-Señor Manuel, señora Nuria, ¿Por qué han venido? -pregunto Josué, que estaba realmente sorprendido.
Poca gente sabia de este lugar y no había informado a los demás de la hospitalización de Álvaro para evitar el pánico, pero no esperaba que ellos encontraran el lugar.
La mujer sonrió cuando vio a Josué y dijo:
- ¿Josué? Bien. Dijeron que Álvaro este herido, ¿verdad? Vinimos a verlo. -se podía notar que ella estaba nerviosa a través de su mirada. Obviamente, quería verlo de inmediato.
Josué sabía que eran especiales, así que sonrió y dijo:
-El señor Álvaro tenía algo que hacer. En realidad, no es un problema grave, no os preocupéis.
-Vale. ¿No está aquí? -contesto la mujer. Ella estaba muy decepcionada.
Viéndolos así, Josué añadió diciendo:
-Pero la señorita está aquí.
- ¿La señorita? -dijo Manuel, ansiosamente con la mirada llena de expectativas.
Josué reacciono con una sonrisa.
-La señorita Catalina está trabajando con los planos en la habitación.
Al oír que era Catalina, la señora Nuria se emocionó y pregunto:
- ¿Podemos entrar a verla?
-Esto… -el asistente no sabía que decir. En realidad, Josué no quería que nadie se acercara a Samara. Además, sabía que estaba trabajando y poniendo toda su atención. Sin embargo, como ellos eran sus padres, no podía impedirlos. -Bueno, ahora se lo digo, esperad un momento.
Josué sonrió mientras se daba la vuelta y caminaba hacia la habitación. Javier sintió que Josué lo había engañado y dijo:
-Me has dicho que Catalina estaba ocupada y no quería ver a nadie, pero ¿Por qué ellos pueden entrar?
-Son diferentes, señor Javier. -dijo Josué tranquilamente.
- ¿Quiénes son? -pregunto el hombre.
-Son los suegros del señor Álvaro. ¿Me explico? -respondió el asistente sonriendo suavemente, con una expresión un poco extraña.
Javier estaba sorprendido. No se había imaginado que ellos fueran los padres de Samara. Había oído hablar de la exmujer de Álvaro. Después de ver a sus suegros, tenía mucha curiosidad sobre Samara.
Mientras Javier observaba a los padres de la mujer, el señor Manuel también lo observaba a él. Conocía a este hombre. Después de todo, la familia Montenegro tenía mucha fama y se podía ver de vez en cuando en las noticias los logros de Javier. Sin embargo, no esperaba encontrarlo en este lugar.
-Señor Javier. -saludo el anciano con una expresión tranquila.
Javier saludo asintiendo para expresar respeto. Josué ya había salido de la habitación y se sorprendió al ver que Javier aún no se había ido así que pregunto:
-Señor Javier, ¿todavía está aquí?
El hombre respondió diciendo:
-Dígale a Catalina que tengo algo importante que decirle. Que se ponga en contacto conmigo cuando tenga tiempo. -Javier era una persona que sabia como actuar adecuadamente según diferentes situaciones.
Cuando los suegros de Álvaro habían ido allí, seguramente sabían que este hombre estaba enamorado de Samara, por lo que era mejor que se fuera ahora. Josué cogió cortésmente la tarjeta de visita y salió con Javier.
Los padres de Samara miraron ansiosamente a Josué. El asistente sonrió y dijo:
-Venid conmigo.
Cuando la señora Nuria escucho esto, se emocionó. Los dos entraron en la habitación siguiéndolo. Samara estaba recogiendo los papeles. Al verlos, dijo felizmente:
-Tío, tía, tomad asiento. Estaba trabajando antes y no sabía que habíais venido. Lo siento.
La mujer contesto:
-No te preocupes. ¿Qué estas dibujando? -se podía notar que Nuria estaba emocionada.
Samara no se dio cuenta y dijo sonriendo:
-Nada especial, es mi trabajo. Estudie diseño de automóviles. Siempre tomo apuntes y dibujo cuando tengo inspiración. Sin embargo, esta vez creo que me falta un poco de inspiración. -se froto la parte trasera de la cabeza inconscientemente.
Ante sus padres, revelo la naturaleza pura que tenía sin darse cuenta. Al ver los movimientos familiares que habían visto cuando era pequeña, el señor Manuel se emocionó y dijo:
-Deja que los vea. Quizás pueda ayudarte. Claro si no te importa… -el anciano raras veces tomaba la iniciativa de decir algo, pero Samara sabía que el hizo una carrera de investigación artística cuando era joven.
-No, no, para mi es un honor. -contesto ella. Cogió el papel de diseño y se lo entrego a Manuel, después, se sentó a un lado tranquilamente, como una niña obediente.
Josué se dio cuenta de que Samara se comportaba de una manera totalmente distinta cuando estaba con ellos y se fue sin decir nada para dejarlos tranquilos.
Después de ver el trabajo de la chica, el anciano dijo con admiración:
- ¿Lo has hecho todo tu?
-Solo son unas ideas. Tengo que aprender de usted. -dijo ella un poco nerviosa.
Cuando era pequeña, el señor la había criticado frecuentemente en sus lecciones de arte. Después de aprender el diseño de automóviles, ella inconscientemente evito algunas cuestiones artísticas y tenía costumbres similares a las del señor Manuel.
El anciano la miro con más entusiasmo. En este momento, estaba casi seguro de que esta chica era su hija. Sostuvo el papel con emoción y dijo:
-Según este trabajo se puede notar que posees una buena base artística, creo que has practicado en la infancia.
La chica se quedó aturdida y tardo un poco en reaccionar. Sin embargo, ella no lo oculto, sonrió y dijo:
-Si, cuando era pequeña, mi padre me enseño. Antes me sentía extremadamente mal, pero ahora es una experiencia preciosa para mí.
El hombre asintió y dijo con satisfacción:
-No está mal, pero hay algunos problemas aquí. Será mejor que las líneas sean un poco más rígidas. De esta manera, el diseño general será más agradable y llegará a la harmonía artística. -después de decir eso, tomo un pincel y añadió unas líneas al trabajo de Samara. Esto resolvió las dudas que ella tenía antes.
-Gracias, tío. -dijo la chica y recogió felizmente el pincel para modificarlo.
Sus padres se miraron el uno al otro. El señor Manuel asintió a la señora Nuria. Los ojos de la mujer se pusieron rojos de inmediato. Se dio la vuelta en secreto y se secó las lágrimas. Al corregir esta parte, Samara felizmente dijo:
-Tío, tía, ¿vamos a tomar algo?
-Hemos traído algunos platos. A ver si te gusta. -dijo la mujer. Y saco algunos pasteles de su termo.
Samara se emocionó al verlos. Estos eran sus pasteles favoritos.
-Gracias, tía.
-Me alegro de que te gusten. -respondió la mujer.
A la señora Nuria no le gustaba la forma en que la chica los trataba, pero creía que quizás Samara se hubiera encontrado con problemas, por lo que no quería admitir su identidad ahora. Entonces suspiro y pregunto:
-En Ciudad H salieron rumores de que Álvaro estaba buscando a su hijo Eduardo. Recuerdo que solo tiene un hijo que se llama Adriano. ¿Es nuestro nieto?
Con estas palabras, Samara se enteró de que todos ya sabían su identidad con las acciones que tomo para salvar a su hijo. No era de extrañar que Álvaro estuviera tan nervioso que mando que Isaac protegiera a los niños.
Al principio, Samara quería ocultar la verdad, pero al ver las expresiones nerviosas que tenían los dos, ya no se podía controlar y dijo:
-Si, es vuestro nieto. Su nombre es Eduardo y ya tiene 4 años.
- ¡Realmente es el! Entonces, ¿Cómo está ahora? ¿está herido? ¿lo has encontrado? ¿Cuándo podemos verlo? -después de todo, la señora Nuria no podía controlar sus emociones fácilmente y empezó a llorar.
-Deja de llorar, no pienses mucho. -dijo el señor Manuel, aunque también estaba ansioso, necesito controlar a su mujer.
La mujer replico:
- ¿No estas preocupado? No puedo creer que estes tranquilo cuando no sabemos dónde está nuestro nieto.
-Tienes razón, también estoy nervioso. -se dio cuenta de que había revelado lo que estaba pensando inconscientemente su mujer.
Al ver la forma en la que los ancianos se llevaban, Samar sonrió ligeramente, se quedó aliviada y dijo:
-Eduardo ahora está en la mansión de la familia Ayala. Como todavía no han encontrado a todas las personas que quería hacerle daño, no podemos dejarlo salir. Podéis hablar con él por videollamada, pero ahora necesitáis esperar. Os prometo que cuando llegue el momento adecuado, traeré a Eduardo para veros, ¿de acuerdo? -Samara sintió que no tenía piedad con sus padres.
Durante los últimos 5 años, había puesto nerviosos a sus padres. Ahora, ni dejaban que ellos fueran a ver a su nieto, pero estaba realmente asustada. Se había oído hablar de que Alana había escapado. Además, Rebeca no confeso, mientras Cecilia esperaba en la puerta de la mansión todos los días. Realmente tenía mucho miedo.
Aunque la señora Nuria estaba decepcionada, se quedó feliz al escuchar que podía hacer una videollamada con Eduardo y dijo:
-Muy bien, esperaremos y tendremos tiempo de hacerlo.
-Si, nos estamos haciendo viejos y no tenemos mucho sueño. No importa la hora, estaremos preparados. -dijo el señor que también estaba un poco ansioso.
Samara sabía lo que estaban pensando. Ella sujeto sus manos con culpabilidad y dijo:
-No os preocupéis, Eduardo es un niño bueno. Le diré que haga una videollamada lo antes posible.
Sonrieron felizmente. Los tres hablaron un rato y los dos mayores se levantaron para salir. Samara estaba un poco preocupada por ellos, así que le pidió a Josué que los enviara a casa. El asistente no sabía que decir.
-Señora, el señor Álvaro me dijo que la protegiera. Así que…
Samara dijo:
-Hay tantos guardaespaldas aquí. Está bien. Me preocupare si no los envías a casa.
Josué conocía las identidades de los mayores. Al escuchar esto, dudo un momento y dijo:
-Vale, si hay algún problema, puedes llamarme en cualquier momento.
-Lo sé, ahora ve. -dijo Samara. Después de que los tres se fueran, ella volvió a la habitación, pero se sorprendió al ver a una persona allí.