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Chapter 11 - Abandono

Nahuel observaba todo a su alrededor con intenso asombro. Su propio cuerpo había cambiado, al punto de no sentir frío ni dolor ni desesperación, pese a seguir descendiendo cada vez más al fondo del océano rumbo a sitios que ningún humano pudo llegar jamás.

Boris llegó al lugar donde solía vivir Shura y su familia, pero para su asombro no había nadie allí.

El lugar estaba vacío, y por más que el rubio los buscó y llamó a alta voz no obtuvo respuesta alguna. Por más que intentó localizarlo con el poder de su mente, nada fumcionó.

La angustia de Boris se hizo visible. Nahuel lo abrazó con ternura.

— No lo entiendo papá, ellos estaban aquí. Vivían aquí. Pero se fueron, yo le dije a Shura que volvería contigo a su lado. Él lo sabía...

Boris lloró desconsoladamente en los brazos de su padre. Por más que lo buscó y llamó su amado no respondió. Padre e hijo se quedaron ahí ya que ninguno conocía el océano y sus secretos.

Boris se deprimió al punto de no levantarse del lugar donde solía dormir junto a su amado tritón durante más de cinco días. Nahuel buscaba la comida guiandose por el instinto y obligaba a su hijo a comer. No estaba dispuesto a perderlo.

Pero al pasar una semana lo obligó a levantarse y moverse. Tenía que dejar la tristeza atrás.

— Hijo, eres impresionante. Nada vale la pena que te deprimas así.

Boris hizo su máximo esfuerzo y obedeció a su padre ya que sabía que tenía razón. Nahuel le propuso explorar juntos ese nuevo mundo al que ahora pertenecían, y buscar un nuevo sitio donde vivir.

El oceano y sus maravillas fascinaban y asombraban tanto al padre como al hijo. Boris sentía especial ternura por los hipocampos, aquellas pequeñas pero hermosas criaturas que eran los preferidos de Shinki.

El dolor no dejaba su alma, Boris cada tanto derramaba  lágrimas de pesar. Pero en verdad hacía su máximo esfuerzo para calmarse y despojarse del dolor.

Él amaba a Shura pero su papá se encontraba en problemas. Lo iban a matar maldita sea. ¿Qué se suponía que él debía hacer? ¿Ignorar a su padre?

Respiró profundo mientras nada junto a su papá, mirando a todos lados. Boris le había prometido a Shura que volvería por él junto con su padre ¿por qué demonios no confió en él?

De la angustia pasó a la furia total con el correr de los días. Junto a su papá, encontraron un hermoso lugar dónde quedarse a dormir y vivir. 

Las plantas marinas y corales decoraban el lugar, junto a las inmensas esculturas de sirenas y tritones era el mejor de los mundos para ambos.

Los peces e hipocampos los rodeaban continuamente, en especial los hipocampos. Durante todo ese tiempo no se toparon con ninguno de su misma especie, hecho que sorpendía a ambos.

Pero pronto supieron que en realidad habían pocos, ya que los humanos a lo largo de los siglos los mataron o capturaron. Nahuel recordaba haber visto a una sirena una vez cuando fue junto a su esposa a la mansión de uno de los amigos de sus suegros.

Ésto lo enojaba a más no poder, ahora que formaba parte de esas criaturas marinas no permitiría que los dañinos de los humanos los sigan matando. Mientras pueda, los protegería a todos, en especial a su hijo Boris.

Nahuel fue desarrollando el poder de manipular el agua y el viento.  Así se dedicó a entrenar junto a su hijo. Eran pocos los tritones y las sirenas que poseían dones de ese tipo. Ellos ersn unos de los pocos afortunados.

Así ambos regresaron a la superficie para hacer justicia. Los barcos pesqueros se triplicaron junto a las redes y demás trampas.

Pero tanto el padre como el hijo utilizaron sus dones para hundir los barcos, matar a los asesinos pescadores y destruir todo lo relacionado con los pescadores.

Habían capturado a varios tritones y sirenas que tanto Nahuel como Boris los liberaron. Ninguno de ellos tenían dones como él y su padre.

Durante varios meses los dos se ocuparon de destruir los barcos asesinos usando los dones que poseían.

Así, llegó un momento, en que la ciudad tuvo que cambiar su negocio transformandose en una ciudad turistica que en cuyas playas reposaban las sirenas y los tritones.

Los habitantes y las autoridades liberaron a las criaturas que estaban prisioneras. Y ahora las alimentaban y procuraban que abunden.

Aquello hizo prosperar a la ciudad logrando que se relacionen con esas bellas criaturas que los respetaban también.

Transcurrido un año y medio, la amistad surgida entre los humanos y las criaturas marinas se había vuelto solida. Se cuidaban mutuamente.

Boris y su padre no tuvieron ya la necesidad de subir a la superficie. Más bien se alejaron de esos lugares para siempre. Ahora estaban en su nuevo hogar relajados y tramquilos.

Boris empezaba a olvidarse definitivemente de Shura y su familia, para empezar a pensar en buscar un nuevo pero sincero amor.

Tanto él como su papá tenían amigos tritones y sirenas, en el lugar donde habían decidido quedarse abundaba su especie.

Había una sirena de blancos cabellos, escamas blancas, piel lozana y blanca, ojos turquesas, que pasaba gran parte del tiempo junto a Nahuel y Boris. Pero en particular junto a Nahuel, quien reía felíz a su lado.

Boris sabía que ambos se amaban solo que su papá era bastante tímido en esas cosas, menos mal que ella sabía tratarlo.

Lo hacía felíz saber que su papá estaba empezando a vivir una nueva historia de amor. Esa tarde mientras los contemplaba desde cierta distancia pensaba:

"Llegó el momento de que me permita revivir a mí también".

Se alejó para darles privacidad. Pero no nadó más de dos centimetros que escuchó su voz.

— Al fin te encuentro Boris, me llevó tiempo pero lo pude lograr. Te extrañé mi vida

—¿Shura? ¿Eres tú?

El aludido asintió con la cabeza mientras se le acercaba, pero el rubio se quedó petrificado ante la repentina aparición de quién en un momento fue la razón de su vida.

Sin embargo cuando Shura quiso tocarlo, Boris alejó su roce de un manotazo mientras fruncía el ceño y retorcedía.

—¿Qué demonios quieres Shura? Me abandonaste hace casi dos años.

— Boris yo...no tuve otra opción mi vida...

—No Shura, no me llames así. Vete.

— Te amo Boris.

—  ¿En serio?

—Sí

— Que mal, porque yo ya no.