La chica en la pantalla gritó de forma alarmante antes de ser asesinada.
–Débil– murmuró Luz con la boca llena de palomitas mientras veía una de esas viejas películas de terror en blanco y negro, esperando asustarse.
Pero solo estaba aburrida y con sueño.
Bostezando, tomó su celular y leyó los únicos dos mensajes que brillaban en la pantalla, esperando distraerse.
Uno era de Drea Willow, como suponía, relatando entre excusas que hoy tampoco podría ir a verla.
–Mentirosa– murmuró Luz, leyendo el segundo mensaje el cuál era una confirmación de venta, avisándole que su nueva roomie llegaría pronto.
«Eso fue rápido» pensó Luz.
Dejó el celular a un lado y volvió a enfocarse en la película, metiendo palomitas en su boca con desgana hasta que un extraño ruido la desconcentro.
Eran pequeños golpes apagados que sonaban "Toc toc toc".
Bajó el volumen de la televisión y trató de localizar el ruido, volviendo a escucharlo en la lejanía y, golpeándose en la frente, se puso de pie y corrió por las escaleras, perdiendo una de sus pantuflas de gatito en el camino.
«Tonta, te acaban de avisar».
Se acomodó el cabello y abrió la puerta, sorprendiendose al ver a la chica al otro lado, con el cabello verde claro hasta los hombros y los ojos de un hipnótico dorado.
Era linda. Mucho.
–Tú cabello es verde– fue lo primero que Luz susurró al verla, haciendo que la chica alzará una ceja en respuesta y apretara con fuerza la tela de la chaqueta negra que llevaba en sus brazos, debatiendo una respuesta ante eso.
«Mala primera elección de palabras».
–Eh, sí... gracias– dijo ella, destilando una vibra de solitaria vida nocturna. –He venido por el anuncio de... ¿la roomie?– le informó, pronunciando las palabras con cuidado.
Luz le mostró una sonrisa y asintió frenéticamente.
«¡Esa chica linda quiere ser mi roomie!» gritó Luz en su cabeza. «No, espera, controlate» se regañó después.
–Ah, si si si– comenzó Luz bastante animada, cortando sus pensamientos y entrando al apartamento para mostrárselo. Pero al dar unos pasos notó que la otra chica no la seguía y continuaba parada en el umbral, estática.
–Adelante, pasa…– la animó Luz. –Eres bienvenida–.
La chica peliverde sonrió muy tímida al escucharla y entró cautelosa al apartamento, cerrando la puerta de entrada detrás de ella.
–Soy Amity– le informó ella con una voz bastante dulce y coqueta, pasando a su lado y rozando intencionalmente sus dedos contra su muñeca.
Amity.
«Es un nombre muy bonito. Le queda a la perfección» pensó Luz, observando con poco disimulo cada detalle de la extraña, desde sus orejas algo puntiagudas hasta sus pálidas piernas apenas cubiertas por una corta falda de color negro.
–¿Y… eres nueva por aquí, Amity?– le preguntó Luz, curiosa.
–¿Mmm? Si, algo… así– respondió ella, caminando por la estancia y avanzando hasta las altas ventanas, dónde una ciudad inmensa salpicada de luces dormía del otro lado.
–Es hermosa por la noche, ¿No crees?– comento Luz colocándose a su lado en la ventana.
«Es más baja que yo, que adorable».
–Si, la noche es hermosa– suspiró Amity, perdiendo su mirada en la lejanía.
–Oh, ¡Tengo que mostrarte tu nueva habitación!– chilló Luz de pronto, rompiendo el plácido silencio y provocando que Amity se llevará las manos a los oídos.
–¡Ay!– chilló esta, mientras la otra chica comenzaba a deshacerse en disculpas. –Esta bien. No importa. Parece que tengo oídos sensibles– confesó. –Pero con el tiempo me acostumbraré a tu torbellino de alegría– le aseguró.
–¿Eso significa que te quedarás aquí conmigo?– preguntó Luz emocionada y nerviosa. –Bueno, no "aquí" "conmigo"– se corrigió –si no aquí, conmigo… agh–.
Amity río al ver la empalagosa torpeza de aquella chica de cabello chocolate y miró a su alrededor, a la sala de paredes blancas adornada con libreros rebosantes de novelas, la escalera que conducía a un piso superior y otra vez a los altos ventanales, y luego volvió a enfocarse en la chica torpe de los ojos avellana.
–Si– le respondió Amity sonriendo solo para ella. –Me quedaré aquí, contigo– le dijo, guiñandole un ojo de manera muy coqueta.
El leve rojo tiñó sus mejillas y sintió que estaba a punto de vomitar mariposas.
–Tú… tú dormitorio… está por aquí– murmuró Luz, cambiando de tema para no parecer tan tonta frente a la otra chica. –Sígueme, ¿Amity…?–.
–Blight– completó ella.
–Amity Blight– repitió Luz, probando el nombre en su boca –Me gusta. Yo soy Luz, Luz Noceda–.
–Luz…– susurró Amity. –También me gusta– le dijo, siguiéndola escaleras arriba.
«Luz, que dulce ironía» pensó la vampiresa. «Qué dulce debilidad».