Chereads / El Hijo de Dios / Chapter 165 - La promesa de una vida

Chapter 165 - La promesa de una vida

La noche se esfumó y, los rayos del sol volvieron a escena, sin embargo, nada había cambiado en los destrozados alrededores, todo era calma, silencios incómodos y miradas complicadas, el joven de nombre extraño continuaba inconsciente, pero lo anormal en la situación era el molesto esqueleto de armadura que impedía que cualquiera pudiese acercarse, aun cuando juraban que no tenían ninguna intención hostil.

--Tu preocupación es ilógica --Dijo Ollin con un tono tranquilo--, no puedo asegurar que despierte sin secuelas de lo sucedido, pero sé que se levantará, así que guarda tus emociones y enfócate en tu entrenamiento.

La dama pelirroja observó al alto hombre, no sabiendo que responder, respiró profundo, deslizando su mirada al cuerpo acostado de su señor, para luego observar a Ollin y asentir con calma.

--Trataré.

Ollin observó como la silueta de la dama se alejaba, suspiró y, al par de unos segundos volvió a sentarse, mirando al cielo como solo un perdido puede hacerlo, extrañaba su tierra, su gente, pero sabía que su misión era lo principal y, ahora que había descubierto información valiosa, debía aprovecharla al máximo. Volteó hacia abajo para mirar al pequeño lobo, observando sus leves movimientos, para él era una criatura majestuosa, más allá de lo divino y, aunque aún tenía muchas interrogantes sobre la identidad del joven tirado en el suelo, prefirió no seguir escarbando, al menos por el momento.

*Jaht...

Abrió los ojos con lentitud, llevando su mano izquierda a limpiar su cara de la suciedad invisible, bostezó, sintiendo una fuerte pesadez en su cuerpo. Su brazo dolía, pero ya no tanto como antes, era un dolor soportable y, eso lo agradecía. Abrió y cerró los ojos una vez más, tratando de despertarse por completo, volviendo a bostezar.

--Su excelencia. --Dijo Guardián con un tono relativamente alegre.

Se colocó de pie al ser ayudado por el alto esqueleto, sintiendo como perdía el equilibrio al estar de pie, frunció el ceño, cegándose con su mano para más o menos recuperar su estabilidad. Miró al frente con dificultad, su ojo aún palpitaba, las voces en su mente eran más fuertes y, las imágenes que observaba eran más siniestras, sin embargo, no le tomó importancia, no deseaba darle el poder a la maldición de afectarlo. Ocupó su hechizo de elemento Luz para sanar las heridas superficiales, recuperando un poco la estabilidad mental.

--¿Qué sucedió? --Preguntó con un tono calmo, con una voz un poco más gruesa e imponente.

--Los sellos de contención perdieron su efectividad, Su excelencia, la energía de muerte se ha estado haciendo cada vez más densa en su cuerpo... Puede ser porque no ha matado, porque las energías negativas son demasiado intensas en este bosque, o porque había sellos que impedían que criaturas con auras negativas entrasen, no lo sé con certeza, Su excelencia. Discúlpeme. --Por primera vez después de ser convocado, ocultó información.

Gustavo negó con la cabeza, respirando profundamente.

--Tu energía ha cambiado --Dijo, observando con detenimiento a su subordinado no-muerto--, te siento... más fuerte.

--Todo se debe a usted, Su excelencia, entre más se fortalece, más lo hago yo. Tal vez algún día pueda mostrarle el poder de un verdadero Protector de los Altos Señores. --Dijo, liberando de su cuerpo una aura aterradora, pero no hostil.

--Tal vez algún día. --Asintió con una sonrisa plácida.

--¡Mi señor! --Gritó Meriel al observar la silueta que tanto apreciaba de pie, acercándose sin pensarlo dos veces. El sudor resbalaba por su frente y mejillas, sus pómulos resaltaban de rojo y, su deslumbrante sonrisa que acompañaba a una mirada de anhelo, hizo que Gustavo por un momento se perdiera, mirándola fijamente.

--Meriel. --Dijo con calma, sonriendo amigablemente.

La dama pelirroja apretó sus labios al colocarse frente a él, le dolía verlo sufrir en silencio y, aunque quería abrazarlo, sabía que no era lo adecuado, además de que había alguien que por supuesto no lo permitiría. Ollin se colocó de pie al escuchar el poderoso grito, volteando para ver al joven de título extravagante.

--Es bueno verte de pie. --Dijo al acercarse, mirando de reojo al alto esqueleto.

--Lo siento, actué mal...

--Ambos tenemos la culpa --Interrumpió Ollin--, si hubiera detectado antes los sellos antiguos tal vez esto no hubiera ocurrido --Lo observó como solo un sabio puede hacerlo--, pero hemos aprendido de este error y, estoy seguro de que no volveremos a cometerlo. Además --Sonrió--, salvaste a tus compañeros de esa terrible bestia --Miró por un momento el colosal cuerpo de la criatura inerte, que se encontraba a unos treinta pasos de él--, al igual que a mí. --Colocó su mano en su hombro, sonriendo, algo que imitó Gustavo.

∆∆∆

Luego de que Ktegan y Xinia volvieran de la caza y, saludaran con mucha alegría al joven de mirada imperturbable, se dispusieron a despellejar a su presa, para luego cocinarla en un rico caldo. Esa noche Gustavo no durmió, no pudo, las voces eran demasiado fuertes, por lo que rápidamente ocupó uno de los ejercicios de respiración del libro de Spyan, logrando encontrar la paz, admirando las estrellas en la fría noche.

Al alba, los cinco individuos se dispusieron a continuar con su camino, entrando con un poco de cuidado por los peligrosos terrenos de la barrera antigua. Ollin observó la espalda del joven con una mirada complicada, pero fue el esqueleto quién volteó, observando con más frialdad de lo normal al hombre alto.

--(Traidor). --Le envió un ataque mental que se volvió una palabra en su cerebro, Ollin solo frunció el ceño, estaba sumamente debilitado por las secuelas de haber salvado al pequeño lobo, al igual que haber ocupado una gran energía para interpolar los sellos de la barrera antigua, por lo que le fue imposible evitar el ataque.

Continuaron caminando, notando que la fauna y flora del lugar era muy bella y para nada hostil, la atmósfera era muy armonioso, brillante y bella, totalmente contraria al resto del bosque. No solo eso, Gustavo pudo sentir que las voces eran menos ruidosas, sintiendo también como la energía de muerte era levemente suprimida.

--Sean bienvenidos al Gran Lago de la Paz. --Dijo Ktegan, señalando con una gran sonrisa al frente, justamente a cien pasos de él, donde en medio de las aguas, se encontraba un enorme árbol de hojas blancas.

∆∆∆

Se podían escuchar gemidos ahogados, jadeos irregulares y, respiraciones agitadas dentro de una caballeriza, si alguien, osado y estúpido se atreviera a ver por el pequeño agujero de una de las maderas mal cuidadas, podría observar la espalda de un hombre, lleno de cicatrices y, sumamente sudado, golpeando con su pelvis hacia el frente al ritmo de una tonada rápida, mientras que alguien, enfrente suyo abrazaba su cintura con sus piernas morenas y brillosas.

--Más... más... --Dijo con una voz seductora, cansada, pero llena de vida.

El hombre sonrió, pero no se pudo observar su expresión por la media máscara que usaba. Podía observar con total precisión como las dos gemelas, esculpidas por el propio padre de la escultura antigua se movían de manera aleatoria, rebotando en el caos de lo improbable. Su mano apretó el cuello de la dama, quién sonrió, jadeando con la lengua de fuera. Sus movimientos se hicieron más rápidos y sincronizados, mientras el ruido se hacía mayor, sin embargo, su oído bien entrenado detectó algo aproximarse, lamentablemente había sido muy tarde cuando se dio cuenta.

--¡Arkul! --Abrió la gran puerta de las caballerizas, notando el cuerpo desnudo de su compañero, su mirada se enfrió repentinamente y, parecía extraño, pero la propia atmósfera la imitó. Respiró profundo, pero antes de seguir hablando, algo la interrumpió.

*ROOOAAAAAR.

El poderoso rugido cubrió el reino entero, saludando nuevamente a sus viejos conocidos y, haciéndoles saber, que había regresado.