Sus gritos de dolor eran canciones de esperanza en mis oídos, quizá era por cuánto lo odiaba pero esperaba que su dolor sea lo máximo y el mayor tiempo posible. El vacío se extiende rápido pero no es capaz de pasar de un objeto a otro y si múltiples gotas tocan un objeto solo lo consumen un poco más rápido, por eso el mayor peligro de una lluvia es, bueno, cantidad, no la velocidad.
Sus pies se colocaron como para dar un paso y saltó hacia mi para tomarme del cuello. La fuerza que tenía y mi falta de fuerza o velocidad me hacía sentir casi como aquel primer momento donde caí de un carruaje y me tuve que lanzar hacia un lado de un camino para continuar siendo algo libre. Su mano apretaba y esa sensación de falta de oxígeno, esa sensación de mi cuello a punto de reventar pero todavía consciente de que tenía todos mis otros recursos. Una lanza atravesó su brazo y lo quitó de mi cuello, a la hora de ver quien era. Una de las chicas estaba mirando con enojo a la misma envidia y el combate del siglo entre el orgullo y Charles había quedado en un empate para evitar más destrucción, el resto de peleas no eran mucho más que simples golpes dados entre chicas cansadas. Las bajas serían nulas de no ser por los 3 asesinatos a mi nombre.
— Te ves como Gabriel... Pero tú no eres él.
Alexandra se miraba enojada tanto a mí como al que ella misma conocía. Se podía sentir la tensión y los sentimientos mixtos por no entender qué estaba sucediendo.
— Soy... Un Gabriel, uno de muchos.
— Entonces hay todavía más?
— Digo, claro que sí, si pueden haber dos pueden haber más. Pero yo no vengo aquí para ser aceptado ni nada similar. Quiero volver a casa, quiero descansar en mi cama. Solo quiero volver.
— Y... ¿Es necesario el pelear? Debes siempre venir y pelear con todo. Gabriel, el otro, también siempre pelea, no puede hablar. ¡Parece que no entienden a razones y!...
— ¿Sabes cómo llegué aquí?
— Bueno... Cómo... Cómo todos, ¿no? Digo, llegaste por una llamada de una voz a la mañana. Antes de ir a...
— Un paro cardíaco. Morí... Y tampoco los conozco. Digo, claro, los conozco de aquí, pero no soy un amigo de ustedes... ¿Qué edad tenían cuando los trajeron? ¿16? ¿15?...
— Bueno... Entre 15 y 14...
— ¡15 y 14! A esa edad decidieron que debían venir a salvar un mundo y participar en unas pruebas o en un torneo unos dioses patéticos.
— C-cada uno llegó aquí con un cuerpo de 10 años más o menos. Digo, logramos terminar de crecer... ¿Tu no? Digo, Charles fue quien recibió la peor parte al nacer hijo de unos campesinos y tener que crecer desde allí. Pero fuera de-
— Eso... ¿Eso fue todo?
— Digo, tuvo que aprender a cazar porque su padre era un viejo aventurero, aprender magia de su madre-
— ¿Y crees que eso es lo difícil? Sabes... ¿Sabes lo que pasé en mi primer día? Me trajeron aquí como una "invocación" de otro mundo, la gente que me trajo siquiera llegó a ver qué era. Los mataron. Un grupo de guardias de élite del reino humano se lanzó y los asesinó a sangre fría. Pensaban que yo era Charles y por eso me secuestraron... ¡Me tuve que lanzar del carro para poder escapar! Vine hasta aquí a base de sangre y ser el más débil. Me enviaron de un sitio a otro esperando mi muerte, conocí horrores interminables y me ví obligado a hacer cosas horribles para mí supervivencia... ME COMÍ UN DESASTRE. Estuve inconsciente en un estado de semi-consciencia hasta que una criatura hecha de hambre y carne me quiso devorar. PERDÍ VARIOS DEDOS EN MI PRIMERA SEMANA.
Sentía mi corazón cerca de explotar, la presión en mi sangre creciendo mientras que la mezcla entre odio y asco por mis acciones me llenaba. Había estado ignorando todo esto. No quería pensar en lo que había hecho, mucho menos en que estás personas de aquí, incluso mi otro yo probablemente no habían tenido que sufrir ni una pizca de lo mío.
— Sabes... La primera cita que intenté tener contigo... Los dioses me llevaron, me secuestraron y me sacaron de este plano. Me enviaron a morir en un lugar alejado de todo el entendimiento, exploré zonas abandonadas de la realidad misma, un abismo en la que la presión solamente dejaba que criaturas con la fuerza de dioses existan y se devoren entre ellas... Dejé de existir. Me volví una voz en la nada misma y con ella tuve que hablar y hacer un trato para volver a este sitio... Únicamente quiero dejar de ir de un lado a otro, dándome golpes contra muros invisibles creados para reírse de que todavía lo sigo intentando. ¿Qué debo hacer ahora? Luchar uno a uno contra todos ustedes hasta llegar a ese... ¿Ese rubio ultra poderoso que obviamente es el protagonista de esta historia? Tengo que antagonizar a todos aquí solo por una mínima oportunidad de largar me e intentar vivir esos últimos instantes mientras mi corazón se detiene. Lo haré. Quiero, necesito hacerlo... Volver es lo único que me mantiene cuerdo...