Jake llegó donde Stephanie, ella estaba jugando con unas crías, las cuales cuando vieron a Jake se escondieron detrás de Stephanie.
— ¿Qué quieres? — preguntó Jake.
— Regresen con sus padres, pequeñines. — le dijo Stephanie a los infantes, luego le dijo a Jake. — El infame Cuerno Chueco, justo al que quería ver.
— Si, si — agregó Jake. —, ya se que mi reputación me precede, ahora habla.
— Ven, te quiero llevar a conocer a alguien.
— Preferiría no hacerlo. — respondió Jake algo irritado.
— Calma, será solo un momentito, después regresarás a descansar a tu lugar.
A regañadientes, Jake accedió a ir con ella, ambos caminaban hacia la montaña a unos cien metros al este. Mientras caminaban, Jake notaba a Stephanie observándolo de reojo, estando cerca el uno al otro, notó unas pequeñas diferencias entre hembras y machos, las hembras tenían labios que cubrían los dientes mientras los machos no, también ellas tenían una especie de plumaje fino en la parte trasera de su cabeza hasta la parte superior del cuello, además de la diferencia de tamaños, siendo los machos un poco más grandes que las hembras.
— Vi tu pequeño show con Bryan. — dijo Stephanie.
— ¿Con quién? — preguntó Jake.
— El macho con el que peleaste hace algunos días.
— ¡Ohhh! ¡Él! — respondió Jake.
— Si, la razón por la que todos, incluyéndome, te tenían miedo, es porque él causaba muchos problemas, siempre se quedaba con los mejores lugares, acaparaba la comida e incluso con otras hembras, se las robaba a otros machos.
— ¿Cómo lo hacía? — preguntó Jake.
— Es el más grande de todos, el más fuerte y quedó invicto de muchas batallas con gran facilidad, hasta que tú llegaste, lo masacraste con tal facilidad…
— ¿Por qué no hiciste nada? — interrumpió Jake. — Con él fue fácil, pero tú fuiste más difícil de vencer.
— Es complicado, pero eso es otra historia, como sea, al vencerlo, los demás se sintieron intimidados por tu fuerza y pensaban que te convertirías en algo peor que Bryan, pero hoy demostraste que no, al salvar a ese pequeñín demostraste que no eres tan malo, pero necesitarás ganarte la confianza de los demás…
— Ya he tenido esa conversación antes — volvió a interrumpir. —, literalmente hace tres minutos.
Entonces Jake empezó a sentir comezón en el cuello, dio un pequeño rugido y Albert voló hacia él y empezó a comer unas garrapatas en su cuello.
— ¡Increíble! — dijo Stephanie.
— ¿Qué? — preguntó Jake confuso.
— Dejas a este buitre cerca de ti.
— ¿Por qué no debería? — preguntó nuevamente.
— Aquí, ellos son una constante molestia, se roban la comida, huevos y son muy irritantes.
— Pues Albert y yo básicamente nos criamos juntos, después que mis padres murieron, buscaba cualquier cosa que pudiera comer, en una de esas búsquedas, noté algo moviéndose entre unos arbustos, al investigar lo vi, una avecita con un ala lastimada, agotada, vulnerable, estuve por comérmelo, pero no sé que me hizo, pero le perdone la vida, me sentía en la obligación de ayudarle, así que lo llevé conmigo, le compartí mi comida hasta que se mejorara, conviví con él lo suficiente como para entender su lenguaje. Poco después empezamos a trabajar juntos, él me ayudaba a encontrar presas, mientras yo le compartía el dichoso botín, le otorgaba protección y comida, mientras el me daba compañía y me aseaba. Ahora, después de veintitrés años, aquí estamos.
— Nunca pensé escucharte hablar sobre algo como tu vida pasada.
— Si, bueno, olvida todo lo que te dije o acabarás como esas mandíbula de roca.
— Tranquilo, quien quiera que seas.
Continuaron caminando hasta llegar a la montaña, siguieron un sendero por unos metros hasta llegar hasta una cueva, entraron y continuaron unos pocos metros hasta encontrarse con un gran colmillo, pero éste estaba diferente, era un anciano, su piel tenía varias arrugas y cicatrices, algunos dientes le faltaban, sus colmillos estaban desgastados y ya no tenía cuernos.
— ¿Quién está ahí? — preguntó el anciano con una voz grave.
— Soy yo, abuelo. — respondió Stephanie.
— Oh, mi pequeña. — dijo el anciano contento. — ¿A qué debo esta visita?
— Quiero que conozcas a alguien, estoy segura que te resultará interesante.
Jake dio un paso hacia adelante, el anciano lo miraba con disgusto, se le acercó a Jake, lo olfateo un poco, entonces, de la nada, el anciano mordió en la cara a Jake, él se intentaba soltar pero su agarre era muy fuerte, entonces, los ojos del anciano se tornaron negros, Jake terminó en el suelo, estando ahí se libro del agarre, sus ojos se tornaron negros igualmente y rugió. Su rugido hizo eco en la cueva haciéndola temblar y a la montaña entera, el anciano lo miró con una sonrisa, entonces sus ojos volvieron a la normalidad.
— Nunca pensé ver esto. — dijo el anciano. — Déjame adivinar ¿Del norte?
— Así es, abuelo. — respondió Stephanie.
— Hacia esa dirección fue el rey Max con su pareja hacia ya muchos años.
— ¿Rey Max? — preguntó Jake mientras sus ojos cambiaban a la normalidad.
— ¿Eras el único como tú de donde venías, joven?
— Si… — respondió Jake algo incomodo. — ¿Usted quien es?
— Todos me conocen como Abu, mas que nada por Abuelo. — Jake lo observaba tratando de reconocer algo irreconocible para él.
— ¿No me preguntarás quién era el Rex Max? — preguntó Abu.
— Solo cuéntaselo, abuelo. — dijo Stephanie.
— Hace mucho tiempo, nos alojábamos en los bosques del norte, en grupos familiares, pero siempre en un territorio concreto que siempre era regido por un rey, ese rey mantenía el orden en el territorio y si alguien se metía en problemas, acudían al rey para resolverlo. El rol se heredaba dependiendo de cierta habilidad con la que nacieran, a veces los hijos del rey no tenían esa habilidad, pero los de otro gran colmillo sí, entonces ese sería rey o, en casos muy raros, reina, eso me pasó a mí. — Jake se empezaba a dar cuenta de algo. — Yo solía ser rey — dijo. —, hasta que mi ya difunta pareja parió una hembra y tres machos sin la habilidad, pero un amigo mío tuvo un único hijo, ese gran colmillo era ambicioso, siempre tenía la vista en el futuro. Entonces cuando creció le cedí mi puesto, su reinado fue dichoso, ayudaba a los demás, mantenía el orden y respetaba a sus presas, entonces obtuvo una hembra, su belleza solo era superada por su fuerza, la única derrota del Rey Max, el tiempo pasó y la hembra quedó preñada. Entonces algo pasó, humanos, entre ellos había uno con un palo con una roca esférica azul en la punta, llevó caos a esas tierras, pues eran los únicos capaces de derrotar al ser más poderoso del mundo, los titanes. Max nos ordenó a todos que nos fuéramos mientras él ganaba tiempo, yo le ayudé en la batalla, logramos expulsar a los humanos restantes al este, sin embargo, durante la batalla, la piedra del palo de ese humano reaccionó cerca de Max, pero también cerca del vientre de la pobre Annie, una estela extraña atravesaba trataba de atravesar la piel, pero no lo logró. Logramos ahuyentar a los humanos y, tras exiliarlos Annie enfermó, no paraba de decir como dolía su vientre, como sentía que algo estaba roto en su interior, ella no se podía mover. Max me ordenó que me fuera al sur, atravesando un bosque frondoso con arboles de troncos gruesos encontraríamos un lugar para vivir y lo dejé con su pareja con la incertidumbre de si ella viviría, ahora me doy cuenta que aguantó. — Entonces Jake se dio cuenta. — Al llegar a este lugar, descubrimos un pequeño grupo de gran colmillos junto a unos humanos al otro lado del río, nos dijeron que eran inofensivos, pero que no nos acercáramos, son muy territoriales, también nos dijeron que, por más de trescientos años, convivieron con ellos, tuve que retomar el papel de rey mientras esperaba la llegada de Max o de sus hijos.
— Recuerdo que — dijo Jake algo triste. —, al salir del cascarón, mi madre estaba ahí, me limpió y me cuidó, pese a tener una movilidad muy reducida por un dolor constante en el vientre, me daba amor. Mi padre, me mostraba odio, sus únicas palabras que me daba eran "¿Por qué estás vivo? ¿Por qué no podías morir como tus hermanos?" "Es tu culpa." Era una cría de unos meses de edad y no sabía que pasaba, luego a algún desgraciado se le ocurrió cazar en la llanura más al norte causando una estampida que fue directamente a nuestro nido en un claro, mi madre no se podía mover y mi padre en ningún momento la abandonó, trataba de moverla hasta que llegaron los primero animales, nada grave, los más veloces y pequeños, pero cuando llegaron los más pesados… Tras varias horas me oculté entre la maleza, fui suertudo al no terminar muerto, pero al ver a mis padres muertos, cornados, aplastados y vivir por la siguiente década, no sentía que sobrevivir fuera buena suerte.
Jake trató de evitar las lágrimas, pero era complicado, se sentó en el suelo respirando profundo cuando Stephanie se sentó a su lado apoyando su cuerpo en el de él, ahí Jake echó a llorar, Abu miraba a Jake con orgullo.
— Lo que vi — agregó Abu. —, un joven gran colmillo salvando a una cría con auténtica bondad, me mostró un gran corazón y ahora, finalmente me podré retirar, porque yo, actual rey de estas tierras, cedo mi puesto a ti Jake, ahora sécate las lagrimas y ven conmigo. — Jake se calmó, se levantó y fue detrás de Abu. En el camino, Stephanie se le acercó.
— Abuelo. — le susurró Stephanie a Abu. — ¿No crees que es algo precipitado darle el puesto de rey?
— ¿A que te refieres, mi pequeña? — preguntó Abu algo confundido.
— Solo digo que, te lo traje para que le dieras el puesto de rey tras unos meses de vivir aquí.
— ¡Jojo! — exclamó Abu. — Mi pequeña ¿No crees que lo haría si no viera en sus ojos que su corazón no es puro, que no hará un espléndido trabajo y que sus intenciones son malas? ¡Él es el indicado! Además, solo soy un viejo saco de piel que no se pudo retirar.
— Yo, no… — murmuraba Stephanie.
— Además, escuché que te derrotó en pelea y no creas que no te vi con él antes de venir hasta acá o como lo consolaste cuando se desahogaba.
— ¿¡Que!? — exclamó Stephanie en voz baja. — ¿¡Nos viste antes de venir!?
— Yo te crie como crie a tu madre, conozco tu forma de ser, solo espero que no cometas los mismos errores de ella, que descansen en paz ella y tus hermanos.
— ¿A que te refieres?
— Lo sabrás a su tiempo.
Llegaron hasta la manada, todos los gran colmillos mostraban respeto hacia Abu mientras caminaba, llegaron hasta el centro del bosque.
— ¡Queridos amigos! — gritó Abu. — ¡Acérquense! — todos se reunieron frente a él. — Después de muchos años difíciles, nos han bendecido con el heredero del Rey Max. Éste joven de nombre Jake es el legítimo heredero a cuidar de nuestra especie. — Jake dio un paso frente a Abu. — Hoy les anuncio que, después de décadas de servicio, me retirare y daré mi puesto al príncipe, no ¡Rey de estas tierras!
Todos los gran colmillos rugieron en regocijo, Jake se sentía finalmente aceptado en un lugar, ahora con voluntad propia cambió sus ojos a negro y rugió al cielo, se escuchó a kilómetros a la redonda, las hojas de los árboles cercanos se movieron ante tal poderío.
— Joven Jake — dijo Abu. —, al poseer la Ira del Rey tu fuerza, resistencia y capacidad curativa se mejora, con ella podrás protegerlos a todos, aún mas después de ese rugido tuyo, el más fuerte que he escuchado en mi vida, espero que tu reinado éste lleno de prosperidad y dicha.
— Gracias, Abu. — dijo Jake. — Te juro que mantendré a esta especie segura.
— Adelante Jake, no, su Alteza.
La mayoría de los gran colmillos celebraban y algunos de ellos se disculpaban con Jake por juzgarlo como un psicópata o un loco, mientras que otros se negaban rotundamente a que él sea el rey. Mientras Jake caminaba de regreso a su nido, notó entre la multitud a Julia con lagrimas de felicidad en sus ojos con Albert a su lada agitando sus alas con emoción.
— ¡Felicidades! — gritaba Julia entre los rugidos de los gran colmillos.
Jake se le acercó y Julia saltó, cayó en su hocico y abrazó su nariz, Jake continuó caminando con Julia abrazándolo con fuerza. Al llegar nuevamente al borde del bosque Jake bajó su cabeza para que Julia bajara.
— Así que… — dijo Julia. — ¿Rey, verdad?
— Nunca pensé que algo así me pasaría. — dijo Jake. — Después de todos estos años de rechazo, me estoy empezando a sentir aceptado.
— ¿No estás nervioso ni nada?
— La verdad, si lo estoy. Digo, esta es mi primera vez como rey, ni siquiera sabía que era técnicamente un príncipe.
— Mira, yo no sé nada sobre dirigir, ni siquiera he sido líder de un grupo o presidente estudiantil, pero si sé que tu podrás ser un gran rey.
— ¿Cómo lo sabes?
— Lo siento en mi interior, algo como una sensación inexplicable, es como si…
— Supieras que, sin importar que, al final del día todo saldrá bien.
— Si…
Ambos se miraron mutuamente algo extrañados, se despidieron y fueron por sus caminos.