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Chapter 4 - Capítulo 3.

𝗠𝗲́𝗿𝗶𝗱𝗮.

Las horas habían pasado, el alcohol, la música, los bailes y las risas con Hiro y Mike hacían que el tiempo pasara rápido. Sin darme cuenta ya estába un poco ebria, necesitaba sentarme. Así que lo hice, me senté en nuestra mesa un momento, vi como Mike notó mi ausencia a los pocos minutos, se acercó a mi.

—¿Todo bien?— me preguntó con una sonrisa boba, no había duda, estábamos ebrios.

—Claro, solo necesito un par de minutos para descansar— le respondí correspondiendo su sonrisa, podía sentir mis mejillas calientes, seguramente estaba ruborizada por el alcohol.

—¿Quieres que nos vayamos? Yo también estoy algo cansado— se sentó a mi lado después de esas palabras.

—¿Y qué hay de Hiro?— le pregunté, él solo señaló al chico que estába bailando entre un par de mujeres y uno que otro hombre, también estaba ebrio. Reí levemente al verlo. —Está bien, vámonos— se levantó de su silla y me extendió su mano para que la tomara, lo hice, me ayudó a levantarme y tomados de la mano caminamos hasta la salida, Mike parecía perdido, miraba en todas direcciones buscando su auto.

—Pidamos un taxi, no podemos conducir, tú no puedes— dije dándole un ligero empujón.

—Tú tampoco puedes hacerlo— me empujó ligeramente también, reímos. Un par de segundos después vimos a lo lejos un taxi acercándose, se detuvo, ambos subimos y durante más de media hora estuvimos en silencio, viendo las luces de la ciudad por las ventanas, bajo el efecto del alcohol es más hermoso de lo que era normalmente. Llegamos a la gran casa de Mike, parecía una Mansión del estilo de Tony Stark. Muy grande por fuera y muy espaciosa por dentro. Nos bajamos del taxi y entramos rápidamente me dejé caer en uno de los tres sofás grandes que tenía la sala.

—Tráeme algunas mantas, dormiré aquí— dije cansada, los efectos del alcohol estaban acorralándome

—No seas floja, babearas el sofá— bromeó, se acercó a mi y me levantó tomando mi brazo me ayudó a caminar hasta la habitación. Me ayudó a sentarme en el borde de la gran cama.

—Que delicado, no tienes idea de las veces que lo he babeado, las primeras noches que me quedaba aquí y que me daba miedo tu gran casa.— dije para después reírme con fuerza al recordar aquellas escenas.

—Lo recuerdo, tuve que llamar a un equipo para que limpiara tus babas, ¿Cómo podría olvidarlo?— dijo entre carcajadas. Se sentó a mi lado, muy cerca de mi mientras reíamos, unos segundos después nos miramos con sonrisas bobas, intentando disimular el alcohol. —Mérida, nunca te agradecí…— me dijo, ahora más serio.

—¿Agradecerme? ¿Por qué?— pregunté confusa.

—Por estar aquí, cuando más necesitaba a alguien, tú estuviste aquí, te lo agradezco.— dijo con una sonrisa, sonreí también, pude notar como sus ojos se cristalizaban.

—No tienes nada que agradecer, de verdad… Tú también estuviste ahí cuando te necesité, estamos a mano.— dije para después tomar su mano derecha con la mía. —Eres muy fuerte y una gran persona Mike, vales mucho, no permitas que nadie te haga sentir lo contrario.— parecía que estaba aconsejando a un niño pequeño. Pero sentía que necesitaba esas palabras.

—Gracias, tú también eres…—

—Lo se, lo se, soy muy fuerte y linda, no dejaré que nadie me haga sentir mal, no te preocupes— dije con aires de superioridad. Reímos levemente ante ese comentario, nos miramos fijamente a los ojos.

¿Qué era lo que sentía en ese momento? ¿Qué sentiría él? Creo que ambos teníamos miedo de echarlo a perder y por eso ninguno cedía. Podía sentir algo mientras su mano hacia contacto con la mía, podía sentir algo mientras nos mirábamos a los ojos, ¿Él también lo sentía? ¿Cómo podría saberlo?

—Ya deberíamos dormir, mañana tengo que trabajar… Bueno, hoy— dije mirando la hora, las 2.40am.

—Claro, tienes razón— soltó mi mano para después levantarse de la cama y dirigirse a la puerta. —Descansa y gracias otra vez—me dijo desde la puerta, con una sonrisa.

—Gracias a ti— correspondí la sonrisa, para después ver como cerraba la puerta dejándome sola. Una sensación de ira me dominó… —Mierda…— susurre molesta. ¿Por qué no cedí? Después de todo lo que ha pasado es claro que él no cederá tan fácil, maldición. Me acosté en la cama boca abajo con una expresión de molestia.

𝘊𝘦𝘳𝘳𝘦́ 𝘭𝘰𝘴 𝘰𝘫𝘰𝘴 𝘭𝘦𝘯𝘵𝘢𝘮𝘦𝘯𝘵𝘦, 𝘴𝘦𝘯𝘵𝘪́ 𝘤𝘰𝘮𝘰 𝘶𝘯𝘢𝘴 𝘮𝘢𝘯𝘰𝘴 𝘷𝘢𝘳𝘰𝘯𝘪𝘭𝘦𝘴 𝘳𝘦𝘤𝘰𝘳𝘳𝘪́𝘢𝘯 𝘮𝘪 𝘦𝘴𝘱𝘢𝘭𝘥𝘢 𝘥𝘦𝘴𝘯𝘶𝘥𝘢, 𝘶𝘯 𝘦𝘴𝘤𝘢𝘭𝘰𝘧𝘳𝘪́𝘰 𝘳𝘦𝘤𝘰𝘳𝘳𝘪𝘰́ 𝘮𝘪 𝘤𝘶𝘦𝘳𝘱𝘰 𝘮𝘪 𝘳𝘰𝘱𝘢 𝘩𝘢𝘣𝘪́𝘢 𝘥𝘦𝘴𝘢𝘱𝘢𝘳𝘦𝘤𝘪𝘥𝘰 𝘺 𝘮𝘦 𝘦𝘯𝘤𝘢𝘯𝘵𝘢𝘣𝘢. 𝘓𝘰 𝘥𝘦𝘴𝘦𝘢𝘣𝘢. 𝘌𝘴𝘤𝘶𝘤𝘩𝘦́ 𝘴𝘶 𝘷𝘰𝘻 𝘦𝘯 𝘰𝘪́𝘥𝘰.

—¿𝘛𝘦 𝘨𝘶𝘴𝘵𝘢 𝘦𝘴𝘵𝘰?— 𝘮𝘦 𝘱𝘳𝘦𝘨𝘶𝘯𝘵𝘰́ 𝘮𝘪𝘦𝘯𝘵𝘳𝘢𝘴 𝘩𝘢𝘤𝘪𝘢 𝘶𝘯𝘢 𝘭𝘦𝘷𝘦 𝘱𝘳𝘦𝘴𝘪𝘰́𝘯 𝘦𝘯 𝘮𝘪 𝘦𝘴𝘱𝘢𝘭𝘥𝘢 𝘮𝘪𝘦𝘯𝘵𝘳𝘢𝘴 𝘭𝘢 𝘳𝘦𝘤𝘰𝘳𝘳𝘪́𝘢.

—𝘚𝘪, 𝘮𝘦 𝘨𝘶𝘴𝘵𝘢…— 𝘳𝘦𝘴𝘱𝘰𝘯𝘥𝘪́ 𝘢𝘱𝘦𝘯𝘢𝘴, 𝘦𝘴𝘵𝘢𝘣𝘢 𝘱𝘦́𝘳𝘥𝘪𝘥𝘢 𝘦𝘯 𝘦𝘭 𝘢𝘭𝘤𝘰𝘩𝘰𝘭, 𝘭𝘢 𝘱𝘢𝘴𝘪𝘰́𝘯, 𝘭𝘢 𝘴𝘢𝘵𝘪𝘴𝘧𝘢𝘤𝘤𝘪𝘰́𝘯… 𝘴𝘦𝘯𝘵𝘪́ 𝘤𝘰𝘮𝘰 𝘶𝘯𝘢 𝘥𝘦 𝘴𝘶𝘴 𝘮𝘢𝘯𝘰𝘴 𝘣𝘢𝘫𝘰́ 𝘱𝘰𝘳 𝘮𝘪 𝘦𝘴𝘱𝘢𝘭𝘥𝘢, 𝘳𝘦𝘤𝘰𝘳𝘳𝘪𝘦𝘯𝘥𝘰 𝘩𝘢𝘴𝘵𝘢 𝘮𝘪 𝘨𝘭𝘶́𝘵𝘦𝘰. —𝘚𝘪𝘨𝘶𝘦 𝘢𝘴𝘪́… 𝘚𝘪𝘨𝘶𝘦 𝘢𝘴𝘪́…— 𝘥𝘪𝘫𝘦 𝘤𝘰𝘯 𝘶𝘯𝘢 𝘳𝘦𝘴𝘱𝘪𝘳𝘢𝘤𝘪𝘰́𝘯 𝘱𝘳𝘰𝘧𝘶𝘯𝘥𝘢. 𝘚𝘦𝘯𝘵𝘪́ 𝘴𝘶 𝘤𝘶𝘦𝘳𝘱𝘰 𝘧𝘳𝘰𝘵𝘢́𝘯𝘥𝘰𝘴𝘦 𝘤𝘰𝘯 𝘦𝘭 𝘮𝘪́𝘰 𝘱𝘢𝘳𝘢 𝘥𝘦𝘴𝘱𝘶𝘦́𝘴 𝘴𝘦𝘯𝘵𝘪𝘳 𝘴𝘶 𝘳𝘦𝘴𝘱𝘪𝘳𝘢𝘤𝘪𝘰́𝘯 𝘦𝘯 𝘮𝘪 𝘰𝘪́𝘥𝘰 𝘪𝘻𝘲𝘶𝘪𝘦𝘳𝘥𝘰, 𝘯𝘰 𝘱𝘶𝘥𝘦 𝘤𝘰𝘯𝘵𝘦𝘯𝘦𝘳𝘮𝘦, 𝘨𝘪𝘳𝘦́ 𝘭𝘦𝘷𝘦𝘮𝘦𝘯𝘵𝘦 𝘮𝘪 𝘤𝘢𝘣𝘦𝘻𝘢 𝘱𝘢𝘳𝘢 𝘱𝘰𝘥𝘦𝘳 𝘣𝘦𝘴𝘢𝘳𝘭𝘰, 𝘭𝘰 𝘩𝘪𝘤𝘦, 𝘢𝘭 𝘧𝘪𝘯 𝘭𝘰 𝘩𝘪𝘤𝘦, 𝘭𝘰 𝘣𝘦𝘴𝘦́. 𝘜𝘯 𝘣𝘦𝘴𝘰 𝘵𝘢𝘯 𝘱𝘳𝘰𝘧𝘶𝘯𝘥𝘰 𝘺 𝘴𝘦𝘹𝘺 𝘲𝘶𝘦 𝘯𝘰 𝘱𝘶𝘥𝘦 𝘥𝘦𝘵𝘦𝘯𝘦𝘳𝘮𝘦.

𝘈𝘣𝘳𝘪́ 𝘭𝘰𝘴 𝘰𝘫𝘰𝘴 𝘭𝘦𝘯𝘵𝘢𝘮𝘦𝘯𝘵𝘦, 𝘱𝘶𝘥𝘦 𝘷𝘦𝘳 𝘭𝘰𝘴 𝘳𝘢𝘺𝘰𝘴 𝘥𝘦𝘭 𝘚𝘰𝘭 𝘦𝘯𝘵𝘳𝘢𝘯𝘥𝘰 𝘱𝘰𝘳 𝘭𝘢 𝘨𝘳𝘢𝘯 𝘷𝘦𝘯𝘵𝘢𝘯𝘢 𝘱𝘢𝘳𝘱𝘢𝘥𝘦𝘦 𝘶𝘯 𝘱𝘢𝘳 𝘥𝘦 𝘷𝘦𝘤𝘦𝘴, 𝘢𝘯𝘢𝘭𝘪𝘻𝘢𝘯𝘥𝘰 𝘤𝘢𝘥𝘢 𝘤𝘰𝘴𝘢, 𝘤𝘢𝘳𝘨𝘢𝘯𝘥𝘰 𝘦𝘭 𝘮𝘶𝘯𝘥𝘰, 𝘵𝘦𝘯𝘪́𝘢 𝘵𝘰𝘥𝘢 𝘮𝘪 𝘳𝘰𝘱𝘢 𝘺 𝘮𝘦 𝘴𝘦𝘯𝘵𝘪́𝘢 𝘮𝘰𝘫𝘢𝘥𝘢 𝘥𝘦 𝘛𝘖𝘋𝘖 𝘦𝘭 𝘤𝘶𝘦𝘳𝘱𝘰, 𝘮𝘢𝘭𝘥𝘪𝘤𝘪𝘰́𝘯.

¿Todo había sido un sueño? se sintió tan real.

Me levanté de la cama lentamente al oler el delicioso aroma de panqueques con mermelada de fresa. Caminé hacia la puerta, mareada, la abrí y recorrí la mansión siguiendo aquel olor. Llegue a la gran comedor, sobre la mesa, un gran plato de panqueques con mermelada, una taza de café, una pequeña nota y un bolígrafo.

—"Para cuando despiertes Mike."— leí en voz baja, tenía hambre y tenía un plato de panqueques frente a mi no me negaría. Comencé a comer, escribí algo del otro lado de la nota para después tomar mi móvil mientras ver la cantidad de mensajes recibidos que no me había tomado la libertad de leer anoche. Pasados los minutos, levanté mi plato y taza vacíos. Los llevé al fregadero para después salir de la cocina y chocar con Mike. Parecía estar completamente sudado. —Hola, ¿Estás bien? Te ves mojado— dije al verlo de pies a cabeza.

—Buen día, me levanté temprano e hice ejercicio— me respondió con una sonrisa para después pasar a mi lado directo a la cocina y servirse un gran vaso se agua. —¿Te gustaron los panqueques?— me preguntó.

—Me encantaron, las clases de cocina que tomaste el año pasado te sirvieron de algo.— dije bromista.

—Y solo las tomé un mes— soltó una risa.

—Espera, ¿Fuiste al gimnasio que está al otro lado de la ciudad?— le pregunté confundida, no recordaba algún gimnasio cerca de la casa de Mike.

—Claro que no, tengo mi propio gimnasio, en el sótano.—

—¿Tienes sótano?— pregunté asombrada —¿Y tienes un gimnasio ahí? ¿Por qué no me lo dijiste?—

—Bueno, ¿Te parece que era necesario? ¿Parece como si lo hubiera usado en más de un año?— dijo señalando su físico un poco robusto. —Me sorprende que no lo dedujeras, hay jacuzzi, hay cine en casa, ¿No pudiste pensar en un gimnasio?—

—Buen punto, es…— mi móvil me interrumpió, comenzó a sonar. Me estaban llamando. —Es Adrien, tengo que responder.— dije para después dirigirme a mi habitación y contestar la llamada.

[•••]

Caminé de mi habitación a la cocina donde estaba Mike haciéndose un licuado —Mike tengo que irme, me necesitan en Eclipse.—

—Está bien— dijo mientras servía su licuado en un dos vasos, me dio uno. —Tómalo, te hará bien.— pasó a mi lado mientras bebía del suyo como si el que me fuera no fuera importante.

—Hiro le contó a Adrien lo de anoche y él me preguntó por ti.— solté de golpe, sabía que hablar de Adrien no era de su agrado. Aún así no hubo ninguna respuesta de su parte, solo vi como volvió a beber de su vaso. —Quisiera que vinieras conmigo…— giró a verme con seriedad.

—¿Por qué? ¿Para qué?— me preguntó confundido.

—Estar aquí solo te hace daño y yo no podré estar aquí siempre, ver al equipo te haría bien, volver a tú vida te haría bien… ¿No crees?—

—No recuerdo cual era mi vida, antes de convertirme en esto— dijo cabizbajo. Me acerqué a él, tomando su mano derecha nuevamente. Mirándolo.

—Tal vez eso sea bueno, ¿No crees? ¿Comenzar de cero?— no parecía muy convencido. —Aún no es tarde para poder redimirte, aún no es tarde para volver a ser un héroe.— no hubo respuesta de su parte. Solo un silencio incómodo. —Me iré a duchar, si quieres ir conmigo, hazlo también y te veré en el auto. ¿Si?— no esperé a que me respondiera, caminé hacia mi habitación.

Bueno, realmente era una de las cuatro habitaciones que había en la casa, pero Mike la había hecho mía desde que comencé a apoyarlo y pues casi siempre estoy aquí, tengo mi departamento en la ciudad olvidado, mi familia se cansó de los problemas y regresaron a nuestro pueblo natal, dejándome libre y sin presiones. Me duché y vestí lo más rápido que pude, quería terminar en la realidad lo que había empezado en el sueño de anoche, sola. Pero no había tiempo, salí de la casa con dirección a uno de los 2 autos de Mike, ya que ayer habíamos dejado el otro a la mitad de la ciudad teníamos que tomar el que es de lujo, un Audi e-Tron GT negro.

La confianza entre nosotros dos era tanta que podía tomar prestado lo que yo necesitara y él no se molestaría, encendí el auto, esperando a que saliera de la casa. Dos minutos, tres, cuatro, cinco, diez… no salía, solté un suspiro pesado, estaba apuntó de arrancar cuando lo vi salir, con su cabello suelto y su barba larga y gafas oscuras, al menos se había duchado y parecía un Rockstar en lugar de un vagabundo. Se subió en el asiento del acompañante.

—Pensé que no vendrías— le dije con una sonrisa.

—No encontraba mis gafas— dijo, serio. Me miro confundido. —¿Me veo mal?— me preguntó. Notó que no dejaba de mirarlo.

—No, es solo que… Te ves diferente.— dije con una sonrisa.

—Me siento diferente, es raro— me dijo, esbozó una sonrisa después de decir aquello. Correspondí la sonrisa y empecé a conducir con dirección a Eclipse.