Chereads / Compañero Imperial / Chapter 2 - 2

Chapter 2 - 2

Alan, luego de ello, no vio necesario seguir ocultándose, creía que si solo la ignoraba explícitamente, ella lo dejaría en paz porque no valdría la pena.

Pues… Terminó siendo al contrario.

-¡Alaaan!,¡No podrás ignorarme para toda la vida!-decía esta, agitando sus brazos como si fuera a volar.

Alan solo suspiraba exasperado y seguía su camino.

Luissiana, esta vez, calló y chasqueó la lengua.

-Ya me buscarás cuando te pegue la culpa.-susurró para si misma y se fué.

Alan se volteó extrañado al dejar de oír sus gritos, no veía a Luissiana, así que se encogió de hombros y siguió si camino hacia la biblioteca.

Los meses pasaron, y Alan no volvió a cruzarse con Luissiana. Esto lo inquietaba un poco.

Luissiana, le había pedido a Gilbert si podía enseñarle esgrima. Así lo hizo y por eso, es que Alan no volvió a verla salvo en la hora de la comida.

Luissiana comía rápido por naturaleza, así que el tiempo en el que se quedaba en el comedor era ínfimo.

Así pasaron los días, uno tras otro.

Alan se encontraba en el jardín, leyendo un gran libro. Las flores lo rodeaban como un manto de hermosos colores, su perfume era suave y fresco. Los destellos del agua corriendo por la fuente, le daban aún mas brillo a aquella hermosa mañana. Hacía algo de fresco, así que Alan tenía una manta delgada consigo.

Estaba absorto es su lectura, cuando aparece su padre, este sonríe al verlo. Se sienta a su lado y palmea la cabeza de su hijo.

-No hay forma de despegarte de los libros, ¿eh?-dijo que forma risueña el rey.

-Son lo único que me recuerda a mamá.

El rey descompuso su cara, sabía que la muerte de su esposa afectó terriblemente a su hijo, ya que era la única con la que hablaba y jugaba como un niño normal. Luego de su muerte, Alan dejó todo, menos la lectura, ya que su madre le leía cuentos e historias desde el día en el que nació.

-Hijo, deberías ir a dar un paseo por la capital, Gilbert puede ir contigo.

-No me gusta la multitúd.

El rey estaba realmente preocupado por su hijo.

-Sabes… Luissiana cayó enferma.

Alan se estremeció, pero no se movió, solo presionó con fuerza el libro que tenía entre manos.

-¿Que tiene?- dijo de forma serena.

-Aún no lo se, el doctor está atendiéndola ahora mismo.

"¿Y si es mi culpa?" pensó el joven Alan de 8 años.

Un silencio incomodo reinó entre padre e hijo.

-Alan… Todo lo que hago, es porque quiero que tu futuro esté perfecto, quiero que puedas vivir en paz. Y no quiero que sufras más cosas como lo de tu madre.

Alan se giró a verlo.

-La muerte es inevitable, padre.

A veces, la madurez de su hijo le preocupaba, le preocupaba que por ello no pudiera disfrutar de una hermosa infancia.

-Lo sé, pero trata de hacer todo lo que quieras, y probar cosas nuevas. Ya que la muerte es inevitable, deberías aprovechar que eres un niño, tienes un montón de cosas por hacer. Y siendo mi heredero, cuando llegues a Rey, no podrás huir de las reuniones sociales, Alan. Así que mi recomendación, es que de una vez… Por favor, Alan, deja de leer ese libro… Bien, escuchame. Tienes que salir de tu zona de confort, porque si no lo haces, no cambiarás. ¿Quieres acaso ser un niño de 8 años toda la vida?

-Si eso me permite estar lejos de todo problema y responsa--

-¡Alan!

Alan se asustó. Su padre lo miraba con severidad.

-Se que sabes bien que tu madre no estaría contenta de verte así, tan solo y silencioso. Algunas criadas dicen que pareces un fantasma penando por los pasillos.

Alan volvió a bajar la vista hacia el libro, pero esta vez lo cerró y se puso a mirar la portada de cuero.

-La vida en estas historias se ve tan fácil, los personajes no se preocupan por nada y se dejan llevar por el destino. No es realista, pero, no se que debería hacer para tener aventuras como ellos.

-Yo sí se cómo, las cosas emocionantes no viene solas, Alan, tienes que buscarlas, porque ellas no van a buscarte a ti.

Alan asintió vagamente.

Gilbert asomó por uno de los pilares y carraspeó.

Padre e hijo se voltearon.

-¿Como esta Luissiana?-dijo de forma inmediata el rey.

-Se encuentra bien, tiene gripe estomacal, el medico dijo que la niña es fuerte y se recuperará pronto, lo mejor es mantener alejado a Alan hasta que se recupere.

El rey suspiró.

-Bueno, no es como si realmente se hubiera acercado antes.-murmuró el rey.

Alan miró a su padre.

-Bueno hijo, el deber me llama, mañana tengo una reunión importante, así que debo preparar algunas cosas antes de eso. No olvides lo que te dije.

El niño asintió, viendo como su padre se alejaba con Gilbert detrás. Este ultimo se dio la vuelta y le sonrió a Alan, antes de desparecer de su vista.

Alan se quedó mirando sus manos, pensando en lo que dijo su padre. Intentaría aplicarlo.