- ¡Déjame! Déjame, Josué. ¿Cómo te atreves a hacer esto? ¿Sabes quien soy? ¿Por qué me traes aquí? déjame, o pediré que Álvaro te despida. ¿Me oyes? -la voz de Rebeca era muy aguda. Aunque ella todavía no había llegado a la sala, Samara y Álvaro la habían oído.
Álvaro originalmente quería ver la reacción de Samara. No sabía si ella podría aceptar y perdonar su decisión. Si hubiera sabido que tal decisión los separaría, habría preferido que no hubiera pasado nada.
Pero ahora los gritos de Rebeca rompieron todo. Samara también controlo su expresión por sus gritos. ¡Que peligro! Casi dijo lo que había pasado en aquel entonces, incluso quería preguntar como Álvaro podía mentirle en la cara.
Afortunadamente, Rebeca había llegado. Samara se relajó un poco, al mismo tiempo, también estaba arrepentida de haberse enfadado por las palabras de Álvaro.
Bajo la cabeza rápidamente y contuvo sus emociones. Ella se burló:
-Señor Álvaro, ¿realmente quieres pagar por esta bofetada en lugar de hacer que ella luche contra mí? Mira que arrogante es, incluso puede despedir directamente a tu ayudante. El estatus de Rebeca en la familia Ayala no es bajo.
Álvaro se sentía avergonzado. Los últimos cinco años, por supuesto sabia de la arrogancia y el dominio de Rebeca, pero ella le había dado a Adriano, y Adriano no podía separarse de su madre, así que él había aguantado todo. Pero cuando vio que cada vez más ella no podía conocer su lugar, los ojos de Álvaro se volvieron un poco indiferentes.
Mientras hablaban, Josué llevo a Rebeca a la sala.
-Señor, le he traído a la señorita Rebeca.
Rebeca estaba aturdida. Miro a Álvaro, que estaba sentado junto a la cama de Samara y que personalmente cuidaba su cara, así que no supo que hacer por un momento.
- ¿Álvaro? ¿Qué haces aquí? Además, ¿Qué le ha pasado en la cara? -Rebeca se sentía confundida. Samara se burló:
-Señora Rebeca, realmente finges bien. ¿no es esta bofetada tu obra maestra?
- ¿De que estas hablando? ¿Cuándo te abofetee? ¡Catalina no me culpes! -dijo Rebeca irritada. Inmediatamente supo que había caído en una trampa. Lucho por liberarse de los guardaespaldas, pero gallo. -Álvaro, ¡no confíes en ella! ¡no le hice nada! ¡nunca! -dijo Rebeca.
- ¿No has comprado tu esta comida? ¿no las has puesto tu aquí? -pregunto Álvaro señalando la comida.
Rebeca se sentía avergonzada.
-La compre y admito que vine aquí para desahogar mi ira, pero no le pegue. Álvaro, ¡tienes que creerme! -Rebeca continúo luchando, pero Álvaro dijo:
-Catalina es una distinguida invitada de Estados Unidos. Ella vino al Grupo Ayala, pero tu la golpeaste y la humillaste. Rebeca, aunque no eres del Grupo Ayala, todavía te consideras como miembro de la familia Ayala. Si este asunto no pudiera resolverse para darte una lección y darle una explicación a Catalina, ¿Cómo podría la familia Ayala seguir viviendo en Ciudad H?
-Álvaro, ¡realmente no lo hice! -dijo Rebeca.
-Ya sé que lo hayas hecho o no, hoy has venido aquí y Catalina ha sufrido una herida por esto, así que es tu culpa. Le prometí a Catalina que pagarías esta bofetada que disté diez veces para terminar el asunto. Solo espero que puedas contenerte a partir de ahora. No olvides que Adriano es el sucesor de la familia Ayala, así que no puedes provocarle efectos negativos. Josué, ¡golpéala ferozmente como ella le golpeo a Catalina! De hecho, no tengas clemencia. -el tono de Álvaro era frio.
Rebeca se desplomo en el suelo y grito bruscamente:
-Álvaro, lo ha hecho ella. ¡debe haberse golpeado ella misma para incriminarme! ¡tienes que creerme! -justo cuando termino de hablar, la palma de Josué cayo en su cara. -Josué, ¡eres un hijo de puta! ¿de verdad te atreves a golpearme? ¡soy la madre de Adriano! ¡soy la madre del sucesor de la familia Ayala, pero te atreves… ¡no! -dijo Rebeca.
Antes de que pudiera terminar de hablar, la segunda bofetada de Josué ya le había alcanzado. El dolor ardiente casi le hizo desmayarse, pero los guardaespaldas la bloquearon, así que era incapaz de moverse.
Samara observo como Josué golpeaba a Rebeca, pero ella no sentía ningún placer de venganza. Sin embargo, todavía se sentía alegre cuando vio que Rebeca estaba triste y que Álvaro la trataba así.
-Señor Álvaro, creo que no es bueno continuar, si la señora Rebeca volviera a tener conflictos conmigo, tendría mucho miedo… dado a que ahora estoy incapacitada. -Samara involuntariamente se inclinó hacia Álvaro, para los demás, parecía que buscaba protección, pero Álvaro sabía que lo había hecho a propósito.
La fragancia de su cuerpo entro en su nariz, era el mismo olor que tenia en su memoria. Aunque el olor a medicamentos lo cubría un poco. Los ojos de Álvaro se mostraron dulces y suaves involuntariamente.
-Es imposible, prohibiré sus acciones. No la dejare salir de casa hasta que tu pierna este curada. No te preocupes, estoy a tu lado, así que nadie puede hacerte daño. -la voz de Álvaro era suave y sus ojos estaban llenos de cariño.
Rebeca no pudo decir nada por las bofetadas de Josué, pero sus ojos estaban rojos por la escena frente a ella. Sentía sus mejillas entumecidas. Miro a Samara con odio, deseando destrozarla en pedazos.
Samara la miro casualmente y se encontró con su mirada venenosa. Ella sonrió, su sonrisa levaba un poco de provocación, orgullo y algo que Rebeca no entendía. Haciendo que Rebeca sintiera de repente que Samara era muy peligrosa. Incontables pensamientos le rondaron la cabeza, pero no pudo encontrar ninguna respuesta. No tenía ninguna impresión sobre esta cara desconocida en absoluto.
Miro a Álvaro, a quien había perseguido durante cinco años, pero quien nunca se había sentido movido por ella. Ahora el miraba suavemente a Samara e incluso trataba cuidadosamente la herida en su rostro, estaba tan celosa que casi se volvió loca.
-Álvaro, ¡no es una buena persona! ¡no te dejes engañar por ella! -Rebeca hizo todo lo posible para expresar su descontento, pero la fuerza de Josué era demasiada, así que su boca estaba entumecida y no podía expresarse claramente.
Álvaro frunció el ceño ligeramente y dijo fríamente:
-Cúbrele la boca, no dejes que asuste a Catalina.
-Si. -dijo Josué y lo hizo rápidamente.
Rebeca estaba en completa desesperación. Ella grito y movió la cabeza para luchar, pero no pudo esquivar las bofetadas de Josué. Después de diez bofetadas, Rebeca sintió como si estuviera a punto de morir.
Josué susurro a un lado:
-Señor, he acabado.
Con el fin de provocar a Rebeca, Samara deliberadamente movió su cuerpo más cerca de Álvaro, pero Álvaro no la detuvo y sostuvo su hombro con una mano. Ahora Samara quería liberarse, pero le resultaba difícil. Vio que Álvaro lo había hecho intencionalmente y se molesto un poco por un momento.
-Señor Álvaro, suélteme primero. -dijo ella. Las palabras de Samara indicaron pereza y coquetería. Álvaro estaba en trance.
Aunque no era la misma cara, su expresión cariñosa era exactamente la misma. Incluso tenía la ilusión de haber regresado en el que el corazón de Samara estaba lleno de él.
-No te dejare ir por el resto de mi vida. -dijo el. Álvaro inconscientemente sorprendió a todos en la habitación.
Samara aprovecho la oportunidad para alejarse de Álvaro y mantener una distancia entre ellos, pero bromeo:
-Señor Álvaro, la señora Rebeca me malinterpretara. Si fuera así, tendré mala suerte la próxima vez. -su mirada se dirigió hacia Rebeca.
En ese momento la cara de Rebeca estaba tan hinchada como la cabeza de un cerdo, era terrible. La verdad es que Josué uso de toda su fuerza. Rebeca estaba tan enfadada que deseo poder levantarse y destrozar a Samara, pero no podía moverse, así que solo podía mirarla con odio.
- ¡Mire señor Álvaro! Los ojos de la señora Rebeca son aterradores, me da mucho miedo. -Samara se encogió rápidamente, como si estuviera realmente asustada.
Álvaro la miro con ojos fríos al instante, que hizo a Rebeca bajar la cabeza rápidamente por el susto.
-Desde ahora, lleva a Rebeca a la casa junto al mar para prohibir sus acciones. Confisca todas las herramientas de comunicación de la casa. Además, envía a personas a protegerla todos los días para evitar los peligros. Después de todo, ella es la madre de Adriano. No puede salir hasta que la pierna de Catalina se cure. Josué, haz esto muy bien.
Rebeca casi se volvió loca.
-Álvaro, ¡no! ¡no me hagas esto! Tengo toda la culpa. Voy a arrodillarme ante Catalina. ¡por favor no me castigues! ¡Adriano todavía me necesita! -dijo ella desesperada. Rebeca lucho, haciendo todo lo posible para expresarse con claridad, pero no podía controlar la boca. Quería arrodillarse ante Samara, pero no podía moverse en absoluto.
Desde que volvió a la familia Ayala, nunca había sufrido tal humillación. Rebeca miro ferozmente a Samara, deseando desgarrarla con sus ojos. Pero Samara se burló, luego rápidamente contuvo sus emociones y susurro:
-Señor Álvaro, este castigo es exagerado. Después de todo, ella es la madre del heredero de la familia Ayala. Si el niño no viera a su madre, no sabría qué hacer.
Álvaro estaba un poco aturdido, en realidad se había olvidado de Adriano. Cuando Rebeca oyó a Samara mencionarlo, sollozo rápidamente para pedir misericordia, pero lo que Álvaro dijo la hizo sentirse desesperada.