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Chapter 2 - Portal a la utopía

EN EL EDIFICIO DE LA PRUEBA

-Esperemos vengan. -dijo titubeante.

-Vendrán. Aún falta mucho tiempo. ¿Por qué dudas? ¿Acaso no escogiste bien?

-Yo no lo hice -dijo rápidamente por los nervios- Se lo dejé como encargo a una muchacha que vi en la calle. Se veía triste y con ira consumida así que converse un rato con ella. Al parecer le tiene una envidia muy fuerte a alguien que conoce. Hasta comento que la quería ver muerta a veces.

- ¿Y?

- Y bueno le explique sobre esto -refiriéndose al experimento que llevaban a cabo- y el riesgo de muerte que existe. Se intereso más al escuchar eso. Supongo traerá a esa persona aquí.

- ¿Eres imbécil? ¡Qué digo si definitivamente lo eres! -tocó su frente en señal de preocupación.

- Pero aún no sabemos. Probablemente venga a quien dijo que traería.

-No es solo eso. Le hablaste a una desconocida sobre nuestro verdadero propósito aquí. ¡¿Sabes en los grandes problemas en los que nos meteremos si tu amiguita de la calle decide abrir la boca con las personas equivocadas?!

El tono de la conversación subió haciendo que los demás trabajadores pudieran escuchar e interesarse en esta. Uno de los inexpertos y jóvenes científicos se acercó a la habitación para preguntar que ocurría. Ambos dijeron que fue un malentendido y se disculparon por el disturbio, pero una vez estuvieron solos de nuevo continuaron con la conversación en un tono más calmado.

- ¿Por qué no conseguiste a alguien tú mismo? Dime. -preguntó su colega en voz baja y con un tono de molestia.

- Porque no quiero exponer a nadie de mi entorno a una posible muerte. No odio ni envidio a nadie como para exponerlo a eso. Preferí que alguien más lo haga. Así si alguien muere…-lo interrumpió

- ¿Qué? ¿Crees que porque mandaste a alguien más a conseguir una presa para nuestro experimento te libraste del cargo de conciencia? – susurró al preguntar mientras lo agarraba del cuello de su camisa con fuerza- Recuerda que si esas personas mueren estarán bajo el cargo de conciencia de todos los presentes. Incluyéndote obviamente. Así que no vengas a disculparte con excusas baratas de que "Yo mandé a alguien más" "Esa persona condenó a alguien. Yo no". No eres mejor que los que eligieron a alguien por su cuenta, porque por lo menos ellos aceptan lo mierda de personas que son y no se disculpan como tú. Absolutamente todos los que estamos aquí somos mierda, porque al final condenaremos a alguien a una posible muerte. -lo soltó, pero su mirada llena de furia seguía clavada en él.

Él bajo la mirada avergonzado. Empezaba a reflexionar sobre lo que le había dicho su colega, pero entró a la habitación una de las encargadas generales del experimento e interrumpió sus pensamientos.

-Ya llegó uno.

Este comentario llamo la atención de ambos.

-Entonces comencemos. -le respondió la mujer a su colega.

-Sí, pero ¿no deberíamos, al menos, hacerles firmar un contrato o algo? -preguntó el hombre.

-No, no será necesario. Según ustedes- dirigiéndose a la encargada- no recordarán nada o morirán. Además, es tarde para querer hacer esto de una manera políticamente correcta.

- "Si le dijera que no estamos seguros de que no recordarán nada ¿Cómo reaccionaría? Seguro se pondría histérica."-pensó la encargada- De todas formas, debemos hacer de que los sujetos a prueba no se vean para nada, por ello cada uno estará en un cuarto diferente. Ambos podrían ayudarme a vigilar los cuartos si desean.

- ¿Está segura? Le recuerdo que nosotros persuadimos a los sujetos a venir aquí y podrían reconocernos fácilmente. En mi caso, la persona que vendrá de parte mía la veo a diario. Que vigilen las habitaciones otros.

-De igual manera los demás ya se estaban encargando de eso con él primero que ha llegado, pero en todo caso tú- señalando al hombre- te encargarás de estudiarlo. Obviamente no se dará cuenta de que estas ahí porque estarás observándolo desde otra habitación atreves de un espejo blindado. Si es que sobrevive recuerda estudiarlo después del experimento también y entregarnos rápidamente el informe.

- ¿Yo? Llevo poco tiempo aquí. Además, existen otros mejor preparados.

-Tiene razón. Yo podría hacer un mejor trabajo que él. Llevo más tiempo que él aquí. Tengo la experiencia que se requiere.

-Sí, pero no los conocimientos. Recuerda que en primer lugar tú solo viniste por dinero. Luego te empezó a gustar este mundo, pero aún así tus conocimientos en ciencias continúan siendo pobres. Mejor solo enfócate en administrar los gastos que es para lo que te trajimos en primer lugar.

Se formo un silencio donde ambas solo se miraban. La última en hablar sabia que había provocado la ira de la otra, pero aún así se planto firme. Frente a frente una de la otra.

-No sirvo solo para sacar cuentas, pues estoy hecha para algo más grande. Le demostraré que está equivocada. -salió de la sala.

La encargada soltó un suspiró lleno de sarcasmo.

-No debió decirle eso. Menos ahora.

-Es la verdad. Ahora ve y haz lo que te dije.

- ¿En serio cree que pueda hacerlo? -preguntó con inseguridad el hombre.

-Lamentablemente nos falta personal. Por otro lado tú sí tienes los conocimientos que se requieren a diferencia de ella y del resto. Así que sí puedes. Solo olvídate del miedo a fallar. Deja tu cobardía. ¿O es mucho pedir?

Él no supo responder.

-Esta es tu prueba. Aprovéchala. De lo contrario olvídate de esto.

-Entendido. Iré a alistarme.

-Un momento. Déjame revisar algo. -llamó a la encargada del cuarto del primer chico- ¿Susana ya está listo? -le respondieron que sí- Bueno. Al parecer ya se encuentra preparado el primer sujeto así que vamos. Te guio.

- ¿Pero no debo alistarme primero?

-Todo lo que necesitas está en cuarto.

Ambos entraron a la habitación respectiva para observar al muchacho que estaba siendo atendido por el resto del personal.

-Te quedas acá. Haz tu trabajo.

Dijo la encarga antes de retirarse.

Después, se dirigió al lugar donde en sí todo se llevaría a cabo. Encontró a los otros dos encargados de la respectiva área terminando con su trabajo.

- ¿Cómo van?

-Está prácticamente todo listo. -respondió el más serio de ellos.

- ¿Qué falta entonces?

- ¡Escoger una historia! Yo le estaba diciendo que una de romance porque en esas historias se ven varias emociones y es justamente eso lo que queremos. -dijo el más extrovertido de ellos mientras tomaba una bebida.

-No lo haces por eso -dijo el más serio de ellos mirando con molestia a su compañero- Quieres complacerte a ti mismo porque eres fan del romance.

-¡Eso es mentira! -le dio otro sorbo a su bebida.

- ¿En serio? -acercó su cabeza hasta él y sus narices estuvieron a punto de tocarse si no hubiera sido por aquel sorbete.

Uno poseía una mirada inocente mientras el otro poseía una desafiante.

-Parece que estuvieran coqueteando -dijo la encargada cuya mirada mostraba lo aburrida y desinteresada que se encontraba con respecto a la escena que tenía enfrente de ella.

Ambos voltearon a verla sorprendidos ante su comentario. Luego, volvieron a conectar sus miradas por solo unos segundos para que finalmente se alejaran uno del otro con rapidez. Un tono rojizo apareció en las mejillas de ambos.

-Bueno sí me encanta -admitió poco después el más extrovertido de ellos para desviar el tema- Me refiero al romance por si acaso. Sin embargo, eso no tiene nada que ver. No pueden negar que es una muy buena opción. Lo es, ¿verdad?

Su compañero no respondió, pero la encargada sí lo hizo.

-Sí, es verdad. Escoge la historia romántica que quieras. Tienes mi permiso.

Ambos se asombraron, pero uno estaba feliz y el otro no comprendía ni imaginaba que esa respuesta saliera de la boca de la encargada.

-Bueno me retiro. Me acaban de informar que ha llegado la segunda persona. -guardó su celular después de leer dicho mensaje y se dirigió a la salida.

-Espere un momento. ¿Esta segura de escoger ese tipo de historia?

-Sí. No veo el problema. Solo eviten emocionarse de más – su mirada se dirigió sobre todo al que decía amar las novelas románticas- Recuerden colocar la historia en 1 minuto tiempo real y 1 año tiempo capsula.

-Entendido, pero 1 minutos es muy poco. Podría aumentar el riesgo de muerte.

-Estamos aquí para experimentar. -lo dijo en una tonalidad demasiado fría que espantó a los dos encargados- Hagan su trabajo -finalmente salió de la habitación.

Después de un largo rato en silencio volvieron a conversar ambos colegas.

-Te saliste con la tuya como siempre, pero no imaginé que lo harías tan fácilmente.

-Yo tampoco me lo imaginaba. Realmente me sorprendí, pero supongo que tenía razón.

-Es solo una historia. No le veo la importancia con elegir un género en específico.

-Ya te expliqué. El drama que tienen en este género es mayor que en cualquier otro. Aparte de mágico y…-fue interrumpido.

-Basta. Ya escuché eso antes. Apúrate y escoge una.

-Amargado eres. No me pagan lo suficiente para soportarte. -se dirigió a ver las opciones.

La mayoría de estas eran series o películas famosas. Él chico se sorprendió.

- ¿Consiguieron los derechos de autor para estas? -preguntaba asombrado mientras cambiaba, gracias a la pantalla táctil que poseía el aparato en prueba, entre una opción y otra.

-Claro que no, genio. Ponte a pensar. Si este experimento es ilegal y de bajo presupuesto ¿tú crees que van a perder dinero y tiempo en comprar los derechos de autor de cada película o serie? -hizo una pausa- Es obvio que también las consiguieron de forma ilegal.

-Bueno, bueno, bueno. ¡Mira tiene "Titanic"! ¿Qué dices? – su mirada poseía una chispa de júbilo.

-Pon la que quieras -dijo desinteresado.

-Seguiré buscando entonces.

____________

Después de que Diana entró al lugar, que tal vez haría un gran cambio en su vida como ella misma había pensado, el taxista decidió ordenar un plato de comida al restaurante que tenía enfrente suyo. Bajo de su carro, pero no perdió la vista de este por ningún momento.

-Buenas noches.

-Buenas noches. ¿Le sirvo algo señor?

-Sí, por favor. Veo que tienen anticuchos. Entonces, me da una porción.

-Entendido. ¿Le pongo ají?

-Sí, por favor. ¿Y me podrías llevar mi pedido al carro cuando esté listo?

-El negro de ahí, ¿verdad?

-Sí. ¿Hay algún problema con estar estacionado ahí?

-No, claro que no. Usualmente nuestros clientes se estacionan y comen en sus carros. Nosotros contentos mientras consuman.

-Perfecto entonces. ¿Cuánto sería?

-Cuesta siete soles cada porción. Si desea agregar una extra, pues le costará el doble.

-Entonces solo deme la porción que le pedí. Si me animo por más, le digo.

-Debería animarse. Entre más me consuma más tiempo su auto podrá quedarse ahí. Yo solo digo.

El vendedor había logrado manipular con sus palabras al taxista para que este le comprara más comida.

-Cuando termine con mi primera porción le aseguro que pediré la segunda, pero tampoco abuse. Ni que tuviera la pinta de que el dinero me sobra.

-Con que me consuma tres porciones me quedo feliz y satisfecho. Además, le daré su vasito de chica gratis por cada porción y una yapa. ¿Qué dice?

-Como no existe otra opción y esa oferta suena muy tentadora, pues le compro dos porciones más. Debo admitir que es bueno para los negocios o el chantaje debería decir.

- ¡Es un don natural! Le llevaré sus porciones cuando estén listas, caballero.

-Gracias, lo esperaré.

Al salir del pequeño restaurante vio como otro joven llegaba al edificio.

Subió a su carro, se sentó a esperar su comida y a Diana. A pesar de que el pequeño restaurante poseía mucha clientela esa noche, su primera porción de anticuchos llegó rápido. Con el paso del tiempo vio como otras personas iban llegando al elegante edificio. Entonces, le causo curiosidad que todos fueran jóvenes entre los dieciocho a los veinticinco años aproximadamente.

Aun curioso empezó a comer. Le sorprendió bastante lo deliciosa que estaba la sazón de los anticuchos, así que se enfocó mucho en el sabor y su curiosidad se esfumó fácilmente. Sus otras dos porciones más su yapa llegaron y él las desapareció con grandes bocados en solo minutos. El delicioso sabor de los anticuchos lo había cautivado. Quería pedir más, pero era consciente del correcto uso de su dinero. Con la panza llena se recostó en el asiento de su auto y se quedó dormido.

Diana, por su parte, seguía esperando. Le habían dicho que había surgido un imprevisto con el producto y que tendría que esperar solo unos segundos. Lo que en realidad sucedía era que estaban terminando de organizar a los recién llegados.

DIANA RECIEN LLEGANDO AL EDIFICIO

Estando ya adentro se sorprendió de lo moderno y limpio que estaba el lugar. Se dedicó a observar todo con detenimiento cuando de pronto una señorita bien vestida y arreglada se acercó a ella para platicar.

-Buenas noches, ¿viene por la prueba? -preguntó la señorita amablemente.

-Sí -respondió Diana de manera cortante.

-Perfecto. Deme un momento, por favor. -la muchacha sacó su celular del bolsillo para avisarle a la encargada sobre la llegada de Diana.

-Esta bien. -Diana continúo ahí de pie observando el lugar.

El edificio tenía varios pisos y al parecer el único en uso en ese momento era el primero, ya que desde afuera se veían las luces apagadas del resto. Algunas plantas artificiales adornaban la entrada e inmediatamente al estar a dentro había una especie de sala de recepción donde la señorita realizaba la llamada. Lo demás eran cuartos que se extendían hasta un largo y oscuro pasillo. Las paredes de color blanco le daban una elegancia excepcional y hacían ver al lugar más amplio de lo que era.

Diana no lo sabía, pero desde lo lejos, al fondo del pasillo, una de las trabajadoras se asustó al verla. Por la lejanía la trabajadora quiso acercarse, pero cuando comprobó de que era Diana regresó a su cuarto inmediatamente. Tocó su corazón y este estaba acelerado, pero se reusó a sentir piedad y se enfocó en el propósito. Una vez calmada recobró su postura y tomó asiento para pensar. Dudaba de varias cosas, pero no saldría de ahí. No detendría nada de lo que ella llamaba destino.

Diana sin ser consciente de nada solo seguía esperando de pie. Luego, la señorita volvió acercarse a ella y la guio a uno de los cuartos.

-En un momento vendrá alguien a atenderla y hacerle la prueba. Espere, por favor. -la señorita sonrió planeando retirarse.

-Esta bien. El dinero es un hecho, ¿cierto?

- ¿Ah...? Sí, claro que sí. -parecía no esperarse esa pregunta o; por lo menos, no de la forma tan directa como la preguntó Diana así que su sonrisa hipócrita se borró.

Diana asintió y tomó asiento. Al observar el cuarto lo primero y lo único en llamar su atención fue el gran espejo que tenía en frente de ella. El resto solo era color blanco y fue esto lo que la hizo pensar en que la habitación parecía una sala de interrogatorio. Un poco después llegó otra mujer con una sonrisa igual de hipócrita e igual de forzada.

-Buenas noches

-Buenas noches

-Bueno le explicaré el proceso. -sonría cada vez que podía- Ah, pero primero lo primero. Debo decirle que somos una empresa pequeña, por lo que le agradecemos mucho su cooperación con nosotros. -pausó esperando un "de nada" o alguna respuesta, pero lo único que recibió fue un profundo silencio por parte de Diana- Bueno, nuestro reloj tiene unas cincuenta funciones de las cuales en este momento pondremos a prueba diez, ya que son las que necesitan una verificación. Primero le explicaré en lo que consiste cada una, luego usted las probará y finalmente nos dirá en una escala del 1 al 10 la eficacia del producto correspondiente a cada función. El 1 indica que el aparato no cumplió para nada con lo solicitado y el 10 indica que lo hizo de manera excepcional. Finalmente, si desea, nos dará sus comentarios. ¿Todo correcto?

-Sí

-Entonces traeré el reloj con mi equipo en unos segundos.

-Los espero

La señorita salió para dirigirse a la encargada general.

-Todo listo con la sexta joven. ¿Procedo al paso dos?

-Aún no. Faltan otros 4 sujetos.

-Pero…

-Dile que surgió un imprevisto con el reloj, pero que lo solucionarán en seguida.

-Entendido.

Fue y le aviso esto a Diana quien no podía hacer nada más que esperar.

Dentro de pocos minutos los que faltaban llegaron. Les informaron a los encargados de cada habitación que estuvieran preparados para proceder al paso 2 mientras el resto terminaba de organizar a los recién llegados. Una vez todo estuvo listo procedieron.

-Disculpa por hacerte esperar. Mira este es nuestro reloj. Te lo procederé a colocar.

Mientras todo ese proceso se desarrollaba los encargados de observar y estudiar el comportamiento de los sujetos, detrás del vidrio blindado, se preparaban para liberar el gas que los dejaría dormidos.

-Listo. Ya lo tienes puesto. Iré por mi folder y vuelvo -mintió.

Cuando los otros encargados salieron, uno por uno de cada habitación, se liberó un gas invisible dentro de ellas que pronto se haría notar por el olor.

Diana lo había notado, pero no le dio la importancia necesaria. Quería simplemente empezar la prueba, tomar el dinero e irse. Sin embargo, de pronto…