Utilizo mi fuerza para apartarlo, pero me es imposible. «Es demasiado fuerte» Me siento acorralada por él. Un momento, poco de segundo, siento su aliento y un cálido sabor a menta entrar en mis labios. Los suyos eran suaves. Mi mente se queda en blanco y mi cuerpo no recibe señal de peligro. Por lo que obedece. Los hombres vuelven a pasar y nos ve besándonos deciden ir en su camino. Mis seis, sentido humano habían desaparecido. No se a donde Diablos, pero no estaban justo en este momento. Cuando por fin me dejo los labios. Sentí un vacío inmenso.
Con la conciencia interrumpida, quería más de ese beso. «SINVERGÜENZA»Me reclamo a mi misma y después me doy la razón que no era nada malo. Vuelvo a mis sentidos y estoy despegada de él. Pero atónita de lo que acababa de pasar. En mi mente por fin vino la información adecuada. «¿Quién demonios era él?» «¿Y por qué me salvo?» Estuve a punto de decirle cuando, vi un auto negro pararse y él me dijo que subiera.
Lo miré, pero ahora que lo pienso, digo que su voz me parece conocida y que ante la habida escuchado, pero donde. Estaba dispuesta a negarme cuando él me susurro.
_ Te llevaré, no temas. No soy uno de ellos. Como puedes ver te acabó de salvar.
Claro, que me acabas de salvar y aprovechado también. Su vos roca, como una melodía ceñosa y profunda que solo escucharla se me estremeció la piel y mis sentidos se evaporicen. «Que mierda pasa conmigo» Su presencia, me embobece y su altura. Por Dios es muy alto. Y su cara no lo pude ver bien. Abrumada por la situación. Saqué mi celular, pero él me la quito. Mi señal de alerta se activó. Después con un dedo. Me señalo un rincón donde estaban escondidos unos hombres.
Sentí que el pánico se apoderaba de mí y tenía que correr por mi vida. Estaba por terminar enredada en un lío más grande que mi propia vida.
El carro se puso en marcha y dimos varios giro hasta materno por completo en la ciudad y perder esos tipos que nos seguían. Cuando vi como el chofer miraba por el retrovisor. Me sentí mucho más nerviosa. Trate de calmarme y controlar todo.
Era imposible la presencia de este a mi lado, me saca fuera de mi cobertura. Es como que ahora solo emitía una señal terrible. Me recosté en el asiento para tratar de esquivar su mirada que sentía que me desvestía.
Ahora que lo veo, acercándose a la playa, me quedo confundida. Mi sentido humanitario vuelve a donde había nacido.
_ ¿No preguntantes mi dirección, porque te diriges a la playa?
El muy santo, sin yo poder aun reconocer su esbelta cara solo sopla y no habla. Eso me pone los pelos de punta y hablo con más tono por si no escucho.
_ Gracias, por salvarme de estos malditos secuestradores. Pero yo aquí me bajo.
Después de decir eso. Él me mira y enarca una ceja.
_ No vives aquí, porque te bajas en medio camino, caminaras mucho para llevar a tu edificio-
Lo miro y trato de buscar la luz. En mi mente se forma una tormenta de preguntas. «¿Quién demonios era él?» «¿Cómo demonios conoce que vivo en un edificio y estoy muy lejos?» «Que me lleva el carajo, estoy en problemas?» Lo mire aún más. La poca luz que sentaba en la ventana cuando pasábamos, por un palo de luz. Daba una esbelta claridad sobre su figura. Pero fugaz. Me torturaba de no poder ver quien diablos tengo frente.
Acostumbrada a estar, en esos tipos de auto antes. Toque la capucha de arriba del auto e ilumine el auto. Me quede sorprendida. Trague saliva para poder dirigir lo que tenían en frente. Acaso este es el mismo Dios ceus, Poseidón. Acuaman lo que sea. «Santa diabla» «Papa Dios» que escultura. Unos ojos grises gatos que enramaba un aura peligrosa. Fenomenal. Una cejas negras muy negras y bien echas. Unos labios carnosos. Y este pecho donde estaba mi cabeza. Antes.
Lo peor, nada fue disimulado. Lo miraba y lo desvestía con ella. Quería encontrar y reconocer donde lo había visto ante. Pero recaigo en la cuenta que nunca conocí una escultura como esa que no fuera Ángelo Clindy. Él me miraba fijamente y sus ojos se perdía en mi horizonte. Esa luz en sus ojos me hacía sentirme segura, pero en alerta. Emitía peligro absoluto, pero que no podía sobrellevar. Vi como la comisura de su labio se elevó y sonrió con una picardía. Sin despegar los labios.
Me sentí llena de vergüenza, pero que va. Tenía que enfrentarlo. Por lo menos hablarle y conocerlo. Él fue quien me salvo, pero como se llama mi salvador.
Nerviosa de todo lo que acaba de ocurrir.
_ ¿Tú… como te llamas?
Me miro a los ojos. Y respondió con su vos firme y ronca.
_ Jerder.
_ Jerder… oh… Que bien. Gracias por lo de antes. Yo… soy-- Aún no había terminado de formar mi palabra cuando él me interrumpió. Pero como Diablos no podía hablar bien. Que tortura, no lo sabía.
_ Nadin stomcling. Sé quien eres.
Mi cabeza estaba por explotar. Lo miré incrédulo de lo que había dicho. Y de repente me llego en la cabeza, todo lo que paso en la Càrcer Y como viví una vida de miserable. No pude contener de los nervios y la rabia. » Quien se cree que es para decir que me conoce» «Pero como carajo sabes mi nombre»Es uno de los hombres de Ángelo. Como no lo imagine antes. Y no estaba por admirar más este esculverturado hombre guapo, tenía que escapar.
Mientras tocaba mi muñeca, hable con indiferencia. Por lo menos si era uno de los hombres de Ángelo Clindy tenía que enviarle un breve mensaje y sin mí llegaran donde él.
_ ¿Te envió, los Clindy verdad? ¿Cuánto te pagaron para que me siguieras?
Vi como su miraba, cambio de un solo clic. Con sus cejas fruncía era muy temerario y peligroso. Sus ojos salpicaba sangre, de que había dicho algo incorrecto. Pero debía saber más. Todo su ser y su cuerpo cambio de forma y su manera de sentarse se cambió a una pierna abierta. Me agarro la muñeca con fuerza.
_ ¡Nunca, pero nunca vuelvas a decirme que soy hombre de Ángelo Clindy!
_ ¡Que me lleve el carajo, Si no eres sus hombres como sabes tanto de mí!
Y que fue lo que él me dijo, que sabía tanto de mí. Fue solo mi nombre y sabía quien era. Nada más. En busca de la palabra correcta, para poder safarme de su agarre.
_ ¡Te lo repito, nunca digas una estupidez como esa!
_¿Me estás sermoneando?
En la forma que me agarraba la muñeca y ejercía fuerza en ella sentía que me ardía y que su piel quemaba el mio. No sé que sentido se activó en mí, pero esas manos me quemaban la piel. Su tacto tocando la mia, es como una chip de electricidad. Aparte mi mano y la flote.
Estaba enojada, y si fuera hombre de él no me importa yo de este auto tengo que salir.
_ Que lo seas, si o que no lo seas. No me importa una mierda. Ahora para el carro que yo me bajo. Y mucho cuidado al tratar de seguirme. Mire y vi que el chofer me miraba por el retrovisor. Y le gruñe al también.
_¡¿Qué diablos miras?!. Dije enojada cuando el ardor de mi muñeca no se calmaba. Le grite que detuviera el coche él ordenó y yo me baje a Cuatro cuadras de llegar al edificio.