Era una habitación digna de la palabra extravagante.
La alfombra roja que cubría la habitación entera era tan suave que se sentía los pies hundirse en ella. Dos sillas estaban colocadas al interior, hechas de madera de la más alta calidad y talladas con un estilo rococó francés, la superficie de sus asientos negros brillaba de la manera única del cuero tratado.
El hombre en la silla estiró las piernas y se recostó en su asiento.
Una cara bonita. Si alguien hiciera un retrato perfecto de su apariencia, eso sería lo que los demás pensarían de él.
Su rubio cabello reflejaba la iluminación mágica, idéntica al brillar de las estrellas. Sus ojos púrpura claro eran como amatistas, tentando a la gente que lo viera.
Sin embargo, los que realmente lo veían en persona tendrían una impresión diferente a la de una cara bonita. Expuestos a su aura de líder natural que nada tenía que ver con su cara, nadie tendría otro tipo de impresión.
Y ésa, era la de un «gobernante». Él era Jircniv Rune Farlord el Nix.
El emperador reinante a la edad de 22 años, temido por los aristócratas y respetado por los ciudadanos, el emperador más talentoso de todos los tiempos. Y también el que había purgado a los nobles al interior del Imperio, un hombre temido por los países vecinos como el Emperador Sangriento.
Había otros cuatro hombres en la habitación aparte de Jircniv, pero todos estaban de pie tan quietos como estatuas.
Los ojos de Jircniv se apartaron del papel que había estado leyendo y miraron a la distancia. Como si hubiera una pizarra frente a él, comenzó a escribir sus pensamientos en ella.
Poco después, Jircniv resopló por la nariz. Se trataba o bien de una burla o de expresar curiosidad.
Era la información recibida del Reino la que lo hacía mostrar tal actitud.
En ese momento—
La puerta se abrió sin que hubieran tocado. La insolente acción hizo que los sirvientes agacharan su postura y vigilaran la puerta con hostilidad. Pero después de confirmar la identidad del que ingresaba, bajaron la guardia.
El que ingresó era un anciano de una altura de aproximadamente la mitad de la de ellos y una larga barba blanca. Sin embargo seguía teniendo una abundante cabellera blanca como la nieve.
Su edad quedaba demostrada en las arrugas de su cara, y en sus ojos se podía ver un aire de sabiduría. De su cuello colgaba un collar hecho con numerosas esferas de cristal. En sus arrugados dedos tenía varios anillos comunes. Y la holgada túnica blanca que vestía estaba hecha de un material muy suave.
Ésta era la imagen de un lanzador de magia para aquellos que eran ignorantes.
«—Sería difícil de lograr.»
El hombre caminando lentamente al interior del cuarto dijo esto con una vitalidad que no encajaba con su apariencia. Jircniv sencillamente movió su curiosa mirada.
«¿Cuál es el problema, abuelo?»
«Lo Investigué, y descubrí que es imposible.»
«¿Qué quieres decir?»
«…Su Majestad Imperial, la magia también tiene que obedecer las leyes de este mundo. La investigación de conocimientos—»
«Ahh, lo entiendo, lo entiendo.» Jircniv agitó las manos con apatía.
«Tu sermón es demasiado largo, abuelo. En lugar de eso, ¿puedes ir al grano?»
«…Si el hombre llamado Ainz Ooal Gown realmente existe, y posee objetos mágicos o la habilidad para evitar ser detectado, entonces podemos asumir que es un mago de un nivel similar o superior al mío.»
A excepción del emperador y del anciano, la tención en la habitación se incrementó en varios grados.
Que hubiera alguien a la par del lanzador de magia del nivel más grande en la historia del Imperio, el «Lanzador Triple de Magia» Fluder Paradyne; no podían creer lo que oían.
«Ya veo, ¿es por eso que estás tan feliz, anciano?»
«Por supuesto. Han pasado más de doscientos años desde la última vez que vi a un lanzador de magia arcana igual a mí, o más poderoso…»
«¿Hace doscientos años conociste a uno?»
Las palabras motivadas por la curiosidad del Emperador enviaron los pensamientos del Alto Mago de la Corte a un pasado distante.
«Así es. Uno de los Trece Héroes de las leyendas, la nigromante Rigrit Bers Caurau; una gran figura. Ella probablemente era la mejor de los Trece Héroes.»
«Pero Abuelo, en este momento, ¿eres más poderoso como lanzador de magia arcana de lo que ella era?»
Los ojos de Fluder parecieron perderse, como si estuviera viendo muy a lo lejos.
«Bueno… Ya he alcanzado un plano más alto que ella… Aunque, no tengo evidencia concreta. No hay respuestas correctas en el ámbito de la magia.» En contraste con los movimientos que hacía al acariciar su barba mientras hablaba, sus palabras estaban llenas de confianza. Entonces, levantó una ceja. «¿Espera que Ainz Ooal Gown tenga ese tipo de valor?»
Jircniv sonrió y escogió una hoja de papel de entre las pocas dispersas en el sofá, luego estiró la mano para entregársela.
Se sintió desconcertado, pero aun así Fluder tomó y examinó el papel.
«Oh.»
Ése fue todo el comentario de Fluder. Pero su apariencia de sabio cambió drásticamente. Un fuego ardía brillante en sus ojos, como los de una bestia hambrienta.
«Ya veo, así que esto es lo que ha hecho ese Ainz Ooal Gown, a quién Su Majestad está buscando. Esto es realmente intrigante. Esos dos probablemente podrían enfrentarse por sí solos a la unidad especial de la Teocracia… Hmm. Quiero conocerlo y discutir magia con él.»
En el papel estaba detallado lo que Gazef Stronoff había dicho ante el rey, incluso incluía los comentarios del oficial que anotaba los minutos.
«Su Majestad Imperial, ¿a quién ha enviado a ese pueblo?»
«No he llegado tan lejos. Enviar gente es demasiado obvio.»
«…Envíe a uno de mis discípulos… No, si este reporte es cierto, debemos tratar de construir relaciones cordiales si fuera posible.»
«Ésa es la idea, abuelo. Si es un hombre a quien podemos controlar, le daré la bienvenida al Imperio.»
«Eso sería lo mejor. Para poder vislumbrar el abismo de la magia, son necesarios todo tipo de conocimientos. Si fuera posible, me gustaría conocer a un pionero.»
Su voz estaba inundada de anhelo. Jircniv sabía muy bien qué era lo que Fluder deseaba.
Fluder quería asomarse al abismo de la magia. Para lograrlo, deseaba encontrar a un maestro que estuviera más avanzado que él.
Y en cuanto a los que tenía detrás, ellos podían seguir el camino —que en la mayoría de los casos, fue pavimentado por Fluder— y viajar por él.
Tomar el camino que mejor se adecuaba a uno era la manera más eficiente en la que una persona podía desarrollar su propio talento sin ningún desperdicio.
Sin embargo, esto no le estaba permitido a Fluder, que caminaba solo y delante de todos. Ya que tenía que avanzar por la oscuridad, perdía demasiado tiempo en esfuerzos innecesarios durante sus estudios. Si pudiera desarrollar sus talentos sin ningún desperdicio, Fluder sería un lanzador de magia aun más poderoso.
Con el fin de lograrlo, Fluder anhelaba encontrar a alguien que pudiera guiarlo. Había un límite en el talento de una persona, él no deseaba desperdiciar más esfuerzos.
Fluder educaba a sus discípulos con la esperanza de encontrar a alguien que pudiera superarlo, y que luego pudiera llevarlo hacia adelante. Desafortunadamente, eso no había ocurrido aún.
Éste era el único deseo que Jircniv nunca le podría conceder, así que cambió el tema.
«Además, quiero obtener información sobre los aventureros de rango adamantita que aparecieron en E-Rantel. ¿Podrías ayudarme?»
«Por supuesto, Su Majestad Imperial.»