Después de que el abuelo le robara trescientos mil dólares a su nieto Fernando, y de que el señor Saldaña anunciara un aumento en la renta, Fernando y Héctor necesitan buscar a un nuevo compañero para poder pagar las deudas del lugar antes del fin de semana.
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(La Universidad Autónoma del País Bow es un sitio enorme, con edificios construidos con distintas formas arquitectónicas de acuerdo a la facultad de estudios especializada. Hay un jardín gigantesco que conecta con la entrada principal y las facultades más populares de la escuela, con hermosos caminos de piedra que permiten el paso y fuentes que adornan las áreas para sentarse y descansar. La Facultad de Artes es una de las construcciones más bonitas, con paredes de vidrio que permiten ver las esculturas internas, y es el lugar donde se encuentra Fernando, específicamente en uno de los salones de práctica y presentaciones. Fernando está charlando con su viejo amigo Irvin. Irvin es más alto que Fernando, con un cuerpo tonificado por el ejercicio constante; es de cabello negro y de tez blanca-rosada.)
Fernando: (Está guardando en su mochila tipo mensajero pinceles y otros artefactos que se usan para escultura artística.) Olvidé que había que pagar la inscripción esta semana.
Irvin: (Aguarda frente a Fernando.) Pero lo publicaron hace dos meses.
Fernando: Pues hace dos meses lo sabía. Las cosas se me olvidan fácilmente.
Irvin: Tampoco es tan cara.
Fernando: (Mira a Irvin con sorpresa.) ¿No es muy cara?
Irvin: A comparación de las universidades privadas.
Fernando: Sí, ya entendí… Pero me he quedado sin dinero, y todo por culpa de mi queridísimo abuelo.
Irvin: (Muestra interés en la conversación.) ¿Enserio?
Fernando: (Habla molesto.) Sí… El muy cabrón tomó mi tarjeta de crédito y me endeudó hasta la fregada.
Irvin: Qué mal.
Fernando: (Termina con los útiles escolares y sale junto a Irvin hacia el pasillo. Se acerca al boletín escolar y pega una hoja con la leyenda: "se busca compañero de apartamento".) Por lo menos espero que esto funcione.
Irvin: (Lee la hoja) ¿Héctor te dejó?
Fernando: No, pero subió la renta del lugar, y ahora con todos mis gastos no podré ayudar completamente a Héctor.
Irvin: Entiendo.
Fernando: (Se expresa un poco serio.) Aparte, no deberías preguntarlo como si Héctor y yo estuviéramos saliendo.
Irvin: (Se ríe un poco.) Yo sólo digo lo que parece.
Fernando: (Lo mira enojado.) ¿Acaso parece que estamos saliendo?
Irvin: Sí.
Fernando: ¡Genial! Ahora todo el mundo ha de pensar lo mismo.
Irvin: Fer, ¿y el trabajo?
Fernando: ¿El trabajo qué?
Irvin: Sí, en el Café Patteffé.
Fernando: (Se exalta.) ¡Oh! ¡Mierda! Lo olvidaba… (Mira su reloj.) Aún alcanzo a llegar a tiempo. Nos vemos. (Sale del edificio corriendo.)
(Varios alumnos se acercan a leer el boletín escolar y descubren la hoja que dejó Fernando, algunos apuntan la dirección.)
(En el departamento, Héctor está en la sala con Dustin; ambos están haciendo trabajo en una computadora portátil. Los dos están sentados en el sillón individual; Héctor en el cojín y Dustin en el brazo derecho del sofá. La puerta se abre y entra Fernando apresurado.)
Héctor: (Ignorando a Fernando.) Si cambiamos este acelerador por otro, te aseguro que servirá.
Dustin: (También ignora a Fernando.) ¿Qué cosa, tu cerebro?
Fernando: (Se acerca un poco hasta el sillón principal de la sala y deja su mochila sobre éste. Observa un poco confundido la escena entre los otros dos pero decide hablar a toda prisa.) Héctor, olvidaba que hoy regreso al trabajo, así que no podré hacer la comida.
Héctor: (Levanta el rostro y contempla a Fernando. Habla un poco incrédulo.) ¿Qué? ¿Y qué comeré?
Fernando: (No reacciona con enojo; ya está acostumbrado a las preguntas de su amigo.) Pide comida hecha.
Dustin: (También observa a Fernando). Pero extrañará tu comida; eres su chef favorito.
Fernando: (Ve a Dustin con indiferencia.) Sí…claro.
Héctor: Si no te das prisa llegarás tarde.
Fernando: ¿Y tú no irás a trabajar?
Héctor: Hablé con Gerardo y me dio el día hoy.
Fernando: (Dudoso.) ¿Hoy? ¿Sólo hoy?
Héctor: Bueno, tal vez la semana.
Fernando: Te envidio.
Dustin: (Sonríe con picardía.) Anda, deja de quejarte y ve a trabajar que la deuda de tu abuelo no se pagará sola.
Fernando: (Mira a Dustin enojado.) No me des órdenes.
Dustin: Me traes un café de chocolate con muchas chispas de colores y a Héctor un late descremado, por favor.
Fernando: (Confundido.) ¿Qué?
Dustin: (Dramatizando.) ¡Son las cinco!
Fernando: (Voltea la mirada hacia el reloj de pared.) ¡Mierda! (Sube las escaleras corriendo.)
Héctor: (Regresa la atención a la computadora.) ¿Sabes cocinar?
Dustin: (Su mirada está puesta en las escaleras.) ¿Quién? ¿Yo?
Héctor: ¿Hay alguien más en la sala?
Dustin: (Mira hacia el frente, hacia el sillón principal.) ¿Él? (Señala al otro sillón.)
Héctor: (Dirige la mirada al frente y salta de un susto.) ¿Cómo chingados llegaste hasta aquí, cabrón?
Paolo: (Está acostado en el sillón mayor; su rostro muestra una sonrisa coqueta y no siente inhibición al mostrar una pose seductora.) ¿Quién? ¿Yo?
Héctor: Sí, tú.
Paolo: Podría hacerles un pastel.
Dustin: (Le sigue el juego a Paolo.) ¿De vainilla?
Paolo: ¿Te gusta la vainilla?
Dustin: También el chocolate.
Paolo: (Como si estuviera al borde del éxtasis.) ¡Oh, a mí también me gusta el chocolate, chico lindo!
Héctor: (Otra vez vuelve la mirada hacia la pantalla de la computadora.) Baker, por favor no le sigas la corriente.
Dustin: (Mira a Héctor.) ¿Por qué?
Paolo: Entonces, ¿de vainilla o chocolate?
Dustin: (Contempla a Paolo.) ¿No se puede de los dos?
Paolo: (Sonríe al arrojar una mirada sensual.) Claro, cariño. Hasta de tres sabores.
Fernando: (Baja las escaleras y se queda sorprendido al encontrar a Paolo.) ¿Cómo llegaste?
Paolo: (Dirige la atención hacia Fernando.) Caminando.
Fernando: Yo…ya me voy.
Paolo: A mí me traes un café de cajeta.
Fernando: (Sólo ve a Paolo con rencor. Luego habla con sarcasmo.) ¿Y el pastel?
Paolo: (Sonríe.) De chocolate con vainilla.
Fernando: (Ve a Dustin.) ¿De qué mierdas están hablando?
Dustin: Pasteles…y vainilla.
Paolo: Con chocolate.
Fernando: Gracias a todos los dioses que yo ya me voy. Te veo en la noche Héctor. (Camina hacia la salida y toma una mochila pequeña que está colgada en el perchero.)
Héctor: Sí… (Levanta el rostro con rapidez y mira a Fernando.) ¡Espera, Fer!
Fernando: (Se detiene antes de abrir la puerta.) ¿Qué?
Héctor: Puse anuncios en el café de Gerardo y Mary, ¿tú?
Fernando: Yo puse nada más en la facultad.
Dustin: (También contempla a Fernando.) ¿Y en el trabajo?
Fernando: No… No creo que sea necesario.
Paolo: (Se levanta y camina hacia la puerta.) Las cosas siempre son necesarias, por eso te pasan tantas tonterías con el abuelo.
Fernando: (Observa a Paolo de una forma incrédula.) ¿Cómo?
Paolo: (Se burla con una risita suave. Abre la puerta y da unos pasos hacia afuera.) Bueno, bombones, (habla con descaro y voltea para dirigirse a los muchachos,) yo también me voy.
Fernando: ¿No vendrás conmigo o sí?
Paolo: (Presta atención a Fernando.) No, cariño, lo siento. Tu abuelo me invitó a pasar un día en el hotel Lucky; dice que el spa es genial y que hay muchas mujeres en la alberca.
Héctor: (Pone la computadora en el regazo de Dustin, se levanta y se dirige hacia la puerta casi corriendo.) ¡Hijo de! (Intenta agarrar a Paolo pero no lo alcanza.)
Paolo: (Corre hacia el pasillo externo y se tira por las escaleras rodando. Grita mientras rueda por las escaleras.) ¡Au revoir, mes amis!
Fernando: (Dolido.) Bastardos.
Héctor: (Suspira y mira a su amigo.) Ya lo pagarán… Cuídate.
Fernando: (Mira con desesperación a Héctor.) Héctor…
Héctor: (Nota a Fernando y muestra consternación.) ¿Qué?
Fernando: (Nervioso.) Bueno, es que… No crees que…
Héctor: ¿Qué? ¿Qué creo?
Fernando: Pues que nuestra relación es algo… (Detiene sus palabras y evita la mirada del otro.)
Héctor: (Termina la frase.) ¿Ambigua?
Fernando: Sí…
Héctor: (Toma unos segundos antes de responder.) Esto…no… No creo que sea tan ambigua como tu amigo Irvin dice.
Fernando: ¿Cómo sabes lo que Irvin dice?
Héctor: Déjalo así y ve a trabajar.
Fernando: (Mira su reloj de muñeca.) ¡Mierda! ¡Nos vemos en la noche! (Sale del departamento y baja corriendo por las escaleras.)
(En el apartamento sólo quedan Héctor y Dustin. Héctor regresa al sillón y Dustin se dirige hacia la cocina.)
Dustin: (Regresa de la cocina con una bolsa de palomitas y dos latas de cerveza.) ¿Y cómo piensan seleccionar a la persona correcta para el departamento?
Héctor: (Trabajando en la computadora.) Fácil, haré un casting.
Dustin: (Se sienta en el brazo del sofá y ofrece una de las cervezas a Héctor.) ¿Un casting?
Héctor: (Acepta la cerveza y la abre para beber sin reparo.) Sí, a cada persona que hable lo citaré el mismo día a la misma hora y los iré interrogando a cada uno en la cocina. Tú me ayudarás a administrarlos, mientras Fer y yo los interrogamos.
Dustin: (De forma sarcástica.) ¿Y no quieres que baile para entretenerlos mientras esperan?
Héctor: (Lo ve con cara de desconcierto.) Mierda, Baker, ni en eso puedes apoyar a tu querido amigo.
Dustin: Si me pagas te ayudo.
Héctor: (Con una sonrisa sencilla.) Puedes comerte todo el helado de la nevera.
Dustin: ¿Seguro?
Héctor: ¿No lo quieres?
Dustin: Alquilaré el traje de bailarina exótica…así los entretengo mientras ustedes hacen el interrogatorio para encontrar al culpable.
Héctor: (Se ríe un poco y continúa el trabajo en la computadora.) Si ves que ese tipo vuelve a entrar, lo atrapas.
Dustin: ¿El chico extraño que es amigo del abuelo de Fernando?
Héctor: Sí. (Se inclina un poco a la derecha y toma una red de tamaño pequeño que yacía casi oculta debajo del sofá; luego le entrega la red a Dustin.) Puedes usar esto.
Dustin: (Aceptando el sarcasmo y cinismo; también sigue el juego de Héctor.) Ahora soy cazador… ¡Genial!
(El Café Patteffé es un lugar elegante, con varias mesas y sillones para los clientes, una barra larga y con varios utensilios para preparar café. El menú básico está colocado arriba de la barra. Las decoraciones son muy hogareñas pero con un toque exquisito. Fernando está atendiendo a varios clientes.)
Fernando: (Usa un delantal que es parte del uniforme. Trae una libreta pequeña que utiliza para hacer anotaciones de las órdenes de los clientes. Está frente a una mesa y atiende a los clientes.) Buenas tardes, ¿qué va a ordenar?
Chica Rubia 1: (Mirando el menú de mesa.) Me traes un icefrost de cajeta, porfis.
Fernando: (Anota en la libreta.) Un icefrost de cajeta para la señorita.
Chica Rubia 2: (Pone el menú sobre la mesa y agarra su teléfono móvil que saca de una bolsa color azul claro junto a ella.) A mí me traes un icefrost de vainilla.
Fernando: Ok, y, ¿para usted joven? (Se dirige al único varón de la mesa.)
Joven: (Sin quitar la mirada del menú.) Una… Una malteada de fresa, por favor.
Fernando: Perfecto…listo; en seguida traigo su orden. (Camina hacia la barra para dar la orden a la cajera.)
Skyler: (Vestida con el mismo uniforme que su compañero. Trae su cabello largo sujetado en una coleta; su rostro está un poco maquillado pero algunas de sus facciones son fuertes. Su tono de voz es un poco pesado para una chica.) ¿Y?
Fernando: (Sin comprender.) ¿Y qué?
Skyler: (Con un poco de incredulidad.) La orden, Fer.
Fernando: (Usa la libreta de notas.) Ah, sí… Este; dos icefrost, uno de cajeta y el otro de vainilla y una malteada de fresa.
Skyler: Bien, en cinco minutos están. (Nota la expresión que su compañero hace en este momento.) ¿Qué tienes?
Fernando: (Desilusionado.) Una deuda inmensa.
Skyler: ¿La renta?
Fernando: Mi abuelo.
Skyler: ¿Ahora qué hizo?
Fernando: (Mueve las manos para exagerar sus palabras.) Pidió un préstamo de miles de dólares con mi tarjeta de crédito.
Skyler: (Lo mira sorprendida.) ¿Y cómo rayos logró que se lo autorizaran sin tu firma?
Fernando: (Regresa la mirada y sus ojos se cristalizan.) ¿Es enserio?
Skyler: Ah… (Se ríe.) Olvidaba que ustedes se parecen mucho… Y que él es un experto en los fraudes.
Fernando: Podría hacerse pasar por mí sin ningún problema… El muy carbón.
Skyler: Sí, lo sé. (Voltea hacia la puerta del café y ve entrar a un joven alto, delgado, de cabello estilizado y con las puntas pintadas de color azul y bien parecido.) Fer… (Ahora mira a su compañero.)
Fernando: ¿Qué?
Skyler: ¿Cómo que qué? Tienes trabajo que hacer; anda atiende a los clientes.
Fernando: (Un poco animado.) Y-Ya voy. (Camina hasta la mesa que es ocupada por el joven recién entrado.) Buenas tardes.
Joven: (Muestra una sonrisa amable.) Hola, buenas tardes.
Fernando: Aquí tiene el menú… (Le ofrece el menú, pero el joven no lo toma.)
Joven: No es necesario. Quiero un capuchino caliente con crema francesa.
Fernando: (Anota en la libreta y guarda el menú en una de las bolsas del delantal.) Claro que sí, ¿algo más?
Joven: Si pudieras ofrecerme un lugar donde vivir.
Fernando: (Un poco confundido. Mira al joven.) ¿Disculpe?
Joven: No, perdona, estoy hablando para mí.
Fernando: E-Está bien. En seguida vuelvo con su pedido. (Camina hacia la barra y habla con Skyler.) Un capuchino caliente con crema francesa.
Skyler: (Usa la máquina tipo tableta para ingresar la orden.) Bien…ya está la orden de la mesa dos. (Señala hacia la parte de la barra que se usa para los pedidos en entrega.)
Fernando: (Se recarga en la barra.) Me dijo algo raro.
Skyler: (Observa a su compañero.) ¿Fer? ¿No escuchaste?
Fernando: (Perdido en su pensamiento.) ¿Cómo?
Skyler: (Suspira molesta.) Te digo que vayas a trabajar. Ya está el pedido de la mesa dos.
Fernando: (Sale de su trance. Toma los alimentos, va a la mesa dos y entrega los tres cafés. Luego se dirige a la barra para tomar el café de la mesa cinco y llega de nuevo con el joven de la mesa cinco. Coloca el café del cliente y habla con un tono monótono.) Aquí tiene su café.
Joven: (Sonríe.) Gracias.
Fernando: (Nervioso.) D-Disculpa…
Joven: Lyle, puedes decirme Lyle.
Fernando: Ah… Lyle, usted mencionó algo sobre que busca una casa. Verá mi amigo y yo estamos buscando a un nuevo compañero de apartamento… Y…
Lyle: (Sonríe complacido.) ¡Oh, genial!
Fernando: Estamos en la calle Tropa, en el edificio de departamentos de color gris.
Lyle: Sí, lo he visto. Es algo lujoso.
Fernando: (Se relaja un poco.) Sí, pero ya divididos los gastos no es tan pesado pagar la renta ni los servicios.
Lyle: Genial, ¿qué numero?
Fernando: Es el número ciento doce.
Lyle: Bien, ¿a dónde puedo llamar?
Fernando: Al, 150-83-45-679
Lyle: (Escribe con rapidez en su teléfono móvil.) Muchas gracias.
Fernando: De nada. (Regresa a la barra con su amiga Skyler.)
Skyler: (Habla con entusiasmo y contempla de vez en cuando la mesa cinco.) Así que estás coqueteando con el chico, ¡eh!
Fernando: (Se sonroja.) No, te equivocas, no estoy haciendo nada malo… Sólo le dije que buscábamos compañero de apartamento.
Skyler: Pero no creo que Héctor quiera tenerlo con ustedes.
Fernando: (Desconcertado.) ¿Por qué no?
Skyler: Héctor es muy especial con las personas.
Fernando: ¿Tú crees? De hecho si conocieras a su amigo Dustin te retractarías.
Skyler: Fer… (Detiene la charla al ver entrar a una mujer bastante hermosa al lugar.) Oh, pero que bella es esa mujer. (Sigue con la mirada los pasos de la mujer.)
Fernando: (Acepta el comentario de Skyler y contempla a la mujer que se acerca a una mesa libre.) Sí, tienes razón.
Skyler: (Reacciona y chasquea los dedos para llamar la atención de su compañero de trabajo.) ¡Ve a atenderla!
Fernando: (Se mueve con rapidez y torpeza; llega a la mesa once donde está la mujer. Habla con un poco de timidez.) Buenas tardes, aquí tiene el menú. (Ofrece un menú de mesa.)
Mujer: (Usa una especie de gorro que combina con su atuendo rojizo. Su cabello es un poco corto y negro, su tez es clara y sus ojos grises. No toma el menú y muestra una mueca cálida.) Oh, sólo tráeme un Espresso, por favor.
Fernando: Sí, claro. (Guarda el menú en su uniforme.)
Mujer: Oye, muchacho… ¿dónde puedo dejar un aviso?
Fernando: (Con duda.) ¿Un aviso? ¿Escrito?
Mujer: Sí.
Fernando: En la barra. (Señala hacia una parte de la barra que muestra una especie de boletín general.)
Mujer: (Mirando hacia la barra.) Bien, lo que sucede es que estoy buscando un compañero de apartamento, ya que es muy cara la renta del nuevo edificio al que me mudé.
Fernando: (Piensa antes de hablar.) Comprendo… (Hace un esfuerzo por mostrarse seguro y tranquilo.)
Mujer: (Ahora dirige la mirada hacia Fernando.) ¿No irás por mi café?
Fernando: (Avergonzado.) Cierto, disculpe. (Llega hasta la barra e informa a Skyler de la orden. Ambos miran a la mujer que se levanta y deja los anuncios en el tablero que sirve como boletín general.)
(Al término del día, varias personas, incluida el joven de cabello azul, tomaron un anuncio que dejó la mujer.)
(En el apartamento. Fernando entra sin hacer ruido y prende las luces. No hay nadie más en la sala.)
Fernando: (Suspira y deja la mochila sobre la mesa de centro.) Rayos…este día fue algo pesado.
Dustin: (Sale de la cocina con una cerveza en la mano.) ¿Por qué? ¿Cargaste cajas pesadas?
Fernando: (Mira a todos lados hasta que encuentra a Dustin saliendo de la cocina y caminando hacia la sala.) Me asustaste.
Dustin: (Sarcástico.) Perdón, no es mi culpa ser feo.
Fernando: (Lo mira algo confundido al no comprender el sarcasmo.) Cómo sea…¿y Héctor, dónde está?
Dustin: No lo sé. (Da un trago largo a su cerveza.)
Fernando: (Incrédulo.) ¿Te dejó aquí solo?
Dustin: Sí.
Fernando: ¿Qué le pasa?
Dustin: Creo que salió a buscar a un tal Danny.
Fernando: ¿A Danny? ¿Para qué?
Dustin: Repartir anuncios para lo del nuevo roomie.
Fernando: Cierto, esa mujer también buscaba a alguien. (Escucha que la puerta se abre y ve entrar a Héctor.)
Héctor: (Cierra la puerta y se dirige hasta el sofá individual. Deja que Dustin se siente en uno de los brazos del sofá. Mira a Fernando.) ¿Cómo te fue?
Fernando: Bien.
Héctor: (Ahora contempla a Dustin.) ¿Y a ti?
Dustin: (Sostiene la mirada de Héctor.) Cinco llamadas en total.
Fernando: (Confundido y dudoso respecto a la forma de interactuar de Héctor y Dustin.) ¿Cinco llamadas de qué?
Héctor: Genial… Mañana comenzará el casting.
Fernando: ¿Casting?
Dustin: (Con su tono neutral.) Sí, para buscar a su roomie.
Héctor: (Regresa el interés hacia Fernando.) Aunque la vecina nueva también está buscando roomie.
Fernando: (Pensativo.) Qué raro.
Héctor: ¿Por qué?
Fernando: Porque hoy una mujer que fue al café también buscaba a un roomie.
Héctor: ¿Cómo es la mujer?
Fernando: Alta, delgada, vestía muy bien, de cabello oscuro y corto.
Héctor: Es nuestra vecina… Creo que tiene unos veintitantos años.
Fernando: ¿Ya la conociste?
Dustin: (Replica con rapidez y casi con un tono bobo.) Bueno, chicos, yo iré a ver si consigo un traje de bailarina exótica para el casting de mañana.
(Sale Dustin de casa y deja a los dos chicos solos. Dustin baja por las escaleras mientras que la nueva vecina sube. Ella entra a su apartamento y termina la escena.)