Nota del autor:
He creado una página de patr eon. Si quieres apoyar mi trabajo, por favor visítala. Ahí se pueden encontrar 6 capítulos adelantados para los mecenas.
https://www.patr eon.com/finlegost
Pueden encontrar los conceptos artísticos de los personajes:
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Muchas gracias a mis mecenas.
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El mediodía se acerca y estoy yendo a la tienda de los padres de Agustín y Joseph a recoger la daga. A Julia le deje una carta sobre mi cama explicando la situación, espero que me entienda. Anoche estuve una buena cantidad de horas intentando que sonara lo más tranquilizadora posible.
Al entrar en al taller, tras saludar con la mano a las madres de los chicos que están ocupadas atendiendo a unos clientes, veo a Sabrina junto a Joseph y Agustín esperándome en su interior, y me acerco a ellos. Los padres de los chicos están trabajando el metal en la forja, pero de Lorna no hay señales en el taller.
"mi hermana estuvo trabajando en la daga hasta hace unas pocas horas, ya que todavía había que afilarla y el mithril es bastante difícil de trabajar" dice, al ver como mi mirada vaga por el patio, buscándola "No durmió durante la noche para terminarla, por eso está durmiendo ahora. Te desea suerte en tu viaje"
"Ahh, dile cuando despierte que se lo agradezco muchísimo" digo, sorprendido de que se haya tomado semejante molestia por alguien que no conocía hasta ayer.
"ya se lo dirás tu cuando volvamos" dice Agustín, con el tono de decisión en la voz que siempre adopta cuando nos vamos a enfrentar a un combate.
"¿qué quieres decir?" pregunto desconcertado.
"¿acaso creías que te dejaríamos ir solo de aventuras?" pregunta Joseph con una sonrisa.
"¡no me voy en busca de aventuras, Joseph!" exclamo, exasperado y molesto "Voy a ir a un lugar peligroso ¿porque diablos quieren seguirme?"
"justamente por eso" dice Sabrina "para eso están los amigos ¿no?"
"tiene razón" dice Agustín escuetamente.
"si ¿qué clase de amigos seríamos si dejáramos que fueras solo a divertirte?" dice Joseph, pero al ver mi mirada deja el tono de bromas y con un tono de voz parecido al de su primo dice "entendemos, Xel, justamente por eso te queremos acompañar. Cuantos más seamos, mayores probabilidades tendremos de salvar a Ragnar"
"hmt, bien" digo, resignándome a aceptarlo "pero yo voy a irme a caballo ¿ustedes saben montar?"
***
Resultó que los chicos si sabían montar y, aunque Sabrina no sabe hacerlo, Agustín le aseguro que podría ir en el caballo con el sin problemas. La equitación era otra de las tantas cosas a las que se había aficionado Joseph durante un tiempo, en la que, como parece ser normal, Agustín lo acompaño.
Así que, tras comprarle otros dos caballos al amigo de Ozy y esperar a que los ensillen, partimos en dirección a la salida sureste de la capital.
Actualmente estamos acampando y, tras un día de marcha acelerada montando a caballo, mi cuerpo está un poco adolorido por la falta de costumbre, mis compañeros no parecen estar en mucho mejor estado.
Cuando volví desde el Pueblo Encrucijada con Joaquín a caballo, íbamos a un paso más relajado, por lo que nunca sentí el estrés de cabalgar en el cuerpo. Pero ahora estamos en una carrera contrarreloj, por lo que estamos yendo lo más rápido que nos permiten nuestras monturas, sin sobre exigirlas.
El muchacho que nos vendió los caballos nos dijo que los arreos están encantados para mejorar las capacidades de los animales, pero que igualmente no los presionemos demasiado.
Mientras esperamos a que se cocine la cena, Joseph se pone a tocar la flauta para intentar animar el ambiente.
Ha mejorado increíblemente con el instrumento, parece que tiene un talento excepcional para el mismo, pero mi humor sombrío no cambia a pesar de la música.
Durante el viaje casi no hablamos y, aunque ahora los chicos intentan conversar conmigo, no puedo evitar que mi voz suene tensa y mis respuestas bruscas.
Es normal, ellos solo conocieron a Ragnar durante unos días y por eso para ellos no es más que un instructor del gremio, mientras que para mí Ragnar es la razón de que pudiera iniciar una nueva vida en la capital.
El junto con Julia, me enseñó a luchar; me enseñó a hacer magia, me dio un lugar donde vivir y me alimento. Y, mucho más importante, fue mi amigo cuando mi vida estaba destrozada y yo no podía caer más bajo. Por eso no puedo evitar estar preocupado y tenso ante la perspectiva de que algo le sucediera.
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Al atardecer del sexto día llegamos a nuestro destino. La aldea en cuestión está compuesta por unas decenas de casas de ladrillos construidas sin mucho orden. Está ubicada cerca de un rio y unos pocos árboles, en la región habitada más oriental del reino.
Nos acercamos a unos niños que están jugando delante de una casa y les preguntamos donde está la casa del amigo de Ragnar.
Los niños nos dirigen una mirada extraña antes de respóndenos e irse corriendo, supongo que no ven muchos extraños por la aldea.
No encontramos nada en la casa que nos indicaron, parece deshabitada y, desde las ventanas, vemos que los muebles del interior parecen estar cubiertos de polvo.
Le preguntamos a una mujer de una casa cercana que está recogiendo la ropa tendida en un hilo y, tras mirarnos con una mirada vacía durante unos momentos, nos responde que deberíamos ir a hablar con el jefe de la aldea, ya que a ella no le gusta hablar mal de sus vecinos.
Extrañados vamos a ver al jefe de la aldea. Nos recibe un hombre de unos 40 años y, cuando le preguntamos sobre el tema, nos invitan a tomar algo a su casa.
Al entrar vemos a su mujer que tiene una jarra de jugo en sus manos. Empieza a servir el jugo en unos vasos que hay sobre la mesa y al terminar se retira a otra habitación.
El hombre nos invita a sentarnos. Hacemos lo que dice y empieza a contarnos la historia. No puedo evitar estar en tensión mientras me siento, pensando en que tal vez el hombre se dispone a hablarme de la muerte de mi amigo.
Parece ser que Ragnar y su amigo partieron hacia el bosque cercano a buscar, siguiendo unas huellas, lo que sea que se estaba robando el ganado. Sin embargo, tras haberse adentrado en la espesura, no volvieron a salir.
Mientras escucho la historia bebo el jugo de a ratos. Parece ser de manzana, pero tiene un ligero toque de otra fruta que no logro identificar. Es raro, considerando que probé una infinidad de combinaciones cuando vivía con mis padres. Mis preocupaciones se aligeran un poco tras escuchar al jefe de la aldea, ya que, aunque no sabemos todavía con certeza que le ha pasado a Ragnar, siguen siendo mejores noticias de las que me esperaba al llegar a la aldea.
Nos invita a quedarnos a pasar la noche y cenar. Aceptamos, ya que está oscureciendo y tal vez puedan contarnos algo más del bosque, al que decidimos ir a investigar mañana.
En la cena conocemos a su hija, una niña de unos 15 años de pelo blanco y ojos celestes. Joseph la mira como si nunca hubiera visto una chica, e intenta constantemente llamar su atención. Me hace gracia su actitud, teniendo en cuenta lo que se ha burlado de Agustín durante el viaje por como actuaba con Sabrina.
No averiguamos gran cosa del bosque durante la cena por las actitudes de Joseph, pero ya le preguntaré al jefe de la aldea mañana. No sé por qué, pero me siento relajado, optimista... Me siento como no me sentía desde que supe de la desaparición de Ragnar. El hecho de que no hayamos encontrado señales de él me parece más una buena noticia que una mala. A fin de cuentas, si le hubiese pasado algo grave la gente de la aldea lo sabría ¿no?
Dormimos junto a la chimenea de la casa en nuestros sacos de dormir, ya que el jefe no tiene camas de sobra para ofrecernos. Pero no importa. Sigue siendo mejor que dormir a la intemperie.