Mis ojos empezaron a lagrimear y casi que caí en mis rodillas por la vista. Un perfecto anochecer, los colores naranjas y morados tomando el cielo en perfecta armonía, las lunas empezando a hacerse notar y el sonido del viento que casi que era como el de una flauta suave y perfectamente afinada al gusto de todos los oyentes. Siquiera me importó esos instantes cercanos a la muerte por una patada de Viola que con demasiado entusiasmo se lanzaba a atacarme. Fue extraño. Odié este lugar un tiempo bastante considerable. Creo que desde el momento en el que aparecí, mataron a todos aquellos que podían darme cierta cantidad de apoyo y me obligaron a ser un salvaje. Aquel sol que desaparecía en el horizonte me causó escalofríos y me hizo recordar cómo una de las pocas personas que me ofreció un poco de ayuda fue ejecutada sin mediar palabra.
Me recordó a los pocos momentos que tuve con mis amigos allí en la tierra de estar nosotros haciendo estupideces. Incluso me recordó a la primera imagen de Rem que tuve... Lejano, lleno de destrucción...
En el momento que Viola se dió la vuelta logró ver mi rostro tan maravillado por algo tan pobre e inmundo como un atardecer. Sus pasos fueron suaves y sin intenciones de causar ningún mal. Se notaba en lo poco que podía notarse. Ella era más alta que yo. Apenas llegaba a los 1.70 si no era porque media menos. Y los dragones en sus formas humanas tienen alturas de los 1.85+. Siendo su reina una dragón de 1.97m.
Aquel sonido de sus pies desnudos contra el metal y la lentitud que permitió a mi corazón bajar su ritmo.
Ella se colocó a mi lado, se sentó y no nos vimos ni por un instante.
V: "Así que... De la tierra."
Sus palabras llegaron a mi como una cascada de agua helada. Solamente empecé a tener recuerdos de mis 17 años. Pocos, muy efusivos... No tenía muchos amigos, no tenía muchas experiencias. No tenía recuerdos con mi familia. Me apoyé un poco en el brazo de la reptil. Otro pensamiento apareció en mi cabeza... Todo el tiempo solo que pasé... Caer en los portales rojos me dió muchos años de soledad, el ser llevado al limbo me quitó un único momento de paz con Alexandra, incluso la muerte de Eleonor me obligó a volverme un hermitaño y un salvaje para lograr sobrevivir. Y ahora que estaba nuevamente aquí únicamente me dediqué a pelear contra Viola, molestar a un chico que no tenía nada que ver y entrenar.
Todo este tiempo quise volver.
Volver a qué. Todo mi mundo era un ciclo de soledad absoluta, nadar en la profundidad, estar en una zona industrial matando toda criatura para comer y aceptar ciegamente el hecho de que dioses podían llevarme a una zona de castigo como si hubiera hecho algo malo.
Morir... Morir no hubiera hecho tanto mal, que mi corazón se hubiera detenido, el dolor en mi pecho no hubiera sido por siempre...
Mi estómago se revolvió al pensar en como sería desaparecer, mis ojos se llenaron de lágrimas y el sol que antes era visible en el horizonte terminó de esconderse... Las lunas no iluminaban a los derrotados... La luna nunca me iluminó.
Fue un momento doloroso el saber que no había un dónde volver. Hasta incluso mis esperanzas de una relación con Alexandra no tenían sentido, pasaron 10 años... Hay otro yo aquí.
Recordé como me ví millones de veces, trillones, diez a la setecientas veces. Si era posible infinitas veces... Fue extraño. Me ví en situaciones de peligro, de tristeza, de felicidad, incluso morir y renacer. Mundos ordinarios y especiales. Pero... Todos se veían más vivos que yo. Todos se sentían más felices que yo. Todos rodeados de amigos, viviendo una vida y una tranquilidad o una emoción mucho mayor a la mía.
Es el tiempo el que me hizo sentir aún más patético... Pero tenía razón, soy patético.
Viola se levantó de mi lado.
Con un paso calmado se fue de mi par y cerró la escotilla que daba hacia el exterior... Paz. En las alturas se sentía todo tan solo. O quizá mi vida era la solitaria.
Pocas veces di cariño y lo recibí recíprocamente... Nunca me enamoré en persona y me correspondieron. El solo pensar en Alexandra me hizo temblar un poco.
Me puse de pie y empecé a caminar, solamente hacia el horizonte... Mi pie llegó a pisar el último pedazo de metal y mi siguiente paso fue aire.
Una caída tan lenta que no me causó mucho. Mis ojos se cerraron... Mis ojos se empezaban a abrir mientras la sensación de caer aumentaba...
Oscuridad.