Suaves aplausos se escuchaban de la puerta de la mansión que acababa de dejar, mientras que el cuerpo que había dejado sangrando empezaba a cambiar en una mujer cuyos ojos habían sido los cambiados por Gerome. Una suave risa engreída si que llegaba a mis oídos como una serie de agujas una tras otra tras otra. Esquivar era un gran gasto de energía y quitaba el factor favorito de Rem. El terror. Sentía mi cuerpo ser golpeado por las agujas, adormecerse un poco y sin darle importancia recibí más de un rayo causado por la campeona. Cuyo poder era bastante inferior al de nuestro enfrentamiento.
Todavía llevaba a la mujer tomándola de la cabeza. Su rostro sangrando y con notorios golpes.
G: "Vaya, nuestro querido salvaje pudo ver qué atacó a una inocent..."
No le dí ni tiempo de terminar cuando puse la cabeza de la mujer y reventé su cráneo con mi talón de un fuerte golpe. Sus ojos se abrieron con lo que pude ver una mezcla de miedo y un gran trasfondo de excitación. Aunque eso venía desde bastante dentro.
G: "Esa era una aventurera, ¡tenía dos niños! A sangre fría eh?... Tendrías que haber visto a sus niños... Dos pequeños, sí. Murieron y los terminé por reducir a cenizas. No eran muy buenos juguetes."
Sonreí muy contento, mientras que tomaba un poco de la sangre que tenía en la mano para hacer marcas en el dorso de mi mano contraria. Suspiraba suavemente dando pasos mientras que aceptaba un par de cosas. Él era un cobarde, y tendría que eliminarlo rápidamente.
Las puertas de la casa se cerraron, mala suerte que di un salto y las abrí de una patada terminando por entrar. Aunque ese era el inicio de su trampa. Todo en una oscuridad completa, aún así podía ver mis manos, y daba paso tras paso. Sentía todo cambiar, todo a mi alrededor. Pero iba a jugar ese estúpido juego que estaba proponiendo con solo intentar cambiar las cosas a su favor. Una imagen de si mismo gigante, mirándome cómo si tuviera el tamaño de un planeta. Pero por dentro me reía.
Hizo caer su enorme puño y sentí un fuerte golpe en mi cabeza, después de un tincazo me sacó volando hacia otro lugar. Apareció atrás mío y me pateó. No sentía ningún verdadero peligro. Solo una persona que creía que podía hacerme causar miedo, y así se lo hice creer.
Me puse de rodillas, respirando rápido después de unos cuantos golpes, hasta intentaba enterrar mis dedos en el suelo.
"M-me has... Destrozado, oh gran vencedor Gerome..."
G: "Ja, y creías que ibas a poder vencer a alguien tan poderoso como yo. Fuí yo quien creó el mundo. Soy yo el único destinado a ser electo como el gran Dios de estas tierras. La única persona que puede rivalizarme es él."
"¿Él?"
Cómo una forma de hacer aparecer una imagen... Aquel que era considerado el Dios más débil apareció, así que... Él había traído a Gerome...
"Oh gran sabio Gerome. ¿Quién es él?"
G: "Es mi primera creación. Hecho por mis manos le di todo lo suyo. Él me despertó de ese sueño inútil que era la tierra para mostrarme mi verdadero lugar. Me dijo que mi único objetivo era eliminar las impurezas conocidas como campeones. Y que así y solo así retomaría mi antigua gloria... Cómo el gran Dios G...!"
Lo tomé del cuello. Totalmente seguro de la verdad, incluso consumiendo toda la energía que podía tener, maná, espiritual, dejé un poco de vitalidad por cualquier problema.
"Muy bien... Pequeño insecto... Quizá eres algo alto... Engreído y te crees el rey del mundo..."
El objetivo de esto no fue una batalla... No lo consideraba siquiera un rival a tomar en cuenta. Escupí en su rostro y lo lancé hacia otro lado. Las mujeres no despertaban de su encanto... Y él intentó atacarme por la espalda. Una aguja parecía venir con toda velocidad cuando chasquee mis dedos.
Fuego. Cómo un hechizo de nivel cuatro fuego saldría del chasquido directamente hacia él. Haciendo una explosión. Uno, dos, tres, cuatro. Zas, Zas, Zas, Zas. Cada vez quedaba más carbonizado, aunque era un proceso lento. Quizá aumentar a magia de nivel cinco. Su piel ardía quedando en un color rojo vivo. Me aseguraba de hacerlo doloroso, ya que con cada chasquido una capa de él se prendía fuego. Una y otra y otra. Cuando llegué a sentirme un poco cansado no me importó nada aumentar a un hechizo que terminaría de carbonizar el poco pero todavía conciente pedazo de persona que era. Desde dentro empezaría a arder. Dándole una mirada de asco a alguien que en sus ojos era... inferior.
Mi siguiente objetivo fue limpiar y curar a todas las afectadas. Magia de noveno nivel podía hasta revivir muertos, la de octavo se haría cargo de todas las heridas. Incluso las de muerte. Y hasta puse extra esfuerzo en curar una cabeza rota sin ojos... Me dolió no salvar a todos... Me dolió más ver a mi madre y a Alexandra.
Todas y sin excepción estaban desmayadas e inconscientes mientras que eran curadas. Solo las dos que conocía las moví hacia un lugar más agradable, mientras que la tormenta se detenía dejando un cielo despejado... Podía utilizar magia para borrar sus recuerdos, una mezcla de magia de vida y luz. Eso hice en un punto, pero con eso hecho me pregunté qué tan moral era borrar sus recuerdos de mí... No era mala idea...