Mes de Fuego Bajo (Mes 9), Día 6, 08:45
Las sirvientas estaban formadas en filas ordenadas frente a Sebas. Había 41 en total, y todas eran Homúnculos. A la cabeza se encontraba la sirvienta en jefe con cabeza de perro, Pestonya S. Wanko. Así pues, el personal de limpieza de Nazarick se había reunido.
«Todas, ésta es la nueva sirvienta.»
«Me llamo Tsuareninya, encantada de conocerlas.»
Como la representante de todas las demás, la sirvienta en jefe saludó a Tsuare, que mantenía la cabeza agachada.
Tsuare no mostraba ninguna señal de miedo luego de hablar con las sirvientas.
Aparte de las costuras que recorrían la mitad de su rostro, Pestonya teína ojos bondadosos y una expresión amable. Adicionalmente, todas las sirvientas detrás de ella eran humanoides, sin ninguna característica aterradora en el rostro.
Aun así, a juzgar por la condición de Tsuare, parecía que su miedo hacia los demás nunca desaparecería del todo. Aunque parecía estar llevándose bien con las demás, se debía a que sabía muy bien cuál era el tipo de situación en la que se encontraba y estaba intentando distraerse de ello, esforzándose para trabajar duro.
(Si no la observo con cuidado, podría quebrarse.)
Mientras Sebas meditaba estas preguntas, la sesión de los saludos y las presentaciones llegó a su fin, y una de las sirvientas la condujo afuera. En el camino, Tsuare se volteó para mirar a Sebas. Él asintió hacia ella con la cabeza, y ella le respondió de la misma manera antes de darse la vuelta y marcharse.
«Sabas-sama, ¿cuánto entrenamiento necesitará esa chica wan?»
«Entrénala hasta que califique para ser una sirvienta de Nazarick. Sin embargo, sólo es humana, así que cuando la entrenes, por favor no le exijas más allá de sus límites.»
«Entendido wan.»
La cara de perro de Pestonya se inclinó a un lado, revelando sus caninos. Aunque su expresión hacía que se viera como una bestia saltando sobre su presa, sus ojos estaban llenos de calor.
«Creo que para ella, ser una sirvienta será sólo el primer paso.»
«¿Qué quieres decir?»
Pestonya le respondió a Sebas, que no lo había entendido del todo y se estaba preguntando de qué hablaba.
«…Wan. Es decir, me refería a que probablemente se retirará después de casarse wan.»
«¡¿Qué?!»
Mientras la cara de Sebas se paralizaba, la suave risa de Pestonya hacía eco a lo largo del noveno piso de la Gran Tumba de Nazarick.
♦ ♦ ♦
Mes de Fuego Bajo (Mes 9), Día 7, 16:51
Luego de asegurarse de que no había invitados presentes y de que la hora era la correcta, Climb abrió las puertas hacia los aposentos de Renner.
La princesa estaba sentada en su lugar habitual; su habitación teñida de rojo por los rayos del ocaso del sol, iluminándola como un reflector.
«Bienvenido, Climb.»
Esa dulce belleza tranquilizó el corazón agitado de Climb, y sintió como si hubiera sido sanado. Climb tensó su relajado rostro y se acercó al lado de Renner.
«Ven, toma asiento, Climb.»
«Gracias, pero no es necesario, Renner-sama. Dentro de poco tengo que ocuparme de las repercusiones del ataque demoniaco.»
Los ojos de Renner brillaron. Era ella la que originalmente había dado esa orden, así que responderle de esta manera parecía ser lo correcto.
La siguiente tarea de Climb era reemplazar al personal de seguridad responsable de proteger el Gremio de Magos.
Eso se debía a la presencia de cierto objeto.
Aunque aún no tenían el panorama completo de la invasión demoniaca, un objeto mágico sumamente alarmante había sido descubierto en un almacén. El Gremio de Magos todavía lo seguía analizando y estudiando, pero teniendo en cuenta que había sido imbuido con magia excepcionalmente poderosa, y por la información que Yaldabaoth había dejado escapar, era muy probable que se tratara del objeto que había estado buscando.
Como resultado, el Gremio de Magos había reunido a un grupo de fuertes veteranos para vigilar el objeto hasta poder descubrir cómo deshacerse de él. Naturalmente, Climb era uno de ellos.
(Es tan molesto que no podamos castigar a los miembros de los Ochos Dedos que trajeron ese objeto a la capital…)
Aun frente a Renner, Climb no podía suprimir del todo la irritación en su corazón.
El objeto mágico, que había producido la tragedia en la capital, había sido encontrado en uno de los almacenes que ellos estaban seguros estaba relacionado a la división de contrabando de los Ocho Dedos. Siendo ése el caso, debieron de haberse movilizado de inmediato para destruirlos. Sin embargo, había una razón crucial por la que no podían hacerlo, y sólo unos cuantos tenían conocimiento de ello.
Habían iniciado la búsqueda del objeto debido a que Yaldabaoth había dejado escapar información sobre éste. De allí la insistencia de Renner. Yaldabaoth podría haber estado contando con que los humanos localizaran el objeto que sus tropas no habían podido encontrar, y era por eso que había filtrado la información en primer lugar.
Ya que todos entendían las implicancias de esa filtración, tenían que acallar toda la información sobre el artefacto, y por lo tanto, no podían usarlo como motivo para atacar a los Ocho Dedos.
«Trabajarás junto al Capitán Guerrero, ¿correcto? Ya veo, entonces todo estará bien. ¿Qué le paso a la gente que ayudaste? Debes haber estado ocupado protegiendo el palacio, pero seguro saliste al exterior por un momento, ¿correcto?»
El corazón de Climb se sacudió cuando Renner arrojó esa bomba sobre él.
«S-sí. Todos tienen la esperanza de poder expresarle su gratitud, Renner-sama»
«Qué maravilloso. Entonces debo ir a reunirme con ellos.»
«¡No puede!»
Tan pronto como el grito abandonó sus labios, Climb se percato de inmediato de que había metido la pata. Agachó la cabeza y comenzó a hablar con rapidez, como tratando de cubrir todo lo que había dicho antes.
«Renner-sama, todos están ocupados y creo que su presencia los distraerá de su arduo trabajo y aunque desmerece su generosidad, espero que pueda entender lo que trato de decirle.»
Mientras levantaba la cabeza, Climb se preguntó si el hermoso rostro de su señora estaría marcado por la tristeza, o por un puchero infantil inadecuado para su edad. Sin embargo, la expresión que vio no fue ninguna de esas dos.
Estaba sonriendo.
No se trataba de un simple movimiento hacia arriba de las comisuras de la boca, sino de una sonrisa completa, con todo el rostro.
Climb la había visto contenta muchas veces. Si rememoraba el momento en el que había sido más feliz, sería cuando había visto esa sonrisa en el rostro de Renner cuando ella lo había recogido. Sin embargo, la sonrisa que tenía ahora era un poco diferente de la que había tenido entonces.
Antes de que pudiera averiguar de qué se trataba, su expresión regresó a la débil sonrisa que mostraba usualmente.
«… Entonces, no hay nada que hacer al respecto.»
Climb suprimió un suspiro de alivio mientras Renner aceptaba su explicación.
La verdad era que acababa de decirle un montón de mentiras a su señora. Climb no había oído ni una sola palabra de agradecimiento de parte de los ciudadanos que había encontrado. Por el contrario, lo habían colmado de toda clase de culpas y de desprecio. «¿Por qué nos salvaste sólo a nosotros?,» y cosas similares.
Habían reunido su ira, ante la pérdida de sus familiares y de sus bienes, y habían derramado el tazón de su cólera sobre Climb.
Climb había soportado este resentimiento porque esas personas no tenían a nadie más a quién culpar, y también por la culpa que sentía al no haber podido cumplir las órdenes de Renner a la perfección.
Aun así, era doloroso oír esas palabras, especialmente después de haber luchado contra ese poderoso demonio para salvarlos.
El demonio que habían encontrado en el almacén estaba en un nivel completamente diferente al de todos los otros. Podría haber derrotado a Brain Unglaus y aún le sobrarían fuerzas, y era únicamente debido a sus muchas heridas que habían logrado obtener la victoria. Si ese demonio hubiera aparecido ante ellos completamente ileso, de seguro habrían sido derrotados. Luego de oír lo poderoso que había sido de parte de Lakyus, Climb agradeció en silencio que hubieran podido arreglárselas para triunfar contra él.
Luego de esa lucha de vida o muerte, el único agradecimiento que había recibido habían sido las quejas ya mencionadas. Aunque se dijo a sí mismo que ya se había acostumbrado a ello, las palabras seguían afectándolo profundamente.
En realidad, habría estado bien si Climb hubiera golpeado a esas personas con intenciones maliciosas. Nadie diría nada si Climb les regresaba los insultos que recibía en su posición de caballero personal de Renner, pero si lo hacía, entonces pondría en peligro la posición de Renner. Si el odio que sentían se volvía hacia la princesa y los llevaba a difamarla, él sería incapaz de sacar su espada contra ellos.
«Ahora bien, Climb. Tengo… noticias desagradables. Escucha con cuidado.»
Climb cerró los ojos por varios segundos antes de abrirlos nuevamente.
«Las mujeres que tú y Sebas-san se esforzaron por salvar del burdel… fueron asesinadas.»
Incapaz de comprender lo que Renner acababa de decir, su boca se abrió y se cerró mientras dejaba escapar algunos sonidos que podrían ser confundidos con palabras.
«Cómo… pero cómo… ¿cómo pudo haber sucedido eso?…»
Ahora que lo pensaba, las mujeres debían haber estado ocultas en un puesto de guardia y luego debían de haber sido enviadas a los territorios de Renner.
«Fue un error de cálculo de mi parte. Quería contratar aventureros para que hicieran de guardias, pero debido al disturbio, todos habían sido empleados por otros. Así que en su lugar usé mercenarios…»
Renner sacudió la cabeza, como diciendo que todo había sido su culpa.
«¡E-eso no es verdad! ¡Definitivamente no es su culpa, Renner-sama! ¡Los culpables son los que las atacaron!»
«¡No! ¡Si hubiera tenido más cuidado, y hubiera examinado las cosas más de cerca… si hubiera considerado que ese disturbio debilitaría la seguridad en la capital, si las hubiera dejado escapar cuando sentí el peligro, las cosas no habrían terminado así! Si hubieras estado allí, Climb, tal vez las cosas no habrían terminado así. Incluso los aventureros que recomendaron a los mercenarios se sorprendieron…»
Los ojos de Renner comenzaron a llenarse de lágrimas.
Climb sentía un dolor en el pecho como si corazón hubiese sido aplastado. Tal vez había sido un error por parte de Renner, pero ella había intentado obtener lo mejor de una mala situación. Entonces, ¿a quién culpar?
«¡Renner-sama, usted no hizo nada malo!»
Al oír la contundente declaración de Climb, Renner, conmovida por sus palabras, se puso de pie y lo abrazó con fuerza.
Para tranquilizarla, Climb llevó una mano a su espalda… no, eso sería peligroso.
«Pero, ¿cómo fue que la información…?»
«No tengo idea. La seguridad en la capital estaba en su punto más débil durante el disturbio; ¿tal vez se filtró en ese momento? Debieron haber sido trasladadas de inmediato…»
Él no podía descartar eso. Era posible que los atacantes hubieran seguido los lugares y las personas a las que Climb protegía hasta dar con el lugar en el que se escondían.
«¿En dónde encontraron los cadáveres?»
«En los distritos pobres de la capital, pero no conozco los detalles.»
«¿Y qué les sucedió a los cadáveres?»
«Fueron enterrados. ¿Qué pasa con ellos?»
«Quería examinar las heridas, para ver qué tipo de pistas podía encontrar.»
«… Climb, ya basta. Ya han sido ultrajadas lo suficiente. Por lo menos deja que descansen en paz. »
«… Entendido.»
La bondad de Renner lo conmovió hasta lo profundo de su corazón. En efecto, sus palabras tenían mérito. Climb se sintió avergonzado por no haber considerado sus sentimientos, y el impulso de averiguar la verdad se hizo más fuerte en su interior.
«Por favor no te lo tomes tan a pecho. Esto definitivamente no fue tu… ah, parece que hemos intercambiado lugares.»
Renner sonrió. Aunque sus ojos seguían rojos, ya no había más lágrimas en ellos.
«Sí, lo hemos hecho.»
La expresión estoica de Climb se deshizo, y sonrió.
«Perdóname por retenerte. Entonces, Climb, ahora trabaja duro. »
Aunque Climb sintió una punzada de anhelo por el calor que se había apartado de su pecho, de inmediato puso fin a esos deseos.