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Chapter 112 - Loca

Samara no reacciono mucho a los gritos de Anabel. En cambio, dijo fríamente:

- ¿Quieres ver a Álvaro? ¿crees que podrás hacerlo sin mi permiso?

Anabel se sintió estimulada por las palabras de Samara y respondió:

-No pienses que podrás controlar al señor Álvaro para siempre solo porque lo estas confundiendo ahora. Él dijo que eres Samara y te escapaste de un incendio hace 5 años. ¡Puedes engañarlo a él, pero a mí no! Por no mencionar que no te pareces a ella, tu apariencia y tu carácter no son rivales para la verdadera Samara. La señora trataba bien a su marido, ella prefería hacerse daño a sí misma que hacérselo a él. Pero mira, después de que viniste, ¿Qué le has hecho al señor? El señor dijo que tu hijo bastardo era descendiente legítimo de la familia Ayala. Nunca os reconoceré, no lo mereces. -Anabel estaba tan enfadada que ya no le importaba ningún estatus o cortesía. Incluso deseo matar a Samara.

Samara escucho los gritos de Anabel y no pudo evitar burlarse:

-Parece que no depende de ti, una sirviente de la familia Ayala. No necesitamos tu aprobación. Anabel, realmente no sabes quién eres. ¿Quién te crees que eres para Álvaro?

-Soy su… -las palabras de Anabel se detuvieron abruptamente.

- ¿Qué? ¿niñera? Anabel, déjeme explicarle algo. Aunque Álvaro te llame niñera, para ser honestos solo eres una sirvienta a la que la familia Ayala paga por trabajar. No importa cuál sea la identidad de Eduardo, siempre y cuando Álvaro admita su identidad, el será el dueño de la familia. Será mejor que no vuelvas a hacerle daño o te hare pagar por ello. -después de que Samara terminara de hablar, colgó el teléfono directamente.

Anabel estaba tan enfadada que todo su cuerpo tembló y tiro directamente su teléfono. Sus ojos estaban escarlatas y dijo ferozmente:

-Catalina, mientras yo esté aquí, no podrás estar con Álvaro.

Sin embargo, Catalina no tenía ni idea de lo que Anabel pensaba. Cuando volvió a la sala, Álvaro todavía seguía durmiendo. Solo entonces, Samara se dio cuenta de que el parecía demacrado. Cuando pensó en ello, lo que había dicho Anabel era cierto. Después de que ella volviera, Álvaro había sido herido muchas veces, casi todas por algo relacionado con ella.

El corazón que había jurado volver ara vengarse, se calmó bajo los mimos de Álvaro. Incluso se sintió un poco angustiada por él. Samara se sentó a su lado y toco suavemente su cara. 5 años lo dejaron más varonil, incluso más encantador.

Ella fantaseaba con una reunión de familia cuando escucho pasos fuera de la puerta. Ella rápidamente se levantó y salió. Josué se quedó un poco aturdido cuando vio a Samara.

-Señora, ¿Dónde está el señor Álvaro?

-Está descansando, ¿Qué pasa? -Samara estaba en la puerta, sin intenciones de dejar pasar a Josué.

Josué se quedó atónito por un momento, pero pensando en el significado y la importancia de Samara para su jefe, no pudo evitar bajar la voz y decir:

-Han llegado noticias de la comisaria de que la señora Rebeca se ha vuelto loca.

- ¿Loca? -Samara estaba un poco sorprendida.

Cuando atraparon a Rebeca en la peluquería, esa mujer era muy arrogante. ¿Qué había experimentado exactamente en la comisaria? ¿Realmente se había vuelto loca?

- ¿Ha confesado?

Josué negó con la cabeza.

- ¿Esta realmente loca? -Samara se burló.

-Me dijeron que sí, así que vine peguntarle al señor que querría hacer. -Josué no se atrevió a disponer de Rebeca a su antojo. Después de todo, ella era la madre de Adriano.

Samara miro a Álvaro, que todavía estaba dormido. Sabía que el medico podría haber añadido algún sedante, por lo que le susurro a Josué:

-Iré contigo, no molestes a Álvaro. No lleva mucho tiempo dormido y su cuerpo aun esta débil.

Al ver que la preocupación brillaba en los ojos de Samara, Josué se sintió bastante reconfortado. Inmediatamente asintió e instruyo a los guardaespaldas antes de salir del hospital con Samara.

Hacia buen tiempo y el sol era cálido y reconfortante. Samara siguió a Josué hasta la cárcel, desde la entrada se escuchaban gritos de una voz familiar. Ella frunció el ceño ligeramente. Josué quería protegerla, pero Samara lo detuvo. Quería ver si Rebeca estaba loca o fingía estarlo.

Después de que el director se enterara de la identidad de la muchacha, salió rápidamente para darle la bienvenida. Samara llego a la puerta de la celda de Rebeca. Viendo a la mujer despeinada, no se atrevió a reconocerla por un momento.

- ¡Cállate! ¡Ya basta! -el guardia grito y golpeo la puerta con su bastón.

Rebeca tembló y después vio a Samara. La chica estaba a contraluz, pero no podía ocultar su aura noble. Especialmente ahora que Josué estaba a su lado para protegerla y el director del otro lado que era aún más respetuoso con ella, inmediatamente Rebeca se sintió desequilibrada.

La mujer de repente cogió la silla que estaba a su lado y la lanzo contra Samara.

- ¡Perra, vete al infierno!

Josué se adelantó rápidamente, pero Samara no se retiró. Había una puerta que las separaba, incluso si ella rompiera la puerta había otros guardias en el lugar. Samara la miro fríamente y se burló:

-Señora Rebeca, ¿está loca o se lo hace?

Rebeca se quedó atónita por un momento y luego empezó a fingir otra vez.

-Déjame salir, quiero ver a mi hijo. Quiero salir de aquí. -empezó a desordenarse el pelo e incluso a escupir una espuma blanca. Parecía realmente loca. Sin embargo, el odio estaba claro en sus ojos.

Samara se retiró y encontró una esquina para hablar con Josué.

- ¿Qué le ha hecho Álvaro?

Josué dudo por un momento sin saber si debía contárselo o no.

Cuando Samara vio esto, supo que había adivinado correctamente. Siempre había pensado que Álvaro trataba bien a Rebeca por su viejo amor. Mas tarde, comprendió que el cuidado que le brindaba Álvaro era por amor a Rolando. Ahora que veía la actitud de Álvaro hacia Rebeca, Samara estaba conmovida.

-Dímelo, yo asumiré la culpa. Debo saber que hacer por mí y por nuestro hijo.

Al escuchar esto, Josué finalmente se conmovió.

-Señora, el señor realmente ha hecho mucho por usted. En los últimos 5 años, nunca se ha sentido atraído por otra mujer.

-Lo sé, quiero saber lo que Álvaro le ha hecho ahora. -la voz de Samara se suavizo mucho.

Josué susurro:

-El señor no le hizo nada. Le pidió a alguien que la encerrara en una habitación sellada y le prendiera fuego hasta que confesara. No esperaba que no solo no confesara, sino que también se volviera loca.

Samara se burló y dijo:

-Ella no está loca, solo está fingiendo.

- ¿Cómo? -Josué estaba algo sorprendido, pero rápidamente se calmó. Después de reflexionar un rato, dijo: -Señora, hay algo más que tengo que decirle.

- ¿Qué es? -Samara lo miro.

Josué susurro:

-El incendio fue provocado por un hombre.

Aunque Samara había especulado durante mucho tiempo y siempre pensó que Álvaro había dado la orden, no tenía evidencias. Además, también sentía que él no haría algo así, por lo que todavía tenía muchas dudas que no podían ser respondidas sobre aquel accidente.

Ahora que había escuchado a Josué decir que lo había hecho un hombre, Samara entrecerró los ojos ligeramente como si hubiera adivinado algo.

- ¿Tiene algo que ver con Rebeca?

-Si -Josué tosió y dijo: -el señor Javier tiene la confesión de Jaime. En aquel entonces, Rebeca tenía algo con que chantajear a Jaime y Rebeca sabía que el señor Álvaro iba a enviarte al extranjero. Para lograr su objetivo, ella le pidió a Jaime que le vengara por ti y te dijera que fue el señor Álvaro quien lo había ordenado, para que te desesperaras.

Las manos de Samara se apretaron, ella no esperaba que esto fuera así.

- ¿Dónde está Jaime?

-En la familia Montenegro.

Esas palabras hicieron que Samara hiciera una pequeña pausa:

- ¿Por qué está en la familia Montenegro? ¿No es Jaime un guardaespaldas de la familia Ayala?

-Es una larga historia. -Josué procedió a contarle a Samara que Jaime era probablemente un descendiente de la familia Montenegro y que incluso el motivo por el que la señora Verónica la había incriminado tenía algo que ver con él.

Después de escuchar todo esto, Samara se sintió muy complicada. No esperaba que un guardaespaldas común estuviera involucrado en tantas cosas.

- ¿Puedo verlo?

-Tengo que preguntárselo al señor Javier. -dijo Josué.

Samara asintió, esperando que Josué entrara en contacto con el hombre.

Javier se sorprendió al enterarse de que Samara iría. Le conto a la señora Verónica que ella también debería disculparse con Samara, así que pidió que alguien fuera a recogerla. Como guardaespaldas de la mujer, por supuesto Josué tenía que ir con ella.

Cuando llegaron a la familia Montenegro, Samara sintió claramente que eran estilos diferentes a los de la familia Ayala. La familia Montenegro era descendiente de militares. Se habían unido al ejército durante varias generaciones. Aunque sus descendientes se habían marchitado, los muebles todavía estaban de acuerdo con el equipo de la región militar, pero emitían un sentido de majestuosidad.

La señora Verónica salió personalmente a darle la bienvenida.

-Señorita Samara, siento mucho los problemas que le he causado. Espero que pueda perdonarme. Por supuesto no me atrevo a pedirle nada, si realmente no me perdona se lo suplicare. -su sincera disculpa dejo a Samara sin saber cómo reaccionar.

Javier sonrió y dijo:

-Mama, la has sorprendido.

- ¿Sí? ¿Es verdad? Ha sido un descuido mío. hace frio fuera, entra rápido y toma una taza de té para calentarte. -la señora Verónica cogió la mano de Samara para que entrara.

Samara se sentía un poco embarazosa e incómoda, pero no lucho y permitió que la señora Verónica le llevara. En este momento, un sirviente salió con unos libros viejos en sus manos y accidentalmente se topó con Samara. Los libros en su mano cayeron al suelo y una foto que estaba metida en una página salió e hizo que la muchacha parpadeara rápidamente.