Era de noche y mis hermanas estaban durmiendo, ellas me contaron que la tía Velvet respeta mucho la educación, así que solo las llevo, dejo algunas recomendaciones y si era posible que la llamaran. Nada fuera de lo normal.
Por ahora se está comportando bien, igual que nosotras ya que firmamos un compromiso.
Se supone que todas las sirvientas de la mansión debían obedecerme, pero no quiero sobrepasarme y menos pedirles algo, pero algo me ha estado carcomiendo la cabeza. Algo que ni siquiera he hablado de ello con mis hermanas.
Me encontraba en mi cuarto junto a Lissa mi "guardiana", cuando llegamos a casa ella dijo que debía ir a su cuarto.
- Tonterías ven conmigo- le dije mientras la tomaba de la mano, - eres mi guardiana, así que debes quedarte conmigo en mi cuarto.
- Pero joven ama, no puedo- exclama ella mientras es jalada por mí.
- Es una orden- respondo en burla, -quizá podamos dormir en la misma cama.
Sus bellas y delicadas mejillas se ruborizaron, mientras sus manos empezaron a sudar. Creo que fue la primera reacción que vi en ella, lo que me causo gracia, ya que no podía expresarlas correctamente, solo movía sus ojos mientras sudaba, su cara de póker ruborizada es difícil de comprender ya que se supone que esta apenada, pero más fácil de descifrar que Astrea.
- Por favor sea delicada, sería mi primera vez- comenta temblorosa Lissa.
Me rio de ella - es una broma Lissa ¿y que mierdas es eso de mi primera vez? -eso parece tranquilizarla y avergonzarla, -pero no es broma lo de quedarte conmigo, creo que aun ahí un cuarto libre así que hablare con tía Velvet para que te quedes en la mansión.
- S-s-si joven ama- responde ella con cierta vergüenza.
- Deja de decirme así, llámame Maki, no me digas ni joven ama o ama Mackenzie, así me llaman los desconocidos, los adultos y los profesores- le reclamo.
- Si joven ama- vuelve a decir ella.
Niego con la cabeza.
Me encontraba haciéndole un peinado a Lissa, su sedoso y brillante cabello, su rostro de muñeca, piel suave y delicada enamora a cualquiera, pero a mí no, no me gustan las mujeres de ese modo. Solo me impresiona lo femenina que es ella, aun sin sus emociones parece una joven de clase alta, no como yo, aunque eso no me preocupa.
Mañana seria la exhibición de grados, como nuevos estudiantes de bachillerato, mostraríamos nuestras habilidades a los profesores de nuestros grados, en total somos 4 cursos de casi 30 estudiantes cada uno, usaríamos todo el día de clases para practicar y demostrar nuestro talento, Juliana ya había realizado un plan para mañana.
- Dime Lissa.
- Si joven ama- exclama ella tranquila, mientras le cepillo el cabello.
- ¿Sabes el nombre del humano?
- No joven ama, Astrea es muy reservada sobre eso, quizá pueda preguntarle en persona- me comenta.
- Si, tienes razón, mejor se lo pregunto en persona.
Astrea sentía algo raro en su pecho.
Le estaba sirviendo te a su ama y a su segunda al mando Verónica, sus dos superiores estaban hablando sobre negocios.
Ella estaba distraída, no podía dejar de pensar en el humano ¿Por qué lo hacía? Se preguntaba ella, ¿Qué ganaba con eso? Era un sentimiento extraño. Planeaba visitarlo por tercera vez, la primera vez le fue mal, en la segunda el humano había estado ocupado con su nuevo trabajo, así que ella se quedó esperándolo en la entrada de su casa, por lo cual recibió un regaño de Augusto.
- ¡No puedes quedarte horas enteras en la entrada de la casa, ya te había dicho mi horario! Dijo el preocupado - si quieres visitarme a mí y a mi hermana debes hacerlo cuando salgamos del trabajo.
- Traje una canasta de comida- dijo ella ese día, solo pudo responder eso.
Augusto miro a Tera quien soltó un suspiro mientras cerraba los ojos.
- Eres muy rara Astrea, pero igual pasa- exclamo el humano.
Ese día la invitaron a pasar, aunque fuera de noche.
- Puedes quedarte si quieres- dijo Tera, -pero no vas a dormir con el maestro, ese lugar lo ocupó yo- exclamo mientras señala inquisitivamente a Astrea.
Al escuchar eso el corazón de la joven bruja se acelera, ella baja la cabeza.
Augusto se ríe, el prepara la mesa y la decora con un mantel blanco, una sencilla mesa de madera tallada lo suficientemente grande para ser usada por 6 personas, la cual compro con el dinero ganado de su trabajo, Tera por su parte pidió un adelanto para comprar las sillas, en total compraron 4.
Augusto y sirvió un poco para cada uno, luego se sentó y empezó a hablar trivialidades con su pacto.
- Maestro creo que la mesa es muy grande- comenta Tera.
- Tonterías, piensa que es una inversión a futuro, ¿o acaso crees que vamos a vivir aquí para siempre?
- Bueno, sé que tiene planes de reconstruir su casa, pero eso toma tiempo y dinero.
- Lo sé, pero sé que podemos lograrlo.
- Si usa su conocimiento real, es posible que ganemos cantidades absurdas de dinero en pocos meses, pero si seguimos así lo dudo.
Augusto estaba animado y ese ánimo se contagió a Tera.
- Astrea, te agradezco que saques de tu tiempo libre para visitarnos y traernos una canasta con alimentos, en verdad eso nos ayuda mucho ya que estamos cortos en alimentos- exclama el agradecido.
- Si- es lo único que se le ocurre decir, luego piensa para sí misma que pudo dar una mejor respuesta, ella juega con sus manos sin que nadie la vea, luego prueba un poco del alimento que ella misma preparo.
Tera se coloca una mano en la mejilla mientras disfruta la comida -esta delicioso.
Augusto hace lo mismo - Es más que delicioso- dice mientras prueba con gusto ¿tú lo hiciste Astrea?
- S-s-sí, los prepare esta mañana- exclama ella apenada.
Ese pequeño espacio lo aprovecharon para charlar y conocerse un poco mejor, Augusto era muy hablador, tenía cierto encanto para llevar las charlas, al igual que Tera, pero muchas de las cosas que los dos hablaban ni siquiera las entendía.
¿Qué es un rpg? ¿Qué es un final fantasy? ¿Por qué hablan en otro idioma algunas veces? Se sentía extraña, ella sabía que era una extraña. Pero la invitaban a conversar, charlar sobre lo que hacía, lo que le gustaba ¿Qué me gusta? Se preguntaba. ¿Qué me gusta hacer a mí? Normalmente solo hacia sus deberes y ya, sus deberes, salir a comprar algunas cosas y luego a su cuarto.
Al final no se quedó, decidió viajar de noche.
Eso había pasado un día antes.
Verónica chasquea los dedos y saca a Astrea de su mundo.
- Has estado muy distraída últimamente Astrea- apunta Verónica, mientras toma un poco de té.
- ¿Acaso te gusta alguien? Inquiere Velvet en broma.
- ¿Qué es gustar? Pregunta sin entender Astrea "ese gustar" es el mismo "gustar"
Velvet mira al techo y luego se rasca la barbilla, - Bueno si te refieres a ese "gustar" es una emoción difícil de explicar para mí, pero diría que es cuando quieres algo profundamente y no quieres que se separe de ti, es sencillo pasar del gusto al amor. Eso me sucedió a mí con mi hermana"
- ¿Cómo sé que algo me gusta? Vuelve a preguntar.
Esta vez es Verónica quien responde.
- Normalmente sientes algo en el pecho y tu corazón se acelera, algunas veces no puedes hablar y otras veces empiezas a sudar sin saber porque- exclama Verónica ¿Por qué preguntas eso?
- Solo quería saber que significaba- responde Astrea.
- Extraña pregunta la tuya Astrea- comenta Velvet.
- Lamento molestarla ama- se disculpa Astrea.
- No me molesta, de hecho, me impresiona que te estés abriendo, debería felicitarte por ello.
- Gracias ama- Astrea le hace una reverencia y luego se retira. En la cocina ella se toca el pecho y siente que su corazón late con más fuerza cuando piensa en Augusto, tenía planeado visitarlo el próximo fin de semana, le pediría consejos a otra amiga suya. No sabía cómo interpretar lo que le sucedía.