El inicio del Fin
Le rece al cielo y al no obtener respuesta le rogué al infierno
Las lagrimas se deslizaban por mi cara mientras permanecía arrodillado en el suelo sin poder observar nada que no fuera el rostro pálido de mi madre y mis manos que cada vez iban obteniendo un mayor tono rojizo conforme mas sangre caía sobre ellas.
Todavía no podía creerme lo que veía, pues frente a mi no solo se encontraba el cuerpo de mi madre sin vida, sino que además el de mi padre yacía a un par de metros mas allá impregnando la alfombra grisácea de un rojo muy intenso.
Hacia tan solo una hora que mi madre me había pedido que fuera al supermercado a comprarle unas cosas que le hacían falta para la cena de esa noche y me había negado a ir, ahora se que tendría que haber seguido en mis trece y quizás esto no hubiera pasado, pero al final había decidido hacerle el favor a mamá.
El tiempo en el exterior era fresco pues ya señalaba el inicio de la próxima estación, el otoño, recuerdo haberme puesto una chaqueta pensando en disfrutar el paseo de 20 min hasta la tienda, otro grave error.
Me gustaba observar las coloridas copas de los arboles y escuchar el silbido del viento pasar entre sus ramas, vivía en un pueblo a las afueras de la ciudad, y el centro de este me pillaba exactamente a la misma distancia que la tienda, mi casa pertenecía a una urbanización que estaba rodeada por el bosque, por lo que la casa mas próxima estaba a varios metros de distancia, y ni siquiera se podía apreciar por encima de la arboleda.
Cruce el camino de tierra que iba desde la entrada hasta la cancela, tras pasar esta, la cerré, o eso creo porque ahora mismo no estoy seguro de nada, y después me dirigí por la acera que hay a ambos lados de la calle principal que lleva al pueblo.
Al llegar a la tienda tan solo tarde unos 10 min en realizar la compra, pues la comanda de mi madre era bastante pequeña, cuando salí a la calle el sol ya había empezado a caer y el cielo estaba empezando a tomar un sutil tono anaranjado, que fue incrementando conforme realizaba el camino de vuelta a mi casa.
Toda la paz y tranquilidad que había sentido hasta el momento desaparecieron cuando tras llegar a la cancela pude ver que esta se encontraba abierta de par en par, recuerdo que pensé, ¿qué extraño, no?¿la había cerrado?, por si no había sido así, esta vez me asegure 100% de que la cerraba, pero tras pasar el camino de tierra y llegar a la puerta principal, me extraño encontrármela casi entornada, la situación empezó a chirriarme, y el miedo que hasta ese momento no había sentido comenzó a calar muy dentro de mi.
Despacio empecé a empujar la puerta, la casa cada vez estaba mas sumida en la oscuridad pues la poca luz que aun quedaba del atardecer hacia poco que había empezado a desaparecer, para mi sorpresa todo el recibidor estaba patas arriba, los marcos con las fotos, la mesa e incluso el perchero de los abrigos estaban tirados por el suelo, suelo que había acabado cubierto de pedacitos de cristales rotos, me asuste.
-¡Mama!...¡Papá!-grité
Espere a escuchar cualquier ruido ya fuera de ellos o de la persona que había entrado en mi casa, porque eso era algo que tenia claro, que todo ese destrozo había sido causado por alguien externo a mi familia. En el fondo de todo aquel silencio pude apreciar un gemido lastimero que procedía del salón, mi intuición me dijo que lo que estuviera pasando allí no iba a ser plato de buen gusto para mi, pero no podía hacer mucho más, tenia que saber si mis padres estaban bien, intente encender la luz de la entrada pero tras darle al interruptor varias veces esta ni siquiera hizo amago de encenderse, así que con mis manos temblorosas extraje el móvil de mi bolsillo y prendí la linterna, sin planteármelo dos veces atravesé la doble puerta que daba al salón.
La escena que vi allí sin duda la recordaría toda mi vida, estaba paralizado, empecé a temblar y a llorar silenciosamente, y lo único que me hizo reaccionar fue el ruido de mi móvil golpeando el suelo tras no haber sido capaz de sostenerlo entre mis manos.
En ese momento lo que menos me importo fue si se había roto o no, pues delante de mi se encontraban mi padre y mi madre, el primero estaba tirado sobre la alfombra cerca de la ventana, y por lo que había podido apreciar con la poca luz del teléfono su camisa que si no recordaba mal, hasta el momento había sido blanca, ahora era totalmente roja, por no hablar de los diferentes cortes que había podido apreciar, solloce, dude que mi padre aun respirara, mi mirada ahora estaba clavada en el cuerpo de mi madre, que se encontraba medio sentada en el suelo, su espalda estaba brevemente apoyada contra el sillón de tres plazas, podía apreciarse un leve movimiento de su abdomen, aun respiraba, me aproxime lo mas rápido que pude y la tome entre mis brazos colocándola en mi regazo, abrazándola levemente contra mi cuerpo intentando evitar hacerle daño, estaba tan en shock que ni siquiera se me cruzo por la cabeza la posibilidad de llamar a una ambulancia y menos tras haberla tocado y haber sentido lo débil que estaba, como su cuerpo perdía calor y como una sustancia viscosa impregnaba mis dedos, el olor a hierro me dejo claro de que se trataba, esto era el principio del fin o al menos lo era para mi.
-¡Mama!,¡mama!..-la llame, la moví un poco para ver si abría sus ojos y me miraba, pero no lo hizo y fue entonces cuando me percate de que su mano intentaba sostener firmemente su abdomen por debajo del pecho, no no no, aquello no podía estar pasando, a ella también no, mi padre ya se había ido, y ella también no podía dejarme, era un pensamiento un tanto egoísta pero me negaba a que me abandonara, y aun así se estaba desangrando por la herida que intentaba taponar, se estaba yendo igual, coloque mis manos junto a la de ella y ejercí presión para detener el sangrado, aunque ya de poco sirvió, porque poco después su respiración que hasta el momento había sido dificultosa dejo de serlo, dejo de respirar y me dejo a mi, allí solo en medio de la oscuridad.
Para ese momento ya estaba en tal estado de ansiedad y desesperación, que hice lo único que se me ocurrió, me acorde del único ser que la mayoría de la gente recuerda solo en sus momentos malos, de sufrimiento, me acorde de Dios. Así que le rece y le rogué a este que me devolviera a mis padres, que le daría cualquier cosa a cambio de ellos dos, que me dejara disfrutar de su presencia un poco mas, o al menos que me dejara despedirme de ellos y ser capaz de decirles lo único que no había sido capaz de decirles durante todo este tiempo que habían estado a mi lado, que les quería.
No se que hora seria, pero seguro era bien entrada la noche, posiblemente en la madrugada cuando en un acto desesperado deje de dirigir mis llamados a la misericordia de Dios para probar en el sentido contrario, le rogué a Satanás, le rogué al infierno y le rogué a todo aquel que pudiera escucharme que atendiera a mi llamado, y fue entonces, justo cuando empezaba a perder la esperanza, cuando ya no podía seguir llorando porque todas mis lagrimas se habían secado, cuando empezaba a desistir, que alguien vino a mi.