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Ekaterina

Matrioshka
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Synopsis
Quién diría que un arma moribunda tendría la oportunidad de volver a ver la luz luego de dejar escapar su último sentido de utilidad. Aquella arma moldeada para cumplir con situaciones fuera de todo lo que el ser humano conoce como justo y racional obtuvo el aliento de vida que no había pedido. Una nueva identidad fuera de todo sistema de asignación al cual estaba acostumbrada le ha sido otorgado, ya sea por obra sobrenatural, científica o divina. Sin embargo, su conocimiento se limita a lo aprendido dentro del bajo mundo y no sabe cómo afrontar la nueva situación. No obstante, el vago recuerdo de una súplica en su mente ya fue asimilado como su nueva misión en este nuevo entorno. Solo que, no está segura de cómo lograr aquello que va en contra de todo lo que fue su existencia anterior. Puesto que... ¿Como algo que fue entrenado para extinguir la vida de sus objetivos será capaz de mantener y preservar la existencia de otro?
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Chapter 1 - El llanto de una encomienda

─ ¡Mi señora, no se rinda! ─ Instaba con desesperación la voz quebradiza de una mujer a su lado. ─ Falta poco, este es el último intento ¡No se duerma, por favor!

Su conciencia se encontraba desordenada y confusa, por un lado, la molesta insistencia de la persona que sostenía sus hombros con ansiedad la hacía sentir exasperada y por otro lado, no podía entender como el dolor de todo su cuerpo, el cual había sido lacerado y cercenado por las continuas torturas, se había concentrado en la parte baja de su entre pierna. Aunque, comparado con aquello, lo que sea que sucedía entre sus piernas no representaba ni el veinte por ciento de dichos sucesos.

No obstante, la extraña y nueva sensación la hizo sentir molesta e incómoda. La insistente voz a su lado no mejoraba su situación.

─ ¡Veo la cabeza! ─ otra voz se hizo presente a su alrededor, la alegría en aquella frase se podía palpar en su tono. ─ Mi señora, solo un intento más…

¿Cabeza? ¿De dónde?

Sentía su zona baja se desgarraba de forma lenta y constante, sea lo que sea que se abría paso desde su interior parecía quedarse a medio camino.

Hasta hace unos minutos su mundo había estado rodeado de nada, sus sentidos se habían vuelto inútiles ante lo que la rodeaba, lo último que recuerda es la frialdad apoderándose de cada célula de su cuerpo y el cómo había mantenido la mirada firme en su verdugo quien se mostró frustrado por mantenerse en silencio hasta el último segundo.

Un tirón hizo que sus labios se abrirán para respirar de forma abrupta el aire que alguna vez había abandonado sus pulmones. ─ ¿Qué diablos?...

Los ojos que pensó nunca volverían a percibir imagen alguna, se entreabrieron con dificultad recibiendo, aunque borrosa, aquella luz a la que había renunciado en su lecho de muerte.

─ ¿Señora?... ¡Gracias a Dios! ─ La primera voz que había escuchado al momento de recuperar una pequeña parte de su capacidad de recepción. ─ ¡Vamos, un empujón más y todo habrá terminado!

Por su tono, era una mujer joven quien se encontraba apoyándola tras su espalda, misma que mantenía un agarre constante entre su hombro y frente.

─ Así es señora, un solo esfuerzo es todo lo que necesita, por favor ¡Puje! ─ Una voz mayor capto su atención, desviando los ojos de la joven sus ojos vagaron hasta el frente. Allí encontró una sombra un tanto desaliñada. Cerro los ojos un momento intentando recuperar un poco de claridad, acción que asusto a ambas personas. ─ ¡No se duerma, mi señora!

─ Silencio… ─ Logro murmurar con disgusto y acto seguido, tomo varias respiraciones y volvió a abrir los ojos. En esta ocasión, a pesar de que no había mejorado del todo, la imagen a su alrededor era más clara.

Ahora podía identificar aquella mancha frente a ella como una mujer mayor, aunque todavía no podía distinguir su rostro del todo.

─ ¡Señora, por favor, puje! ─ la insistencia anterior había salido a relucir nuevamente, junto a esta el tirón anterior en su abdomen y cadera se hizo presente.

Su boca se abrió con aquella corriente de dolor, no entendía por qué su cuerpo reaccionaba tan débilmente a aquello. Conocía el calor de las balas cuando atravesaban la carne y quemaban cada capa de esta tras su paso, había sido torturada innumerables veces con herramientas que desgarraban de adentro hacia afuera su cuerpo con tal de crear resistencia en caso de que la situación no fuera acorde a lo establecido; eso sin hacer mención de las incontables situaciones para probar su estabilidad mental y en cuanto tiempo podría mantenerse fiel a su cordura.

Entonces… ¿Por qué su cuerpo se sentía agobiado por este grado insignificante de dolor?

Otro impacto punzante golpeo el mismo lugar, era como si los músculos de su vientre fueran retorcidos por manos invisibles adentrándose con agresividad bajo su piel, no solo su vientre, su cadera y espalda se sentían de igual forma.

─ ¿Qué? ─ fue lo único que pudo formular al ver el gran bulto frente a ella. Con cada respiro ahogado este se elevaba y contraía. No había que pensarlo mucho para llegar a la conclusión de que este era su estómago. Pero ¿Por qué estaba hinchado hasta ese punto?

Una intromisión en su zona intima le hizo fruncir el entre cejo, su mirada volvió a la mujer frente a ella, esta se había inclinado entre sus piernas y lo que parecían ser sus manos estaban tocando la zona que parecía dividir su cuerpo en dos desde su interior.

— Señora, si no puja, el bebé no podrá salvarse. — la voz de la mujer denotaba su nerviosismo y tristeza por lo que estaba aconteciendo. Para ella, salvar tanto la vida de la madre como la criatura era importante. Sin embargo, la madre estaba en un estado muy delicado y esto no solo acorta el tiempo de la criatura, también aceleraba el riesgo de que la joven madre no logrará salir con un hilo de vida de esta habitación.

Aquello comenzaba a ponerla ansiosa.

— Mi señorita, un solo esfuerzo. Por favor, se lo suplico. Hágalo por usted, por la criatura, por mí. — secundo con voz quebradiza la joven tras su espalda.

Podía escuchar como el los hipidos que salían de su garganta se transformaban en leves tonadas de llanto.

¿Un bebé? fue la pregunta que se adueñó de su nublada mente. Su cuerpo había sido esterilizado, esto para que nada afectará su proceso durante sus asignaciones. ¿Dónde cabía la posibilidad de engendrar vida? Aquello no era requerido para completar sus encargos.

Nuevamente, se encontraba pérdida. El dolor que retorcía sus entrañas en el bajo vientre estaba allí, pero no tenía idea de cómo proceder.

La mujer y la joven la instaban a seguir con el procedimiento de pujar, pero aquella solicitud carecía de sentido para ella.

— No tiene caso, la criatura no puede salir si la madre no hace el esfuerzo. — la mujer que hasta hace unos segundos estaba agachada entre sus piernas, enderezó su postura y balanceado su cabeza de un lado a otro lamentaba con pesar lo que estaba a punto de suceder.

Una joven y su criatura estaban a punto de salir envueltos en una tela blanca de aquella habitación.

— Mi señora, por favor. No me haga esto... — Insistió con pesar la joven aferrada a su espalda, el llanto se hacía cada vez más sonoro en sus oídos. — No quiero que desaparezca, por favor no me deje así...

Extraño, ¿Todavía hay personas que se conduelen por armas desechables como ella?

"Por favor, da a luz en mi lugar"

Su pregunta obtuvo una respuesta fuera de contexto. Aquello le pareció absurdo.

¿A quién pertenecía la nueva voz?

"No dejes que muera, por favor, dale vida"

La voz se hizo presente nuevamente, pero su mirada borrosa no captaba señal alguna de un nuevo individuo en la habitación.

"¡Dale vida, te lo pido!"

— ¿Q-Que eres? — Logro articular, pero tanto la joven como la mujer en la habitación fueron incapaces de escuchar aquel murmullo.

"¡Mi cuerpo es tuyo, solo te pido a cambio que le des vida y mantengas resguardado su futuro!"

La voz sonaba aún más histérica que la última vez, su desesperación resonaba en cada palabra.

— Mi-Misión...

"¿Eh?"

La voz pareció no entender aquella palabra.

— En-Ente: Azrael, solicita comando para aclaración de la misión que se le está asignando. — Murmuró en la inconsciencia. No puede proceder con la solicitud del comando si no se la misma no es declarada como misión a seguir.

"¿Misión...?" La voz se encontraba confundida por lo que Azrael acababa de expresar, aún así, su urgencia era primordial y el tiempo estaba contado. "Señorita Azrael, por favor ¡Da a luz a mi hijo y protégelo de cualquier amenaza de peligro! ¡Se su madre y guardián! ¡Guíalo por el sendero de la vida y enséñale todo lo que yo seré incapaz de enseñarle! ¡Te lo pido, acepta mi petición! ¡Esa es mi misión para ti! ¡A cambio, te entrego mi identidad y todo lo que dejó atrás!" La voz de la mujer sino firme y sin titubeos, aun así, la tristeza de renunciar a su bien más preciado adornaba cada palabra.

Pero, ya había hecho el trato con la rueda del destino y el candidato que escogió fue la mejor opción. No se arrepentiría de dejar su precioso tesoro bajo sus alas.

— ¿Cu-Cual es la nueva identidad? — Pregunto Azrael, esta vez su aliento estaba más estable. Después de escuchar aquello y observar con cuidado su alrededor, llegó a la conclusión de que era la única que escuchaba la voz.

No sabía qué hacía viva, tampoco entendía el por qué se hallaba en la presente situación, pero como arma tenía algo a lo que aferrarse; una encomienda, una solicitud... una misión.

Aunque no era la forma habitual en la que se le otorgaban sus trabajos, por el momento adaptaría el protocolo a la presente situación.

El entorno no era su entorno, pues ella hace tiempo había dejado de respirar. Este cuerpo débil parecía haber retenido su conciencia pues no estaba segura de si tenía aquello divino a lo cual denominaban alma.

Aunque, la voz que le está otorgando la misión a cambio del mismo parecía ser una existencia cercana a aquella interpretación extraterrenal.

— Identidad. — Volvió a repetir Azrael dejando para después la todo pensamiento distractor.

" ¡Ekaterina!" Expresó con voz alta la mujer, haciendo eco en su cabeza. " Ekaterina Simonette D. Edrussh"

Azrael guaro silencio, cerró nuevamente los ojos y volvió a abrirlos segundos después. Seguían igual de borrosos, pero en estos se reflejaban su respuesta final. — El ente acepta la misión.

"..." la voz pareció enmudecer con aquello, pero el sonido de retener las emociones encontradas ante lo logrado fue audible para Azarael.

— ¿Que tengo que hacer para que salga? — Azrael elevó un poco más el tono de su cansina voz.

La matrona y la joven tras su cuerpo se estremecieron ante la repentina acción.

Sin perder el tiempo la matrona se posicionó nuevamente entre sus piernas y rogando al ser superior comprobó que la criatura estaba en un estado adecuado. Solo que esto no duraría mucho. Desde que la madre había entrado en labor de parto habían pasado seis horas y en esta última fase la madre había sufrido un colapso a medio camino de culminar la labor.

Pero viendo el rostro sudoroso de esta y el pequeño color en sus mejillas, podía notar que había recuperado un pequeño gramo de fuerza. Tenían que aprovechar esta pequeña esperanza.

— La criatura ha estado estancada no menos de cinco minutos, tenemos que hacer esto de un solo empuje. — Hablo la matrona alzando la mirada con seriedad de entre sus piernas. — Contaré hasta dos, en ese momento use todo lo que tiene para pujar con todas sus fuerzas.

— ¿Pujar? — Murmuró Azrael, desconocía la implementación de dicho proceso.

—Señorita, yo seguiré siendo su apoyo. Por favor, sea libre de usar la fuerza que desee. — Está vez, fue el turno de la joven a sus espaldas. Esta, acomodo su postura detrás de Azrael y unió cada mano a la de ella, dándole paso libre para descargar su frustración ante el siguiente esfuerzo.

Azrael no podía ver bien su rostro, pero pudo percibir su predisposición para lo que ofertaba. El llanto había sido tragado en su garganta, pero el tenue brillo grasiento que logró distinguir era el claro rastro de sus lágrimas.

" Toma varios respiros alternos" La voz de Ekaterina sonó nuevamente en su mente. Prosiguiendo con lo dicho por su solicitante, Azrael comenzó a hacer el ejercicio de respiración según sus indicaciones. " Ahora, aquella sensación entre la espalda baja, el abdomen inferior y la cadera, cuando la sientas toma un respiro profundo y trata de llevarlo a tu abdomen allí es cuando debes de hacer fuerza para expulsar al bebé, Raela estará al pendiente de dicha acción y te indicará que pujes"

Azrael centro su mente en seguir lo indicado, la sensación que le había estado molestando volvió a aparecer, al mismo tiempo tomo una respiración profunda y concentró la fuerza de la misma en su abdomen.

Al mismo tiempo, Raela, la matrona había finalizado su conteo. — ¡Puje, mi Señora!

Aquello fue la línea de partida para Azrael.

— ¡No se detenga mi señora, solo un poco más! — Alentó Raela con ansiedad. — ¡Tengo su cabeza, solo un poco más!

" ¡Un poco más, por favor!" Secundo Ekaterina en su mente.

Azrael no sabía si era su imaginación por el cansancio de este cuerpo, pero sentía un par de manos extras apoyadas en su antebrazo izquierdo.

— ¡Lo está haciendo bien, señorita! — mascullaba la joven tras Azrael, esta última no dudó en usar sus manos como trampolín para sacar la fuerza de este debilitado cuerpo. Pero parecía no importarle a la joven, pues en ningún momento rehuyo de su agarre. A pesar de que este parecía tronar sus huesos. — ¡Usted puede mi señorita!

Azrael afianzó sus pies a la superficie en la que se hallaba recostada en instó con más fuerza la salida de aquello que desgarraba su entre pierna.

— ¡Sí! — celebro la Matrona al tiempo que Azrael se despedía de la incomodidad que había estado retenida en su zona baja. — Vamos criatura, deja que tu madre escuché tu voz tesoro... — Raela sostuvo al recién nacido que sobre la colcha y comenzó a practicar los masajes de animar a que este respire correctamente.

El recién nacido al sentir la nueva sanación produjo unos cuantos sonidos de ahogo y cuando la mucosidad del líquido amniótico fue aspirado de su nariz y garganta el llanto fuerte y claro se hizo presencia en las cuatro paredes de la habitación.

— ¡Eso es hermoso! — Alentó la matrona mientras lo limpiaba con suavidad y cuidado al infante antes de cortar el cordón umbilical con precisión. — Déjanos oírte, querido...

— ¿Ya-Ya está aquí? — Murmuró la joven que servía de soporte para Azrael. — ¡¿Señorita, lo escucha?! ¡Lo hizo! ¡¡Lo logro, mi señorita!!

Azrael expulsó el aire que había retenido y por primera vez, no se resistió a usar a la persona a sus espaldas como apoyo.

Sus ojos se entre abrieron hacia la vaga figura de la matrona, la imagen ya no era tan borrosa como hasta hace unos minutos. Ahora podía ver con una claridad mayor a una mujer de cabello rubio y rostro envejecido por el tiempo sostener a un pequeño ser humano rosado y un tanto arrugado el cual no había cesado su estridente grito.

Aquellas ramitas que se hace llamar manos se estiraban con desespero hacia todos lados en busca de algo pues no parecía muy contento con el agarre de la matrona.

" Mi pequeño..." La voz que hasta hace unos segundos resonaba en la mente de Azrael, ahora provenía de su lado izquierdo. desviando la mirada hacia su antebrazo, vio un par de manos traslúcidas que se aferraban a este. Su vista no dudó en recorrer aquellas manos hasta llegar a su dueña.

Una mujer, no, el espectro de una joven a su lado se hizo evidente. Un pijama de encajes un tanto descuidada adornaba su cuerpo el cual era cubierto por una bata del mismo calibre. El cabello negro adornaba el marco de su rostro con avidez, no podía saber el largo de este, pero parecía muy fluido puesto que no veía el fin del mismo. Por último, sus ojos parecían un pedazo de cielo que se había escapado del firmamento para adornar su rostro. Estos últimos, derramaban lágrimas aún más traslúcidas que su cuerpo.

"Finalmente puedo verte..." susurro la mujer, alejando su agarre de Azrael y encaminándose hasta la partera. "Mi pequeño tesoro" volvió a murmurar, las lágrimas de alegría ante el diminuto ser frente a ella corrieron con más ímpetu por sobre sus mejillas y la sonrisa surco sus pálidos labios rosáceos sin detenimiento alguno. "Mi amor, mi vida, mi todo. " prosiguió, y sin detenimiento alguno acarició su mejilla.

El infante seguía llorando, pero por un instante parecía percibir aquel gesto de cariño, aunque esto solo incito aún más su llanto.

"No llores mi amor" Con voz quebradiza, la joven Ekaterina hizo el intento fallido de aplacar la tristeza de su pequeño. Pero el infante no podía escucharla, ya no lo haría.

Con este último pensamiento, volvió su mirada hacia Azrael, quien no había apartado su vista de ella.

"Gracias." Sonrió abiertamente a esta, por un instante, sus pálidas mejillas parecían cobrar vida con la ilusión de un leve rubor. "Por favor, te encomiendo a nuestro hijo Azrael"

— Cumpliré con la misión que me encomendaste, no te preocupes. — Azrael, no, Ekaterina murmuró entre ambas su acuerdo.

" Ekaterina, espero que tú y nuestro hijo puedan encajar la pieza faltante en la vida del otro" Con mirada satisfecha, el espectro de la joven comenzó a deshacerse mientras volvía a su posición original junto a Azrael al paso que la matrona se acercaba hasta la cansada madre y colocaba al lloroso recién nacido sobre su pecho.

La pequeña criatura, al sentir el calor de aquel cuerpo comenzó a tener pequeños hipidos hasta que se calmó. Azrael no sabía cómo sostenerlo, así que solo lo dejo ser sobre su medio desnudo pecho.

Ekaterina vio aquel cuadro y sonrió, el pesar y la alegría se mezclaba en su mirar. Pero el arrepentimiento no estaba allí. Sabía que dejaba a su hijo... No, ahora es el hijo de ambas.

Una lo llevo ocho meses y la otra lo trajo al mundo y se asegurará de cuidarlo.

" Azrael, ya no es solo mi hijo, ahora es nuestro." Comentó, su cuerpo ya era una breve silueta a su lado.

— ... Lo entiendo. — respondió la nombrada.

"Amalo y protégelo por las dos, ¿sí?" Esto último lo dijo mientras acariciaba la manita del infante, quien se había establecido plácidamente en el pecho semidesnudo de Azrael.

— ... Lo haré. — Sabía cómo cumplir con uno de los dos encargos, pero el otro, no lo comprendía del todo.

Pero, mientras exista ella puede aprender.

"Nuevamente, gracias." Dicho esto, depósito un beso en la mejilla de Azrael y tras aquel gesto, el último vestigio de su presencia desapareció. "Adiós, Ekaterina."

Ekaterina sintió un leve cosquilleo en ese lado de su rostro, pero ya tendría tiempo para pensar en ello. Cerro los ojos un instante, haciendo oídos sordos a las exclamaciones de alegría y celebración de la joven que le servía de apoyo.

Al sentir el leve movimiento y los minúsculos quejidos de la pequeña masa rosada en su lecho volvió a abrirlos.

El recién nacido, aunque había sido limpiado todavía tenía rastros de líquido amniótico es su pequeño cuerpo, su cabello, aunque escaso, era de un extraño negro profundo. Había heredado eso de su madre, era más que obvio. Sus ojos estaban firmemente cerrados, no sabía si eso era normal en esta clase de pequeña criatura.

— Descansemos un momento, resolvamos las interrogativas después...

Con aquel murmullo, volvió a cerrar los ojos.

Tanto la matrona como la joven en su espalda notaron su acción e interpretaron esto como agotamiento post parto. Así que, con el debido respeto que se merece tras dicha labor. La matrona procedió a retirar al pequeño del pecho de Ekaterina.

Solo que...

— ¿Que pretendes? — Los ojos azules de Ekaterina se abrieron antes de que está fuera un paso hacia ella.

Raela se asustó al ser observada por aquella mirada, de forma inconsciente se llevó una mano al cuello, no sabía por qué, pero por un instante sintió una punzada en este. Como si le abriese una herida en el.

— Señora, está cansada, solo quiero retirar el bebé para que mejore su postura. — Comenzó a explicar, aún sin dar el paso que había estado gestionando.

Ekaterina la observó detenidamente, tiempo que pareció carcomer los nervios de la mujer. Con un leve cabeceó, Ekaterina por fin le concedió el permiso.

La matrona con precaución, procedió a avanzar hasta esta y con cuidado retiro a la criatura de su pecho. El recién nacido ante la pérdida de su zona segura, irrumpió en llanto sin cesar.

Ekaterina lo observó, tanto a él como a la matrona mientras la joven a su espalda se retiraba y la ayudaba a acomodarse en el respaldo de lo que ahora entendía era una cama.

— Mi señorita, debe cambiar sus ropas. — Sugirió está, mientras recibía todas las sábanas sucias. y las hacia a un lado.

— Después, ahora dámelo. — sentenció Ekaterina.

Pero, la matrona tenía el pensamiento de terminar de limpiar al bebé y ponerle ropa. Aunque, en aquella habitación parecía no haber ropa adecuada.

Ni siquiera la muchacha que acompañaba a la joven madre parecía segura de encontrar ropa adecuada para esta última.

— Mi señorita, aquí tengo preparada su ropa y la del pequeño joven maestro. — Después de Terminar de reemplazar la ropa de cama a medias, la joven saco un par de prendas un tanto extrañas, pero estaban limpias.

Ekaterina podía sobrellevar estar cubierta de sangre, no le importaba. No obstante, aquella bola rosa parecía delicada y susceptible a la más mínima herida por cualquier cosa...

Tenía que mantenerlo a salvo y la salud es primordial para cumplir con ello.

— Esta bien. — Acepto la limpieza y cambio, tanto para ella como su hijo.

«He recuperado un poco de fuerza, pero este cuerpo está demasiado cansado y débil.» Pensó, después de todo el tiempo entre su intrusión en esta situación hasta ahora, no se había perdido el tiempo de evaluar ambas mujeres. El resultado de su observación y la tranquilidad de su contratista alrededor de estas mujeres, le dijo que no representaban peligro alguno.

Aun así, ella permanecerá atenta a cualquier detalle.