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Chapter 2 - Lapsos de memoria

─ Demasiado pequeño… ─ el pliegue entre sus cejas expresaba el descontento de Ekaterina, la pequeña criatura que había dejado este cuerpo tan agotado ahora se encontraba nuevamente boca abajo sobre su pecho; su respiración era mas constante en comparativa con un ser humano adulto. Ahora estaba vestido con una especie de enterizo de algodón, similar a un mameluco.

Solo que, dicha ropa quedaba más como una sabana que una prenda de vestir.

Shenet estaba limpiando los utensilios y ropas manchadas utilizadas durante el proceso de parto cuando escucho el comentario de su señora. ─ Mi señora, el joven maestro es un recién nacido. Solo tiene diez minutos en este mundo. ─ Sosteniendo todo en un gran canasto con diseño de barril. ─ También, su parto se adelanto por un mes y medio, su tamaño se debe a su nacimiento prematuro.

Aquella ultima oración denoto amargura en sus palabras, su señora estaba débil durante la segunda mitad de su embarazo. Ambas apenas tenían sustento para cumplir con los requerimientos de cuidado y resguardo para la gestación sana del mismo. Su señora se mostraba siempre calmada y serena. Siempre a sido una mujer de carácter frio e indiferente, pero sabia como mostrar aprecio a quienes consideraba leales y respetuosos hacia ella. En caso contrario, su mirada no se gastaba en dichas personas. Pero, no todos sentían agrado por dicho carácter.

Hay quienes sienten insoportable el que una persona este fuera de lugar dentro de su círculo, más aún cuando dicha persona no sigue los hilos impuestos por ellos.

Ekaterina observo cada detalle de la joven dama, sus gestos se habían tornado un tanto lúgubres mientras miraba a la nada con reticencia. A medida que interactuaba con este nuevo entorno, parte de la memoria y conocimiento de su contratista se adjuntaba a su mente. Con esto pudo identificar a la joven como la sirvienta y principal cuidadora de su nueva identidad, Shenet Lenut.

─ … Iré a ver como puedo sacar la sangre de estas sabanas. ─ Luego de una pausa silenciosa, Shenet observo a la pálida joven en la vieja cama con aprecio y sonriendo con brevedad explico su partida. ─ ¡Oh! ─ luego de girarse exclamo, ─ Según Laera, el joven maestro se despertará dentro de unos minutos por el hambre, así que tiene que iniciar el ciclo de alimentación ya que la primera leche que da la madre es importante para la salud del bebé. ─ Volviendo sobre sus talones, procedió a explicar el mensaje dejado por la matrona quien había salido en busca de los implementos medicinales para el tratamiento post parto.

─ ¿Leche? ─ Ekaterina atenuó la mirada hacia la rosada criatura en su pecho mientras murmuraba aquella pregunta.

Según la biología, cuando se tiene crías estas son indefensas durante cierto periodo de tiempo mismo que varia dependiendo la especie. Así como también el tipo de alimentación para estas, siendo los mamíferos los únicos capaces de producir alimento liquido para nutrir a su descendencia durante el proceso de crecimiento. Dicho liquido es la denominada leche materna, y el proceso a seguir es el de lactancia.

El cual se emplea a través de…

Ekaterina miro los montículos que servían de almohada y calentador para el infante. Sera la primera vez que les de uso en ambas vidas.

─ ¿Cómo se hace? ─ pregunto, volviendo a mirar a Shenet. Esta reacciono con lentitud ante la pregunta de su señora, ella tampoco comprendía muy bien el cómo hacerlo. Nunca había sido madre, mucho menos había visto a una alimentar a su bebé.

Siendo sincera, solo había aprendido acerca de la maternidad cuando su señora quedo en cinta. Fue algo muy repentino, y los sucesos que acontecieron después no le dieron el tiempo suficiente más que para aprender lo básico sobre el cuidado y nutrición de una mujer embarazada. Eso y que tenia que trabajar el doble junto a su señora para el mantenimiento de ambas, ya que sus recursos eran escasos.

─ Bueno… ─ la duda se filtro en su voz ante el desconocimiento de lo cuestionado, ─ Sus pechos han tenido mucha lactancia desde el mes pasado, así que creo que si acercamos al joven maestro a uno de ellos mientras la leche se derrama… este abrirá la boca ¿de forma instintiva? ─ Era vergonzoso usar su experiencia viendo a crías de animales alimentarse, pero era la única idea que se le venia a la mente.

Ekaterina no hablo ante tal idea, pero la expresión de escepticismo en su rostro denotaba su incompatibilidad con la misma.

─ Tu respuesta no es del todo errada, pero el pequeño no es la cría de un animal.

Aquella voz madura irrumpió el silencio que se había formado, Shenet reacciono un tanto espantada y volvió su cuerpo con rapidez hacia la puerta, encontrándose con la llegada de Laera, quien sostenía una bolsa de cuero de la cual sobresalían uno que otro ramillete silvestre.

─ Bienvenida, matrona Laera. ─ Shenet dejo a un lado el enorme canasto, el cual tuvo un sonido claro al ser dejado en el suelo; Ekaterina capto esto con notoriedad. Aquel articulo era pesado, pero Shenet lo cargaba como si estuviera hecho de paja. ─ Disculpe mi mala respuesta, a pesar de que soy la sirvienta principal de mi señora y debería tener más conocimiento en esta área, carezco del mismo en muchos aspectos.

─ No te preocupes, en cuestiones de embarazos, partos y cuidados de bebes, las matronas estamos mas versadas. ─ Agitando su mano hacia Shenet, Laera apaciguo su culpa. ─ Estamos para enseñar, así que no te preocupes.

Dicho esto, le entrego la bolsa de cuero y pidió que sacara las hierbas dentro de este, clasificándolas según los colores de las cintas con las que venían agrupados. Shenet, quien se había propuesto lavar e higienizar los utensilios y ropas en el canasto de friego, dejo la idea en segundo lugar por el momento.

─ Mi señora, el tiempo de interacción post parto debería de acabar en unos minutos. ─ expreso la matrona, mirando el pequeño reloj de arena en la mesita a un lado de la cama, teste solo contaba con menos de un cuarto de la mitad de la arena. ─ Tendrá que cambiar de posición al bebé.

En el momento en que terminaron sus palabras, leves quejidos de inconformidad se escucharon del pequeño individuo.

─ Tal parece que llego la hora de su primera comida. ─ sonriendo con gracia, Laera se acercó hasta la cama bajo la atenta mirada de Ekaterina. ─ Shenet, ayuda a la señora a acomodar su postura. ─ La nombrada, dejo a un lado la organización de las plantas medicinales y se apresuro al lado de su señora. ─ Madame, ¿me puede dar al bebé? Solo será un instante, acomodada su postura lo regresare. ─ solicito con cortesía y cuidado. Había notado que esta joven señora era muy protectora y precavida con su recién nacido, en aquel momento pensó que era simple preocupación al ser madre primeriza, no obstante, la mirada en aquellos ojos azules daba a interpretar una indirecta advertencia, la cual por alguna razón sentía podría volverse en una amenaza a su cuello ante cualquier paso en falso.

Extendiendo sus manos, espero la respuesta de la joven madre.

─ Tómalo. ─ Una palabra fue todo lo que salió de los labios de Ekaterina. Aunque la matrona había estado poco tiempo en la memoria de su contratista, Ekaterina había clasificado a la misma como inofensiva, por el momento.

Viendo la disposición de Ekaterina, Laera no se cohibió y tomo a la sollozante criatura que descansaba en su semi desnudo pecho, a su vez, Shenet procedió a ayudar a su señora a pasar de una postura semi acostada a una postura sentada, no olvidándose de acomodar las pocas almohadas detrás de su espalda, lo cual convirtió a la misma en una postura reclinada.

El pequeño infante comenzó a sollozar con mas intensidad en los brazos de la matrona, tal parece que esta no le agradaba los suficiente. Sumándole el hambre, era imposible que este calmara su llanto e incomodidad en los brazos de esta.

─ Ruidoso. ─ susurro Ekaterina ante tal escena. Su insaciabilidad hacia una criatura débil era algo que no cambiaria de un momento a otro. Era parte de su formación.

─ El pequeño joven maestro tiene buenas cuerdas vocales. ─ comento Shenet en un agraciado cumplido. Pero el rostro de Ekaterina no mostro la más mínima expresión de gracia. Más bien, ninguna expresión podía ser vista a parte de su ceño fruncido.

El ruido y ella no eran compatibles.

─ Bien, sus pechos parecen estar en su mejor momento de producción. ─ Laera desvió el tema al asunto de importancia, Shenet y Ekaterina observaron los pechos de esta última. Estos habían doblado su tamaño durante los dos últimos meses y ahora que había dado a luz, el derramamiento de leche se había incrementado sin detenimiento. ─ ¿Cuál es menos incomodo?

Ekaterina le devolvió una mirada interrogativa al escuchar dicha pregunta.

─ ¿Qué lado le resulta mas apropiado para amamantar? ─ Laera reformulo la pregunta.

─ Izquierdo.

─ Entiendo, por favor, descúbrase el pecho. ─ La matrona fue paciente y espero a que Ekaterina procediera con su solicitud con calma y sin ninguna reacción negativa. Pudo haber sido la que recibió su parto, vio mas haya de su intimidad así que no debería de haber problemas con esto. Aun así, sus años de vivencias le gritan cuidado al tratar con esta madre primeriza.

Contrario a su pensamiento, Ekaterina se desvistió el pecho sin problema alguno dejando al descubierto dos grandes y pálidos montículos de pintorescas puntas rosadas. De estas, el roció blanquecino de la maternidad escapaba a borbotones, empapando el desligado camisón.

─ Producir mucha leche es algo bueno en estos tiempos, felicidades. ─ La sorpresa brillo en el rostro de Laera, quien mecía de forma lenta al recién nacido el cual no había cesado su llanto en lo más mínimo. Había visto muchos pechos lactantes de todo tipo de madres; primerizas y experimentadas, pero la gracia de esta joven madre era algo que pocas mujeres lactantes poseían y muchas nodrizas anhelaban tener. El ser capaz de producir tal cantidad de leche aun mas en su primer parto, es algo de felicitar.

─ ¡¿En serio?! ─ Exclamo con estasis Shenet. ─ Estaba preocupada porque mi señora ha estado produciendo leche desde el mes pasado. Pensé que eso reduciría su producción. ─ Dejando escapar un suspiro de alivio, la joven sirvienta explico sus temores.

─ ¿Un mes? ─ esta vez, la sorpresa se duplico en el rostro de la matrona.

Las mujeres embarazadas podrían empezar su producción de leche entre la quinceava o vigésima segunda semana de gestación. Pero esto solo seria por un corto tiempo, como pequeños accidentes de fugas entre otras cosas. Cuando realmente producían gran cantidad seria una semana antes del parto, nunca escucho de alguien que produjera tanta leche durante el mes anterior al parto.

─ ¿Algún inconveniente? ─ Ekaterina la observo mientras realizaba aquella pregunta.

La matrona, dándose cuenta de su perdida mental retiro todo pensamiento distractorio y movió de un lado a otro la cabeza en señal de negación. Solo dejaría aquello como una buena genética consagrada a la joven madre.

─ Primero, extienda sus manos hacia mí, le entregare al pequeño. ─ siguiendo sus palabras, Ekaterina presento ambas manos ante la mujer. ─ Entre abra un poco mas sus dedos y ponga un poco las palmas en una forma un poco mas cóncava. Eso ayudara a que el agarre sea un poco más seguro y cómodo para el niño. ─ Viendo como esta prestaba sus pálidas manos de una forma un tanto plana, Laera volvió a instruir; si le entregaba al infante en aquel agarre podría caerse.

Ekaterina no dijo nada y prosiguió con lo expuesto. Cuando Laera vio que la forma de sostener era correcta, dio un paso al frente y paso a la llorosa criatura. La cabeza con escasos cabellos negros fue recostada en la mano izquierda de Ekaterina mientras que su espalda baja descanso en su mano derecha. ─ Ahora, con cuidado retráigalo a su pecho y acúnelo de esta forma. ─ Laera hizo una demostración en la cual sus brazos formaban un agarre en el vacío de su pecho.

Aquello para Ekaterina se asimilo como la postura al sostener un arma de asalto, solo que de una forma más suelta. Por tanto, la maniobra fue lograda sin problemas.

─ Así es, de esa forma. ─ elogio Laera, ─ Solo, déjeme acomodarlo mejor. ─ Con cuidado y precaución, se acercó a las manos de Ekaterina y bajo la insondable mirada de esta, acomodo de forma correcta sus manos. ─ Liso.

Retirándose un paso, vio como el infante, quien por ningún motivo había cesado sus estridentes y sonoros alaridos, poco a poco calmaba su humor dejando solo pequeños gemidos. El calor familiar del cual se le había removido volvió, lo cual conforto su miedo y vacío.

─ Mi señora, es increíble… ─ susurro Shenet con sorpresa. Laera había estado sosteniendo a su joven maestro por menos de tres minutos y este no había cesado su llanto desde el momento que lo retiro del dorso de su señora. Pero, solo basto ser sostenido por su señora nuevamente y como si de un interruptor se tratase el pequeño dejo de llorar.

─ Los recién nacidos se sienten seguros en los brazos de sus madres, es el primer lazo que tienen con este mundo. ─ comento Laera, ─ No hay lugar más tranquilo y apacible que el abrazo de su procreadora. ─ dejando aquellas palabras, volvió a acercarse a la cama y tomo asiento en la orilla de esta; quedando cara a cara con Ekaterina.

Esta última observo su siguiente acción.

─ Ahora, le enseñare la forma correcta de dar el seno. ─ señalo esta, posicionando su mano sobre el pecho al tiempo que simulaba la situación de Ekaterina. ─ Con su mano derecha, sostenga su seno izquierdo y acérquelo a la boca del niño.

Ekaterina libero la mano derecha y recargo el peso del infante por completo en el antebrazo izquierdo, luego ejecuto el mandato. El instinto es algo grabado en el banco genético del ser humano pues, al instante el pequeño abrió la boca y balanceo su cabeza con ansias al sentir la cercanía de su fuente de alimento. No podía ver, pues sus ojos se habían mantenido cerrados desde que vio la salida al mundo.

Aun así, su olfato le decía que frente a él se encontraba su saciedad.

─ Espere a que abra la boca por completo y luego introdúzcalo en la boca hasta el fondo, dejando que la boca del bebe cubra por completo la aureola.

Ekaterina vio como el infante se desesperaba al sentir el pezón de su seno cerca, pero a la vez lejos. Cuando vio que este abrió la boca a mas no poder introdujo su pecho siguiendo las instrucciones anteriores. El infante no se contuvo una vez obtuvo su deseo y comenzó a succionar con avidez la anhelada y lechosa sustancia.

─ … Molesto.

El rostro de Laera se contrajo tan pronto escucho la queja. El sentimiento de amamantar por primera vez era común en las primerizas. Pues, la fuerza con que los bebes succionan la leche es algo incomodo y molesto. Solo es cuestión de adaptarse a ello. Pues la lactancia no es para siempre. ─ Es un fastidio al inicio, pero mejorara con el tiempo.

Ekaterina solo dio un murmullo en respuesta, su atención estaba en la rosácea criatura que chupaba su pecho con ansiedad. Para ella, toda esta situación era desconocida. Conocía la muerte, no la vida. Su función era arrebatar vitalidad, no sustentarla. Viendo al pequeño intento de humano en sus brazos frunció el ceño; tenia mucho que investigar y procesar.

Shenet vio a su señora alimentar a su joven amo con calma e indiferencia, para ella la expresión de su señora era normal, aunque a comparación de antes del embarazo se había vuelto menos expresiva. Aunque, viéndola nuevamente parecía carecer de más emociones que antes del parto.

Por su comportamiento vigilante para quienes tomaban en brazos al recién nacido era imposible que mostrara rechazo al bebé. Sin embargo, no estaba segura si la situación pudiese cambiar de más tarde.

─ Matrona Laera, iré a lavar las cosas usadas durante el parto. ─ explico Shenet hiendo a recoger nuevamente el gran canasto rebosante de ropa y utensilios. ─ Espero pueda atender a mi señora mientras tanto.

Laera no se sentía del todo cómoda en lo a quedarse a solas con la madre se refería, pero aun con la duda decidió aceptar. ─… Entiendo, no te preocupes. ─ hizo una pausa antes de continuar. ─ Todavía tengo que terminar mi trabajo, para cuando termines todavía estaré moliendo las plantas.

No quería dejar a su señora a cargo de otros, pero si no terminaba de limpiar terminaría contaminando el ambiente, tanto para su señora como para el joven maestro.

─ Volveré enseguida, mi señora. ─ manteniendo la vista en la pálida chica sobre la cama, aguardo unos segundos antes de dejar aquellas palabras tras de si e ir a cumplir con su oficio.

Ekaterina solo le dedico una mirada de soslayo antes de volver su atención a su hijo, este parecía incapaz de encontrar saciedad. No obstante, sus pechos contenían una gran cantidad de leche. Esta se derramaba sin hacer el más mínimo esfuerzo, así que el infante puede beber cuanto quiera. El alimentarlo, estaba dentro de su deber.

Sin cambiar la postura de sus manos mucho menos incurrir en la interrupción alimenticia del infante, acomodo el débil cuerpo que se le había conferido en las almohadas tras su espalda. Echando la cabeza hacia atrás miro hacia el techo sin punto fijo al cual observar y concentrando su mente en las memorias dejadas atrás por su contratista, inicio la clasificación de esta. Cada detalle, circunstancia, secreto, momento y plan fue clasificado según la importancia de ello y la amenaza que ella pudiera considerar como relevante.

─ Solo puede darle de comer por veinte minutos, luego debe retirarle el ceno y ayudarlo a eructar los gases. ─ a lo dicho ninguna respuesta negativa o afirmativa fue expresada.

Viendo que su presencia era ignorada, Laera se dio la vuelta y comenzó a preparar las dosis requeridas para el tratamiento de recuperación.

En el ambiente, a parte de la molienda y rastre de las hierbas al ser procesadas, el sonido era escaso. Laera había puesto su concentración en hacer el ungüento para la cicatrización de la herida en la zona intima de Ekaterina, dicha zona era delicada; aún más después de dar a luz. Por ello debía hacer la mezcla con cuidado, de forma que la misma sea suave en textura y fuerte en alivio. El ungüento no era la única medicina, pero si una de las importantes.

También había separado cuatro tipos de hierbas diferentes, calmante, antibiótico y desinflamante, las tres fueron separada en cinco porciones. Cuando la sirvienta de la joven madre regrese, le dará las instrucciones para preparar los baños a vapor en los cuales hará uso de estas, así como también la forma de introducir y manejar el cuerpo de su señora a la hora de realizarlos.

En cuanto a la alimentación posterior al parto…

Laera observo la pequeña habitación de reojo, a parte de la vieja cama, la mesita a un lado de esta y el minicomedor en el cual estaba preparando la receta médica, no se encontró más nada. Cuatro paredes agrietadas las rodeaban y una ventana hecha de trozos de madera firmemente cerrada ocultaba cualquier rastro de paisaje exterior.

La pareja de ama y sirvienta poseía poco.

Mientras pensaba en la precariedad de sus clientes, se percató de que esta fue su primera visita a estos. A pesar de que había recibido innumerables veces a la sirvienta en su morada ya sea para recibir asesoramiento de los cuidados durante el embarazo o el informe en cuanto al progreso de este, nunca vio a la afectada en cuestión; no hasta que fue la hora del parto.

El susto ocasionado esta mañana, debido a la abrupta interrupción de Shenet en su casa, era algo que nunca olvidaría. Aun es incapaz de explicar la fuerza con que la chica rompió su puerta y llamo a su encuentro, cuando se apresuró a encontrarla, esta sostuvo sus hombros y con aliento agitado exclamo por su servicio para el atendimiento del parto.

Cuando esta vio que no reaccionaba, saco una pequeña bolsa de su cinturón y la cerró en sus manos. El objeto, aunque pequeño, tenía un gran peso. Nerviosa y un tanto paralizada por el shock inicial, abrió la bolsa y vio una gran cantidad de monedas de cobre y plata. El pago por sus servicios eran cincuenta monedas de cobre, esto incluye el cuidado posterior al parto. Pero solo era la receta y como prepararla. Ella no participaría de lleno en el proceso de recuperación.

Quienes solicitaban su ayuda no podían pagar ni la mitad de esta con dinero, usando el trueque para completar el pago; gallinas, víveres, arroz, tela o cuero, aquellos vienes se entregaban a su puerta para conformar el pago total. Nunca pensó que llegaría el día en que recibiera más de lo que solicitaba.

Ni siquiera tuvo oportunidad de aclarar este punto cuando Shenet la llevo con prisa al lugar en donde residían ella y su señora. Al menos pudo recoger su bolso de trabajo antes de atravesar el arco en el cual solo unos pocos segundos atrás se hallaba su puerta.

─ Gracias a Dios, mi marido y los niños están en casa… ─ susurró en un suspiro. No había preocupaciones por que alguien de mal vivir entrara a robar. Mirando la mezcla casi homogénea dentro del mortero, dejo en un pequeño bol de porcelana el molinillo y con dos pasos a su derecha, removió la olla que había dejado calentando sobre la pequeña estufa de madera, antes de ir a recolectar las hierbas le había pedido a Shenet mantener el fuego moderado para que el agua no hirviese.

Ekaterina se mantuvo imperturbable, aunque su contemplación no impedía que estuviese alerta a los sonidos que la rodeaban. Las memorias e información dejadas atrás por la antecesora de su ahora cuerpo eran abundantes en profundidad y limitadas en claridad. La fatiga del cuerpo impedía que su cerebro tuviese control sobre ellas.

Tendrá que reponer energías y así lograr un balance entre ambos.

Por el momento, la identidad de su cuerpo era una mezcla entre el fracaso de una pieza de ajedrez cultivada para un movimiento oportuno y el abandono de esta por no aportar la utilidad deseada.

Ekaterina Simonette D. Edrussh, segunda hija del marquesado Edrussh. Como hija de una casta noble, se espera obediencia y disciplina para alcanzar las metas impuestas por el reglamento familiar. Pero, a pesar de tener la sangre de dicha casta, para la misma, Ekaterina no era digna en su totalidad. Ni ella, ni sus hermanos.

El marquesado se regia por la ley de la valía. Hacer valer la sangre que corre por tus venas, mostrar que puedes ofrecer y como aquello puede ser útil para la familia. Si vas en contra de esto, solo eres un desecho y tu utilidad se reducirá a un peón de sacrificio.

Ekaterina se encasillo en el último renglón.

Fría e indispuesta a seguir lo que se esperaba de ella, su antecesora se abrió paso dentro del esquemático laberinto parental. Esto no solo reducía sus recursos, también la oportunidad de ser movida bajo los hilos del marquesado. Lo cual causaba descontento, repudio y aborrecimiento por parte de sus integrantes.

Para Ekaterina, la ganancia material y económica que había perdido por su renuncia al sometimiento importaba poco. Para ella, conocimiento y estrategia era suficiente para subsistir; la creación de un rostro carente de emociones o reacción alguna ante las faltas y provocaciones de los demás fue una ventaja adjunta. Así logro mantenerse a sí misma hasta los veintidós años.

Durante todo el trayecto, poco a poco se fue quedando sin apoyo monetario y ayuda servil. Solo Shenet se mantuvo a su lado de forma imperturbable, esto a pesar de las innumerables quejas y acusaciones que se formaron para hacerla renunciar.

Insultos, maltrato verbal, acusaciones injustificadas, acumulación de trabajo e incluso castigos fisicos; nada de aquello hizo retirar a la sirvienta.

El banco de memoria le daba pequeños detalles de la vida de su antecesora más sin embargo estos se presentaban de forma salteada, podía ser momentos antes de su llegada pero de forma corta o escenarios de hace unos cuantos años con una proyección mediana para analizar. Aquello le impedía estar al tanto del por qué tal lealtad de un mero sirviente.

Por el momento, tomaría en pequeña consideración la actitud de esta al momento de su llegada. Pero, solo eso.

Su deber primordial es ser madre de la criatura en sus brazos, aunque no sabía cómo cuidar una vida podía aprender. La sirvienta le sería de ayuda. EnEn caso contrario, puede ser descartada.

En cuanto a la otra mujer…

Ekaterina abrió los ojos y de forma ladina observó a Laera, la matrona estaba resguardando la crema herbal en una especie de frasco de porcelana azul. Cada movimiento fue hecho con cuidado y dedicación. La costumbre de sus movimientos era palpable a la vista.

Luego de que la mezcla fue completamente envasada, Laera coloco el frasco dentro de una caja de madera y espero a que la misma se templara para luego cerrarla. Lo cual tardaría unos minutos. Cuando iba a guardar las dosis de hierbas para los baños, sintió la mirada de la otra persona en la habitación. Así que, por reflejo, volvió la mirada hacia esta.

Pero, Ekaterina se encontraba en la misma posición en la cual la había dejado. Sus ojos cerrados y la cabeza inclinada con la mirada al techo mientras sostenía su ceno izquierdo para que el bebé no se ahogara mientras tomaba leche.

Laera sintió que el cansancio por las emociones agitadas y el estrés del trabajo consecutivo le estaban dando una mala pasada. Sentía cosas en donde no había nada y veía cosas que no tenían sentido alguno.

Para mala suerte de Laera, aquel presentimiento no era equivoco, pues los instintos de supervivencias están allí y lo que le había estado gritando desde el momento de recibir la mirada de Ekaterina, era la alarma de que su vida pendía de un hilo. Pues la persona a quién atendía estaba evaluando su utilidad en todo momento.

—Ya no está chupando.— La voz superflua de Ekaterina apartó los pensamientos contradictorios en la mente de la agobiada matrona.

Volviendo la mirada hacia la cama, se encontró a la joven madre observando a su recién nacido sin emoción alguna, el pequeño había soltado el pecho y se removia en sus brazos con pereza.

—Tal parece que está satisfecho, — Laera miro el reloj en su bolsillo, había tomado el tiempo en el que el infante comenzó a amamantar se. De veinte minutos, el pequeño se llenó con tan solo diez. — como es su primera alimentación, creo que está bien por el momento. Por ahora, hay que sacarle los gases y ponerlo a dormir.

Guardando el reloj en su bolsillo, uso el resto de agua tibia para lavar sus manos y desinfectar las, luego se aproximó hasta la cama.

—Le enseñaré como hacerlo. — Laera se acercó al pequeño al no recibir negación por parte de Ekaterina. El pequeño frunció sus escasas ejas al sentir el extraño toque, un indicio de momestia.

El llanto volvió a resonar dentro de las cuatro paredes.

Viendo nuevamente el descontento del infante, la matrona se sintió un tanto avergonzada. Había visto bebés apegados a su madre, pero este parecía ser un caso especial. Ni siquiera podía ser sostenido por quien ayudó a traerlo a este mundo.

Dándose un leve suspiro de consuelo, Laera prosiguió a dar una demostración de cómo ayudar al pequeño a eructar al tiempo que explicaba el por qué estos no son capaces de hacerlo solos. Muchas madres primerizas le hacían está pregunta, así que para ella ya era costumbre decir el por qué sin que le preguntarán.

—Sosteniendo con cuidado, colocamos al pequeño en el hombro que más nos convenga, — Ekaterina vio como la matrona colocaba de forma rectangular al pequeño ser rosado entre su pecho y hombro izquierdo. Sujetando con cuidado la cabeza de este con su mano derecha, entre el hueco de la accila del infante y el cuello, lo mecio un instante pero este no dejo de llorar. — los bebés son recurrentes a balancear su cabecita, ya que no tienen fuerza en sus huesos mucho menos equilibrio en el cuello, así que debes sujetarlo de esta forma para evitar accidentes. — explicó. — Ahora, ahuecamos la palma de la mano libre y con suavidad damos pequeños golpes en su espalda de arriba hacia abajo. La fuerza debe ser mínima pero el golpeteo debe ser constante hasta que…— sus palabras no habían terminado cuando el infante hizo una pausa de su llanto ante la interrupción de un pequeño erupto.

Aunque el silencio no duró mucho puesto que, el infante retomo con más fuerza sus alaridos.

—Bien hecho. — congracio Laera, luego le pasó el pequeño a Ekaterina. Al sentir los brazos de su madre, el pequeño dejo el llanto en segundo plano. — Intentelo. — sugirió la matrona, luego de sentir un poco de depresión al ver la irrefutable preferencia del pequeño.

Siguiendo lo antes visto, Ekaterina colocó al pequeño en su hombro derecho y con su mano izquierda realizó los golpeteos que se requerían para que esté eructase. Como el cuerpo que habitaba estaba débil, el esfuerzo para controlar su fuerza estuvo bien balanceado. Así que, luego de breves segundos, su hijo erupto una segunda vez.

—Perfecto, bien hecho. — felicito la matrona, — Ahora, es hora de la siesta. — comento al ver como después de ver que el pequeño no tenía más para dejar salir y comenzaba a presentar respiraciones suaves mientras permanecía calmado en el hombro de su madre. — Existen muchos métodos para hacer dormir a los bebés, pero lo más recomendable es que después de la alimentación se encuentre una postura que el pequeño encuentre cómoda y con leves masajes en la espalda se comience a arrullar.

Ekaterina la observó a la espera de su ejemplo.

Viendo que la joven madre se le quedaba mirando, Laera sonrió y se aproximó hasta ella.

—El pequeño está rendido y parece que la posición que usas ahora le resulta cómoda, masageale la espalda de forma pausada y pronto se dormirá

La mano de Ekaterina se movió según lo dicho y efectivamente, la respiración del pequeño se volvió tranquila e imperturbable con los minutos.

—Cuando este completamente dormido, acuestelo de lado serca de usted y si se queja un poquito, solo debe seguir dándole suaves masajes hasta que se tranquilice. — sugirió Laera dadole un gesto de aprobación a la joven, está aprendía muy rápido. — No lo debe de acostar boca abajo, esa postura es peligrosa en los bebés recién nacidos. Solo de lado o boca arriba.

Ekaterina dio un leve murmullo en reconocimiento. Por el momento, la matrona tampoco no sería descartada. Era un buen material de estudio.

Laera, quien desconocía que el cordón de su vida había sido extendido, estaba a punto de regresar a empaquetar las hierbas restantes cuando vio que las perlas azules de Ekaterina volvían su mirada a la entrada.

Antes de que la pregunta saliera de su boca, la puerta fue habierta con impetud.

—Escuche que diste a luz, ¿Hasta cuando me harás seguir esperando, pequeña Eride?