En mi corazón sentía el fuego y la adrenalina que hacía mis latidos aumentar de forma más dolorosa, ahora era mi cuerpo luchando contra si mismo en una guerra que no podía ganar pero si perderlo todo. Las venas en mis brazos se pusieron negras y cuando sostuvieron mis brazos sentía su preocupación porque quizá no llegaban a tener la fuerza para contenerme. Ahora era mi turno de poner una gota de esfuerzo, era como si mi propio cerebro quisiera quitarme el corazón del pecho.
Y se detuvo. Como si no hubiera existido un veneno. Al dar un salto de mi asiento y con una ganada libertad miré en mi los estragos y como un reflejo por la escena un escalofrío recorrió mi cuerpo.
Por instantes y más que instantes podía sentir como si no se hubiera terminado. Intentaba controlar mi propia sangre para ver si podía ser distinguible de lo que me causó tanto dolor, pero era imposible era buscar una paja en un millón de agujas, todo dolía y la sensación de como se clavaba en cada milímetro de mi cuerpo estaba ahí. Tenía que hacer lo que toda persona común y corriente haría. Estaba llorando un poco del dolor y mi cuerpo también se mostraba caliente, posiblemente tenía la temperatura por sobre los 39°. Algo que en un desierto, totalmente negado a curarme con magia y que además por temas culturales tenía que estar todo cubierto en una tela que se pagaría por el sudor. Con la poca o nada capacidad de acceder al mana que tenía, decidí empezar a congelar mi cuerpo, un pequeño círculo de magia de agua y muerte terminaron empezando a enfriar, un pequeño golem de hielo se pegó a mi pierna, pero no era lo que quería, estaba a nada de clavarme una lanza de hielo si eso me llegaba a tranquilizar.
Solamente una brisa lograba llegar a sentirse bien, aunque esa sensación y necesidad de taparme era difícil de ignorar, estaba temblando en un desierto. Era fiebre, reconocía esa sensación de mi cuerpo sintiéndose congelado y con dolor junto al fuego en mi. Era algo seguro que las enfermedades y los venenos en este mundo eran más potentes que en casa. Me levanté, con los ojos abiertos y más adolorido que antes, pero al mismo tiempo con más fuerza para avanzar, me sentía humano de una forma extraña, usar magia ya no era una opción, y para un mago era casi que un chiste. Lo bueno es que no era un mago "normal".
Al salir era todo cómo en esas películas donde se muestran bazares de cosas más allá de lo que uno quiere o necesita, niñas corriendo y jugando a las atrapadas, jovencitos con sus rostros descubiertos de la mano de sus guardianes. Podía sentir lo extraño que era a este mundo. También alguna que otra mirada, tenía algo de sangre en mi burka y por ello las miradas estaban extrañadas, aún así intenté no pensar en ello mucho. Pasos algo pesados para mí, pero ligeros para estándares de un civil. Quizá vendían alguna especie de antídoto o con algo que me dé las capacidades para entrar y robarlo me era suficiente. Aunque con ello una idea algo tonta logró aparecer en mi cabeza.
Un veneno era un arma mortal, ¿y si mejor intentaba controlarlo en lugar de curarlo? Bajo aquella tela celeste un círculo similar al de un hechizo de hielo se invocó, mi objetivo era quemar el veneno y con ello lograr hacerlo desaparecer de mi, o quizá terminaría por hacerlo más potente y me terminaría de derribar. Mientras mi identidad no sea descubierta.
Pinché un poco mi pierna para que algo de mi sangre salga, y con ello tenía que empezar a hacer un símbolo mágico. Por lo débil que estaba debía ser más verbal de lo acostumbrado.
Mantenía el paso mientras murmuraba para no parecer tan extraño a ésta cultura.
Claro que para mí era algo totalmente normal el ir caminando lentamente murmurando en un idioma suave y poco reconocible para todo no mago. Era cuestión de evitar a toda autoridad como guardia, aunque sí escuchaba algún que otro comentario a mis espaldas e incluso lo que podía reconocer por el tono era algo parecido a un piropo o a llamarme sucio por el estado de mi vestimenta.
Pero no podía pensar en eso, hasta cerré los ojos por un momento para que pueda visualizar bien lo que estaba haciendo. Ese fue mi primer error, golpear mi hombro con una persona de mayor fuerza que yo me derribó. Sentí el castigo de detener la magia experimental como una corriente eléctrica que incluso era más perceptible que visible, así que no hubo tanto problema por esa parte.
— M-mierda.