. -dijo con indiferencia, pero ya no se atrevía a mirar a Samara, ya que los ojos no mienten.
Josué que estaba al lado, lo vio todo con claridad. Ligeramente, frunció el entrecejo y rápidamente se metió entre los dos para susurrarle a Samara:
-Señorita, déjeme ayudarla. No es fácil caminar por aquí. -Ante los demás, no la llamaba Samara, ya que sería mejor que nadie supiera su verdadera identidad.
Samara asintió y se sentía bastante avergonzada. Este incidente causo un ambiente embarazoso entre ellos, por lo que solo podían seguir caminando sin decir nada. Las luces de la mazmorra eran de sensores, con su llegada iban encendiéndose. Samara se fijó en la mazmorra, ella sintió que la familia Montenegro realmente se parecía a las antiguas familias militares. Esta mazmorra incluso tenía un leve olor a sangre.
A Javier se le ocurrió algo y dijo en voz baja:
-Es un lugar sangriento. Sería mejor que la señorita Samara se quedase aquí esperándonos hasta que mande traer a Jaime.
Samara no pudo soportar el olor y pregunto en voz baja:
- ¿Estaría bien así? Es posible que escape.
-Eso es imposible. -dijo Javier con confianza.
Samara solo puso asentir. No había nada que pudiera hacer al respecto, ya que, con ese olor, ella realmente no podría seguir entrando. Josué encontró una silla para que ella se sentara. Debería ser un lugar temporal para descansar. Incluso había te caliente en la mesa a una temperatura justa.
Viendo que Samara miraba hacia la tetera, Josué rápidamente le pregunto:
-Señorita Samara, ¿tiene sed?
-No, es que lo encuentro extraño. Esta caliente. -susurro la muchacha.
Josué dijo:
-Con el fin de averiguar sobre los hijos de la familia Montenegro, Jaime es interrogado a todo momento. Probablemente, el señor Javier lleva mucho tiempo aquí.
Samara estaba un poco aturdida.
- ¿Jaime sabe algo sobre los descendientes?
-Dicen que Jaime fue enviado a un orfanato con otra huérfana y durante todos estos años, la seguía cuidando. Él se declaraba un descendiente de la familia Montenegro y nadie cree que no sepa nada al respecto. Ahora que en la familia hay pocos hijos vivos, la señora Verónica también quiere encontrar a sus nietos.
Al escuchar las palabras de Josué, Samara recordó a su hija Laura. Como madre, naturalmente sabia lo doloroso que era extrañar a sus hijos. Los 3 hijos de la señora Verónica habían muerto en el campo de batalla. En este momento, solo quedaba Javier, que ya no podía caminar.
Por un momento, Samara empezó a tener una solemne admiración por la familia Montenegro. No importaba lo que había dicho y hecho la señora Verónica, los hombres de su familia merecían respeto.
Samara no dijo nada más y espero en silencio. No mucho después, les trajeron a Jaime. En ese momento, Samara llego a saber por qué Javier aseguraba que no podría escaparse. Sus piernas estaban ensangrentadas y estaba siendo arrastrado por alguien. Claramente, ese hombre ya no podía caminar. A menos que alguien viniera a salvarlo, nunca sería capaz de escaparse por su cuenta.
Cuando vio a Samara, Jaime se sorprendió un poco, pero rápidamente bajo la cabeza. Sabía muy bien porque estaba allí.
-La señorita tiene algo que preguntarte, será mejor que le respondas con sinceridad. De lo contrario, creo que sabes lo que podemos hacer. -dijo Javier con frialdad, emitiendo una sensación de opresión.
Jaime frunció el ceño ligeramente. Su cuerpo temblaba de manera incontrolada. Obviamente, tenía miedo, pero no hablo.
Samara lo miro sin simpatía, tenía que pagar el precio por lo que había hecho. Si no hubiera sido por la inteligencia de Eduardo y la reacción oportuna de Álvaro, ya habría perdido a su amado hijo. Lo miro fríamente y le pregunto:
- ¿Estas relacionado con el secuestro de mi hijo? ¿Quién te pidió que lo hicieras? -No podía empezar preguntando sobre el incendio, además Javier estaba allí. Jaime volvió a fruncir el entrecejo, parecía considerar si debiese hablar o no. -Tal vez yo no sea tan capaz como la familia Ayala o Montenegro, pero puedo encontrar a quien quieres proteger. No pienses que alguien la está protegiendo, la vida de Alana depende de ti.
Hacía tiempo que se dio cuenta de que Jaime sentía algo por Alana. Lo que significaba que tras tanta tortura no revelaría donde estaba la mujer, estaba claro que ella era muy importante para él. Efectivamente, cuando Jaime escucho el nombre de la mujer, levanto su cabeza.
- ¡No le hagas daño!
Los ojos de Javier se entrecerraron. Siempre había querido saber el paradero de Alana, pero no podía encontrarla. Al saber que Samara podía saber dónde estaba, se sorprendió y estaba un poco contento. Sin embargo, Samara dijo fríamente:
-Pretendieron hacer daño a mi amado hijo, casi lo mataron, ¿y ahora me pides que no le haga daño? ¿acaso crees que Rebeca todavía puede protegerlos? Te diré que ella está loca y en la cárcel. ¿Sabes por qué? Porque de repente hubo un incendio allí y las gruesas llamas casi la redujeron a cenizas, al igual que el incendio de hace 5 años. -sus ojos se agudizaron en ese momento.
Jaime tembló y miro directamente a Samara. No reconocía a la mujer en absoluto, pero sus ojos lanzaban la misma mirada que vio en el incendio de aquella época. Tembló drásticamente, incluso queriendo retirarse, pero no pudo. Samara dio un paso adelante y dijo:
- ¿Crees en el karma? ¿crees que los espíritus que han perdido su vida en ese incendio renacerán para vengarse? Jaime, ¿acaso crees que serás libre de mi ira?
La cara de Jaime instantáneamente se puso pálida.
-Tu… eres tú…
-Si, tienes razón. El fuego puede despertar a la gente y también puede volverlos locos. Por ejemplo, Rebeca. ¿Cuánto tiempo supones que durara Alana en un incendio con lo débil que esta? Cuando le queme la piel, probablemente huela muy bien.
- ¡No!¡No la trates así! ¡Ella no sabe nada! ¡lo que paso hace 5 años no tiene nada que ver con ella! -Jaime grito repentinamente.
-Que no tiene nada que ver con ella… ¿y con quien tiene que ver? Hay que encontrar la verdad, ¿no? ¿crees que el mundo no se enterara de la verdad? ¿crees que la gente buena muere en vano? Jaime, para ti, Alana es preciosa y valiosa, ¿acaso a los padres no les parece lo mismo sus hijos? Cuando esa persona te pidió misericordia, ¿alguna vez pensaste que volvería? Cuando la empujaste al fuego, ¿alguna vez pensaste que tu amada podría sufrir lo mismo? Dios ve todos los crímenes que se cometen en el mundo y siempre apoya la justicia. No importa lo que le haga a Alana, es tu karma. No me hables de condiciones y no me digas nada inútil. No necesito saber lo que quiero por ti, solo te estoy dando una oportunidad. ¡Si no sabes cómo apreciarlo, entonces le quitare la vida a Alana!
Las últimas palabras e Samara fueron fuertes, causando que los tres hombres se quedaran atónitos. En ese momento, Samara ya no era una mujer débil. Parecía llevar puesta una armadura y estar lista para la batalla. No parecía nada más que una heroína como los miembros de la familia Montenegro.
Javier estaba un poco fascinado y Josué no sabía decir lo que sentía. Ella ya no era débil, cuando tenía a alguien a quien proteger, se parecía un poco a Álvaro. Josué se quedó en silencio a un lado para protegerla y estaba listo para el contraataque de Jaime.
Jaime estaba extremadamente pálido. Estaba con la cabeza gacha pensando en algo, como si estuviera sometido en sus pensamientos y también en conflicto. Sin embargo, Samara no tenía prisa.
Lentamente, se volvió a levantar y empezó a golpear la mesa con los dedos, inconscientemente, como si estuviera golpeándolo en el corazón. A través de su tranquilidad, Javier recordó un poco a su hermano.
Su hermano mayor había estado tranquilo en los interrogatorios. De repente sacudió la cabeza. ¿Qué estaba pensando? Incluso sentía que Samara se parecía a su hermano. Javier sintió que podría haberse vuelto loco.
Sonrió amargamente y negó con la cabeza. Justo en ese momento, Jaime se levantó de un salto y se lanzó hacia Samara. Parecía tener la intención de morir junto a ella.