Las siluetas de Adrion y Atsuki se habían perdido hace tiempo entre la multitud, pero Malakas aún permanecía en silencio.
―Señor Malakas.
Guillermo que se encontraba junto a él no pudo esperar más y llamo a su jefe.
―Aquí no es un buen lugar, sígueme a la oficina.
Malakas respondió de manera tranquila a su nervioso subordinado, aunque él no se encontraba mucho mejor, en los momentos más difíciles era cuando uno debía mantener la calma, solo de esta forma serían capaces de encontrar una solución.
Ambos hombres entraron en la tienda, Roland al verlos se acercó a ellos esperando ser felicitado, pero luego de ver las expresiones en sus rostros se hizo a un lado, los dos pasaron a su lado sin decir nada, solo Guillermo arrojo una breve mirada, pero al ver que su jefe no dijo nada, él tampoco se atrevería.
Por su parte Malakas sabía que no debían culpar al niño por lo sucedido, lo que ocurrió estaba fuera de su control, como podría resolver algo que incluso el mismo había fallado en hacer.
Continuaron caminando en silencio hasta llegar a la oficina, solo cuando Malakas tomo asiento y Guillermo cerró la puerta inicio la conversación.
―Señor Malakas lo que ocurrió.
―Si están en lo cierto, hemos sido jugados, no, eso no es; derrotados, esa es la palabra correcta, fuimos derrotados completamente.
Malakas continuaba analizando lo ocurrido, pero solo lograba concentrarse a medias, sus oponentes habían demostrado tal nivel de dominio en la negociación que la mitad de su mente aún permanecía alabándolos. Aunque uno guardaría rencor al ser derrotado, si tu oponente demostrara una capacidad tan sobresaliente no podías evitar admirarlo, esto era especialmente cierto para un hombre como Malakas que colocaba los resultados por encima de todo.
Dorian, Malakas no pudo evitar pensar en el hombre que lo había derrotado.
Pensar que creí que podría capturar un gran pez, no pudo evitar reírse de sí mismo al recordar sus pensamientos anteriores, se sentía como un pescador tonto el cual había estado feliz por ver moverse su red, solo para ser arrastrado al agua al momento siguiente.
―¿Señor quiere decir que estuvimos dentro de su trampa desde el comienzo?
A diferencia de su señor, Guillermo tenía toda su atención en los posibles daños, había trabajado en este grupo comercial la mitad de su vida, si algo le ocurriera, no sabría qué hacer.
―Probablemente si, usaron a Roland para acercarse a nosotros sin levantar sospechas.
Ese había sido su primer error, creer que era el cazador, cuando en verdad, era la presa.
―No todo está totalmente perdido.
―¿Pero cómo?
―No olvides el lugar donde estamos, ellos se arriesgaron a entrar en nuestra casa.
A lo que Malakas se refería era a sus preparaciones, aunque le habían dado muy poco tiempo para prepararse, si no lograba colocar una trampa estando en su territorio, como podría llamarse a sí mismo comerciante.
―Esa mujer lo llamo brownie.
Guillermo no pudo responder a su jefe, simplemente no comprendía. Por supuesto, solo alguien con una gran experiencia con diferentes culturas entendería a lo que se refería.
―Guillermo ¿con que nombre conoce la gente de esta región a los brownies?
En ese momento logro comprenderlo.
―Los llaman bizcochos.
―Si ya entendiste, los brownies eran un bocadillo que había logrado internacionalizarse, más al oeste los llamaban simplemente tortas, en el sur queques, solo en oriente los llamaban de esa forma. Esas personas tienen una conexión con la parte oriental, tenemos algo de información con la cual empezar, ahora tenemos que averiguar porque personas de oriente han decidido venir a estas tierras.
Malakas preparo comida que podría considerarse mundialmente conocida, del mismo modo, tanto el juego de té como las hojas también eran de estilo único y variantes raras que pocas personas conocerían, el planeaba usarlas para intentar sondear a sus invitados en momentos oportunos, parecía que su trabajo valió la pena.
―Eso fue brillante señor.
Malakas negó ante el alago de su subordinado.
―Si no fuera porque ella también logro engañarme podría aceptar tu alago.
―Suki…
No podía decir nada para reprender a su subordinado, una mujer así de bella era capaz de destruir hasta la voluntad más fuerte, incluso Malakas que había entrenado su mentalidad de negocios podría ser sacudido, si no hubiera visto tantos hombres exitosos caer por los encantos de una mujer él mismo, no estaría en guardia.
Aun con todo eso, sus movimientos y habla eran tan encantadores que provocaron que Malakas colocara toda su atención en ella, ignorando el verdadero peligro. Él siempre había creído que trucos de miel como esos solo funcionaban con personas de mente débil, ahora resultaba que era uno de ellos.
Se podría decir que a partir de ese punto las cosas cayeron totalmente en manos de sus oponentes, el hombre de bajo perfil llamado Dorian espero el momento preciso para golpearlos y una vez empezó no tuvieron forma de detenerlo.
―Ese hombre Dorian.
En este punto aún seguía sin comprenderlo, él llevaba la conversación, el lugar, el tiempo, todo fue propuesto por sí mismo, pero pareciera que ese hombre esperara esto desde el principio.
Y el golpe final.
―Qué clase de poder se encuentra detrás de él.
―Señor, ¿no es posible que fuera un farol?
Malakas solo mostro una expresión graciosa a su subordinado.
Si esas personas estuvieran fingiendo, entonces deberían participar en el teatro y no haciendo negocios. Si lo estaban engañando, bien podría dejar el comercio, tendría miedo de ser engañado por cada cliente.
―Lo siento…
―No necesito tus disculpas, quiero tu opinión, probablemente solo una mina entera produciría esa cantidad de joyería, en especial esa clase.
El mensaje de Dorian había sido claro, tenía una cantidad ilimitada de joyería de calidad exorbitante.
―Solo una nación sería capaz de tal hazaña.
Las palabras de Guillermo parecerían una exageración, pero el sentido común guiaba su respuesta, cuando una mina de mineral precioso era encontrada, ni siquiera los nobles tenían el derecho de conservarla, los derechos eran reclamados por el país y solo una parte de las ganancias llegarían al propietario de la tierra donde se hallaba.
―Una nación, un noble extremadamente poderoso o una organización de un poder equivalente. Sin importar lo que se nos ocurra al final, es la misma respuesta, alguien contra el cual no podemos meternos.
―¿Que deberíamos hacer ahora?
Esa era la pregunta importante, Malakas comenzó a repasar mentalmente la reunión con sus oponentes, cuando termino de analizar rápidamente la situación llego a una conclusión interesante.
―¿Señor?
Guillermo no pudo evitar hablar al ver como el ceño de su jefe se relajaba un poco, esto no era para menos, en la situación en la que se encontraban ¿cómo podía relajarse?
―Espera Guillermo, la situación podría no ser tan mala como pensamos en principio.
―Pero señor, nuestros oponentes.
Malakas entendía las preocupaciones de su subordinado, su rival había mostrado un dominio y un poder abrumador.
¿Pero?, si el objetivo de este poder no eran ellos, ¿por qué deberían tener miedo?
Después de analizar cuidadosamente su reunión, Malakas determino que sus oponentes no tenían malas intenciones con ellos.
―Guillermo piénsalo cuidadosamente, ¿hay algún daño para nosotros por aceptar su trato?
―Yo…
Guillermo intento refutar, pero mientras lo pensaba, noto que no encontraba como, sus oponentes no mostraron ninguna hostilidad, de hecho, fueron bastante complacientes, toda la reunión ocurrió de una manera fluida, ellos solo querían hacer negocios y nada más.
―Somos comerciantes, mientras el negocio sea legal, no hay razón para negarse.
―Pero señor, un negocio tan lucrativo, ¿por qué nosotros?
Malakas solo podía estar de acuerdo con él, un negocio así sería atractivo para todos, probablemente podían encontrar un mejor socio comercial si lo buscaran.
―No me digas.
―¿Qué es señor?
―El primer mes solo fue un sondeo, varios comercios grandes y medianos fueron usados como canales de venta. Probablemente estaban verificando la capacidad de reacción de la ciudad.
―Pero eso aun no explicaría por qué nos eligieron.
Una diferencia, algo que su negocio tenía y los otros no. De hecho, él sabía que era.
―No tenemos ataduras.
Guillermo no pudo evitar que sus ojos se abrieran por completo, eso era verdad, todos los negocios grandes y medianos en la ciudad tenían conexiones con los nobles. Los nobles tenían contratos de exclusividad con los comerciantes, de esta forma ellos aseguraban que los productos de mayor calidad terminaran en sus manos, del mismo modo los comerciantes conseguían ingresos estables.
A cambio de perder parte de su libertad, conseguían seguridad, era algo que todos los comerciantes deseaban. Malakas mismo había estado deseando un contrato así, pero dada su procedencia le había sido imposible de lograr. ¿Quién pensaría que esto lo ayudaría a conseguir una oportunidad como esta?
―Entonces era eso.
Tanto Guillermo como Malakas lograron liberarse, habían encontrado las respuestas a sus preguntas. Lo que pensaron que era una calamidad resulto ser una bendición.
―El contrato aún no está en nuestras manos, es muy pronto para celebrar. Guillermo, tomate el día libre, a partir de mañana trabajaras sin descanso.
―¿Puedo empezar ahora señor?
―Una vez que empieces no pararas por una semana.
―No es la primera vez.
Solo pudo sonreír como respuesta. El también sentía lo mismo, su espíritu de comerciante también empezó a arder en vista de un gran negocio.
―Está bien, ve.
Solo una cosa quedaba en la mente de Malakas, ¿debería a ver aceptado su regalo? La imagen de ese gran hombre apareció de nuevo en su mente.
Espero poder trabajar contigo señor Dorian.