Los electroshok que le hicieron a Nahuel directo a su corazón no funcionaron, por más esfuerzo que los médicos hicieron la vida de Nahuel Uzumaki llegó a su fin.
La linea mortal lo indicó en el momento en que Shinki y Shura entraban al quirófano. Shinki se cubrió la boca para no gritar mientras que Shura se acercó a Nahuel para confirmar lo evidente.
La última maldad de Menma fue exitosa. Su venganza se concretó. Nahuel murió defendiendo a Shikadai, el verdadero blanco del asesino.
Los Uchiha hicieron los preparativos para el funeral mientras Gaara y Mitsuki se ocupaban de lo legal. Shikadai estaba destrozado, era la primera vez que quedaba sin alma alguna. Vacío y sin vida.
Aún no entendía por qué había pasado aquello. Repentinamente el jóven Nara se sintió muy solo, ya que sus padres siempre estaban ausente y él jamás frecuentó a sus primos hermanos generando así lazos de amistad.
Tampoco se hubo relacionado con su tío Gaara como para que ahora cuente con el apoyo moral de todos ellos.
Boris, perdió a Boris por imbécil amándolo tanto dejó que Menma le envenenaran la mente. Y cuando al fin aparecía alguien similar y diferente a la vez, alguien que lo amaba en serio....tenía que morir.
Shikadai siempre se caracterizó por ser alguien tranquilo, sin mostrar sus verdaderos sentimientos. En casa, sus padres se limitaron a decirle lo mucho que valoraban su vida pero siguieron con sus vidas rutinarias.
Shikadai se preguntaba si en algo hubiesen cambiado si el asesino de Nahuel hubiese cumplido su verdadero objetivo.
De repente al pelinegro no le bastaba la fortuna ni nada de lo que tenía a su alrrededor.
Solo en su ginmasio, comenzó a golpear la bolsa de boxeo mientras lloraba a más no poder. Los recuerdos se agolpaban en su mente desesperándolo.
Se mezclaban las imagenes entre Boris y Nahuel. Su amor por ambos era diferente ya que Nahuel se había introducido en la más profundo de su corazón.
Lo amaba tanto que ahora honestamente no sabía como seguir viviendo debido a la soledad. La cruel soledad en la que siempre vivió.
Cuando la imágen de Nahuel ensangrentado cayendo en sus brazos se cruzó por su mente, dió un fuerte golpe a la bolsa para caer al suelo llorando desconsoladamente. Nadie sentía su muerte tanto como él, absolutamente nadie.
Esa tarde fue al funeral con su expresión vacía, se acercó al ataúd sin mirar a nadie. Allí estaba su amado rubio, parecía que dormía.
¿Por qué Nahuel? ¿Por qué lo hiciste? Debíste dejar que me matara a mí en vez de ponerte en el frente....mi amor. ¿Qué haré ahora sin tí?
Boris se le acercó y en silencio lo abrazó, era el único que podía entenderlo realmente.
— Lo siento Shikadai, lo lamento tanto.
El pelinegro lo abrazó con intensidad sin permitirse llorar, él era así. Aquel abrazo le recordaba a Nahuel.
— Nahuel....¿por qué lo hizo?
— Por amor, te amaba mucho. Yo habría hecho lo mismo para proteger a Shura.
— Menudos imbéciles resultaron ser ambos ¿qué se supone que debamos hacer Shura y yo sin ustedes?
Como única respuesta Boris lo volvió a abrazar intentando hacerle ver que no estaba solo. Shura se les acercó en esos momentos.
— Cuida a Boris primo, tiene ideas muy estúpidas como solía tenerlas Nahuel — inmediatamente se fue del velorio ya que se sentía que se asfixiaba.
Ignoró las miradas de sus parientes y demás personas, ya no le interesaba nada de nada.
Tras el entierro de su amado, el pelinegro se fue a su departamento donde se encerró a pasar su duelo sin nadie y en silencio.
Se dedicó a beber y a fumar no respondió las llamadas a su celular ni se conectó a ninguna de sus redes sociales.
Directamente se aisló de todo y de todos. Durante un mes pasó los días borracho y deprimido. Sabía que sus padres se fueron de viaje a otra ciudad para celebrar su nuevo aniversario. Shikadai sabía que solo pensaban en ellos mismos y no le importaba ya.
No podría vivir así, no sabía en qué momento Nahuel se había vuelto tan importante para él. Solo sabía que no podría seguir así por más tiempo. Algo tenía que hacer.
Se dirigió a la cocina donde sujetó un cuchillo disponiendose a abrirse las venas. Ya lo tenía decidido, seguiría a Nahuel al otro mundo.
Fue cuando sintió que golpeaban la puerta con intensa desesperació.
Demonios ¿quién será?
Shikadai pensó aquello mientras dejaba el cuchillo para dirigirse al living, donde no solo escuchó que golpeaban la puerta con las manos, sino también gritos de un joven que se notaba desesperado.
Shikadai abrió para dejar pasar a un desesperado y enloquecido joven de aparentemente su misma edad. Sus rubios cabellos estaban alborotados y apelmazados sobre su rostro y su cuerpo. Eran largos ya que pasaban sus hombros.
Su verde mirada parecía enloquecida. Temblaba como una hoja y estaba llorando. Sus ropas rotas y sucias mostraban que había estado encerrado, y las marcas que a simple vista se veían en su cuerpo indicaban que estuvo atado.
—¡Ayúdame! ¡Por dios ayúdame! — diciendo aquello el joven cerró la puerta de golpe.
—¡Oye! — se quejó Shikadai quien seguía bajo los efectos del alcohol.
El muchacho se adentró y se dejó caer al suelo apoyandose en la pared sin dejar de llorar intensamente.
— Me siguen, me están siguiendo...quieren...
—¿Qué quieren?
— A mí, me quieren a mí...
—¿Quiénes son ellos? — el muchacho lloraba son cesar —¿Quiénes son?
— Los del club nocturno a donde me tenían prisionero
—¿Qué?
— Ya no soporto más, no aguanto más.
Shikadai sintió que aquello despejaba su mente de los efectos del alcohol. Su suicidio tendría que esperar.
—¿Cómo te llamas?— le preguntó Shikadai.
—Inoji, me llamo Inoji ¿me ayudarás? Por favor...por favor
— Por supuesto Inoji, soy abogado.
—¿Abogado? ¿Y cómo te llamas tú?
—Shikadai Nara.