- Corred, rápido llegan los soldados rojos, id por los callejones - Mavel, una huérfana, una joven de 19 años, corría por los suburbios de una ciudad de Ber. La piel sucia empañaba su rostro, placas de barro y hollín llenaban casi cada recoveco de su bronceada tez. Pelo negro corto, casi solidificado junto a sus ojos del mismo tono.
Varios jóvenes de varias edades la seguían por detrás, los niños y niñas, todos portaban ropas raídas, de aspecto pobre, miles de telas cada una de origen diferente, enmarañadas en una rudimentaria vestimenta.
- Marvel, los pequeños no pueden continuar, llevamos horas corriendo. No importa a donde vamos, siempre están - Un joven de una edad cercana a la de la joven, portaba a una pequeña niña de poco mas de un par de años. La pequeña estaba agotada, su tez se había vuelto pálida y su única fuerza restante permanecía indomable para sujetar un peluche de un pájaro gris con plumas rojas.
Al peluche le faltaba un ala y uno de sus ojos.
Mavel miro a los demás.
Los jóvenes, estaban respirando a duras penas, pero en ningún momento dejaron de correr, los mas mayores portaban a los mas pequeños y a aquellos enfermos.
- No podemos detenernos Ron, los soldados rojos mataron a todos los adultos del orfanato, nosotros sobrevivimos gracias a mi don y al tesoro que robamos en el ultimo asalto a la casa noble - Mavel, señalaba un monóculo blanco con un cristal violeta transparente.
Llegaron a un cruce y entonces Mavel miro a todos lados, tras eso se quedo quieta, los demás sabían que estaba usando su don.
De algún modo, Mavel podía saber lo que iba a suceder en ciertos momentos, incluso sabia cosas que nadie sabia, por lo que era la líder puesta por los adultos a la pequeña banda de ladrones.
Mavel no tardo en correr por el camino de la derecha, aunque era el mas abierto, no dudo a ir por allí.
Los pequeños no dudaron y la siguieron.
- Ma... Mavel... ya no puedo mas... - Una niña sobre la edad de once años, portaba a otro de los pequeños, un niño de escasos tres, pero sus suaves piernas ya no podian llegar a sostener su pequeño cuerpo.
- Vamos, Mia, eres la valiente del grupo, no puedes quedarte atrás, solo un poco mas, lo he visto, he visto como podíamos escapar, solo un poco mas - La pequeña intento asentir entre jadeos, otro de los adultos tomo al pequeño de sus manos, llevando el mismo a un par de inocentes y aliviando la carga de Mia.
- Hermano mayor Evan, tu llevas ya mucho peso con la poca comida y la hermanita eva... - El joven Evan, de dieciocho años, portaba un bebe en un brazo, mientras una gran mochila estaba sujeta a su espalda. El joven escualido, le dio una sonrisa dulce a Mia.
- Tranquila Mia, tu hermano es mas fuerte de lo que piensas, no ves estos grandes músculos - Evan bromeo mostrando su huesudo brazo.
Tomo al pequeño niño y aunque el sudor dejaba negras marcas por su rostro, aun cargo con todo.
El recorrido de los pequeños se volvió infinito, pero cada ciertos cruces, Mavel ordenaba a algún joven con un par de pequeños y algunos suministros se separasen del grupo principal.
Con su don vio como ellos estaban a salvo.
El día noche se transformo, solo quedaba ella, todos sus hermanos estaban seguros, según su don estaba a salvo.
Sus manos temblaban mientras el aire cortaba su garganta hasta sus pulmones, como dagas incorpóreas, pero ya estaba, no mas.
Comenzó a desacelerar, estaba en un oscuro callejón, ahora solo tendría que girar a la derecha y se encontraría fuera de la ciudad, en un barrio donde se escondía una base secreta de los dueños del orfanato.
Esto lo supo gracias a su don, también sabia que seria bien recibida, pero aun así escondió el monóculo de nuevo, era un tesoro que le había salvado la vida y a sus hermanos, no quería desprenderse de el.
Camino con cuidado sus últimos pasos y giro, pero para su sorpresa, la calle que debería llevarla a la base, no existía, solo un camino cortado.
Pero su sorpresa fue sofocada por otra cosa, encontró a un hombre con una terrible herida.
El la miro con preciosos ojos rojos y le sonrió.
- Buenas pequeña ratoncilla, a sido complicado dar contigo - Mavel estaba en shock, algo estaba muy mal, su don no mostraba esto.
Con un gesto de su mano, detrás de Mavel, aparecieron de la nada varios soldados rojos, estos la apuntaban con sus armas.
Su mirada estaba furiosa, como una fiera herida, no tenia intención de rendirse sin luchar, pero cayo en la blancura mas absoluta, cuando el hombre de brazo carente saco un peluche, el ala y ojo faltante, fue indudable reconocido por ella.
Sin dudarlo, se lanzo hacia el hombre.
- Tu sucias manos no merecen tocarlo, ¿¡Donde están!?, ¿Qué les hiciste a mis hermanos? - Mavel, con fuerzas renovadas por la furia desmedida no dudo en intentar acuchillar al hombre.
El al contrario que los soldados, solo portaba armadura en sus pies y piernas, dejando sus brazos y pecho al descubierto.
El Hombre al verla le siguió sonriendo.
Mavel sin saberlo, sus ojos cambiaron a un azul claro.
El hombre al verlo, solo pudo sonreír aun mas, con un suave movimiento paro el brazo que perseguía su pecho y lo desvió a la nada.
Pero no se alejo, se mantuvo en combate cercano.
Mavel al ver lo sencillo que fue su ataque desviado, supo que estaba en problemas, pero saberlo y hacerle caso, eran cosas muy diferentes, sus manos se movían por la ira, no por la conciencia y la sapiencia, solo puro instinto, pura furia.
El cuchillo volvió ágilmente a apuntar al Hombre, esta vez a sus pantorrillas, esto fue un acto instintivo de las peleas de Mavel en el bajo mundo, pero un error absoluto.
La hoja no hizo nada contra la armadura, pero el hombre tampoco lo aprovecho, parecía disfrutar del intercambio.
Los golpes de Mavel no cesaron por minutos, todos fueron esquivados o desviados por el hombre herido.
Solo cuando la adrenalina ya no pudo mantener su cuerpo cayo.
El hombre al verla en el suelo de rodillas, con las manos temblando pero aun sujetando el cuchillo, dio un suspiro.
- Eres una ratoncilla muy talentosa, pero parece que te desconoces demasiado, aunque bueno, gracias ha ti, algunos de mis hombres no serán ofrecidos como tributos por su incompetencia, ahora muéstrame el tesoro que decían los niños - La voz del hombre era suave, agradable de oír, pero su tono no perdía en autoridad.
Inconscientemente Mavel miro su bolsillo y el hombre lo noto.
Comenzó a caminar hacia ella, mientras que Mavel hacia todo lo posible por moverse, peros sus músculos no cedían ante sus ordenes.
- ¿ Como no te vi? - Mavel dijo de la nada, sus ojos mirándolo en shock.
- Sabes, pequeña, tu estigma es muy asombroso, solo conozco a una persona en toda la galaxia que lo posee, es un fastidio pelear con el, pero como todo estigma, tiene un precio a pagar y ambos compartís el mismo precio, cuanto mas usas tu estigma, mas agotas la exactitud de lo que ves. Con tu corta edad, ya es sorprendente de que hayas podido esquivar a mis hombres por tanto tiempo, aunque creo que esto te ha ayudado mucho - Mientras, el hombre sacaba el monóculo y lo miraba sorprendido.
- Talentosa y afortunada, un mirador de almas, es un objeto raro, muy efectivo en la Inquisición, ¿ Sabes porque? - El hombre, miraba a la joven esperando que preguntase.
Ella solo negó la cabeza.
El sonrio. - Veras pequeña, las armaduras de todos los inquisidores es blanca en un principio, del blanco mas puro. Pero esto va cambiando muy poco a poco, cuando un Inquisidor, toma a un hereje que merece la muerte tras juicio, el inquisidor que lo trajo a este final, recibe una gota roja, esta gota se hace con la sangre del hereje, que es extraída en vida durante días, decenas de litros de sangre de la misma persona, luego es refinada en una gota de pintura que alberga parte de su alma, así es como pintamos nuestra armadura - La cara de la niña estaba blanca, si aun podía blanquearse mas, el terror de esa imagen mental, era desolador para una mente fuerte como la suya, que ya había visto cientos de muertos en su corta vida.
- Lo malo del Mirador de Almas, es que su alcance es corto - Luego el hombre cogió el monóculo y se lo puso a Mavel.
- Sabes como se hacen estas joyas - Aunque la conciencia le decia que no mirase, el Hombre le hizo un gesto para que ella mirase detenidamente su pendiente en forma de araña.
Mavel lo miro inconscientemente y tras eso no pudo evitar comenzar a vomitar, vomitando todo hasta que se desmayó.
Narciso sonrió y le quito el monóculo.
Aun con Mavel inconsciente, siguió explicando.
- Para formar un cristal de sangre, se necesita decenas de millones de gotas, solo los altos inquisidores han purgado suficiente herejía como para tener un solo cristal del tamaño de una uña - Narciso miro a los soldados.
- Llevadla a la nave, los niños también, no los tratéis mal, serán adoctrinados como inquisidores -