Titus caminaba por un sendero oscuro y silencioso. Eso no le gustaba nada, aquel silencio era demasiado tenebroso. Como una calma anterior a una gran tormenta. Ernestus también estaba intranquilo. Al igual que Titus ese silencio le exasperaba, incluso le tentaba a hablar o a gritar para poder opacarlo. Trató de no decir nada.
Titus intentó continuar su trayecto cuando supo lo que sucedía
- ¡Están aquí!- exclamó asustado en la mayor voz baja posible.
- ¿a qué te refieres Titus?- le preguntó Ernestus asustado.
- ¡Nos están observando!, ¡saben que estamos aquí!, ¡este silencio no es natural!
- ¡¿Entonces qué haremos?!- preguntó aterrado Ernestus.
- Correr- dijo Titus echando a correr de ese lugar oscuro.
Ernestus se quedo petrificado cuando escuchó cientos de aleteos. Era una bandada grande la que los estaba observando. Incapaz de moverse por el pánico Ernestus grito al ver a los Cuervos salir de los árboles para ir a matarlo.
Titus había dejado atrás a Ernestus y a su hermano. Ahora él estaba solo por completo. No le importaba, sobreviviría de algún modo, podía hacerlo. Corría a gran velocidad por una pradera marchita de color amarillo, con un enorme cielo negro como única visión fuera de ese amarillo muerto.
Corría por su vida hasta que los cuervos lo comenzaron a rodear; mientras volaban a una velocidad mayor a la suya.
Ernestus estaba muerto y el Rey Cuervo Maggalor pudo ver como los otros traían a Titus como prisionero de guerra.
Sonrió y lo saludó con cierto orgullo.
- Titus, el último que nos queda en nuestra lista de enemigos.
- ¿Por qué no me matas de una vez y terminas con esto?- le preguntó Titus desafiante y totalmente herido por los ataques de aquellas aves cuando bajaron a reducirlo y capturarlo.
- Porque deseo dejarte como un aviso a los que se atrevan a desafiarme Titus- le respondió sonriendo Maggalor- primero te hare sufrir y luego te torturare tan lentamente que pedirás que acabe contigo pronto, me rogaras la muerte la cual vendrá también de una forma lenta e inmisericorde, tú eres el ultimo que queda de esa estúpida rebelión.
- ¡Mi hermano aun vive!- le espetó Titus.
- ¿Jon?- preguntó riendo Maggalor- por favor Titus, ese conejo es un llorón, un pobre eslabón débil que no puede hacer otra cosa que no sea llorar y gemir, él no supone una amenaza para mi reino; pero tú sí.
Luego les dijo a los otros Cuervos.
- Quédense ustedes tres para ablandarlo un poco. Luego tráiganlo ante mi trono para que todos vean lo que les puede pasar a quienes me enfrentan, tienen una hora, entreténganse con él en esa hora chicos.
Luego Maggalor junto con todos los demás Cuervos echaron a volar, mientras que los tres Cuervos se preparaban para torturar a Titus en todos los posibles significados de la palabra.
Ninguno se percato en la presencia de la Reptil que observaba lo que sucedía y no le gustaba nada lo que veía.