Vista de Gabriel.
Cuentan los campesinos que una tormenta no se detiene hace días en una montaña... Una tormenta con rayos que caen y caen. Por el peligro nadie se atreve a acercarse. Pero para mí solo fue una llamada a la curiosidad. Alexandra seguro estaba allí, luchando. ¿Pero por días? Sonaba como un gasto constante de maná o mantener mucho tiempo su fuerza como una campeona. Aunque mientras más y más iba, más mi corazón latía con velocidad. El lugar era un valle entre algunas montañas, con una mansión enfrente... Un aroma extraño se podía oler, hasta similar a azufre en algunos sentidos. Por ello busqué taparme la nariz mientras que avanzaba mojando mi cuerpo.
El sitio se veía peor y peor mientras más avanzaba. Tonos negros y rosados se podían ver. Mientras que me acercaba a ese lugar. Parecía que la lluvia venía desde dentro. Me sentía considerablemente molesto, incluso en mi interior Rem y Besta notaban algo... Pude ver unas escaleras algo desiguales, extraño, pero quizá el dueño lo quería así. Aunque era un lugar bastante elegante para tener fallos como estos. Tras dar uno, dos y tres golpes, una sirvienta me abrió... Mirando mi cuerpo húmedo soltó una mirada de desagrado. Siquiera me dirigió la palabra pero me llevó hacia un sillón... Algo duro, con tonos negros y rosados también. Se sentía suave al toque... Y todo esto era... Perturbador.
G: "Oh, que lindo, que agradable... Una visita."
Mi cabeza se movió hacia un costado mirando a ese enérgico personaje. Usando una bata, nada más ni nada menos, se acercó poco a poco. Y tras de él se formaban muchas sirvientas, una tras otra tras otra.
G: "Ahora es un macho... hmph... Tonto, tonto, pero no me agradan los hombres... No hacen buenas decoraciones... Aunque... Él se siente extraño."
Hablaba consigo mismo, o con algo en su interior, mirándome fijamente con unos ojos de color rosa... Sin exagerar, era el chico más delicado y estético posible, algo afeminado pero lo suficientemente masculino. De un aire superior y con un muy gran aire de superioridad. Se acercó hasta poner su mano en mi pecho. Y yo no dije ni una única palabra.
G: "Oh, lamento. Gerome... Un gusto. Se ve que no eres nadie de muchas palabras, ¿ACASO ERES TOOOONTO?~"
Esa última línea la gritó en mi oído, como una forma de humillar que todo su séquito parecía darle gracia, pero mi indiferencia le causó ese... Desagrado a lo extraño. Tanto que llegó a darme una cachetada y se alejó. Sabiendo que no iba a reaccionar. Y no lo hice.
"Vengo..."
G: "Vienes porque yo te lo ordené"
"¿Disculpa? Vengo en la búsqueda de unas mujeres desaparecidas."
G: "Oh... Mujeres desaparecidas... No sé nada, todas mis mujeres están aquí, que otras mujeres pudieron perderse?... Oh, bueno, quizá las que no son mías. Pero llegarán conmigo en su momento. Ahora ve, ve pequeño esbirro mío, ¡ve a traerlas!"
Sus gestos fueron casi de echándome, las miradas de sus asistentes fueron de... Muy mal gusto, hasta sentí cómo si algo me hubiera golpeando un poco mientras que me acomodaba en el sillón.
G: "Mmm... no estás yendo... Sí, seguramente eres retrasado. Qué ¿acaso te llamas Gabriel y eres un salvaje?"
"Parece que ha oído hablar de mí."
G: "Oh, si, mi última adquisición te mencionó mucho... Después lloraba de felicidad. Seguro ahora no te recuerda. Bueno, si no quieres que te mate... Adiosito~"
Sentí temor en mi interior... No de parte mía, si no de parte de Besta... Él entendió qué iba a suceder aquí. Mi cabeza se movió para evitar un golpe desde detrás mío. O mejor dicho dos... Un par de hachas sostenidas por quienes buscaba casi se clavaron en mi cabeza. Me miraban con indiferencia, y asco. Sentía cómo todo el ambiente me tenía asco por estar vivo... Y mientras que acomodaba mis lentes y eliminaba la ilusión. Aquella mansión poco a poco se tornaba en algo que podía ser descrito en libros de terror, cuerpos unidos a cuerpos para formar todo, suelo, muebles, incluso las luces eran alimentadas por un material que solo podía decir que era grasa.
G: "Oh, eres el primer hombre que puede ver mi ilusión... También será lo último que veas. Por tu insolencia... Si, te quitaré los ojos y te dejaré en nuestra habitación... No, no es tuya y mía, si no mía, de tu madre y de tu linda amada~"
"Ah~"
Crack. El sonido de una mandíbula romperse por un golpe, la sensación de como algo duro se empieza a seccionar y esa tranquilidad inesperada que terminaba en...
"Ira."
La adrenalina recorriendo mi cuerpo, el dolor recorriendo mi cuerpo, y aún mejor, la sangre de Gerome en mi mano se sintió como estar vivo. Era un llamado a la alegría... Mi alegría. Tomar su mano izquierda con la cual intentó apuñalarme y después reventarla con presión fue extremadamente agradable. Lo tomé de su cabello para así llevarlo afuera... El barro manchaba su bata y la lluvia limpiaba su sangre de mí.