La castaña solo trataba de huir de aquel compromiso arreglado, pero con la vestimenta que llevaba puesta en esos momentos, no le favorecía para nada e incluso le impedía avanzar rápido así que dejó de correr.
Con la vista un poco nublada y su respiración agitada trató de ordenar cada uno de sus pensamientos que le eran un gran dolor de cabeza que tal vez tendrían solución si tan solo tuviese la cabeza fría para pensar bien las cosas.
Ya un poco más tranquila solo posicionó su mano en su mentón para comenzar a enfocarse en aquellos pensamientos, de los cuales solo le presto atención a dos.
"Solo es un sueño, si me caso... tal vez sólo sea falso...."
"Este solo es un simple sueño, ¿a qué debo de temer?"
Se sentía un poco torpe al pensar que eso le afectaría, así que solo soltó un suspiro largo y pesado para comenzar a prepararse un poco psicológicamente ya que no le era fácil asimilar que estaba a punto de contraer matrimonio en un simple sueño y para no perder más tiempo comenzó a caminar mientras trataba de ocultar su nerviosismo.
En el camino hacia el templo se encontró con una mujer quien usaba un vestido rojo largo con zapatos de tacón color negro, su cabello negro azabache tal como la oscura noche, a decir verdad esa mujer tenía unas facciones que la hacían parecer de porcelana y más por su hermosa piel pálida que le hacían resaltar sus labios que estaban cubiertos por labial de igual color que el vestido que portaba.
Sin decir nada aquella mujer desconocida le sonrió y tomó a Amanda del brazo con delicadeza para después comenzar a caminar. Durante el camino permanecieron en silencio hasta que al llegar a aquel templo la llevó hacia la habitación donde a la castaña le habían puesto el vestido de bodas. Cerrando la puerta del lugar la sentó en una silla para comenzar a maquillarla.
El silencio la comenzó a molestar e incluso eso hizo que sus pensamientos comenzaran a traicionarla con ideas sobre su futuro marido y lo que sucedería después, provocando que desatará el llanto, llamando la atención de la mujer que la estaba maquillando.
— ¿Por qué lloras?.— preguntó con una sonrisa que transmitía tranquilidad.— ¿acaso no estás feliz?
— Snif, no puedo con todo esto....— respondió limpiándose las lágrimas.— todo esto está pasando muy rápido... eso es todo...
— Descuida, si mi Joven fuego te hace daño.— mencionó un poco preocupada al verla llorar.- de seguro Sey lo lastimaría sin dudar.
— No me refiero a eso.— mencionó tratando de apaciguar sus lágrimas.— a lo que quiero llegar es que no conozco a mi futuro marido, y aún que tal vez esto no sea real... tengo miedo.
La azabache solto un suspiro pero aún así no dejó de transmitir esa calidez y tranquilidad que reflejaba con una simple sonrisa, sin decir nada comenzó a acomodar la corona de flores que llevaba Amanda para después percatarse de algo que la hizo avergonzarse de su descortesía.
— Que descortés de mi parte no presentarme.— se separó de la joven para arrodillarse frente a ella.— mi nombre es Marie, mucho gusto señorita.— sonrió.
— ¿Eres como Sey?.— interrogó Amanda.
— Si, pero yo soy la guardiana del joven de fuego.— sonrió.— ¿sabes algo?
Habló la mayor para después comenzar a maquillar a Amanda quien solo observaba atentamente las acciones de Marie, esperando a que hablara nuevamente, cosa que sucedió a unos pocos minutos.
— El joven es todo un amor de persona.— sonrió.— no lo digo por ser su guardiana pero al estar hablando con el me percaté de que no es como los hombres de al actualidad. Además de que aún preserva su forma de ser, como el primer día en el que me asignaron cuidar de él.
— ¿Pero por qué deben protegernos?. ¿por qué nos asignaron un guardián a cada uno?.— interrogó curiosa.
— Porqué hay otros cuatro seres en este mundo, pero no son como ustedes.— su semblante cambió a uno lleno de seriedad, parecía que esa mujer cálida de hace unos minutos antes se había esfumado para dar paso a una muy distinta.— esos seres fueron creados para la destrucción y ustedes para traer vida. Son seres que pueden influir demasiado en ustedes e incluso pueden hacerlos caer en las sombras, por eso les asignaron guardias.
— Entonces, ¿quienes son?.— preguntó la menor.
— Ellos son los jinetes del Apocalipsis:
•Hambruna: ella es una mujer que busca enfrentar y asesinar al joven Fuego por razones desconocidas.
•Plaga: también es una mujer, pero ella trató de seducir a Agua para contaminar el elemento en su totalidad, pero no fue capaz de hacer ceder al joven.
• Pobreza: el es un hombre, pero no tengo detalles sobre el, pero Tierra luchó contra el.
•Muerte: el siempre trato de asesinatre pero uniste fuerzas con fuego en tu vida pasada y lo encerraron junto a hambruna y los demás.
Un silencio invadió el lugar después de aquel pequeño relato, pero aquel fue cortado por una voz conocida que se escuchó detrás de la puerta.
— ¿Puedo entrar?.— se escuchó la voz de un hombre detrás de la puerta.
— Sey se paciente y espera junto al joven, por que si le pasa algo... te juro que....— comenzó a amenazarlo la guardiana.
Interrumpió.— Ay Marie, si supieras que los alejé de la maldita de hambruna quien les había estado tratando de interrogar.— soltó una carcajada.— que estúpida fue esa mujerzuela....
La azabache soltó un gruñido al escucharlo y sin pensarlo dejó de lado las brochas y el maquillaje para dirigirse hacia la puerta para confrontar al guardián del aire. Al abrir un poco la gran puerta para asomar solo su cabeza para se encontrarse con aquel hombre que llevaba puesto un esmoquin negro junto a una camisa color lavanda y una corbata blanca.
— ¡¡¿Por qué no me lo dijiste antes?!!.—le preguntó la mujer llena de furia.— ¿sabes qué le hubiese hecho al joven esa mujer?
— Lo sé, pero el pobre niño estaba a punto de contestar las preguntas de aquella.— mencionó en un tono burlón.— creo que mi lady es más inteligente que tu jovencito.
Marie no aguantó más y abrió la puerta de par en par para después comenzar una discusión con Sey quien solo reía ante la reacción de la azabache.
— Amy, ¿podrías salir de aquí?.— habló ignorando a la guardiana que se encontraba gritándole.— ah, y antes de que se me olvide. ¿Podrías esperarme en las escaleras?, porqué bajaremos de ahí y caminaremos por la alfombra hasta llegar hasta tu futuro marido.
— Si, esta bien...— respondió un poco incómoda.
— Bueno. Es mejor que estés ahí donde te dije en estos momentos y que aquel este en el altar.— dijo para después arreglar su corbata.
La castaña solo asintió en silencio y salió de aquel templo para acatar la orden de su guardián, que en pocos minutos salió del templo y se posó a un lado de ella.
— Espero que seas feliz al lado de él, mi pequeña.— dijo para después abrazar a Amanda.
— Trataré de....- la interrumpieron.
— ¿Cuál trataré?, si ese muchachito te hace infeliz... juro que...— dijo frunciendo el ceño.
Interrumpió.— Si, si, lo sé...— sonrió.— pero recuerda que la boda solo es falsa.
— No es falsa mi señorita.— el mayor solo le ofreció el brazo a la castaña.— esta solo es para fortalecer los elementos y dar un pequeño balance. Es por el bien de ustedes y la humanidad.
— Si es por eso.— desvío la mirada.— está bien. ¡Lo haré!.— dirigió su mirada hacia el mayor para dedicarle una sonrisa que le llenó de tranquilidad.
Sey solo sonrió y asintió para después colocarle el velo en el rostro a Amanda. Al encontrarse listos comenzaron a descender aquellos escalones para después comenzar a pisar aquella alfombra roja que era cubierta por pétalos blancos y rojos.
Cada paso que daba por los escalones estaban cubiertos de dudas y preguntas que no tenían fin alguno.
"¿quién será ese tal joven del
que hablaba Marie con tanto alardeo?"
" ¿Por qué mi corazón
comenzó a acelerar?...."
Acaso.....
Pensó Amanda mientras se llevaba las manos al pecho, pero Sey al verla tomó sus manos y le entregó un ramo de rosas rojas y blancas atadas con un listón blanco.
Susurró.— Actua con normalidad, recuerda que esto sera el comienzo de una nueva era cuando ustedes completen el ritual.— dijo Sey tratando de sonreír.
Amanda solo asintió y trató de sonreír ante los flashes de las cámaras que le comenzaron a incomodar, pero al llegar al altar decidió ignorar los flashes para luego dirigir su mirada hacia los asientos de los invitados, donde se encontró a Alex quien solo la miraba con desaprobación.
"Se que pensará que solo me caso
por diversión o por darle celos,
pero la verdad es que lo hago por
el bien de las personas."
"Aún que no debo de preocuparme,
esto no solo quedará en este lugar
y no más allá de la realidad."
"Aún te amo, y nunca te lo dije pero
te lo demostré, y aún así ni cuenta
te diste... no me vengas con que quieres
que no me casé con este
desconocido que tal vez sea mil
veces mejor que tu...
Pensó para después dirigir su mirada hacia el señor que comenzo a hablar en otro idioma, dándo inicio a la celebración. Estaba recitando algo que no entendía pero al tratar de mirar a su acompañante se percató de que él lo podía entender a la perfección. Tenía ganas de ver el rostro de su prometido, pero no lo lograba visualizar a causa del velo que no era tan transparente como el de las novias tradicionales.
El joven al percatarse que tenía sobre el la mirada de su prometida, solo sonrió para después acercarse un poco a ella.
Susurró.— Descuida, se que en estos momentos tienes miedo pero...— sonrió.— yo te prometo que te haré la mujer más feliz de este mundo, aún que se que tal vez amas a alguien más y que no puedo reemplazarlo pero... haré todo lo posible para que te enamores de mi....
El joven solo tomó las manos de Amanda quien solo se ruborizo ante aquel acto y palabras dichas por él. Durante toda la ceremonia trató de visualizar el rostro del chico pero le era imposible y lo único que podía ver a través de su velo era algo que destacaba en el rostro del contrario que parecía tener puesto una especie de antifaz.
Él joven se acercó nuevamente a la castaña para volver a susurrarle.— Se que no entiendes lo que dice pero esta hablando en latín.— mencionó.— si le prestas atención puede que le entiendas.
Pasó casi una hora de que el hombre estuviese hablando y cuando Amanda escuchó que el joven dijo: "Si", ella sin saber por qué lo había dicho imitó su acción provocando una carcajada por parte del hombre mayor que solo dijo:
— Jaja, Adulescentem incendio nuptam possis oscula,(joven de fuego, puede besar a la novia).— dijo con una sonrisa.
Aquel muchacho sólo tomó la mano derecha de Amanda y con su mano libre levantó el velo que cubría su rostro, provocando que sus ojos se iluminarán.
— T-tu.....— fue lo único que pudo decir.