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Chapter 122 - Capítulo 11: La Batalla Final del Disturbio (Parte 3)

Mes de Fuego Bajo (Mes 9), Día 5, 03:44

Lakyus se encontraba a la cabeza del equipo de asalto formado por aventureros de rango mithril y orichalcum. Tina también estaba a su lado, y avanzaron juntas.

Antes de partir, Lakyus había considerado seriamente su posición. Nadie que fuera capaz de usar magia de resurrección debería estar al frente de la batalla. Sin embargo, la usencia de Lakyus provocaría una gran pérdida de su poder de combate. Ya que la prioridad era lograr que Momon llegara a salvo con Yaldabaoth, era lógico que Lakyus quisiera evitar quedarse en la retaguardia.

Habían evitado seguir la ruta que Momon había tomado, y en su lugar habían escogido una que conducía a una ubicación que poseía una barricada custodiada por guardias. Todo lo que vieron en el camino hacia el lugar fue calles teñidas de sangre, con trozos de carne desmenuzada esparcidos por todos lados. Por supuesto, la barrica había sido destruida a tal punto que para empezar no había ninguna señal de que alguna vez hubiera existido.

Para evitar hacer demasiado ruido, los aventureros se formaron en un grupo y avanzaron lentamente. Sin embargo, después de haberse movido unos treinta metros, doblaron una esquina y fueron rodeados por demonios.

Al inicio de la batalla, los aventureros, con su gran destreza de batalla, disfrutaban de una ventaja sobrecogedora en el combate, pero poco a poco, el equilibrio del poder comenzó a cambiar. Esto porque sus oponentes poseían una ventaja numérica que abrumaba las habilidades de combate uno contra uno que poseían los aventureros. Eran tantos que parecía como si todos los demonios en el área hubieran convergido en ellos.

«¡Aguanten! ¡Sigan luchando!» gritó Lakyus mientras activaba su magia de apoyo de grupo. Por supuesto, ninguno de los aventureros se retiraría. Ellos sabían cuán importante era esta batalla.

A diferencia de la tarea de Evileye, que era la de eliminar a la basura que intentara interponerse en el camino de Momon, la tarea que ellos tenían era presionar a los demonios y evitar que se dispersaran.

En ese sentido, luchar de frente contra tantos demonios era, en cierta forma, el mejor apoyo para Momon. Mientras más tiempo lucharan aquí, mayores serían las probabilidades de Momon de obtener la victoria.

Los gritos de guerra y el chocar del acero se fundieron en uno, y el sonido de los hechizos siendo lanzados y el de las habilidades especiales usadas, por ejemplo el Aliento de Fuego que incineraba los cuerpos humanos, se juntaron en una mezcla caótica.

Después de que Lakyus confirmó la situación, su rostro se contrajo. Las palabras de uno de los aventureros se le quedaron grabadas en la mente.

«Los demonios se han vuelto más fuertes.»

¿Podría ser que habían abierto la puerta al mundo de los demonios, y habían invocado incluso a más demonios? ¿El muro de fuego era la frontera entre el este mundo y el otro? ¿Qué sucedería si dejaban continuar las cosas? Incluso si derrotaban a Yaldabaoth, ¿sería posible restaurar la paz en la capital? ¿Todo esto sería en vano?

«¡No tiene sentido seguir pensando en esto!»

Al gritar esto, las innumerables preocupaciones de Lakyus se dispersaron.

Si no hacía nada, nunca lo llegaría a saber. Por esa razón, Lakyus tomó su espada.

¡Disparo!

Una de las Espadas Flotantes que volaban junto a sus hombros, se elevó y salió disparada ante su orden. Con una velocidad que partió el aire, atravesó a un Perro Infernal que saltaba, justo a través de la boca, destruyéndolo sin dejar siquiera un cadáver detrás.

Mirando alrededor, Lakyus se dio cuenta de que habían sido rodeados. El avance que acababa de comenzar se había detenido, y ya que estaban rodeados por múltiples capas de enemigos, no había ninguna posibilidad de alivio. Lo único que quedaba por hacer era luchar.

La vanguardia se deshizo de sus armas rotas y tomaron sus repuestos. Los lanzadores de magia que se habían quedado sin mana en su lugar usaron sus pergaminos o varitas para lanzar hechizos. Estaban agotados pero tenían que continuar.

El anillo exterior de aventureros era de rango orichalcum, mientras que los de rango mithril defendían al centro a los heridos y a los lanzadores de magia que se habían quedado sin mana.

(Esto es malo… si sigue así, nos agotarán poco a poco y seremos derrotados. ¿Es que no lo han hecho aún? ¿Todavía no han derrotado a Yaldabaoth?)

Resonó un grito, y cuando Lakyus volteó la cabeza, vio a un guerrero que había sido arrojado al suelo por un demonio.

«¡Tch!»

Antes de que Lakyus pudiera moverse, Tina se lanzó hacia el demonio, llenando la brecha que se había formado.

El guerrero caído fue llevado por los otros aventureros. Era bueno que siguiera con vida, pero la situación seguía siendo muy mala. El hecho de que nadie estuviera lanzando hechizos curativos era una señal clara de que el mana de los sacerdotes que usaban magia divina se había agotado por completo.

(Tenemos que retroceder.)

Si sus líneas de defensa caían, serían aplastados en un instante. Lakyus no podía dejar que murieran así. Evaluó lo que podría suceder si Momon fuera a ser derrotado, y se dio cuenta de que tendría que ser muy cuidadosa con respecto a ello.

Retirarse cuando estuvieran agotados por completo sería extremadamente difícil. Lo mejor sería retroceder mientras aún tenían la fuerza para hacerlo.

«Retro-»

Justo cuando Lakyus estaba por dar la orden de retirada, quedó sin aliento al mismo tiempo que un nuevo demonio descendía del cielo.

De una altura aproximada de tres metros, su cuerpo musculoso estaba cubierto de escamas de reptil y la cola que tenía parecía una serpiente.

Su cabeza era un cráneo de cabra y sus ojos eran faros de un ardiente fuego blanco al interior de órbitas oculares negras y vacías.

En sus poderosos brazos, sostenía un mazo gigantesco.

Extendió las alas como de murciélago de su espalda. Al batirlas, envió una onda de aire congelante hacia adelante, y fue acompañada por una oleada de terror abrumador. Aunque les habían lanzado magia de resistencia al miedo por lo que no entraron en pánico, ésta era una clara demostración de poder de parte del demonio, que era más fuerte que cualquiera que hubieran encontrado hasta ahora.

El sudor fluyó como un río.

«…Esto es malo.»

Con una amplia cantidad de mana y con los equipos de aventureros a pleno rendimiento, probablemente habrían sido capaces de derrotarlo. Si tan solo pudieran aprender más de su oponente y luchar con él después, definitivamente habrían triunfado, pero en este momento, ninguna de esas condiciones estaba presente. Evileye, que poseía muchos conocimientos y que podía usar magia poderosa, no se encontraba aquí. Gagaran, que podía defenderse de los ataques de sus oponentes y de inmediato aprovechar esa ventaja para contraatacar, no estaba aquí. Tia, que podía evadir hábilmente los ataques de sus enemigos y atacarlos con su ninjutsu, no estaba tampoco. Las únicas presentes eran dos personas agotadas.

Lakyus miró a Tina, que asintió para mostrarle que estaba lista para morir en este lugar. Lakyus apretó ambas manos alrededor de la empuñadura de Kilineyram y comenzó a avanzar hacia el demonio. En ese instante, un aventurero cercano de rango orichalcum le cogió el hombro y gritó.

«¡Nosotros lo retendremos! ¡Tú debes escapar!»

Viendo la mirada de sorpresa en el rostro de Lakyus, continuó hablando.

«Si estás viva, puedes usar magia de resurrección. Es por eso que debes regresar con vida, sin importar qué. ¡El resto de nosotros estamos contando contigo para que nos revivas! »

El hombre sonrió, su expresión llena de encanto masculino. Era una sonrisa adecuada para un aventurero de rango orichalcum como él. Los aventureros que lo rodeaban asintieron al unísono.

Cuando uno lo pensaba con calma, ellos tenían razón. En lugar de prepararse para morir, ella debía prepararse para vivir, para poder extender las vidas de los que caerían en la batalla.

«Los componentes materiales para un hechizo de resurrección son muy costosos. ¿Qué tal si nos das un descuento?»

«Oye, ¿no dijiste que querías ser el orgullo de la princesa o algo así?»

«¡Que lo paguen los malditos nobles! ¡Ciertamente tienen las monedas!»

Y así sin más, como si estuvieran yendo a un picnic, varios aventureros se separaron del amontonado grupo. No hubo discusiones, ni siquiera miradas a los ojos de los demás; simplemente se alejaron en sincronización perfecta para pararse frente al demonio.

Viendo la forma despreocupada con la que iban hacia sus muertes, Lakyus se mordió el labio y se dio la vuelta.

«¡Escapa con todas sus fuerzas! ¡Todo estará bien, siempre y cuando puedas escapar al final!»

Con eso, Lakyus se lanzó hacia las hordas demoniacas con Kilineyram en sus manos, confiándole el cien por ciento de su defensa a su armadura y a su magia. Abandonando la casi destruida línea defensiva, se preparó para labrar un camino carmesí a través de los demonios.

Se sentía como si estuviera siendo hecha pedazos, su carne atravesada por dagas, forzando a Lakyus a apretar los dientes contra el dolor que la asediaba. Desde un punto de vista distante, ella sabía que su cuerpo estaba casi al límite, así que usó un hechizo silencioso de curación. Aunque Lakyus tenía que sobrevivir este encuentro fuera como fuera, no podía hacerlo sin exigirse a sí misma al máximo.

¡Haaaaaa!

Lakyus concentró casi todo el mana que le quedaba sobre Kilineyram. Las estrellas en el cuerpo de la espada comenzaron a brillar con un resplandor sobrenatural, y también incrementó su tamaño.

«¡Superhabilidad! ¡ Mega Impacto de Espada Oscura!»

Con un corte horizontal, la energía negra fluyó al exterior en una enorme onda cortante. Los demonios de bajo rango fueron reducidos a átomos invisibles por la ráfaga explosiva de energía no elemental.

Estrictamente hablando, no era necesario ponerle un nombre al ataque, pero si funcionaba así, funcionaba así. Sin embargo…

«¡¿Aún… no es… suficiente?!»

Lo único que los ojos cansados de Lakyus podían ver era una verdadera pared de demonios de bajo rango. Aunque acababa de destruir a muchos de ellos con un solo golpe, la brecha que había abierto fue llenada nuevamente de inmediato.

¿Sería capaz de escapar? La inquietud de Lakyus comenzó a incrementarse de nuevo. Kilineyram había regresado a sus dimensiones originales.

En ese momento, Lakyus miró detrás de los demonios… un resplandor de metal, y el rugido de la voz de un hombre.

«¡Corte Séxtuple de Luz!»

Los seis cortes simultáneos atravesaron a las hordas demoniacas.

«¡Corte Séxtuple de Luz! ¡Velocidad del Viento! ¡Hnnn!»

Una vez más, siete demonios fueron atravesados como un cuchillo caliente cortando mantequilla. Ese filo hizo que Lakyus pensara en Filo de Navaja, la espada que podía cortarlo todo, y aterró a los demonios.

«¡Mátenlos a todos!»

Al compás de su furioso grito, un cerco de lanza se elevó detrás de Gazef.

Era imposible confundir el brillo de ese metal. Innumerables lanzas atacaron desde atrás de Gazef. Era la Guardia Real y los caballeros que defendían el palacio, una fuerza de cientos de soldados que parecía iban a inundar la calle.

Al ver que eran superados en número en más de dos a uno, la horda de demonios comenzó a flaquear.

Resonaron gritos de alegría, y los aventureros en malas condiciones comenzaron a retirarse cubiertos por los solados.

«Por qué, ¿qué hace Stronoff-sama aquí?»

¿No se suponía que él se quedaría atrás para proteger el palacio y a la familia real? Como en respuesta a las palabras de Lakyus, el rostro de Gazef miró hacia cierta dirección.

La mirada de Lakyus siguió la de él, y sus ojos se abrieron por completo. Había cuatro sacerdotes y cuatro lanzadores de magia arcana protegiendo a un anciano. Sobre su cabeza descansaba la corona que sólo una persona en el Reino tenía permitido usar. Su cuerpo, cubierto por una sólida armadura.

El Rey Ranpossa III.

Esta jugada era sumamente peligrosa.

Aunque su cuerpo estaba protegido por la armadura completa, los ataques de algunos demonios podían atravesar fácilmente el acero. Además, incluso si estaba protegido, los hechizos de área de efecto que abrumaran a sus protectores podían herirlo, y el rey seguía siendo una persona ordinaria, así que probablemente moriría si era golpeado con algún tipo de magia. Aun cuando se podía usar hechizos de resurrección en él, el rey seguramente sería incapaz de soportar la pérdida de fuerza vital que requeriría.

«Su Majestad declaró lo siguiente: '¿Están para proteger este castillo sin vida, o a mí?' Sólo puede haber una respuesta a eso. Es nuestro deber proteger el cuerpo del Rey. ¡Siendo así, éste es un campo de batalla en el que debemos luchar! ¡Adelante!»

Los soldados dejaron escapar un grito estremecedor, y avanzaron.

Una fuerza chocó contra la otra, pero justo cuando todos pensaron que la suerte había cambiado, el cuerpo de un aventurero de rango orichalcum voló por los aires, golpeando una pared cercana y dejando una brillante mancha roja.

«¡OOOOOOHHHHHHHHH!»

Como diciendo, «vengan por un poco también», el cuerpo del demonio gigante detuvo a los soldados en seco.

Había monstruos que no podían ser derrotados sólo con los números.

«¡Stronoff-sama! ¡Dame una mano!»

«Por supuesto.»

La voz que siguió a la de Gazef hizo que los ojos de Lakyus se abrieran de par en par.

«Esperen. ¿No necesitan a una maravillosa luchadora para darles apoyo?»

«Y también a una excelente aspirante a ninja.»

No había duda sobre esas voces. De todas maneras, Lakyus gritó con sorpresa, casi sin poder creer lo que oía.

«¡Gagaran! ¡Tia!»

Las dos caminaron lentamente frente a ella. Estaban equipadas por completo y listas para la batalla.

«Oye. Me he entumecido por todo este descanso, así que le pedí a Stronoff-san que me trajera con él. »

«Lista para luchar.»

No debería ser de esta manera. Ella ya les había dicho que tenían prohibido luchar justo después de ser resucitadas. Normalmente, una persona tendría que mantener reposo absoluto e incluso así se sentiría agotada. A pesar de eso, ellas sabían lo importante que era esta batalla, y era por eso que se habían unido a la lucha.

Tener de vuelta a todas juntas era el mejor incentivo que podía recibir.

Lakyus oró con todo su corazón.

Oró por que Momon derrotara a Yaldabaoth, y que se deshiciera de los demonios de la capital.

Overlord Volumen 6 Capítulo 11 Parte 3

♦ ♦ ♦

Mes de Fuego Bajo (Mes 9), Día 5, 03:46

«Lo veo.»

Mirando al frente, se podía ver al demonio enmascarado de pie al centro de la plaza, sin hacer esfuerzos para esconderse. Aunque ella no podía ver las figuras de otros demonios, Evileye no era tan tonta como para creer que no estaban allí.

Luego de darse cuenta de que se acercaban, Yaldabaoth se dio la vuelta y les ofreció una elegante reverencia. Sólo podía haber un significado detrás de esto.

«Una trampa… ¿ahora qué, Momon-sama?»

«No importa qué es lo que aguarde por nosotros. Simplemente tendremos que aplastarlo.»

«Así es.»

El tono de voz de Momon ya no tenía su seriedad y formalidad originales, lo que probablemente se debía a que su viaje juntos había hecho que se familiarizaran más el uno con el otro. Con esto en mente, Evileye también comenzó a cambiar a una forma más casual de hablar. Si seguía ocultando su verdadero yo, cuando comenzaran a salir en serio, probablemente romperían enseguida. Así que, aunque revelar su verdadero yo podría ser demasiado apresurado, adoptar un tono más casual probablemente era una buena idea, pensó Evileye.

«Parece que está comenzando justo a tiempo.»

Desde atrás, resonaron el sonido de los tambores y los gritos de batalla. Con el objetivo de garantizar que Momon pudiera luchar uno contra uno con Yaldabaoth, las tropas iban a comenzar su ataque. Ésta era la única oportunidad que tenían. Por lo tanto, no había otra forma de salvar la capital que no fuera derrotando a Yaldabaoth.

«Ah, parece que es así. Por lo visto llegó el momento de la batalla final. Momon-sama… déjanos los otros enemigos a mí y a Nabe. Debes concentrar toda tu atención en luchar contra Yaldabaoth.»

«Entendido. En ese caso, ya que has llegado hasta aquí conmigo, cuando derrote a Yaldabaoth y regrese triunfante, ¿puedo confiar en que estarás de pie a mi lado? Nabe, por favor trabaja con ella. Espero que los tres podamos regresar juntos.»

«Lo entiendo, Momon-san.»

Los tres aterrizaron frente a Yaldabaoth. Evileye miró el lugar, y de una casa junto a la plaza, apareció una sirvienta.

Llevaba una máscara como la última vez que la había visto, con una expresión fija. Pero Evileye podía sentir el odio la sirvienta sentía hacia ella.

(Probablemente hay más de una.)

Yaldabaoth ya sabía quién era más fuerte entre ella y la sirvienta insecto. Ahora que su grupo tenía también a Nabe, una lanzadora de magia que podría ser capaz de rivalizar con él en poder, no había forma de que viniera sólo a la batalla. ¿Estaba planeando abrumarlos con el número de demonios, o había otro subordinado de un nivel comparable esperando tras bastidores? Ambas posibilidades hacían que Evileye sudara frío.

Después de esa sirvienta, aparecieron otras personas con máscaras similares a las de él.

Todas estaban usando uniformes de sirvienta extraños.

Y eran…

«…¡¿Cuatro?!»

Había un total de cinco personas con un poder de batalla comparable al suyo. La diferencia de poder de dos contra cinco era demasiada. Desde el comienzo parecía una batalla imposible de ganar.

«¡Maldición! ¡Subestimé a las fuerzas de Yaldabaoth!»

Si esto seguía así, se verían abrumadas por el peso de los números, y entonces las sirvientas irían a interferir en el duelo entre Momon y Yaldabaoth.

En una batalla igualada, incluso un poco de apoyo podía significar la diferencia entre la victoria y la derrota, justo como en la batalla contra la sirvienta insecto.

«Entonces les dejaré esas cinco a ustedes.»

Diciendo esto, Momon tomó sus espadas, y caminó de manera natural hacia Yaldabaoth. Mientras su poderosa espalda se alejaba de ella, el corazón de Evileye se llenó de tristeza. Si tan solo pudiera perderse a sí misma en esa ondeante capa roja suya, eso despejaría todas sus inquietudes y frustraciones.

Evileye reprendió a la parte de sí misma que quería extender una mano hacia él.

Originalmente, ella había venido a este lugar con la determinación de morir. Aun si sus oponentes eran más fuertes de lo esperado, no podía hacer algo tan vergonzoso como rogar por ayuda. Y las palabras anteriores de Momon mostraban claramente lo mucho que confiaba en ella. Un hombre como él nunca sería tan insensible o cruel.

Ahora que lo pensaba, él definitivamente había dicho algo al darle la espalda. Si se trata de Evileye y Nabe, ellas seguramente serán capaces de retener al enemigo hasta que yo pueda ganar, fue algo así.

Una llamarada de fuego se encendió en las profundidades del corazón de Evileye.

«¡Entonces aquí voy, Dem… demonio!» Rugió Momon, y atacó a Yaldabaoth iniciando una feroz batalla. Para evitar que las otras dos se vieran envueltas, Momon presionó a Yaldabaoth, forzándolo lentamente a alejarse.

«Bueno, yo enfrentaré a tres y tu a dos, ¿qué te parece?»

«¿Estás segura? Tres también me parece bien.»

«Hmph,» se rió Nabe.

«Tu enfrenta a dos, yo enfrentaré a tres.»

Evileye sintió que comprendía mejor la personalidad de Nabe, y sonrió.

Para ser más exactos, la impresión de Evileye de Nabe como rival estaba mejorando, siendo también una maga que podía estar al lado de Momon.

(Realmente, si sólo se tratara de Momon y Nabe, podría quitarme el anillo y revelar mi verdadera forma… Bueno, antes de eso debo regresar con vida.)

«Eres tan terca. Está bien, lo entiendo. Me encargaré rápidamente de estas dos, y luego vendré a ayudarte. Lucha como si quisieras vivir- ¿qué?»

Evileye tuvo la sensación de que todas las presentes, las cinco sirvientas y Nabe, la estaban mirando. Algo parecía fuera de lugar, como si ya lo hubieran planeado todo desde antes.

«No, no es nada.»

Luego de esa fría respuesta, Nabe dio el primer paso hacia un lado.

«Entonces, aunque dije que me encargaría de tres de ellas, nuestras oponentes serán las que decidan a quién enviarán en contra nuestra.»

Las que respondieron fueron la sirvienta insecto, la sirvienta de las dos trenzas, y la sirvienta de cabello rizado. Las que se quedaron con Evileye fueron la sirvienta de moño y la sirvienta de cabello largo.

«Me llamo Alfa. Ésta es Delta. Nosotras seremos tus oponentes.»

«No me digas. Todo esto es bastante formal. Me llamo Evileye. ¡Yo seré la que las derrote a ambas!»

Evileye no había planeado prolongar la pelea hablando. Si hubiera pensado de esa manera, sus oponentes podrían haberse dado cuenta de ello y hubieran podido matarla instantáneamente. Tenía que ser paciente.

«Ya veo. Qué miedo.»

El primer movimiento de Evileye fue activar su as en la manga. Era una habilidad especial que provocaba que la energía negativa que fluía a través de su cuerpo se sobrecargara e imbuyera cada uno de sus ataques con efectos de estado negativos.

«¡Aquí voy!»

Con un grito, Evileye dio inicio a su hechizo.