El joven sabe que de alguna manera no tiene tiempo de curarla ahí, debe hallar un lugar donde pueda esconderla.
Sin duda alguien la persigue.
De otra manera no hubiera vagado con aquella carga.
Y menos, escondida en el río.
El joven rasga parte de la capa para formar vendajes.
Y venda el cuerpo de ella a presión, con la esperanza de que no sangre más.
Introduce el libro dentro de su mochila, los pergaminos no caben, así que, los deja en la capa que amarra a la mochila, ve la manera de colocarse el arco agarrado a la bolsa de las flechas.
Entonces se dispone a irse de ahí llevándose a la joven con él cargándola en brazos, siente que es mucho peso, por causa de los objetos de ella.
Aunque cree que debe llevarlos ya que ella se arriesgó por retenerlos consigo.
Se alejan del lugar perdiéndose entre los árboles.
Aún están en el bosque, la lleva cargada, ella es pequeña pero los pergaminos y el libro…esta pesado el camino.
A él le preocupa la herida que trae en el pecho, las demás no son tan graves y la cantidad de sangre que habrá perdido, afortunadamente, en el camino no lo ha hecho, esto lo tranquiliza para no ir dejando rastro.
La casa de él está muy lejos para llevarla ya que está herida y aún no sabe dónde, la chica aún no reacciona y aún se siente fría, esto indica que no ha mejorado, sabe que debe buscar refugio pronto.
No muy lejos de ahí, alcanza a divisar un conjunto de cuevas y se alegra, apresura su paso lo más que puede y se dirige hacia allá.
Entra a la cueva con cautela, podría haber algún animal viviendo dentro de ella. Conforme avanza, se percata que está despejada.
Se introduce unos 25 metros dentro de la misma.
Hay un conjunto de rocas y se instala cerca de ellas.
Piensa que encontrará algunos bichos y aparte le servirá de respaldo.
Coloca a la chica cerca, recostada boca arriba.
Mira el pecho de ella, el vendaje que le puso está manchado, toca la mano de la chica y sigue fría.
Pero la frente de la chica está muy caliente, sin duda trae fiebre.
Debe encontrar alguna manera de calentarla.
Se quita sus cosas y jala su mochila.
Saca el libro y debajo, traía un conejo muerto, saca una tela, es una manta hecha bola, la pone bajo su nuca.
El joven se arma con su espada y arco, sale con cautela, consigue hierba seca, ramas y piedras, tratando de no ser visto, el vuelve a la cueva, aun la ve dormida.
Cerca de ella hace una fogata con las cosas que consiguió, recordó que traía unas pieles.
Toma la mochila de nuevo, saca el libro, saca las pieles, entonces introduce el libro de nuevo, nota que ahora hay más espacio, intentará guardar los pergaminos también, después de curar a la chica.
Pone las pieles bajo la cabeza y la tapa con la manta.
Ha traído agua en una bolsa de cuero, saca un frasco de su mochila y se dispone a lavarse las manos, debe atender a la chica.
En ese momento, en el exterior de las cuevas, se escucha un ruido de caballos y de inmediato el joven se reacciona, alertado se va acercando a la orilla de la cueva, se asoma sin ser visto, tal vez son los que la están siguiendo.
Muchas preguntas atacan su mente ¿cómo va a esconderla?, ¡y la mochila?, al mirar la cueva, sin duda, no podrá pelear contra tantos y menos dentro de la cueva.
El joven regresa donde está la chica, la pone de costado, toma la mochila y la pone junto al estómago de ella y la tapa bien, se pone junto a ella, le tapa un poco el rostro con la frazada y oye ya el ruido de pisadas muy cerca.
Sin duda siguieron el olor de la fogata.
El ruido se detiene justo al lado de la cueva, el sudor en el rostro del chico se hace presente, hay tensión en el ambiente.
Han dejado de merodear, ellos están justo afuera, es una caravana de mercenarios, entre ellos es aquél hombre que había ido tras la joven cuando se lanzó al vacío en el cuarto sagrado en CHOSEN.
También se encuentra una mujer encapuchada.
Es una capa como la de los monjes.
Se baja del caballo y desde donde está voltea hacia la cueva, mira al suelo y ve gotas de sangre espaciadas.
La sonrisa macabra en el rostro del hombre es intimidante.
En su mente se dice que tiene que ser ella.
El joven, no se percató de que la chica ya había comenzado a sangrar otra vez, poco a poco.
Hay muchas cuevas alrededor.
El joven está muy atento y piensa en las armas que escondió detrás de la chica.
El joven está en el suelo.
Ve entrar a varios hombres, entre ellos, la mujer encapuchada, aquél hombre de la capa, pasa al frente de todos dirigiéndose (por entre ellos) al joven: ¿acaso has encontrado a la CHOSEN que estamos buscando?
El joven finge no saber de lo que le hablan.
Aunque está alerta de los movimientos y mira la ubicación de los presentes.
El hombre se burla, ¿acaso el joven tiene la audacia de burlarse de él? se enfurece y cuestiona la identidad de la mujer (señalando a la joven).
Tartamudeando un poco para fingir miedo: El joven explica que es su esposa, se dirigen al poblado de NAUM para ver al doctor…ya casi nace su hijo y….
El hombre furioso grita: ¡ratas inmundas!, ¿¡crees que vas a engañarme? entonces explica ¿de dónde es esta sangre? ¡¡a quien busco tiene heridas de consideración!!
El joven se siente acorralado.
Su corazón late muy fuerte, siente el impulso de girarse hacia la chica y tomar sus armas, su cuerpo tenso está a la expectativa.
El hombre da la orden: ¡mátenlos!
El joven: ¡no!, no señor por favor, (inclinándose) solo somos unos pueblerinos agotados por tanto andar, la sangre es de (toma el conejo) este conejo que cacé hace un rato.
El hombre se queda serio, mirándolo, parece que la actuación del chico es real.
El joven un poco más tranquilo: si pueden ir a vernos en el poblado, verán que somos útiles y mis hijos también les servirán (fingiendo humildad, pero en verdad está alerta, sabe que con ella así, no puede pelear y en dado caso huir tampoco es una alternativa, está atrapado, si aquellos maleantes no se van, estarán muertos).
La mirada inquisitiva de aquél hombre, se queda callado y mira fijamente a la chica y su estómago, se da la vuelta y dice: nos encargaremos de que no olviden su lugar y solo una cosa te digo…si me haz mentido yo mismo vendré a matarte de la forma mas dolorosa que tenga en mente.
Los otros hacen el ademán de amenaza.
El hombre sale de la cueva, los demás detrás de él.
El joven se mantiene quieto, escuchando los movimientos de los maleantes.
Fuera de la cueva, el hombre se monta en su caballo y los demás lo imitan montándose en otras bestias.
Antes de partir, el hombre muy serio exclama: no debe estar lejos.
Se van a paso rápido.
Entonces es cuando el joven puede dejar salir su tensión, respira con desesperación, estuvo bajo mucha presión, corre a la entrada de la cueva, no los ve ni los oye, corre hacia donde está la chica.
La mira con seriedad, retira la manta, sus armas y mochila del lado de ella.
La voltea de frente con cuidado.
Se siente sudado, toma una botella y la acerca, se lava las manos de nuevo, va quitando el vendaje con cuidado.
El cuerpo de ella es frágil entre sus brazos.
El siente que esto lo distrae, ella es tan linda y al borde de la muerte.
La recuesta y toma uno de sus botones entre sus dedos.
Deberá desnudarla para encontrar la herida.
Refleja incógnita y a la vez cautela.
FIN DE CAPITULO 4