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N.M.O

🇦🇷Jess_Primus
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Synopsis
Aldana Gutiérrez, una adolescente engañada, dolida, y frustrada, que atraviesa la ruptura del primer amor. Con ímpetu desea alejarse de los comentarios maliciosos por lo que está afrontando y recibe la invitación de su primo a pasar las vacaciones de verano en la playa. La sorpresa que le depara el destino, será qué el amor la estará esperando paciente y que la vida puede dar giros inesperados, cuando menos lo espera.
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Chapter 1 - Nunca Me Olvides

Un beso…

Un beso es sólo un beso hasta que encuentras a la persona que amas.

Un abrazo es sólo un abrazo hasta que encuentras a quien siempre estás pensando.

Un sueño es sólo un sueño hasta que se hace realidad.

El amor era sólo una palabra hasta el día en que te conocí.

Capítulo Uno: La Invitación

Dans la solitude, tu m'as trouvé, sans forme comme souvenir.

Dans la prison de ma pensée, j'ai soudé un passé qui promettait une douleur profonde.

Un but de la vie, un mythe prosaïque jusqu'à ce que vous apparaissiez dans ma vision.

J'ai choisi de t'aimer en silence, car dans le silence je n'ai pas trouvé le rejet.

J'ai décidé de t'aimer dans mes rêves, parce que dans mes rêves tu n'étais que le mien.

Ta voix résonne dans mon coeur, laissée sans écouter le froid.

Je t'ai senti proche, et pourtant tu as dépassé le rivage.

Laissé par des yeux enfoncés, une silhouette sous les étoiles.

J'ai choisi de t'aimer en silence, car dans le silence je n'ai pas trouvé le rejet.

J'ai décidé de t'aimer dans mes rêves, parce que dans mes rêves tu n'étais que le mien.

La profesora finalizó el poema, reflejando en su tonar, calidez, satisfacción y frescura, trasmitiendo en el aula una sensación de bienestar, envolviéndole de paz. La paz emanada, a la única persona que no alcanzó, fue a Aldana, (deduciendo el francés a la perfección) En cada oración redactada, yacían puñales en su corazón herido, forjándole una disfrazada cicatriz que no moría. En un estado de tranquilidad y ajena al dolor, prosiguió.

-Muy bien. La traducción de este hermoso poème la realizará- visualizó, examinando a cada alumno, balanceando su dedo índice en círculos, y fijó a una persona en particular- Zalguera- pronunciando el apellido con seguridad- Pasé, por favor, al frente y traduzca- animándole, con voz cordial-

Leonel frunció el entrecejo. De mala gana y con hoja en mano, desfiló por el pequeño pasillo. Al pasar cerca de Aldana, le embriagó el hálito del suave perfume aroma lavanda, compenetrándose en sus fosas nasales, de inmediato, contuvo el aliento tapando su nariz y un escalofrío recorrió su columna vertebral, innovándole a estremecerse en su asiento. Dispersó la concentración, enfocándose en la hoja de su carpeta de estudio, mordisqueando sus labios paulatinamente. El dolor de los labios partidos, ayudaba a ahuyentar los vanos recuerdos (costumbre errónea que debía evitar, porque se quedaría sin boca) Lo miró echando chispas y en cuestión de segundos, retiró la vista, no toleraba su presencia. Sin previo aviso, escuchó su voz…

- En la soledad, me encontraste, sin forma como recuerdo. En la prisión de mi pensamiento, soldé un pasado que prometía un profundo dolor. Un propósito de la vida, un mito prosaico hasta que aparece en mi visión. Elegí amarte en silencio, porque en silencio no encontré rechazo- suspiró, tragó con dificultad, congelándose-

Zumbándole su voz firmé y varonil, repercutieron exorbitantes alusiones e imploró al cielo anular para siempre esos nítidos repasos. Veneraba que la tierra se abra y la tragase, pero no disfrutaría de semejante dicha, sin embargo, el silencio abrupto, y el mutismo, la rodeó en una sensación de bienestar. Él la buscó con sus grandes ojos oscuros y sin miramientos lo desafío.

- Decidí amarte en mis sueños…

Lo pronunció nervioso, declarándoselo. Aldana meneó su cabeza desaprobándole, persistiendo con la visual en el pupitre, omitiendo su rostro y su absurda locución.

-Porque en mis sueños solo eras mía. Tu voz hace eco en mi corazón, dejada sin escuchar el frío. Te sentí cerca, y, sin embargo, has pasado la orilla. Dejados por los ojos hundidos, una silueta bajo las estrellas. Elegí amarte en silencio, porque en silencio, no encontré, rechazó. Decidí amarte en mis sueños, porque en mis sueños solo eras mía. Autor Rumí.

Al concluir, el mundo renuncio de girar y desistió pausándose. "Elegí amarte en silencio, porque en silencio, no encontré rechazo" ¡No podía ser apto al articular la preciosa oración! Lo repudió por tener él descaró de proferir una frase tan perfecta, que al pronunciarla de sus labios, la convertía en basura. De reojo, escudriñó en dirección a Fernanda, que no ocultaba la atracción, acechándole embobada, fascinada, y resoplando, mostrando sin pudor su amor. Debido a la furia del episodio descrito, se le contrajo él estomagó, produciéndole asco, al imaginarlos besándose. Eludió el cuadro aterrador que se formaba en su mente, cavilar en ese retrato le bramaba las entrañas. Incómoda desplazo su cuerpo, rebuscando una postura en la silla para aflojarse. Cerró débilmente los ojos para neutralizar esas pesadillas, que desde hacía semanas no desaparecían, como una obsesión a flor de piel. Abrió los ojos, y furiosa presionó la quijada, por un santiamén, fascinó con la idea de lanzarle a Leonel el bolígrafo, recapacitando en cuestión de segundos, perdería el tiempo en semejante ñoñería. Disuadió su inquietud guiando la respiración, ejecutando inhalaciones y exhalaciones continúas, para oprimir los arrebatos, quedaría como una desquiciada si actuaba de manera incorrecta, y no le facilitaría el deleite de gozo a Fernanda. Debía mantener el control, no tenía lugar de escape, ni nadie vendría a rescatarla del infierno por el que moraba.

-Très bien ètudiant, cela montre que j ètudie- otorgó, animada y satisfecha-

-Merci- él, respondió con simpatía y regresó a su asiento-

Aldana no sustentaba ni compartir el mismo aire con ese individuo, por qué las emociones de fastidio e irritación la dominaban. Observó su reloj de pulsera y exhaló iracunda por la boca, la hora no se deslizaba y sus tormentos aumentaban a pasos agigantados.

-"N'abandonnez pas s'il vous plaît, n'abandonnez pas, même si le froid brûle, même si la peur mord, même si le soleil se cache et le vent se ferme, il y a encore du feu dans votre âme, il y a encore de la vie dans vos rêves"

El enojo se dispersó, reconciliándose con su tristeza, al tener en cuenta, una palabra del párrafo recitado en un pulcro francés, resonando en su mente "Revés" En español significaba "Sueños", ¿qué eran los sueños? Se preguntó. A sus diecisiete años, en un tiempo pasado, el amor, fue su sueño ganado y de un sacudón le lastimaron el alma. Durante cuatro largos años, ese sueño poseía un nombre, llamándose Leonel, qué actualmente, formaba parte de una quimera. Un cuento de hadas que evolucionó a pesadilla. Lo amaba profundamente, por ese motivo, agonizaba, entristeciéndole la traición. Los días y las noches parecían iguales, sin poder diferenciarlos, rutinarios y los buenos momentos compartidos a su lado, desvanecían, como si nunca hubieran correspondido a su vida, esfumándose perezosamente. Pensó en el soneto de Shakespeare: "¡Ay de mí,-gime Venus-tan joven y tan cruel! ¡Con qué vanos pretextos te quieres alejar! Suspiraré el aliento celestial cuyo soplo refrescará el ardor de este sol que derrite: haré para ti la sombra con mis propios cabellos; y si también ardieran las apago con llanto" Y lloraba cada noche de una manera descomunal, hasta que sus parpados vencían, combatiendo las agrias lágrimas. Despechada ante sus teorías, posándose una nube sombría y tenebrosa, rasgó la hoja de su carpeta, hastiada de deliberar.

-Gutiérrez, ¿podrías traducir?- la profesora, preguntó dulcemente-

-Sí, por supuesto- obedeció un poco abochornada, luego de unos segundos, habló- No cedas, por favor, no cedas, aunque el frío queme, aunque el miedo muerda, aunque el sol se esconda y se calle el viento, aún hay fuego en tu alma, aún hay vida en tus sueños. Autor Mario Benedetti.

-¡Très bien! ¡Très bien! Tu peuxt' asseoir.

- Merci, professeur Soliss.

Gratificó al cielo no deslizarse al frente. Sus mejillas ardían por el disgustó de las miradas y murmullos de sus compañeros, si hubiera pasado al frente, directamente, se desmayaba de la vergüenza, sabía de qué era la comidilla de la escuela. Al establecerse en su lugar, precipitó su impulso, y echando un vistazo por detrás de su hombro, separándoles estrechamente pupitres de distancia, expectantes, automáticamente las miradas coincidieron. La mirada de Aldana permaneció nublada, presionada por la pena, y Leonel, desesperado reconoció su amargura. Ligeramente, apartó su talante, no podía considerar la mustia de lástima proveniente de su parte y aumentó su cólera ante esa emoción. La frustración la hartó, exigiéndole deshacerlo de su mente. Sonó el timbre de salida y agradeció el sonido de salvación. Agarró su mochila, abriendo torpemente el cierre, colocando apresurada los libros dentro, saliendo impacientada del aula.

-¡Aldana! ¡Aldana!

Excluyó a la voz que la aclamaba con ímpetu. Continúo a paso rápido por el pasillo, solicitando permiso, tropezando con los grupos abundantes de alumnos. El aire escaseaba, ahogándole, los oídos le retumbaban y el espacio se comprimía, hostigando cada pasó. Calculaba que sufriría un ataque de pánico, premeditando que perdería el conocimiento y no estaba capacitada para digerir una nueva degradación. Inhaló, exhaló, conservando una respiración rítmica y en equilibrio, como sea, alcanzaría la puerta de salida. Logrando la misión a duras penas, aliviada, corrió en dirección a su casa. Excluida del colegio, abrevio el paso, por inercia impulsaba sus pies, estaba exhausta, no por su troté, sino por las últimas semanas cumplidas. El engaño de Leonel le originó un efecto inimaginable, quería hacer como si nunca lo hubiera conocido y rezaba todas las noches para que su corazón tortuoso se recobrara. Percatándose de que no era el fin del mundo, pero sí del mundo junto a él, sintiéndose incompleta. La dolencia inaguantable e incontrolable, no sé desvanecía, crecía cómo un lodo pantanoso, avanzando hacia un hueco solitario, formando en su alma un padecimiento agudo, agonizante y el lamento se propagaba por todo su cuerpo. El corazón lentamente regeneraba en desconsuelo, en un calvario infinito, dando pasó a la desazón, rindiéndose. La vergüenza colmaba sus nervios, su persona, el hazmerreír del colegio y lo infame, la humillación dentro del círculo de amigos. Alegaba con resentimiento "Todo por esas malignas fotografías" y las pocas veces que sus pensamientos serenaban, conceptuaba que sí realmente se amaban, ¿quién era para interponerse? Su cabeza, una montaña rusa de revoluciones desatinadas, desconciertos que iban a la deriva. Intimaba, esmerándose por incluir los sentimientos de ellos, porque no apropiaba el valor de enfrentarlos, mucho menos, exteriorizar sobre lo producido. La cobardía de no poder hacerles frente, de exigirles un esclarecimiento racional de esa siniestra noche, la frustraba angustiosamente. Un viernes que no salió al bar que frecuentaba, todos presenciaron el momento del apasionante beso, que en menos de lo que canta un gallo, innovó a fotografías en las redes sociales. En un principió, intento muchas veces acercarse a Leonel, sin obtener resultado, dimitió. A Fernanda directamente no quiso ni pedirle explicaciones. De los dos, por su parte, era inconcebible, su comportamiento falso y deshonesto no se explicaba, la confidencia de amistad no se había quebrantado nunca, hasta que descubrió el engaño, si desde el comienzo, le hubiese confiado lo que sentía, podría ser desigual la realidad, en cambio, se inclinó por callar y traicionarle. Los culpables de su desolación, dos personas fundamentales en su vida, que adoraba, y que quería. Pensaba y pensaba, sin lograr ninguna absolución, prosperando contradicciones, argumentos, negaciones, y especialmente, rondaba la incertidumbre. ¿Qué señales no fueron visibles? Tan ingenua, ¿qué su juicio se nubló? Un factor importante en sus cavilaciones, era el pánico, que no dejaba lugar a investigar una simple e importante pregunta, ¿por qué la lastimaron? Abrió la puerta de su casa y arrojó la mochila al suelo. María Emilia apareció asustándola, manifestando en su rostro expectación y delicadamente sé acercó a su oído.

-Leonel, está en el living, es momento de que hables- aseguró su madre casi en un susurró- Háblale de lo que realmente sentís y tus dudas que provocan tu insomnio- Aldana, apuntó gesticulando en su aspecto sorpresa ante la declaración- Soy tu mamá, escuchó por las noches cómo caminas por el comedor sin conciliar el sueño. Habla por vos, no por él- ella, vaciló y María Emilia retomó la iniciativa- Hija, desahógate. De la única manera, es enfrentándole y podrás conseguir un poco de paz en ese corazoncito lastimado, no contengas el dolor que tu alma carga.

Besó su mejilla, le palmeó la espalda alentándola y desapareció. Aldana procuró a la sala del living y localizó a Leonel sentado en uno de los sillones. Seria, lo registró sin decir una palabra. Su porte fatigado. Con una mano frotaba su frente sudada y sacudía una pierna sin cesar, realizando un piquete interminable. Trago ásperamente la saliva y asustado desde esa postura, permaneció mirándole. Sus grandes ojos negros enrojecidos, el rostro contraído, acompañado de una palidez mortífera, parecía un muerto viviente. Lo conocía, moría de los nervios. Repararlo en esas circunstancias, no declinaría a que la lástima le gané la partida, mostraría indiferencia o a eso aspiraría.

-Te equivocaste de dirección, no es la casa de Fernanda, te lo digo, por si no lo notaste- comentó, apática y con sonrisa disgustada- Leonel, no sé qué haces acá. Los hechos ya me demostraron suficiente- espetó, molesta- Lo que sí quiero saber y después, quiero que te retires, si no querías continuar la relación, ¿Por qué no hablaste?, ¿Cuál era tu temor?, ¿lastimarme? Al ver esas fotografías, directamente me mataste.

Arrebatando el temor, fraguó valor para comenzar el debate que se aproximaba.

- No me voy a ir, hasta que me escuches. De ningún modo quise acabar la relación, Aldana. Entre los dos, todo fue puro y verdadero. No hay forma de remediar mis actos, solo puedo- él, carraspeó- pedirte perdón. Cada te amo que salió de mi boca, nunca fue mentiroso. No me presenté antes, ni te busque, te evadí por mi recelo a perderte. No te voy a mentir, no quería que lo supieras y ocultarlo no fue una buena solución. Cuando vi esas fotografías, quise morirme. Yo tenía que contártelo. No que lo descubras por tu propia cuenta.

-Nunca me lo ibas a contar y quisiste morirte, porque se descubrió tu engaño- le respondía sin bajar la guardia-

-No, mi cielo. Te lo suplico, no seas sarcástica – proclamó, con ternura-

- ¡No me digas mi cielo, porque me repugna!

-Perdón, no fue mi intención ofenderte. Por tomarme el tiempo para encontrar las palabras adecuadas, deje avanzar tu resentimiento.

-Sí, me ofendes y sí - mordió sus labios con furia- dejaste avanzar varias semanas. Esperó que sea buena la explicación que ideaste. Te doy una oportunidad. Te escuchó.

-Yo… Yo...

-¡Habla de una vez! - le ínsito de mala manera-

- No pude mirarte a los ojos y detallarte la verdad. Entiendo perfectamente que receles tus sentimientos hacia mí, con lo que te hice, no sé cómo podés brindarme tu atención.

-Tendría que echarte o ignorarte como lo hiciste conmigo. No es una mala idea. No me tientes.

- Perdóname por ignorarte y no enfrentarte. Te engañé y me equivoqué. Te pido perdón por actuar de una forma inmadura. Hoy puedo decirte que no sé por qué me fijé en Fernanda. Procedí sin pensar, sin medir las consecuencias, y no sabes lo arrepentido que estoy. Si pudiera regresar en el tiempo, no cometería semejante estupidez. Te aseguró que cambiaria mi obrar, pero… no puedo- declaró, vencido- Te herí y es espantoso, porque no lo merecías. Estas semanas fueron un infierno- trató de acercarse-

-No te acerques- lo frenó en seco- No abuses de mi cordialidad. Ya tu presencia me causa desagrado. No podría tolerar que me toques, sin imaginarme, que tus inmundas manos acariciaron a Fernanda.

-Está bien, no voy a tocarte- mordía sus labios frenéticamente- Por favor, perdóname- secó las lágrimas que comenzaban a rodar por sus mejillas- Tu amor es todo lo que necesito, no me lo quites. Dame una oportunidad.

- ¿Mi amor es lo que necesitas? Una persona más caradura que vos no conocí en mi vida. Te pavoneaste con Fernanda a mis espaldas, me lo ocultaste todo este tiempo, en realidad, no sé ni qué sentís. Porque al hallarte en mi living, pensé que tendrías la decencia de revelarme la verdad y no, ¿Qué hace el señor? ¡Pide redención e implora hipócritamente que sufre amándome!- su cara se trasfiguró- ¿Cuándo empezó la relación? ¿Tuvieron relaciones sexuales? - le preguntó sin reserva- Porque entre los murmullos del colegio, lo que más resuena es que te acostabas con Fernanda.

Abriendo grande sus ojos, en absoluto, imagino que indagaría tan duramente en su relación con Fernanda. Aldana respiraba entrecortado, no lo juzgaba capacitado en realizar semejante hecho, sin embargo, su silencio le respondía.

-Te acostaste con ella- manifestó, conmocionada- Solamente necesitaba tu silencio que me destruye, al saber, que es verdad que le hiciste el amor. Me cuesta considerar el hecho de no darme cuenta cómo me mentías¡¡¡No puedo concebir cómo fui tan estúpida!!!¡¡¡Estoy más enojada conmigo, que con vos!!! ¡¡¡No pude ser tan ingenua!!!

El odio violentó cada célula de su organismo. Con frenesí rascó su oreja, antes que golpearle el rostro de un puñetazo. La única solución que hallo certera, para contener la antipatía, y la frustración, fue escoger el alejamiento.

- ¡¡¡Es increíble tu atrevimiento, al decir, que me amas, que me extrañas!!!

Caminaba de un lado a otro, desesperada e iracunda. Sin meditarlo, se lanzó en dirección a él, representando a una fiera, a la cual, le abrieron la jaula. Amagó con abofetearle. Él se apresuró a levantarse. Con la frente en alto, suponiendo lo que le aguardaba, su respuesta fue plantarse, aceptando el golpe. Al enfatizar en sus lágrimas, no consiguió el objetivo. Bajó el brazo y retrocedió, ubicando su espalda contra la pared, recapacitando que el odio, la desilusión, la habían cegado, cruzando una línea que nunca surcó. Más allá de la furia, presenciar su congoja la desgarraba. La engaño de una manera monstruosa y sentía compasión, ¿qué le sucedía? Sé preguntó. Disimuló el nudo en su garganta, no se rebajaría a llorar.

-¡Me podés contestar! ¡Quiero escucharlo! ¡¿Te acostaste con ella?!

La desesperaban los celos, devorándola. Unos celos furiosos, enfermizos de inquietud y despecho.

-¿Para qué querés saber?- dijo él, casi en un hilo de voz-

-No evadas mi pregunta, contéstame.

Leonel guardó silencio.

-Yo lo intuí, apenas vi como te besaba. ¡No se termina, esté calvario! ¡Sorpresas te da la vida! – con euforia y molesta, le rectificó- ¿Cuándo comenzó la relación? ¿Cómo pudiste acostarte con Fernanda? ¡¡¡Precisamente, con ella!!!

- ¡Aldana, por Dios, acábala con las preguntas!

- ¡A Dios no lo metas en esto! No te excuses detrás de Él, que no tiene nada que ver con lo que hiciste. ¿Cómo querés que reaccione? ¡Mantenías una relación paralela con una de mis mejores amigas! ¡Y además te acostaste con ella! Ya no se puede arreglar nada entre nosotros- terminó la oración autoritariamente, fulminándolo con la mirada-

-Te lo suplico, perdóname.

-No quiero tus disculpas.

Leonel le había arrancado el corazón y sé lo estaba pisoteando. El sufrimiento era insoportable.

-¡Ándate de mi casa! ¡Me producís asco! ¡Vergüenza! ¡Sos un imbécil! ¡Yo te respetaba! ¡Era sola tuya, te amaba y así me pagaste! ¡Sos una basura! ¡Me engañaste de una forma ruin! ¡Por tu culpa, soy el hazmerreír de todos! ¡Fuera de mi casa y no vuelvas más!

-¡Deja que te expliqué! ¡Que te cuente como pasaron las cosas! ¡Quiero enmendar el dolor que te causé!

-¡No podés enmendar el dolor, Leonel! Y ¿Qué me vas a explicar? ¿Me contarás como se reían de mí? Bueno, describí con lujos de detalles cómo le hacías el amor-Aldana, protestó-

- No me acosté con Fernanda- articulándolo, casi en un bisbiseo-

-Mentís descaradamente. Te convertiste en un mentiroso patológico. El desempeño de este tiempo actuando como si nada, en un estado neutral, demuestra que tenés dos caras. Sos un gran actor, te declaró mis aplausos, por tu brillante actuación - lo aplaudió y luego, respiro profundo calmándose- Quiero que me contestes una simple pregunta, que ronda por mi cabeza desde que me enteré. Sé sincero, por favor- fijándose en sus grandes ojos. Él casi no parpadeaba- ¿Por qué me lastimaron?- le preguntó rendida-

- Aldi, me arrancas el alma. No sé por qué te engañé. Nunca quise lastimarte, jamás tuve la intención.

- No necesito tu misericordia. Necesito respuestas y no me las estás brindando. Tu activar, es evadir y responder que "no sabes" La conversación es una pérdida de tiempo. Se cayó la venda de mis ojos. Me engañaste y le hiciste el amor. Me estoy escuchando, y me produce asco. No puedo admitir semejante traición, no hay vuelta atrás, nuestra historia concluyó.

-Aldana… Yo te amo.

- Lo demostrás muy mal.

- Me equivoqué, no soy perfecto.

- Nunca te pedí que lo fueras, pero la traición no contaba en mis planes.

-Aunque no me creas, yo te amo. Sin vos mi vida no tiene sentido. Sé que rompí mis juramentos, mis promesas. Es tan difícil de explicar lo que me pasó, y mis sentimientos por ella-él, pronunció eufórico y desesperado-

-¡Cuándo uno ama, no engaña! ¡Y si lo hace, tiene el valor para confesarlo! ¡Y vos te callaste! ¡Me humillaste! ¡Rompiste mis ilusiones! Me fragmentaste, Leonel, partiéndome el alma y lo más triste, es qué no sé el porqué. ¡Es tan frustrante! ¡No sé qué te hice para que me destruyas!

-¡Vos no hiciste nada para que yo te engañe!- aguardó unos momentos para continuar - Me líe en una aventura de un juego macabro, te destroce, deteriorando mi alma. Lo nuestro se trasformó en un infierno de la noche a la mañana- mortificado, reveló-

- ¡No! ¡Lo nuestro, no! ¡Mi vida se transformó en un infierno de la noche a la mañana! Porque me entere de la peor forma, por unas imágenes, y no de la boca de la persona que creía conocer. ¡Te llamé cientos de veces! ¡Por Jesucristo! ¡Ni siquiera tuviste el valor de abrirme la puerta de tu casa! ¡Me despreciaste, esquivándome en los pasillos del colegio! Yo estaba desesperada, aturdida y ¡me ignoraste! Ahora, querés darme explicaciones, ¿te pensás que soy estúpida? Para considerar tu arrepentimiento, tu amor. No, Leonel, esa muchacha ingenua desapareció.

- ¡Por favor! ¡No me digas que pensás que mi arrepentimiento y mi amor son incrédulos! ¡No pude enfrentarte! Lo lamento desde lo profundo de mi alma. No tenés idea de lo arrepentido que estoy. Te estoy hablando desde lo profundo de mi corazón. Tenía miedo, estaba aterrado de tu reacción al enterarte de la verdad. Esperaba el momento adecuado para confesarte absolutamente todo.

- Y, ¿lo harás? ¿Me confesarás absolutamente todo?

-Si realmente estás lista para digerirlo-él, inspiró, temblándole las piernas y determinó con aspereza- te cuento con lujos de detalles mi relación con Fernanda.

- Sí, estoy preparada – Aldana, dijo decidida- Yo te preguntó y vos contestas, con detalles, sin evasiones, ni mentiras. ¿Te enamoraste? ¿Yo te importó? ¿Cuándo inicio la relación? ¿Le hiciste el amor?

Las preguntas lo aturdieron, y dedujo que lo mejor sería no responder, directamente, lo echaría a patadas si le confesaba la verdad. Consideró que con el tiempo se calmaría y tendría una oportunidad de conquistarle.

- ¡Estoy acobardada de tu silencio! ¡De tus vueltas y de que no me facilites respuestas! Conozco tus actitudes, no me confesarás la verdad. No puedo comprender, como sé me pasó por alto, que tu corazón buscaba en otra persona, lo que te faltaba conmigo. Ni tenés el valor de decirme en que fallé y optaste por lo más fácil… Fernanda. Desde que reparé en esas fotografías, pensé tanto en este momento, asumía insultarte, gritarte, golpearte y te veo, no vales la pena. Sos un despojo viviente, y no porque me lastimaste o por el engaño, la culpa te carcome. Lo que me duele es que no aprendiste nada. Yo lo único que te pedía era lealtad. Siempre dijimos que la sinceridad iba primero, podíamos guardar secretos, mentiras no. Colocaste tu egoísmo, importándote muy poco, las emociones de dos personas que eran amigas. Me das pena y me da pena el fracaso de haberte amado. Todos tenemos defectos, virtudes, equivocaciones, pero lo tuyo sobrepasó los límites. No me respetaste, ni pensaste en las consecuencias de tus actos. Siempre hay una razón positiva detrás de las decisiones. Tuvimos momentos que quedaran en lo profundo del alma y los instantes vividos perdurarán, quedémonos con eso.

- Aldana, tus términos me hieren. Elegía que me golpees antes que estás palabras tan despectivas. Me conoces, me carcome que por la culpa de mis acciones, te perdí, te lastimé, no te valore, por esos motivos soy un despojo humano.

- Tus palabras me conmueven- fríamente, enjuicio- ¿Cómo querés que actué después de lo que hiciste?, ¿querés que corra a tus brazos? O que te especifiqué- ella, deliberó- Acá no ha pasado nada, continuemos la relación. No, no puedo, Leonel, no puedo ser hipócrita como vos.

- ¡Tendría chance a una oportunidad, si no fuera por esas jodidas fotografías!- él, gritó enojado-

Meditó por un largo rato antes de hablar.

- Si no fuera por las fotografías- le aclaró con antelación-Te estoy dando otra oportunidad para poder entenderte y no pensar que sos una mala persona, no la desaproveches. Sé hombre y decime la verdad de una vez por todas. Recapitulemos las circunstancias, ahora que estás frente a mí, sin que yo esté al corriente de tu traición, te reformuló la pregunta, ¿me lo confesarías?

-Yo quería decirte, encontrar el momento adecuado, pero fue demasiado tarde.

-No sigas repitiendo lo mismo, no hables en tiempo pasado. Estoy frente a vos, ¡carajo!, ¿me lo confesarías?

-¡No lo sé!

-Ándate. Podemos estar horas discutiendo y no te sincerarás.

-Aldana, te lo suplico, perdóname. Me equivoqué. No pongas en tela de juicio mi amor. No quiero que sepas los detalles. Ya mi presente es un castigó, cómo para añadirle que saldrás de mi vida.

Llorando desconsoladamente, la envolvió entre sus brazos. No pudo resistirse, y sin recapacitarlo, condescendió, desmoronándose y acompañándole en su llanto.

- ¡Te lo suplicó, no me abandones! ¡Solo a vos te entregué mi corazón!

Aldana se deslizó delicadamente. Quiso atraerla, entrelazando sus dedos y está vez, no lo consintió.

-Y yo únicamente a vos te entregué mi corazón, servido en bandeja de plata, ¿y qué le hiciste? Lo estrujaste, despedazándolo. Te entregué mi alma, ¿para qué?, ¿con qué fin? No encuentro respuestas. Te advertí que si me engañabas nunca seguiría a tu lado. Para mí el amor era un sueño perfecto. Sin querer me inventé un mundo reproduciendo imágenes de los dos, que nunca fueron incuestionable hasta el día de hoy. Fuiste un hermoso sueño, Leonel. Tarde o temprano tenía que despertar.

-¡Fernanda, fue un desliz! ¡¿Por qué te cuestas tanto entenderlo?!

- ¿Desliz? ¿Vos te escuchas?- lo miro, desconcertada- Será que no lo entiendo, porque soy la cornuda, ¿no te parece?

-Lo lamento tanto, Aldana. ¿Querés que me arrodille para suplicarte que me perdones? Te juro que lo hago- intento inclinarse, y ella lo impidió-

-No te humilles, no lo que necesito- luego, de una pausa continuó- ¿Cómo pudiste?- le confió, casi en un lamento-

En silencio, manteniendo un largo alejamiento, Aldana resoplaba, tratando de comprender la situación que estaba viviendo, y Leonel, lloraba, removía sus cabellos, se sentaba, levantaba, colocaba las manos dentro del bolsillo de adelante de su buzo, no se quedaba quieto ni un solo segundo. A Aldana su comportamiento la impacientó, y no se resignó a darse por vencida ante sus dudas.

-¿Fue una equivocación o una aventura?- detonó en su pregunta- Podés confesarte, ahora que ocupa mi lugar.

-Una equivocación- reiteró las palabras, con los dientes apretados- Y nunca nadie ocupará tu lugar. ¿No me ves sufriendo por vos?

-Insisto, veo a una persona que no conozco- sentenció, con rostro tenue- Quiero arrancarte de mi corazón y no verte nunca más- lo emitió casi en un susurro- Te di mi alma, mi vida, mi amor y lo irónico, que por tu cobardía de callar, ahora otra ocupa mi lugar. Ni siquiera pensaste en lo difícil que sería olvidarte por una equivocación, que hecho todo por la borda. Quiero que te vayas, no puedo con todo esto. Se agotaron mis fuerzas, no me pidas que te crea, porque no lo haré. Engañando sos excelente.

-Es lógico que no me creas, y que quieras que me vaya. Yo te esquivé todo este tiempo, estás en tu derecho. No puedo pretender que te olvides del dolor que te cause. Lo único que puedo suplicar es por tu perdón. No puedo dormir por las noches, sabiendo que te perdí.

-Sí, me perdiste. Busca en Fernanda lo que no encontraste en mí.

- No quiero buscar a Fernanda.

-No te lo reclamó. Me lo repito a mí misma, para poder superarte. Para poder superar, que la persona que estaba a mi lado, me engaño de una manera brutal. Si necesitas mi perdón para limpiar tu conciencia- Aldana, dijo inmutable- Te lo concedo. No entenderé nunca la mentira. Si te enamoraste, podés decirlo, ya no tengo corazón, al cual, dañar o doblegar- Él, no argumentó y se desahogó ante su sigiló- No necesitaba la degradación de enterarme por las redes sociales, sencillamente merecía la verdad. Sé que la seguís viendo, no soy tonta, Leonel. En este tiempo separados, repare en cómo te tocaba y vos le correspondías. Por eso te apartaste de mí, no tenías el valor de concretarme tu nueva relación.

-¡No! ¡No te voy a negar que buscara una aproximación, pero yo la excluí!

Se desmoronó en el sillón, desanimado y como rindiéndose ante la pelea. En silencio, Aldana, observó detenidamente su cuerpo atractivo, marcado, transpirando y tensionado. Por un segundo creyó que estaba perdiendo la cordura, al descubrir, como los rayos del sol entraban por la ventana, resaltando su piel exquisita, el enojo desenvolvió y entro el deseo. Quería besar sus finos labios, rozar su rostro, acariciar su ondulado cabello negro y volver a abrazar su contextura robusta. Recordó en ese momento como bromeaban, al ser de baja estatura, para besarlo alcanzaba de puntas de pies sus labios, él medía un metro ochenta. Su primer amor y el primero que arrancó sus ilusiones. Tenía que odiarlo y no lo conseguía. Se obligó a abandonar las fascinaciones, sobre la seducción que le hacía sentir.

-Te convertiste en una persona inalcanzable. En un amor imposible. Me lastimaste tanto, que me duele, verte.

- Perdón. Perdón- le imploró, angustiado, tomando sus manos, besándolas desesperado y Aldana, al sentir repugnancia, las quito- Sos lo único maravilloso que me sucedió en la vida. Decime que no es tarde para que vuelvas a confiar, no te alejes. Mírame, por favor, mis ojos no mienten, reflejan lo que siento, que te amo con locura. Te necesito como mí respirar, Aldana. Ella no me importa-Leonel, rompió el sórdido bache que los separaba-

- No me lastimes más. No continúes mintiéndome. Lo único que percibo es culpa y remordimiento. Aparte de ser mi primer amor, eras mi confidente, mi amigo. Cambiaste, sos un manipulador, un cínico. Me ocultas lo que realmente sentís por Fernanda, dentro de mi corazón, lo sé. Si me amarás, me contarías cuando comenzó su historia, que te paso verdaderamente y si- no podía ni repetirlo- le hiciste el amor. Mírame y fíjate que te dicen los míos- él, desvió la visual- No podés ni mirarme. Los míos revelan que te amé con ilusión, te regale mi pasión, entregándote mis sueños, no me guarde nada.

-Aldana, no es el momento para decirlo, si te guardaste muchos sentimientos.

-Puede ser, soy reservada en algunos aspectos de mi vida. De lo que estoy segura es que te entregue mi alma. No podés negármelo.

- No, no lo niego.

-Te dejó libre, Leonel. Quédate con ella, se llevarán bien, son iguales, formando la pareja perfecta-él, se la comía con la vista- Con odio si te a través a mirarme. No lo podés fingir, te revienta que no te crea, que me haya dado cuenta de la clase de persona que sos- lo afrontó, con la cabeza bien en alto- Sos la sombra doliente de mis lamentos. Si era tan maravilloso lo nuestro, no hubieras buscado lo que te faltaba conmigo en Fernanda, por eso, sé que mentís. Yo te vi y escuché los comentarios de personas cercanas, concretando que salen y lo negás.

- ¡No puedo considerar que entres en ese juego de habladurías, que no son ciertas!

- Tu corazón está cerrado, sin poder adivinar cómo me siento. No hay poder más doloroso, que el poder del adiós. Aprende a decir adiós. Yo lo aprendí de una manera inesperada, al reparar, como la besabas. No queda nada por intentar, es demasiado tarde. Serás un gran problema, que con el tiempo resolveré- por la mueca en su rostro, sabía que le había pegado donde le dolía- Sos inmaduro, egoísta. No sé si apropósito me fuiste infiel o estás enamorado y no te animas a revelarlo. Estoy cansada de tus vueltas, no me brindas ninguna explicación.

-¡No estoy enamorado de Fernanda! Por favor, yo sé que podés darme una oportunidad. Estoy seguro de que no podremos olvidarnos. ¡No me castigues, Aldana!- apretó sus manos y lo rechazó-

-¡Vos me destruiste! ¡Hablas de vos, Leonel! ¿Y yo qué? ¡No te importan mis sentimientos! ¡Por más pequeña que sea la emoción, sentís algo, seducción, o lo que sea! ¡Interpretó tus gesticulaciones!- gritó, furibunda- Yo si en cuatro años aprendí a deducirte. Si estarías en mi lugar, si la situación fuera inversa, ¿me darías una oportunidad?

Leonel, abstraído, y pensativo, mordisqueaba sus uñas. Ante su pausa, sonrió y persistió en la especulación.

-Yo te respondo, no me perdonarías. No me dirigirías la palabra. Si me darías una oportunidad, estarías con la desconfianza encubierta. Él que engaña, lo repite, transformándose en un patrón inconsciente y en una relación, las mentiras no sirven. La confianza que existía se rasgó. Creo qué muy jóvenes empezamos esté amor, ¡somos jóvenes! Ni sabemos lo que significa la palabra "amor" Lo pienso y hasta es absurdo que te reproche. No lo sé, estoy tan confundida, necesito espacio. No regreses a buscarme. Estoy exhausta, necesito que te vayas.

Mintió descaradamente, lo amaba y no le perdonaba. A pesar de lo que le ocultaba con respecto a Fernanda, miraba su precioso aspecto, deliberando que no sería más suyo. Ambicionaba expresarle que estarían bien, que lo perdonaba de corazón, que era el amor de su vida. No conquistó proferir esos sentimientos. En el fondo de su subconsciente, deseaba llevarse lejos su culpa y dolor. Demasiado tarde para los dos, falló y él también. Al elogiar su boca, nuevamente, apareció el arrebato de besarle apasionadamente, y de inmediato, aplastó la emoción. Sus labios no le incumbían. Leonel no merecía su verdad, de igual manera, la contaría.

-Yo te seré sincera. No quiero omitir cómo me siento. Será una tortura olvidarte. Fuiste mi vida, mi único amor. No sé como podré sanar los dolores de mi alma. Quisiera borrarte y borrar este inmenso desconsuelo. No puedo evitar la herida que sangra interiormente- pronunció, desecha – Hoy, siento una distancia inmensa que nos separa. El tiempo que teníamos se nos consumió. Me descuidé, pensando que me amabas. Ya no hay nada de qué hablar, ni palabras que decir, todo término.

- Yo te propongo intentarlo de nuevo, porque no encuentro una sola razón para seguir sin vos.

-¿No la encontrás? Yo tengo una razón muy importante para seguir sin vos… Me mentiste. Postergaste la verdad y cómo consecuencia, no quiero que formes parte de mi vida.

-Sufriremos separados.

-Lo mejor será dar por concluida la separación. No será fácil. Sin vos, mi vida será solitaria. Y la verdad, no sé qué es lo querés de mí, Leonel.

- ¡Que vuelvas conmigo! ¡Que me creas! ¡Que sepas que te amo! ¡Que sos el amor de mi vida!- dijo, alterado-

-No puedo otorgarte una oportunidad, algo dentro de mí se rompió y no podés repararlo.

Leonel, con un ardor inmenso en su alma, y con miedo, apuntó.

-¿De verdad me amas, Aldana? O ¿Lo decís para crucificarme por mi error? – emitió, desanimado-

- Yo no soy como vos. No miento, no ocultó. Siempre te amé. Mi desgracia es amarte. Nunca tuve ojos para otra persona, vivía a través de los tuyos. Te tenía en un pedestal- ella, saldó-

Consternado, se colocó de espalda, ocultándole su lloriqueó. No pudo soportar la contestación, ni podía disimular y menos resistirse a su sinceridad. Sin dudas, firmé a sus convicciones, le abrió su corazón. Le regalo el sentimiento más preciado, un amor puro, ¡Cuánto lo amaba! Y se resistió como un idiota. Aldana tocó sus hombros con sutileza, situándolo de frente. Con ternura limpió sus lágrimas, suavemente rozo sus mejillas, besando su frente. Leonel intentó besarle los labios, se rehusó con cuidado, distanciándose. Sí lo intentaba otra vez, lo consentiría.

-No sé qué será de mí sin vos.

- No deseó tu sufrimiento. Quizás yo le pedí demasiado al amor. Este tiempo en solitario nos hará bien. Para mí no es fácil, viniste, te apareciste… Te veo, y te imagino con ella ¡Es un suplicio!

- Olvídalo, no significó nada. Te imploró que te quedes conmigo- habló, en un tono lastimoso-

- No importa si no significo nada. Me engañaste. No puedo olvidarla. Tal vez esta historia tenía un final, antes de que apareciera y no nos dábamos cuenta.

- No saques desenlaces erróneos, Aldana.

- Todo desenlace tiene un final y el final que puedo destacar es que nuestra relación terminó. No sé cómo resolver no amarte, y salir de este absurdo abismo, resistiendo, para no caer. No sos el único que sufre, no sos el único que llora o que no duerme por las noches.

-Lo sé, entiendo lo que estás sufriendo, porque a mí me pasa lo mismo. Te lo suplico, no me digas que terminamos la relación, podés decirme que estamos en un periodo de prueba. Yo nunca voy a olvidarte. Cometí error tras error y fue tan grande la herida, que te destruí. Tengo que pagar las consecuencias, pero dame esperanzas.

- Sí, me destruiste. La relación es sin retorno. Juntos, sacaríamos lo peor del otro, especialmente, por reproches de mi parte, cohabitaríamos peleando. No se modificaría la infidelidad- meditabunda, y con dureza en su semblante, luego de unos instantes explayó – Y sí, Leonel, te lo afirmó con seguridad, la relación se acabó. Terminó en el minuto que tus labios tocaron los labios de Fernanda.

Con rapidez se acercó para implorarle y ella retrocedió aún más.

- Me di cuenta de que sos la única persona que tengo que querer, que cuidar y amar. Si me regalas una oportunidad, nunca te engañaré, aprendí del error cometido. Empecemos de cero, borrón y cuenta nueva. El dolor en mi pecho es inaguantable. El remordimiento es un duelo que se manifiesta en una angustia intolerable. La desesperación de imaginar que no serás mía, me enloquece.

-¿Te diste cuenta de que soy la única? Tuviste que engañarme para que lo adviertas. Tarde, es muy tarde para todas tus declaraciones. Sabes de qué me di cuenta, en este lío interminable de "yo dije, vos dijiste" y no alcanzar una tregua. Concluí de qué porque tenemos que liquidar la relación.

-¿Por qué?

-No te enamoraste de mí, te enamoraste de lo que sos vos, cuando estás conmigo. Ya no hay nada que intentar o restablecer.

-No me podés decir eso. Estoy enamorado de vos, porque me hiciste mejor persona y nunca es tarde para comenzar de nuevo.

-No quiero comenzar de nuevo.

- Con vos lo tenía todo y lo perdí.

-Son excusas vacías, Leonel.

-Por favor… No me dejes.

-Basta de torturarnos. Te voy a pedir de buena manera que te vayas.

- Perdón. Perdón.

- Te dije que te perdonaba. Ya no puedo seguir escuchándote. Me defraudaste de una manera que ni puedo explicarla. En adelante no quiero que me dirijas la palabra, no quiero que te acerques a mí.

- No me pidas eso, por favor.

-Respeta mi decisión.

-No puedo aceptar tu decisión. Nuestra separación no es definitiva, vamos a darnos tiempo.

-Yo no puedo mentirte, te lo merecerías, pero no puedo. No regresaré a tu lado.

-¿Dónde quedarán los proyectos que ideamos en nuestro futuro?

-Ya no los compartimos. Cada uno tomará su propio rumbo.

-Siento que estoy en una pesadilla, y es mi culpa.

-Si hubieras hablado desde un comienzo, las cosas serian distintas. No pudiste, y, por un lado lo entiendo, sin embargo, no puedo estar cerca de vos. Y sinceramente, al ver cómo me miras, no aceptó, ni quiero tu lástima.

- Yo no te tengo lástima, Aldana.

- No te creo, en realidad, no te creo nada. Y te aclaro, que la lástima es un sentimiento tan poco generoso, y tan fácil de sentir, que duele saber que lo sienten por uno.

-Estás muy equivocada, y lo digo respecto a todo.

- Entonces, los dos nos equivocamos. Adiós, Leonel- señalándole con un ademán, el camino hacia la puerta-

- No digas que es un adiós, solo una pausa entre los dos. Te lo suplicó, mi amor.

Escuchar "mi amor" la liquidó y no tenía nada por acotar.

- Está bien, te daré espacio. Antes de marcharme, quiero que sepas que nunca me imagine la vida sin vos. Posteriormente a Fernanda, nunca te mentí, ni te escondí nada, te di todo. Me gano el miedo por amarte tanto, me asusté cometiendo una estupidez, lamentablemente, fui débil. No voy a renunciar, esperaré el tiempo necesario, que no me aceptes, es mi castigo, yo me equivoqué de todas las formas que existen.

Leonel se retiró de la sala y el portazo rugió. Aldana dispuso sus manos en modo de rezo, lamentándose por él, por ella, llorando crudamente. Profundizo en su soledad que una etapa de su vida se sellaba. Su celular sonó. Con apatía leyó el mensaje, Ángel la invitaba a pasar el verano en su casa. Suspiró y especuló que un período de aires nuevos, de cambios, le asentarían bien. Excluirse por unos meses, vivir en serenidad, remota de las habladurías y los comentarios hirientes, que corrían cómo la pólvora. Acarició su entrecejo y escribió el mensaje "Hola, Ángel. Aceptó tu invitación" Con el celular en la mano, cerró los ojos, concretando que lo único que quería era escapar.