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Chapter 125 - Capítulo 11: La Batalla Final del Disturbio (Parte 6)

Mes de Fuego Bajo (Mes 9), Día 5, 04:03

«¡Kuh!»

Evileye gruño al recibir un golpe en el estómago. Aunque era bastante insensible al dolor, su sentido del tacto de sus días como ser humano aún no se había extinguido por completo. Si era atacada, definitivamente lo sentiría.

En el breve periodo en el que su concentración se rompió, Evileye recibió otro golpe de Alfa.

La fuerza explosiva del impacto la dejó sin aire, y la envió volando.

Evileye sintió que la energía negativa en su interior se agotaba. Sin embargo, su objetivo era alargar la batalla. Por lo tanto no podía usar la estrategia de convertir el daño físico en daño a su mana. Sin mana, sería incapaz de luchar. Esto significaba que tendría que usar su vida y su mana en partes iguales.

Su cuerpo cubierto de lodo fue elevado nuevamente en el aire por el hechizo de Volar.

En ese momento, Evileye vio a Nabe, que había sido mandada arrojada lejos por sus propios oponentes.

Parecía que también le habían dado una buena paliza. Evileye voló hacia ella. El enemigo no la siguió, ¿están esperando a que nos reunamos para que nos maten juntas?

«Oh, eres tú.»

Evileye había planeado ayudar a Nabe a pararse, pero ella se puso de pie de inmediato y le habló fríamente.

Aunque su cuerpo cubierto de heridas hacía parecer que había estado en la pelea de su vida, algo se sentía extraño en ella. No tenía miedo a la muerte, o mejor dicho, Nabe creía que Momon iba a derrotar a Yaldabaoth antes de que ella muriera.

(Es igual para mí,) pensó Evileye.

«¿Puedes seguir luchando?»

«Por supuesto. No hay problema.»

Esa había sido una pregunta estúpida.

(A propósito… esta mujer también excede los límites de la humanidad. ¿Podría ser que también es una Divina?)

Nabe había sufrido todo tipo de lesiones y su ropa estaba teñida de sangre, pero ninguna de sus heridas era letal. Por lo que Evileye sabía, las heridas que ella misma tenía podrían ser de mayor gravedad.

«Estás hecha un desastre.»

«No exactamente.»

Evileye se rió de la respuesta, que era típica de Nabe.

Aunque la máscara cubría la expresión de Evileye, Nabe pudo sentir que el ambiente había cambiado, y mostró sorpresa en el rostro.

«No, sólo pensaba que esa respuesta era típica de ti.»

«… Ya veo. Así que, ¿qué hacemos ahora? »

«¿Qué podemos hacer? ¿Cómo podemos alargar esta batalla?»

Evileye volvió una mirada incisiva hacia las cinco enemigas. Aparte de la sirvienta insecto, cuya sed de sangre la atravesaba como una lanza, las otras no irradiaban ningún tipo de hostilidad, aunque sus actitudes daban a entender que estaban muy confiadas de poder matarlas a ambas con facilidad.

«Tus enemigos también están allá.»

«Parece que se nos acabaron alternativas. Si nuestros números fueran iguales, podríamos tener una oportunidad de ganar. Pero si están al mismo nivel que nosotras y son más, entonces es seguro que perderemos.»

«¿Qué te parece huir? Si te das la vuelta y huyes, puede que no te persigan.»

«Has eso si quieres, te cubriré desde atrás.»

El descontento retorció el rostro normalmente remilgado de Nabe. (Aunque incluso poniendo una expresión fea, el valor de su belleza no se vería disminuido en lo más mínimo), pensó Evileye, con un sentido bastante extraño de aprecio por un rival.

De pronto, una persona fue arroja por el aire mientras un edificio se derrumbaba. La persona rebotó varias veces en el suelo, rodando antes de lograr detenerse.

A Evileye no le hacía falta respirar, pero de todas maneras contuvo el aliento.

Por un momento, pensó que podría haber sido Momon el que había salido volando, pero no era así. Era Yaldabaoth.

Ver a Yaldabaoth con dificultades para ponerse de pie emocionó a Evileye. Era obvio quién era el que lo había herido tanto y lo había arrojado tan lejos.

Evileye divisó a un guerrero de pie en el lugar desde el que el cuerpo había salido volando.

La armadura de negro azabache estaba fuertemente dañada, haciendo evidente cuan intenso había sido su duelo. Aun así, el hombre parado en el lugar no flaqueaba en lo más mínimo, demostrando la clara superioridad de Momon a comparación de Yaldabaoth, que se estaba poniendo de pie.

El cuerpo de Evileye se llenó de alegría, y apretó fuertemente los puños.

Momon bajó lentamente sus espadas, y habló con Yaldabaoth.

«Bueno, eso fue divertido. Cómo decir esto… se sintió real. Pude sentir que realmente luchaba contra ti. Así que esto es lo que se siente ser la vanguardia… En el pasado, acostumbraba dominar a mis oponentes en el combate cuerpo a cuerpo, así que no sentía nada, pero ahora me siento como un maniático de las luchas. Así que, ¿ahora podrías mostrarme todo tu poder?»

Decirle a un oponente que use toda su fuerza era un grave insulto. Pensando sobre esto, Evileye sacudió la cabeza. Tal vez éste era el verdadero deseo de Momon.

Un hombre fuerte como él raramente tendría la oportunidad de darlo todo. La mayoría de las veces sus oponentes probablemente morían antes de que pudiera ponerse serio. Un hombre como él estaría encantado si obtuviera la oportunidad de enfrentar a un oponente que requiriera de toda su fuerza.

«Entonces, por favor permíteme hacerlo.»

Yaldabaoth probablemente lo había tomado como un insulto, y por eso había respondido con una amabilidad exagerada y sarcástica.

Mientras lo observaba, Evileye se llenó de orgullo al saber que ella entendía mejor a Momon que Yaldabaoth.

«Entonces, te atacaré en serio.»

«Adelante, Yaldabaoth.»

Con esas palabras como señal, ambos chocaron al medio de la plaza.

Su intercambio fue como una repetición de cuando Evileye había conocido a Momon por primera vez. Su alta velocidad y ataques consecutivos eran desviados por las garras extendidas. Ya que podían bloquear sus espadas, la dureza de esas garras debía sobrepasar el entendimiento humano.

Momon dio un salto hacia atrás en un arco enorme y alto. La fuerza de su salto hizo que ella pensara que había usado el hechizo Volar. En el momento en el que su visión fue bloqueada por los giros de sus espadas, por el rabillo del ojo, Evileye vio que él sacaba una lanza de la nada.

Era una lanza carmesí cuya punta era como un ciclón de fuego. Momon la arrojó hacia Yaldabaoth. Voló tan rápido que todo lo que ella vio fue la estela roja impresa en su mirada mientras la lanza se dirigía hacia Yaldabaoth.

«Múltiples Aspectos de Demonio: Manto de Fuego Infernal.»

Mientras la lanza impactaba, una llamarada rugiente se elevó desde el suelo, y una onda de choque gigantesca surgió de Yaldabaoth.

«¡Kuh!»

Para evitar salir volando por el desplazamiento titánico de aire, Evileye se agachó e intentó capear la tormenta. Afortunadamente, ya que usaba su máscara, fue capaz de mantener los ojos abiertos durante la tempestad.

Mirando hacia adelante, vio a Momon tomando su espada de donde se encontraba a sus pies, en medio del aire que soplaba salvajemente. Entonces, se lanzó hacia Yaldabaoth una vez más.

Yaldabaoth estaba listo para recibir el ataque. Su cuerpo estaba cubierto de fuego, y la lanza de hace unos instantes estaba clavada en el suelo junto a sus pies.

Mientras Momon blandía su espada hacia él, Yaldabaoth la atrapó con ambas manos. De entre sus palmas salió humo, y el metal entre sus dedos comenzó a derretirse.

«Así que puedes fundir un arma como ésta… la habilidad se han hecho más fuerte.»

Puesto que la espada era favorecida por Momon, un aventurero del calibre más alto, debía haber sido hecha de un material en verdad asombroso.

Pero eso no tenía importancia. Lo que importaba era que Yaldabaoth podía invocar llamas capaces de fundir el acero, y que Momon podía seguir hablándole con tranquilidad a pesar de estar tan cerca de las mortales flamas.

«…Estos dos son increíbles.»

Evileye estaba aterrorizada. Ya sabía qué tan fuertes era los dos, pero su cuerpo seguía temblando descontroladamente.

«Es como has supuesto. El daño de tipo fuego ha sido reforzado por una habilidad especial.»

Mirando más de cerca, las llamas que cubrían a Yaldabaoth tenían cierto tono negro en ellas.

«Fuego Infernal, ¿cierto?»

«Así es. Ni siquiera un ser con inmunidad al fuego saldría ileso, ¿no te parece?»

Por primera vez en su batalla, Momon dio un paso hacia atrás en retirada, pero Yaldabaoth no iba a permitirlo.

Esta vez era el turno de Yaldabaoth de acortar la distancia, lanzando una ráfaga de golpes hacia Momon. Ese ataque podría haber matado a un ser humano en un instante, pero Momon los esquivó todos con sus gigantescas espadas.

Mientras estaba enfrascado en un combate cuerpo a cuerpo que derretía lentamente su armadura, Momon buscó nuevamente en el vacío y sacó un arma extraña.

«¡Frost Pain Modificada – Ráfaga Helada!»

Una ola de aire glacial fue expelida desde el arma, reduciendo instantáneamente la temperatura de los alrededores. Aunque parecía que el frío incluso sería capaz de congelar al fuego, la Llamas Infernales de Yaldabaoth ardían con más intensidad que las llamas normales. Sin embargo, por un instante, el calor fue sofocado.

La exclamación de sorpresa de Yaldabaoth llegó hasta los oídos de Evileye.

«¿Qué fue eso? Fue como la lanza de hace unos momentos.»

«Como no puedo usar magia, lo compenso con armas elementales. Aunque esta es una copia de Frost Pain creada como experimento… bueno, debería considerarme afortunado de que haya resultado más poderosa que la original. Por supuesto, es una herramienta que me permite usar un hechizo de alto nivel tres veces al día, sin embargo, sin las habilidades especiales para incrementar su fuerza, no debió haber sido nada para ti.»

Realmente costaba creer la conversación entre los dos.

Se suponía que estaban enfrascados en una intensa lucha a muerte, pero la atmósfera se sentía como si simplemente estuvieran confirmando la fuerza del otro de manera amable y relajada.

Evileye recordó algo que Gagaran había dicho una vez. Cuando los guerreros ponían sus vidas en juego, algunas veces eran capaces de entender por completo los pensamientos de su oponente, y eso creaba una sensación parecida a la de amigos cercanos que se habían conocido desde hace mucho tiempo.

En ese entonces, ella se había preguntado «¿de qué está hablando?». Pero ahora…

«Tal vez tenía razón, después de todo.»

Evileye había aprendido a aceptar muchas cosas en el transcurso de un día. Estaba decidida a no rechazar ningún conocimiento potencial en el futuro.

Evileye comenzaba a sentir celos de la cercanía entre ambos.

El hombre en la armadura negra como la noche, que había perdido su brillo debido a su superficie fundida, y el demonio cuyo esmoquin había sido hecho trizas por incontables golpes de espada.

Ambos que habían luchado el uno contra el otro en una esfera más allá del entendimiento humano, para Evileye, parecían ser viejos amigos.

«Tu poder es incomparable.»

«Ciertamente, también el tuyo, Yaldabaoth.»

«En ese caso, ¿podría sugerir algo?»

Momon elevó la barbilla hacia Yaldabaoth, como diciéndole que continuara.

«Si te concedo esta batalla y la vitoria, ¿tal vez ambos podamos retroceder un paso del límite? O más bien, para ser más precisos, me retiraré de este incidente, y me gustaría que desistas de perseguirme.»

«¡Estás bromeando!»

El grito de Evileye estaba alimentado por una intensa emoción. Para alguien que había traído tanto caos y muerte a la capital, un pedido de clemencia y perdón no era nada sino vergonzoso.

Sin embargo, una voz tranquila aceptó la propuesta de Yaldabaoth.

«Está bien.»

Bajo su máscara, Evileye observaba a Momon con los ojos desencajados. No podía entender por qué era que Momon, que se encontraba en una posición tan superior, estaba aceptando los términos de Yaldabaoth.

Sintiendo la confusión de Evileye, Yaldabaoth se encogió de hombros. A pesar de lo mucho que Evileye odiaba admitirlo, se había visto bastante elegante al hacerlo.

«Me sorprende que Momon haya traído a una mujer tan tonta como tú. Un examen rápido debería revelar la razón por la que Momon-san ha aceptado mi propuesta.»

Volviéndose hacia Evileye, Yaldabaoth continuó hablando:

«Para traer aquí a Momon-san, y para evitar que otros interfieran en nuestra batalla, ustedes involucraron a muchos de sus amigos y aliados a la batalla, ¿no es así? ¿Realmente crees que serán suficientes para evitar que los demonios se entrometan en este conflicto?»

Evileye sintió como si una estalactita la hubiera empalado atravesándole la espina dorsal.

«El ejercido demoniaco está siempre a la espera de una oportunidad para atacar la capital.»

Era el peor de los escenarios.

Aunque el Marqués Raeven estaba patrullando el interior de la capital con sus tropas, honestamente, ella no podía creer que pudiera ser capaz de lidiar con todos los demonios que Yaldabaoth tenía en espera. Les aguardaba una conclusión similar si los demonios comenzaban a tomar rehenes a lo largo de la ciudad.

Pero si ellos derrotaban a Yaldabaoth aquí…

«Aun si me matan, ¿crees que ellos desaparecerán? Lo único que tengo que hacer es enviar una sola orden mental y al instante las hordas infernales comenzarán a arrasar con la ciudad. Por supuesto, es posible que sus números se hayan reducido un poco… sin embargo ¿cuántas muertes crees que provocarán hasta que logren matarlos?»

«Pero entonces, ¿cómo podemos saber que realmente cumplirás tu promesa?»

Si Yaldabaoth continuaba luchando contra un guerrero de primera como Momon, en realidad no tendría ninguna garantía de poder ganar. Siendo ése el caso, ¿por qué mejor no retirarse con todas su tropas y rogarles para que no lo persigan? Si no, bueno, entonces si acababa muriendo, iba a llevarse a todos consigo. Se trataba de algo como eso.

Sin embargo, con los habitantes de la ciudad como rehenes, sus circunstancias no eran parejas.

Realmente era una oferta astuta y manipulativa.

Ya veo, pensó Evileye, y su opinión sobre Momon se incremento aún más. Él había aceptado a regañadientes la propuesta de Yaldabaoth porque ya había previsto esta situación. En efecto, Momon no había tenido otra opción.

«Entonces, ya que esta intrusa lo ha aceptado también, daré inicio a mi retirada, aunque es una pena no haber podido recuperar ese objeto. Ruego porque nunca volvamos a encontrarnos.»

«Igual yo, Yaldabaoth.»

Yaldabaoth rió bajo su máscara, y luego reunió a las sirvientas alrededor antes de desaparecer usando un hechizo de teletransportación de alto nivel.

«Se han ido…»

Evileye flotó en el cielo, sus ojos observando el lugar en el que había estado el muro de fuego. No quedaba nada, sólo una zona más vívida en horizonte nocturno.

Las cortinas se habían cerrado sobre este disturbio. Pero, ¿qué habían obtenido de los sacrificios de este día?

El hecho seguía siendo que Yaldabaoth existía, un demonio con un poder que sobrepasaba por mucho al de los Dioses Demonio. Y de pie frente a él estaba Momon, un guerrero de primera clase. ¿Cuál sería la reacción del mundo ante estos dos una vez que se corriera la voz, y cómo cambiaría el mundo después de eso?

Evileye sacudió la cabeza para dispersar los pensamientos que se había fundido en un gran montón en su interior. Reflexionaría estas cosas lentamente, en el futuro.

Había algo mucho más importante que esto. Evileye aterrizó en el suelo y abrió los brazos.

«¡Uwaaaaaaaaaaaah!»

Con un grito de alegría, Evileye comenzó a correr. Aunque la duración de su hechizo de Volar no había expirado aún, este tipo de situación instaba a correr.

Evileye corrió hacia Momon. Tal vez fue debido a la sorpresa, pero Momon preparó sus espadas. Ignorando esto, Evileye saltó por los aires hacia él. Ya que había estado corriendo a toda velocidad, se sintió como si hubiera chocado con una pared. Pero debido a su fisiología vampírica y a su resistencia, no recibió daños.

Y así, Evileye tacleó y abrazó a Momon.

«¡Lo lograste! ¡Ganaste! ¡Ganaste! ¡Era de esperar de Momon-sama!»

«Yo… eh… ¿te importa?, me gustaría algo de espacio.»

Momon le habló con calma a Evileye, que lo abrasaba como un koala. Tal vez estaba avergonzado.

(Es una victoria si lo abraso.)

Evileye estaba apostando en una trivialidad que había oído en el pasado. Algunos hombres usaban a los miembros del sexo opuesto para aliviar la tensión después de una batalla. Ella tenía esperanzas de que Momon fuera ese tipo de hombre, y que la escogería a ella para esa tarea.

Evileye le dio un vistazo a Nabe que la estaba fulminando con la mirada.

(La primera chica gana.)

Aunque Evileye estaba apretando su suave cuerpo contra Momon, su armadura probablemente significaba que él no sentía nada, y si golpeaba alguna herida, le dolería.

«Ah… perdóname, Nabe, sostén mis espadas.»

Percatándose de que sólo estaba desperdiciando sus fuerzas, Evileye lo soltó, cayendo del árbol que era Momon.

(Bueno, es cierto. La próxima vez debo estar atenta a una buena oportunidad. Ahora que Yaldabaoth ha visto el poder de Momon-sama, no hay forma de que rompa su parte del trato. Pero incluso así, están los que lucharon, y los que murieron… ah, seguir mis propios deseos traerá problemas de muchas formas.)

La batalla por la capital había terminado.

Pero su batalla como mujer acababa de comenzar.

Evileye, que estaba pensando cuál sería su siguiente movimiento, se dio la vuelta hacia el sonido tintineante del acero.

Ante ella se encontraba un grupo de personas. Eran los aventureros, los soldados y…

«¿Es ése el Capitán Guerrero? ¿Con todas las demás?»

Al lado de Gazef Stronoff estaban Lakyus y Tina. Gagaran y Tia también estaban allí. Todos estaban cubiertos de suciedad, un testamento a la ferocidad de las batallas que habían luchado para llegar hasta aquí. Ellos echaron un vistazo a las secuelas de la intensa batalla que había tenido lugar aquí, y luego, tomando aire, miraron a Momon.

Sintiendo el significado de ese gesto, Evileye le susurró:

«Momon-sama, lidera el grito de victoria.»

Pero Momon no lo hizo. Justo cuando Evileye comenzaba a sentir sospechas, oyó una pequeña vocecita.

«Ahora me estoy sintiendo un poco tímido.»

La sorprendente reacción humana del guerrero sobrehumano hizo que Evileye riera a carcajadas.

«… Pero, ¿no crees que ese honor le pertenece a la persona que hizo la mayor parte por nosotros? No dejes escapar esta oportunidad.»

Momon apretó su espada con fuerza y la lanzó hacia arriba.

«¡UOOOOOOOOOOOOHH!»

Al siguiente instante, todos en la plaza levantaron los puños al cielo, gritando en celebración de su victoria. En las bocas de todos estaba el nombre de Momon, el héroe que había salvado a la nación.