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Chapter 2 - Capítulo Dos: Secretos, Traiciones y Mentiras

Sola en el comedor, concentrada en la comida servida, con el utensilio, jugueteaba en su plato. No tenía apetito y apenas había probado bocado. Su mente viajaba, recapitulando los eventos acontecidos. Finalizó el Colegio, el Acto De Colación y la Fiesta De Graduación, que consiguió adaptarse, recorriendo felizmente dichos programas establecidos, esos momentos no regresarían, disfrutándolos con satisfacción y júbilo. Por supuesto, compartiéndolos con Leonel y Fernanda, que sin dedicarles importancia, llamó a la "ley de hielo" encapsulándoles dentro una coraza congelada. Transcurrió una semana de tales sucesos, y más allá, de esa indiferencia, estimó que los había superado, entonces, ¿por qué en su interior hostigaba la aflicción? En un rincón de su espíritu, no asumía el rompimiento, anhelaba la ilusión de ostentar un encuentro con Leonel, el tiempo no existía en una relación. Su madre consintió el permiso de pasar el verano en casa de su primo, prescindiendo en otra ciudad, no captarían ninguna posibilidad de reconciliación y percatarse de que no lo vería por unos meses, la ansiedad la atosigaba. Con una mueca apagada, se sumergía en sus encimadas introversiones y concluía que no podía dejar de recordarle, formando parte de un castigo ingrato que no le daba tregua. Un karma que se repetía constantemente y no saber de él le asolaba la moral, sumado a la inquietud de no saber cómo vivir sin él. Después de la intensa conversación, los reproches moraban y su conciencia le repetía que no revertiría lo acaecido. Para repelar esos demonios, estableció en voz alta "Nada dura para siempre, tenés que superar esta etapa" La frase sonaba disímil desde que residía fuera de su vida, igualmente, lo decretaba para que su mente terca, se resigne a que no había vuelta atrás. Un dolor punzante se manifestó en su cabeza, si no sé desprendía de los ásperos razonamientos, ultimaría por explotarle. Desde que abordó el contexto terrorífico por el que peregrinaba, los dolores se agudizaban con impulso y rigor. Apretó sus sienes para calmar el malestar, sin lograr resultado, apoyo su frente al costado del plato. Sonó su celular. Con fastidio e indiferencia leyó: "Esta noche recordá la fiesta de disfraces en casa de Clarissa. No aceptó un no por respuesta" Aldana no contestó el mensaje proveniente de Yamila. El círculo íntimo de amigas lo formaban Yamila, Bárbara, Cintia y Fernanda. Las cinco se conocían desde pequeñas, constituyendo una fortaleza que las unía a medida que crecían y la amistad se fraguó indestructible. Por inocente fío su confianza, y estimuló que jamás se terminaba de conocer a una persona, lógicamente, lo pensaba por Fernanda, que continuaba vetada. En su interior indagó, ¿Por qué no le exhibió la verdad? ¿Por qué la engañó tan cruelmente? Vibró el celular, y leyó: "A las doce de la noche te pasó a buscar y si tengo que obligarte a salir, lo haré, estás advertida. Te quiero, besos"

Aldana de mal grado escribió: "Ya lo hablamos. Dejé en claro que asistiría" Yamila de ningún modo accedía a un no cómo contestación. Cuando Aldana descubrió las fotografías fue a la primera que encaró. Sin pelos en la lengua, le informó que esa noche estaba presente y no podía conceptuar "el dichoso beso" Con respecto a las fotografías esclarecidas, persistió en que el anonimato del fotógrafo-a podía ser cualquiera, el bar estaba repleto de incontables personas. Explayó una fuerte discusión con Fernanda, acabando fuera con insultos y cachetadas (cuando le describía detalles específicos de la riña, disimulaba la risa, por cómo le relataba la escena o mejor dicho el papelón cometido) Luego de la pelea, mientras que Fernanda alternaba millones de excusas, le describió que sintió una extraña impresión, enfocándose en la verdadera imagen, cómo si una tela que la cubrió durante tantos años, se hubiese caído, demostrando que la máscara de niña buena, evolucionaba a una persona desagradecida, manipuladora y traidora. En ese mismo instante, la solución que consideró más certera fue quitarla de su vida, inclinándose por la sentencia de cortar la relación de amistad definitivamente. Hombres sobraban, amigas no. Sin arrepentimiento, ni angustiarse por los períodos compartidos. Así era su carácter, no existían los grises, era blanco o negro. De gran altura y esbelta, tenía una apariencia única, especial. Al caminar portaba una agraciada femineidad y los chicos quedaban enloquecidos por su hermosura. Al dialogar, removía su largo cabello sedoso, brilloso, de color negro como el azabache. Los rasgos delicados del rostro, la bautizaban en un ser celestial, sus pómulos redondos bien marcados, de achinados ojos, matiz color café, finos labios, y una piel de porcelana espléndida. Poseía un gran porte cada vez que conversaba, corría, o lo que fuera que haga. Le temía al amor, y lo evadía tapándole con bromas. Esquivaba ciertos temas cuando no eran de su agrado. Asentaba de un alma hermosa y corazón puro, incauto, en algunas ocasiones, no deduciendo algunos diálogos que se desarrollaban en el grupo (motivo de bromas, que con el paso del tiempo asumió y terminó riendo a la par de todas) Concernía a esas personas únicas, a esas amigas que son contadas con los dedos de una mano, presente si solicitabas un abrazo, desahogarte, o un hombro en el cual llorar, hasta un reto te predicaba para que abras tus ojos. En las buenas, te alentaba y en malas te sostenía. Aldana adoraba su trasparencia. También tenía su lado oscuro, de temperamento versátil, voraz, de un genio de mil demonios. Cuando lastimaban a alguien que quería, los defendía sin importarle nada. No toleraba la traición, la mentira, ni la gente falsa. No perdonaba y si lo hacía, nunca olvidaba. Fernanda encajaba perfecto en todo lo que no quería en un ser humano.

Bárbara, dentro de su rigidez de "no me importa nada" abogaba un corazón generoso y desinteresado. Constantemente desfilaban primero los sentimientos de los demás, antes que los de ella. Si poseía un problema, necesitabas mucho en sonsacar el punto en cuestión. Suprimía sus emociones, creando un océano impenetrable. No era fácil de llevar cuando se instalaba en una idea, mantenía su postura, sin entrar en razón con facilidad, pero la mayoría de las veces, sí desacertaba, ultimaba condescendiendo. Decía lo que pensaba, no deambulaba con vueltas, y si se enojaba, no media las consecuencias, sin conseguir domar sus arranques. Tenía un carácter un poco frío. Si la traicionabas, no brindaba segundas oportunidades. Razonaba mucho ante circunstancias y luego ejercía. Si se esclarecía algún altercado, intervenía, siempre segura, en su obrar. El ejercicio era su pasión, le fascinaban los deportes, especialmente, el fútbol, siendo muy buena. Todas las mañanas ejercitaba rigurosamente, trotaba, apenas asomaba el alba, no importaba si llovía, hacía calor o frío helado. Aldana suponía que esas corridas mañaneras, eran su cable a tierra para despejarse. Realizaba expresiones, que sin palabras descifrabas lo que reflexionaba o sentía. Su comportamiento maduro, daba paso a la confianza, porque cuando aconsejaba casi nunca erraba. Lo contradictorio, al ser de temple tan flemático, conservaba una frescura cariñosa y sensible, le gustaba abrazar. Aldaba creía que lo que no le era fácil proclamar con vocablos, podía ser, por vergüenza, a sentirse frágil (ella sonsacaba esa conclusión) demostraba afecto con profundos abrazos. Tenía un sentido del humor sin igual, acompañado de una risa muy particular, tan contagiosa por el tono elevado, que terminabas riendo a carcajadas. Alta, airosa, de cabellos ondulados castaños, le llegaba casi por debajo de la cintura y lo ataba en un rodete, dejando caer varios mechones a los lados. Impecable con su aspecto físico. Su rostro pertinente, audaz, marcaban una apariencia afanosa, de rasgos característicos, creando una mezcla rara y hermosa.

Cintia, la bondad caminando. De pequeña estatura y de cuerpo tallado, poseía las medidas perfectas, no había muchacho que no caiga rendido a sus pies. No solo su beldad magnetizaba a los hombres, sino también, sus actitudes bondadosas, al dar oídos. Nunca discriminaba, ni hablaba a espaldas de nadie. ¡Le encantaba escuchar! Primordialmente, psicoanalizar y aconsejar. Una vez en el colegio, un muchacho se le acercó para hablar de un problema (que nunca contó) y sin conocerlo, lo ayudo, haciéndose grandes amigos. Profesaba que todos los contextos malos, apelaban un lado positivo. Nunca se enojaba, ni reñía, le buscaba el ruedo y hasta llegar a un acuerdo no se rendía. Era una gran oradora, si en el grupo había discordia, gracias a ella, siempre se solucionaba. Poseía una paz envidiable. Un tono de voz dulce y bajo. De carácter tímido, completamente traslúcido, y servicial. Muy distinta a Bárbara y Yamila, que algunas veces, les molestaba que en algunas cuestiones no se hiciera respetar, orientando un manto de piedad en cada persona, aunque la lastimara. Aldana la respetaba mucho por sus sentimientos sinceros y defender sus posturas. La consentía, teniéndola cómo una hermanita menor y siempre, siempre la justificaba, a pesar de que en algunas cuestiones, no cooperaban las mismas inclinaciones. En Fernanda no quiso ni siquiera repasar, no podía atribuir ningún buen recuerdo o atributo positivo en específico, luego de lo que pasó, cada vez que repasaba en su proceder, noto que jamás la había querido, solamente, que nunca quiso verlo.

-¿Aldana?- palparon su hombro-

Dio vuelta y levemente sonrió. Inmóvil, a corta distancia, Andrés, su hermano mayor. Lo miro firmemente, a pesar de su figura robusta, su gran estatura, era tan tierno, y por primera vez reparo en la elegancia que lo matizaba, una elegancia muy atractiva, muy distinta a ella. Era tan gentil, desenvuelto, que ella ante su hermosura y originalidad, se sintió poca cosa. El contorno de sus grandes ojos, resaltaban el matiz de un celeste claro portentoso. Su cabello castaño, asociado de pequeños destellos rubios, era increíble el parecido, acudiendo ser una fotocopia de su madre, sin embargo, espiritualmente no. Aldana no corría con tanta suerte, sacando el color de cabello y sus labios finos, calculaba que se parecía a su padre, por qué no le conocía, ni siquiera por fotografías, y poseía vagos recuerdos.

-¿Qué?- respondió, con cansancio en su mirar-

- Aldi, no me gusta verte en este estado, tan cabizbaja. Extraño tus bromas, tu risa, tu correteo por la casa. Tu sentido del humor, que es tan valioso para vivir-él, se sentó a su lado- Yo sé que te parece sombrío lo que estás atravesando o que sé termina tu mundo. A los diecisiete años, recién comenzás a vivir, lo superarás. Probablemente, todo el mundo te lo dice, pero yo te lo testificó. Confía en el tiempo, es sabio y cura las heridas. Leonel formará parte de un recuerdo bueno o malo, depende de vos disponer qué fases favoreces. Es tu primera decepción amorosa. Mi querida hermana, como dice la canción, "todo pasa, todo pasa, nos acordamos, pero todo pasa" y es verdad. Puede ser que no lo veas con claridad, estoy seguro de que más adelante sí, y lamentarás haber perdido el tiempo desganada. Equivalentemente, de que tenés que hacer tu duelo, recibirlo, aceptarlo y luego apartarlo. Es mi humilde concejo.

- ¿Estás seguro de que el dolor se irá?- preguntó, abatida-

-Sí, puedo asegurártelo.

-Es Difícil. Era una parte importante en mi vida. Siento que este amor es incurable, que me será imposible olvidarle. Tenés razón, hasta la risa se me está apagando, lo mismo que la confianza en mí misma para poder superarlo y me desespera. No sé por qué se me ocurrió amarlo. Quiero desvanecer este malestar que me desgasta.

- Lo que sentís se irá, dejando solamente una huella. La vida es como un libro. Algunos capítulos son felices, otros llenos de entusiasmo y otros tristes. Pero si nunca avanzas de hoja, no sé sabrá lo que el próximo capítulo deparará-le dedico una sonrisa a medias- Cuándo me confesaste que salías con él, ¿cuáles fueron mis palabras?

- Yo sabía que meterías el dedo en la llaga- expresó, en un tono dócil- Que lo pensara mejor, que no te gustaban sus actitudes altaneras y que era chica para iniciar un noviazgo. Lo recuerdo perfectamente, me trajiste un disgustó con mamá, opinaba lo mismo. Creó que Leonel nunca te cayó bien, muy pocas veces dialogaron y lo conoces desde pequeño. Desde que terminé con él, retumban las palabras de mamá, cuando me exponía que no quería mezclar. Era lógico, es su madrina de bautismo y ante mi capricho, rescindió, aceptándolo como mi novio. Lo vio crecer, confió, como yo confié. Nadie imaginó lo que haría después. Yo no quise escuchar, estaba enamorada. Te revelo que me arrepiento de no haberles oído, evitaría esté sufrimiento. Andrés, te hago una pregunta, ¿estás contento de qué terminé mi relación?

- Contento, no, porque sufrís. Aliviado, sí, porque sabía que te lastimaría. Repito tus palabras, lo conozco desde la niñez y cuando entró en la adolescencia, tuvo acciones hacia las mujeres con doble intención. Yo soy hombre, me daba cuenta. Nunca imaginé que te engañaría con Fernanda, fue una sorpresa y te soy sincero, nunca me cayeron en gracia. Fernanda siempre te menosprecio, envidiaba cómo te desenvolvías con las personas, ella siempre caía mal en cualquier sitio, creo que nunca quisiste reconocer sus modos despreciativos, o lo dejabas pasar. Yo te entiendo, la querías y no le prestaban importancia a sus actos despreciables. Ahora, sabes lo que realmente es. Puede ser hermosa, ¿de qué le sirve? Si tiene tan malas intenciones- quedaron en silencio por unos segundos- Y algunas veces es mejor tener en cuenta los concejos antes de desenvolverse. Lo importante es reconocer que no escuchaste, muy buena reflexión de tu parte. Afín de que el pasado no se puede cambiar, lo echo, hecho está, podrías considerarlo, en un futuro, como un aprendizaje y no ser tan obstinada. No sé a quién saliste, mamá y yo somos testarudos, pero deliberamos los concejos otorgados y después ejecutamos como ultimar las cuestiones que se presentan.

- Capaz, que mi carácter es parecido a papá- agregó, en tono recriminador-

Levantándose bruscamente, arrojando el plato, los utensilios y el vaso al lavado, con cara de pocos amigos, cruzó sus manos a la altura del estómago y retó a su hermano sosteniendo su argumento.

- Aldana, no tiene nada que ver un tema con el otro. No sabes nada de "papá", si supieras, ni lo nombrarías. Esa costumbre de que cuándo uno te aconseja por tu bien y no aceptas lo escuchado, sacas a colación temas absurdos- ella, se desentendió al comentario- Dejemos de lado al innombrable. No insistas en una relación perdida. No te lamentes por algo que no tenía futuro, ni seas pendeja cuando una persona te dice que una relación no va. No te encapriches en un amor que se terminó y además, no tenés por qué sentirte mal. Él te engaño, no vos.

-¡Por favor, Andrés! No quieras darme cátedra respecto a la vida. Tenés veintiún años, no sos mucho más grande que yo. No quieras darme lecciones de cómo proceder o de cómo tengo que sentirme. ¡Y sí, soy pendeja!

Encogió sus hombros molesta, y frustrada, se regía a su alcoba. Andrés, la sostuvo por el antebrazo y la dispuso frente a él.

- Aldi, discúlpame. Yo pasé por la ruptura del primer amor. El primer amor te marca y el último es el que te salva. Creo que falta para que lo encuentres o quién te dice, nunca se sabe lo que el destino nos tiene preparado, podés encontrarlo a la vuelta de la esquina y con respecto a Pablo...

-Me extraño que digas papá, tengo conocimiento de que se llama Pablo. No es necesario que lo llames por su nombre de pila, te gusté o no, es nuestro padre.

Apenas entreabrió sus labios y le indicó que no hable. Los pretextos respecto a su padre le incomodaban. Tema tabú en la familia. Ya poseía suficientes demonios en su mente, como para atraer del pasado a uno que a duras penas conmemoraba.

- Y no te preocupes, si el amor se encuentra a la vuelta de la esquina, iré en dirección contraria. El amor no es para mí, querido hermano-dijo, de mala gana, dando a entenderle que no aceptaba sus palabras, ni concejos- Y es fácil hablar, deducir, aconsejar, pero vos no estás acá-toco su pecho-

Dando por finalizada la conversación, se retiró. Andrés percató el ruido violento al cerrarse la puerta de la habitación.

- Espero que acepte apresurada la ruptura. Dios, o si no, quién la soporta- dijo, crispado-

-¡¡¡Te escuché!!!- ella, vociferó-

-Que buen oído- habló por lo bajo-

Asustado, no perdió de vista la puerta. Si se abría, le arrogaría con las zapatillas o lo primero que atine disponible, estaba familiarizado con su carácter. Por consiguiente, no le aventó con nada. Sonrió y balanceo su cabeza. La amaba, pero cuando su hermanita apaleaba al humor caldeado, no regulaba su naturaleza brusca.

Aldana, preparada, prestó atención al celular e indicaba las doce menos cuarto de la noche, y jadeó nerviosa. Yamila pasaría a recogerla en unos minutos. Se enderezó y estiro su columna (la espalda le dolía a horrores) Por las noches no le era fácil conciliar el sueño y las pocas horas que descansaba, se manifestaban en atroces pesadillas. Sin titubear camino hacia la entrada de su casa, tocó el picaporte y quedó perpleja, sopló el aire por la boca prolongadamente para diluir el pavor, luego de varias aspiraciones, funcionó, aventurándose a atravesar el umbral. Reclinado contra la pared, Andrés fumaba un cigarrillo.

- Pensé que salías con tus amigos.

-No, me acostaré temprano. Quiero estar solo.

-En esta familia, reina la soledad- bromeó y él apenas sonrió- Es raro en vos, que quieras estar solo. – preguntó, curiosa-

- En soledad no tenés que esconder como te sentís verdaderamente, y hoy no tengo ganas de ponerme una máscara.

-¿A qué te referís? No te deduzco.

- No importa, son cosas mías, no me prestes atención.

Dudo por unos instantes, entreabrió sus labios, para decirle con exactitud su inquietud, y su sano juicio lo impidió. Anhelaba indicarle "Por una presencia, que elimine hace tanto tiempo, y volvió de entre los muertos" En cambio, escondió sus temores. Aldana lo estudio, cuando contraía los músculos de la mandíbula, y fumaba, indicaba que los nervios lo sobrepasaban. Era anormal que su hermano mantenga secretos y desconfiaba de que guardara uno muy grande. El tono melancólico le pareció ajeno a como se expresaba habitualmente, sin aventurarse a indagar, mantuvo su boca cerrada.

- Lo que sucedió entre Fernanda y Leonel es una mierda- objetó, en un tono grave. Aldana se movió fastidiosa. Captó el disgusto y apaciguó el tono aclarando velozmente- Yo sé que vas a superarlo. Perdón, por decirte pendeja e inmadura.

- Estás perdonado, pero no lo vuelvas a decir por qué te golpearé severamente.

- Prometido.

- Té hago una pregunta. Ya que sabes tanto de la vida a tu corta edad- Aldana, se burló- A vos, ¿también te engaño tu mejor amigo con tu novia?- lo avistó, comiéndoselo con los ojos-

Alterno en su mente palabras adecuadas, no quería cometer un error ante la irritabilidad de ella.

-No, fueron otros los motivos. La ruptura del primer amor, el dolor es el mismo, ¿no te parece?-presidió el mutismo y Andrés, como al pasar curioseó- ¿Lo seguís amando?

-Sí- respondió, cansada de aparentar, y lloro-

-¿Querés que lo golpee?- dijo él, guiñándole un ojo-

Aldana meció su cabeza negativamente. La abrazó y no pudo resistirse al contacto con su hermano. Desahogarse, sin hablar. Necesitaba aliviar su alma y sollozo sensiblemente.

-Es bueno llorar Aldi, limpia el alma. Los dolores compartidos son menos dolorosos, es lo que dice mamá. Yo siempre voy a estar para vos, nunca voy a abandonarte. No es necesario hablar, llora, acá estoy para secar tus lágrimas y darte estos largos abrazos.

La balanceo varias veces con impetuosidad y la apartó despacio, dimitiéndola frente a él. Quitó sus lágrimas, acarició su mejilla, ubicándose a su lado. La tomo de la mano y mirándose de perfil, Aldana, acertó que su hermano nunca la abandonaría.

-¿Estás segura de que querés ir a la fiesta?-preguntó, preocupado-

Aldana asintió.

-Si no te sentís cómoda, me llamas y voy a buscarte, ¿ok?

Aldana asintió.

-Aldana, ¿por qué no te quedas en casa? La gente normal, pronuncia oraciones y parece que vas a un velorio. - dio una bocanada al cigarrillo y ella soltó su mano-

-Voy, porque Yamila no me dejaría tranquila- revoleó sus ojos- Además, si no asisto- titubeó y luego se animó a revelarle- me tendrán lástima y es lo que menos necesito por parte de la gente. No soy tonta, escuchó los comentarios o cómo murmuran a mis espaldas. Sí no me presentó, hablarán, será peor y estoy harta de esconderme. No quiero que piensen que perdí las fuerzas, las ganas de seguir mi vida. Todos siempre piensan saber más de la cuenta y no saben absolutamente nada.

- ¿Qué te importa lo que opine la gente? Sin motivos hablan igual. No cambies para que la gente te acepte. Sé auténtica y la gente correcta te corresponderá. Tenés que ir a esa fiesta por vos, no para demostrar que estás bien.

- Quiero ir, porque no quiero darle él gustó a Leonel y a Fernanda. Soy consciente de que me ganaron, me siento derrotada, avergonzada, destrozada, si era lo que querían, lo consiguieron. Son tantas las noches en vela aferrada a mi almohada y dormirme empapada en lágrimas, algunas veces, hasta me falta el aire. Lo positivo, es que ya no deambuló por la casa en las noches cómo un alma en pena. Directamente, ni me levantó de la cama. Lo pienso todo el tiempo, y desde que no está, me hace tanta falta. Junto a él, me elevaba al cielo y caí en un infierno del que no sé cómo salir. Pienso en todo lo que perdimos, y aunque parezca una exageración, es cómo que estoy desorientada, aguardando la esperanza de regresar, me cuesta tanto aceptar que no me ama. Mi corazón está roto, Andrés. Yo… sí lo amé con locura y la decepción de que no era recíproco me desbasta. Me hipnotizó con su dulzura y nunca sospeché que me traicionaba, me siento estúpida. Es contradictorio porque lo detesto, pero me oprime el alma que no compartiré ningún nuevo recuerdo, idee proyectos qué no se concretarán nunca. Me siento quebrada, vencida. No pasé dos días a su lado, fueron cuatro años. Éramos chicos y crecimos juntos. Su rostro se aparece en todo momento, me gana la batalla y cuando decido que lo dejaré ir, me derrumba la idea. No sé, estaré enloqueciendo.

-Es normal lo qué sentís, fueron muchos años. Me duele tanto saber de tu dolor, Aldi. No quiero que sufras. Es inevitable, pero quiero que estés bien. Si vos sufrís, yo sufro.

- No te preocupes, haré lo necesario para borrarlo. Me prometí que lo olvidaría. Me llevará tiempo, sin embargo, lo lograré. Si me hubiera traicionado con otra persona, sería menos doloroso.

-Lo sé. Es algo que no pensás que podría pasarte, pero pasó. Tenés que plantarte y desenterrarlos.

-Tengo que sacarlos de mi vida- proclamó, encogiéndose de hombros- Es como si el tiempo no pasará, no sé cómo explicarlo. Una parte de mi alma murió y tengo el jodido, déjà vu interminable, de ellos juntos. También estoy cansada de que mis amigos me crean vulnerable, repitiendo que apenas soy la sombra de lo que fui, de mi indiferencia, de cómo cambio mi carácter. No puedo evitar estar mal y querer estar sola. Te juro que intento disimular, fingir y no lo consigo.

-Compruebo que pones fuerza de voluntad. Es natural que tus amigos se inquieten por vos.

- No lo hacen con maldad, igual, cansa sentir la pena ajena. Andrés, alguna vez miraste a alguien hacer algo tan simple, como reír, comer, bailar, hablar y solamente sonreís porque te llena el alma.

-No- dijo él, apesadumbrado-

- Bueno, yo sí. En estos momentos, en dónde estoy sufriendo, me envolvería en sus brazos y escuchar decirle "todo estará bien, no sufras, esto pasará" era mi paz. Todo lo que faltaba en mí, lo completaba.

- Cuándo mi relación flaqueó, decidí cortar por lo sano.

-¿Por qué terminaste con Analia?

-Quería una vida simple, menos compleja y sin toxicidad- le mentía descaradamente-Vos estás buscando qué venga a salvarte y no te das cuenta de que la única que puede salvarse, la qué tiene la fuerza, sos vos. La vida te dio un corazón enorme, lleno de bondad. Aprende a vivir por tu cuenta, disfruta de todo lo que hay, sin la necesidad de esperar que otra persona te dé felicidad, y estoy completamente seguro de que por algo te lo quito del camino.

Aldana agachó su cabeza un poco avergonzada. Necesitaba a Leonel cómo su respirar y pensó que hay cosas que es mejor solo hablarlas con Dios.

- Leonel, ¿estará?

-Sí.

Quería que entrara en razón, por supuesto, estaba al corriente de que no lo conseguiría, era demasiado obstinada. La veía tan dañada, desecha al hablar y de aspecto tétrico. Había perdido peso y las bolsas negras debajo de sus ojos, demostraban su cansancio. Le alarmaba la piel excesivamente clara. Demostraba extenuación mental y física. La tristeza que fulguraba era intolerable, un pasaje abierto a la nostalgia. Esparcía un amedrentado desánimo, que lo destruía, e incapacitándolo, no sabía cómo ayudarle, alarmándole que entre en un estado depresivo. Leonel y Fernanda la arruinaron. Su desdicha retraída, era que se echaba la culpa de lo ocurrido. Si no cambiaba la conducta, hablaría con su madre y si fuera necesario la arrastraría al médico para que la derive a un psicólogo. Por las noches no desatendía su llanto, que le atiborraba de impotencia y cuando quedaba en silencio, iba a verle, cuidando su sueño, asegurándose de que si despertaba, no sintiera miedo, ni soledad, que lo vea a su lado en la transición, acompañándole. Andrés quería matar a Leonel, por hacerle sufrir la miseria por la que traspasaba por su error. No merecía que derrame ni una lágrima por esa basura, ni por la nefasta de Fernanda.

-¿Fernanda?- preguntó, alejando sus pensamientos de ineptitud-

-Sí, también irá. Es la fiesta del último año.

- Para mí es mala idea que vayas. No creo que te sientas cómoda. ¿Es una fiesta de disfraces?- la miró de arriba, abajó-

-Sí- no recordaba habérselo dicho, meditabunda, lo inspeccionó- ¿Cómo sabes?

-Porque finalice la secundaria en el mismo colegio, o ¿ya no lo recordás? En quinto año se realiza la fantástica fiesta de disfraces. En esta ciudad, la rutina no cambia. ¿A quién le tocó organizarla?

- A Clarissa.

- Fui muy amigo del hermano de Cristina.

- Se llama Clarissa- ella, le expuso-

-Cristina, Clarissa da igual- reconoció, sin darle importancia- ¿Por qué no te disfrazaste?

-¿Te parece que tengo ánimos?

-Buen punto- indeciso, la inspeccionó- Pareces disfraza de la muerte.

-¿Por qué?

- Estás maquillada con colores oscuros. Tu vestimenta es un jean negro, camisa larga negra y zapatos negros- la describió con sonrisa y voz burlona-

-Podría decirse que soy la muerte. No está muy alejado, dos muertes en mi vida, hablando hipotéticamente.

-¡Levanta un poco el ánimo! No seas melodramática- Andrés, refutó-

Frenó un auto delante de la casa. Yamila tocó la bocina reiteradas veces, sin bajarse del auto.

-¡Hola, Andy!- gritó-

-¡Hola, Yami!- la saludó, sonriendo de par en par-

Sin moverse del lugar, arrojó el cigarrillo a un costado. Aldana abrazó a su hermano y él balbuceó en su oído.

-Si te sentís incómoda, me llamas, no regreses sola a casa. Gracias por confiarme tus sentimientos.

-Gracias a vos por escucharme- respondió, con cariño-

-¿Me prometes que te divertirás?-Aldana, se despegó lentamente y asistió- El show debe continuar, hermanita. Divertite.

- Sí- suspiró, largo y tendido- El show debe continuar. Te prometo qué me voy a súper divertir- subió sus pulgares arriba-

- No seas tan eufórica- Andrés, bromeó- Te quiero, Aldana. No lo olvides.

-Yo también te quiero-golpeó su hombro y él se quejó-

Aldana subió al auto y Andrés esperó, advirtiendo cómo el vehículo partía a su destino. Intranquilo, asumía el presentimiento de que no la pasaría bien.

Yamila disfrazada de la mujer maravilla, no paraba de parlotear, reír y tratar de obtener una respuesta por parte de Aldana, que afirmaba meneando su cabeza, y por un momento, dejó de escuchar. Indagó por la ventanilla, el cielo negro relampagueó, se aproximaba una tormenta, de inmediato, se arrepintió de presentarse a la nociva fiesta, no ansiaba llegar. Saber del paradero de Fernanda y Leonel sería una tortura. La ansiedad e inquietud entumecieron cada músculo de su cuerpo.

-¡Aldana! ¿Me estás escuchando?

-Sí, sí – respondió, atontada-

-Estás en otro mundo. ¿Te sentís bien?

-Sí, estoy bien- Yamila, la miró de reojo-De verdad, me siento bien- Aldana, insistió en la respuesta-

-No te creo, sos muy mala mintiendo- para distraerla trataba de sintonizar algún dial de radio, mientras expresó con voz dócil- y pareces enojada.

-¡Por tu culpa!- acusó, alterada-

-¿Mi culpa?- declaró, desentendida-

-¡Me obligas a ir a la estúpida fiesta!

-¿Qué querés? ¿Recluirte? No, corazón, nunca lo permitiría. La vida es pasajera y tenés que disfrutarla. Puede ser dolorosa, complicada y llena de altibajos e incluso algunos días es insoportable levantarse de la cama. También tendrás otros días, otras personas, otros tiempos y otras historias que hacen que valga la pena. Siempre será un nuevo comienzo. Al abrir tus ojos, al despertar, encontrarás nuevas oportunidades, nuevas sorpresas, coincidencias y encuentros que pueden cambiarlo todo. Agradece que estás viva. Hoy estamos y mañana no lo sabemos. Hay un proverbio que explica lo que estoy diciéndote: "El ayer es historia, el mañana es un misterio, pero el hoy es un obsequio, por eso se llama presente"

Aldana la examinó, boquiabierta.

-¿Desde cuándo filósofas? Qué acabó de enterarme.

- Para tu información, soy una chica culta.

Aldana de perfil y arqueando una ceja.

-Bueno, bueno. Al proverbio lo escuché en la película de kunfu Panda.

Al argumento revelado, sin contenerse, explayó una risotada.

-No te rías. Lo demás, sí es mi hipótesis de la vida.

- Muy buena conjetura, me conmovió.

- No te burles. No lo practicó a menudo, en cambio, soy buena aconsejando.

- Es verdad, sos muy buena aconsejando.

-Gracias- dijo, satisfecha-

-Discúlpame por reírme. Me impresionó, porque no sos de traer a colación razonamientos y proverbios.

-Que me ría todo el día, no significa que no tenga ciertos momentos de lucidez para expandir mi mente. Que no practiqué lo que promulgué, es otro tema.

- ¿Y por qué no lo haces?

-Para mí, es mejor guardar mis auténticas emociones.

- Pensé que me darías la verdadera respuesta del porqué. No es novedad tu contestación. Descifró tus conductas y tus tácticas de rehuir ciertos contextos. Lo que no entiendo es porque le temes tanto a demostrarte tan cuál sos o porque le temes al amor.

- Porque no me gusta demostrar mis emociones, prefiero taparlas.

- Tu carácter es especial, autenticó, no tendrías que ocultar tus verdaderas emociones.

-Algunas veces creo que es mejor guardarse algunas cuestiones, y no hablo solo de mí, es en general. Con respecto al amor, mis padres son el ejemplo perfecto de porque no quiero enamorarme.

- No significa que repitas su historia, es absurdo que sientas eso. Yami, ¿vos nunca me mentirías?

-No, obvio, no. ¿Por qué lo preguntas?

- Cómo te guardas ciertas cuestiones en general, no quiero que lo hagas conmigo, podés contarme como te sentís y sí sabes algo sobre Fernanda y Leonel, no lo calles para no lastimarme, la idea no me agrada.

-No… no lo haría, quédate tranquila.

-Gracias. Cintia, en los pocos encuentros que tuvimos, se portó rara, y nerviosa.

- Es lógico que actué raro, está entre la espada y la pared. No cortó el diálogo con Fernanda, seguramente, siente incomodidad, debe mortificarla, estar en dos bandos. Además, fue la que mantuvo al grupo a flote en peleas. Sentirá impotencia al no poder atribuir una solución. Lo habló con nosotras. Barbará y yo le expresamos que no había vuelta atrás, cortábamos de raíz con Fernanda.

-Intenten acercarse. Yo no me enojo, al contrario, no soy nadie para interponerme. A mí me traicionó, no a ustedes.

- ¡Ni loca! Aldi, cuando una persona va por detrás y no habla de frente, no sirve, escojo no tenerla en mi vida. No lo tomes a mal, pero nosotras quedamos en el medio, y sinceramente, no le importo, rompiendo la amistad de tantos años. Yo cuando digo no, es no. Cintia ya actúa de manera extraña desde que apartó a Gerónimo- luego de una pausa, agregó- Tu problema es que pensás demasiado. No te preocupes, cada una tiene su mambo.

-¿Qué habrá pasado?

- No sé, ni me importa. Cintia no quiso hablar del tema, tendrá sus razones y a Gerónimo, no me lo nombres.

Sintonizo el dial de radio. La canción recién comenzaba, Flor pálida de Marc Anthony.

- ¡Amo la canción! ¡Le fui poniendo un poquito de amor!- se mecía enérgicamente y con una mano empujaba a Aldana- ¡Dale Aldi, que sabes la letra! ¡La fui abrigando en mi alma y en el invierno le daba calor, para que no se dañara!

-Yamila, cantas mal y no tengo ganas de escuchar la canción. No existen hombres que aman, en la vida real, no. Las canciones son ficticias, nos hacen creer que el amor siempre se encuentra, que las almas gemelas se unen y todo es una farsa. Gracias a estas canciones y a las películas, consideramos las jodidas ilusiones de que las historias de amor terminan felices, comiendo perdices.

-Primero no te metas con Marc Anthony, que no tiene la culpa de tu apesadumbrada visión del amor y segundo ¡sos mala onda, nena!- bajo el volumen de la radio- Cambiando de tema, tu hermano cada día está más lindo.

-¿Qué?- efectúo una mueca de horror- Es mi hermano- le recriminó-

-Sí, ¿y? – le respondió, sin interesarle- Es hermoso.

-Ansío que cantes antes que hables sandeces, haré caso omiso de tu comentario respecto a mi hermano. Me tendría que haber quedado, no sé, me da la impresión que algo le preocupa, aparte de mí.

-¿Querés que giré y te regreso a tu casa?- se iluminó su rostro y antes de que pueda contestar- Ni lo sueñes mi pequeña damita. Basta de encerrarte, ¿escuchaste algo de todo lo que dije? O ¿Gaste saliva?

- Sí, pero…

-Pero nada, iremos y listó.

Yamila concentrada, cantaba cada canción de la trasmisión de radio. A Aldana le sudaba el cuerpo, casi llegaban a la residencia de Clarissa. Un terror profundo la tomó nuevamente, le costaba respirar y Yamila apretó su mano.

-Tranquila, nos divertiremos. Yo te cuido.

Al estacionar el coche, Yamila, salió con aires de Diva y rápidamente le abrió la puerta a Aldana, qué frunció el entrecejo y a regañadientes salió. Escucharon la música procedente de la casa y Yamila bailaba graciosamente, enganchando su brazo, casi arrastrándole. Pasando la puerta, de golpe, toparon con Clarissa.

-Aldi, pensé que no vendrías. Con todo lo que te sucedió en las últimas semanas, yo, en tu lugar, estaría escondida debajo de la cama, por la humillación- Clarisa, comentó con decoro y absorbió del sorbete, procedente de un vaso de vidrio que sostenía en su mano- Te re admiró- finalizó la revelación, falsamente-

-Gracias- respondió, queriendo arrancarle los ojos-

-¡Mi casa es su casa, diviértanse mis amores!

Con sonrisa de par en par se retiró al centro de la fiesta gritando, llamando la atención de los presentes.

- ¿Soy una de sus amores? Me halaga, tiene tantos- Yamila, se mofó y Aldana, levemente rió- Omití la acotación, es una víbora. Está ebria, el aliento lo comprueba- procedió por el costado de la pista de baile de la mano de Aldana- Te aseguro que ese vasito poseía vodka, le gusta demasiado el alcohol a su corta edad- certificándolo- Se rumorea que la madre es alcohólica, hereditario, amiga- remato la frase con una mueca de desprecio-

-¡Yamila! No hables de esa forma. Son rumores y no me gustan los chismes.

- ¡Aldana! Seme sincera, todos estamos al corriente de que es bastante alcohólica. No hubo fiesta en que no lo demuestre y es una maldita víbora, muerde su lengua y cae envenenada.

- No exageres a tan extremo de decir que es alcohólica y es un poco... especial, cómo si supiera exactamente qué decir para que la herida sangre. Es su problema lo que indiqué de los demás, no te corresponde enjuiciarla.

- Me das la razón, es mala entraña.

- No te estoy dando la razón. A mí me encanta porque cerras los oídos y entendés cualquier cosa, menos lo que estoy explicando.

- Como digas- concretó sin afectarle y acotó entusiasmada- El hermano es un bombonazo, no me molestaría tenerla de cuñada.

- ¿Qué tenés con los hermanos?- preguntó, espantada-

Yamila carcajeó y abandono el asunto. A medida que caminaban empujando, consiguieron situarse en el centro de la pista. Aldana exhalaba lentamente por la boca, siendo un manojo de nervios. Para su desgracia localizó a Leonel con Fernanda, muy cerca uno del otro. Las piernas se le aflojaron. Yamila captó lo que presenciaba y de un arrebató agarró fuerte su cara.

-Aldi, no existen, no le prestes atención. Él se lo pierde y Fernanda no vale la pena, no sé cómo tiene la cara de presentarse, no sabe el significado de la vergüenza. Es verdad ese dicho "Nunca terminas de conocer a una persona"- Aldana, masculló. Yamila, percató que apretaba las mejillas con fanatismo-Perdón. No los tolero, me sacan de quicio – dijo, acalorada-

-Sí, pero no me lastimes a mí- palpó sus mejillas dolientes- Es embarazoso Yami, quiero irme.

-No, señorita. Ni pienses que dejaré que huyas, con la frente bien en alto le demostrás que sos mejor persona. Si él se acerca, no caigas en la tentación.

-Es una mala idea estar acá- alegó, perturbada-

-Aldi yo sé que es espantoso verlos, fueron dos personas muy importantes que te traicionaron y te mintieron. Hermosa criatura del señor, en tu vida tenés a Bárbara, a Cintia y a mí. A Gerónimo lo descartamos.

-Gerónimo- soplo, con añoranza-

- Ni lo recuerdes, es de la misma calaña.

-Lo sé. Y gracias, sin ustedes no sé qué sería de mí, son incondicionales- busco entre la gente y preguntó- ¿Bárbara y Cintia?

-Seguro que están por ahí – contestó, despreocupada- Vamos a bailar y por supuesto a pasarla de maravilla- giró en el lugar, representando a la Mujer Maravilla-

Compañeros del colegio se acercaron y en ronda bailaban. Aldana solapadamente se colocó en una posición que podía ubicar a Leonel. Fernanda no le sacaba las garras. Lo tocaba de una manera muy sensual, la acción le originó irritación y celos. Leonel, en un juego de vistas, la diferenció, y despreció a Fernanda con descortesía. Definido y marchando entre la gente, presidía hacia su dirección. Aldana no descifraba en cómo rebelarse, oscilaba entre salirse o quedarse en el sitio y repudiarlo. Su cuerpo se pasmó y la música aumento en volumen. Cuando casi la alcanzaba, apareció Gustavo, un compañero de su clase, permaneciendo tan contiguos, que Aldana podía apreciar su respiración. Entabló el baile guiando los pasos, pegándole su cuerpo. Gustavo lo provocó con la mirada y Leonel sé dispersó ofuscado.

-Gracias- ella, le murmuro –

-De nada. Estaba mirando el encontronazo y no quiero que pases una mala noche. Tendría que dejarte tranquila después de cómo te engaño- contestó, regalándole una sonrisa seductora-

Aldana investigó por arriba del hombro de Gustavo. Leonel no perdía ningún movimiento. A unos metros los vigilaba y mordía sus labios consecutivamente. Magullo el vaso de plástico dándolo contra el suelo y desapareció disipándose entre la multitud. Aldana se relajó y disfrutó del baile. Transcurrió un buen tiempo, definitivamente le había perdido el rastro. Mientras bailaba con sus compañeros, se sumaron Cintia vestida de Gatúbela y Bárbara, disfrazada de Emperatriz Romana, saludaban alegremente, arrojando besos, y demás payasadas, las adoraba por sus locuras. Las luces intermitentes emprendieron, la tomaron por detrás de la cintura, volteándola bruscamente, al percibir quién la sujetaba, su sonrisa desvaneció. Leonel oprimía su cintura contra él.

-La estás pasando bien, Aldanita- dijo, asegurándoselo. Trató de desengancharse y no se lo consintió- Bailaste con todos los varones, ¿no me concedes un baile?- dijo, rabioso-

-No, no quiero. ¿Fernanda se cansó? ¿A qué jugás Leonel?

-No juego a nada. Quiero que bailes conmigo.

Dispuso salirse y la inmovilizó, reteniéndola, obligándole a bailar. Aldana casi respiraba, apenas movía sus pies. Su hermosura la volvía loca, lucharía contra su encanto, no caería en la trampa, repitiéndose que no aprobaría besarle. Su disfraz de príncipe, una parodia de la vida. De príncipe azul, ningún parecido y la historia, ningún cuento de hadas. Él casi no pestañeaba, sus ojos destilaban odio y cólera, comprimía su mandíbula y sus fosas nasales se movían ligeramente.

-¿Qué te pasa? ¿Estás enojado? ¿Celoso?- burlándose, eliminando sus sentimientos de besarle-

- ¡Sos desubicada! ¡El duelo de terminar la relación lo haces bien! ¡Bailando con todos!

-¿Duelo?- anonadada, ante la palabra-¡No tenés cara! ¡Vos me engañaste! ¡¿Y yo soy la desubicada?!

- ¡Si te quisiste vengar! ¡Muy bien, lo conseguiste!

- ¿Qué venganza? ¡Solamente baile con tus amigos y te comunico mis compañeros!- lo marco, gritándole- ¡Es una fiesta! ¡No sos el centro del mundo! – asevero, en su tono de voz- No quiero hacer una escena, déjame en paz.

-No sé cómo no me di cuenta antes- Leonel, manifestó con asco-

-¿De qué?- sin deducirle-

-Fernanda, tenía razón, te regalas con cualquiera.

No le contesto e intento apartarlo. Leonel agarró su rostro, besándole con ardor, con una intensidad que le quito el aliento. Se enfocó en las palabras de Yamila "no caigas en la tentación" Quitándolo de un empujón, con repulsión limpio sus labios y le propino un fuerte cachetazo.

-Me besas de nuevo y te arrancó un pedazo de labio- anunció, sulfurada-

Yamila agudizaba sus sentidos, lejos de la escena.

-¿Los separamos?- Gerónimo, preguntó interesado-

- ¡Nene! ¡Me asustaste! Es tarde para preocuparte por si se matan, lo hubieras pensado antes, cuando lo encubrías.

-Yamila, vos en mi lugar, ¿Cómo?… Dejemos el tema, porque ya no sé cómo explicarte, no entendés mi posición.

- Hay una palabra, no sé si la conoces, búscala en el diccionario, por qué no forma parte de tu vocabulario "Diálogo" Yo hubiera dialogado para evitar está catástrofe. Le aconsejaría que recapacite, que no la engañe y se decida por una. No consentirle el capricho y concientizar que estaba bien lastimar a Aldana. Millones de contestaciones tengo para decirte. No perderé mi tiempo en alguien que es una causa perdida.

-¿Yo soy una causa perdida?- sonrió, por su declaración- ¿Él es el infiel? ¿Y yo pago los platos rotos?

- No te rías, a mí no me causa gracia. Es lo que siento hacia tu persona por apoyarle en algo tan desfavorable y perverso.

- Me causa cómo lo interpretas.

- No tengo ganas de una nueva discusión.

- Leonel es mi mejor amigo, Yamila.

- Aldana y yo también lo éramos. Agradece que Bárbara es tu prima, por ese motivo, te sigue hablando. Cintia, no sé por qué circunstancia, te desprecia desde hace meses. No me incumbe, ni me importa, tendrá sus razones.

-¡A Cintia no le hice nada! ¡Te lo dejé en claro millones de veces!

-¿Sabes que pasa, Gerónimo? Que ya no te creo nada y vos nunca hacés nada. "Dime con quién andas y te diré quién eres"

-¡Tus dichos me tienen hartó!

- No me escuches, mira todo el espacio que tenés para irte a otro sitio.

- No entiendo tu postura, Yamila. ¿Por qué me tratas así? Somos mejores amigos.

-Éramos. Tiempo pasado.

- Muy bien, o sea, sin consideración, me apartas de tu vida. No pensé que me condenarías a mí también.

- Yo no te condeno, solito lo hiciste. Directamente, no tengo ganas de dirigirte la palabra, lo que le ocultaste a Aldana, es abominable.

-Le supliqué a Aldi que me perdone y lo único que hizo fue excluirme. A vos, ¿por qué tengo que pedirte disculpas?

- Gerónimo, en todos los años de amistad, ¿nunca me conociste sinceramente? Sí lástimas a uno de los míos, me lastimas a mí. No creas que seguiré tratándote como si nada, además, eras mi mejor amigo y te guardaste lo que pasaba.

- ¡No podía traicionar a Leonel! ¡Él tenía que aclararlo!

- Optaste por traicionar a Aldana… Y a mí. Todas pensábamos que te morías de amor por Fernanda. Felicitó a Aldana que no te dirija la palabra.

-¿Podemos continuar la amistad?

-Nop.

-Yamila, no seas rencorosa. No nos metamos, es su problema.

- Si no hubieras participado, sería distinto. No puedo dejar que formes parte de mi vida.

-¿Cómo podés decirme eso? Me duele que me trates así.

-Si te diría lo que verdaderamente opino de vos, te dolería aún más- lo observo con desprecio- Y el disfraz del zorro te queda espantoso.

Lo empujó, y la perdió de vista entre la muchedumbre. Gerónimo se entristeció. Yamila no tenía ni idea de lo que significaba para él.

Aldana se excluyó de la fiesta un poco aturdida. En el patio trasero, apoyó sus manos en el respaldar de una silla. A continuación, frotó sus manos heladas y segundos después las deslizó por su cuello adolorido, no podía des tensionarse. Rozo sus labios inflamados, la beso por celos, al repasar que coqueteaba con otros y le causó coraje. Vinieron a su mente las fotografías ¿Con qué derecho le reprochaba? reflexiono, no saliendo de su asombro, por la fantochada por parte del reclamo. Fernanda se acercó vestida de Odalisca, por supuesto, el disfraz resaltaba sus curvas admirables. Su cabello dorado, armado en una trenza, descendía sobre el hombro izquierdo. Sus ojos verdes encandilaban, y su piel trigueña sobresalía. Aldana, con la guardia baja, desprevenida, y mordiéndose la lengua, pensó "no puedo competir, es bellísima" Podía poseer al hombre que quisiera. Los celos le mascullaban que le arranque la trenza de un tirón, sin protestar, aguardó.

-Hola, Aldi.

Con voz fina (que en el presente consideraba insoportable) La saludo casi con vergüenza y cohibida. Acariciaba la trenza con sus cordiales dedos y uñas esculpidas. Codiciaba revelarle "maldita mosca muerta, como te a través a acercarte"

- Admiró que tenés valentía al aproximarte después de semanas y hace solo unos momentos coqueteabas con mi ex, que por tu culpa fue mi separación- luego de una pausa, el tono de voz menguó- Me fallaste Fernanda y es un daño irreversible. Lo infame de tu presencia, es que le apuntaste a Leonel que yo me regalaba con cualquiera. Desaparece, porque no voy a contener - cerró sus puños- las ansias de abofetearte. No es lugar, ni momento. No codicio un altercado.

-Aldana- sin mirarle, jugueteaba con su trenza- Yo quiero explicarte que sucedió, antes no pude. Siempre estás acompañada de Yamila y ya sabemos de su temperamento, me lo dejo marcado- toco uno de sus pómulos- No puedo enfrentarte a vos, menos a ella. Bárbara, directamente no me dirige la palabra. Cintia fue flexible. Gracias por no interferir en mi amistad, me sentía sola, y me ayudo a salir adelante en este doloroso proceso.

- ¿Doloroso proceso? Me imagino el calvario que pasaste- la ridiculizó- No tenés nada que agradecer.

- Quiero que sepas mi versión de la historia. No sé si Leonel habló con vos.

- ¿Por qué no le preguntaste mientras coqueteabas? Tuviste varias ocasiones. En el colegio, en su casa, en cualquier lado. No soy distraída, ni estúpida. Veía como lo mirabas y lo acechabas. Me llegó el comentario que es tu pareja.

- No es mi pareja.

-Por mí, no lo oculten, pueden salir libremente. Les ofrezco mi bendición- irónica, coloco sus manos en modo de rezo- No sigas mintiendo, los observé muy predispuestos uno con el otro.

-Es incorrecta tu deducción.

-Como digas. No me interesa.

Quiso retirarse, y Fernanda, afianzo con refinamiento él ante brazo. Aldana la miro como para comérsela. Si las miradas matarán, en ese mismo instante, estaría muerta y enterrada.

- Espera- le pidió. Aldana se despegó precipitadamente- No tengo perdón por mis actos…

- No sigas, simplemente, decime una cosa. Siempre tuvimos confianza, ¿por qué no me lo dijiste? Si estabas enamorada, de alguna manera, lo revolveríamos juntas o habrías enfrentado que te insulte. No sé cómo reaccionaría ante semejante revelación. Peor fue que me engañaras ocultando tus sentimientos. De frente se solucionan los problemas, no clavándome un puñal por la espalda. Mírame a los ojos, Fernanda.

Vaciló. Después de unos minutos que parecieron eternos, se atrevió. Aldana con dolor percibió esos ojos verdes y la aferró por el mentón.

-¿Sabes que los ojos son el reflejo del alma?- soltó su mentón con desprecio y Fernanda trastabillo- Lo único que veo es falsedad, estás contenta por lastimarme. Sos despreciable- y le propinó una cachetada-

Fernanda, al componerse, sonrió con maldad. Succionó la sangre del labio partido, y carcajeó.

- Sos tan predecible.

- Seré predecible, pero no soy una regalada como vos. Ya me lastimaron, conseguiste lo que querías. Déjame sola.

- Antes de irme, tengo que confesarte algo que nos involucra a los tres. Te lo oculté por mucho tiempo, tenés derecho a saberlo.

- ¡Qué confesión podés tener que nos involucra a los tres! ¡Ya sé toda la verdad!

Bárbara apareció hecha una furia. Aldana percibió sus intenciones, la arrojaría al suelo y terminaría en desastre. Atinó a interponerse, apartándola.

-¡Espera, Bárbara! ¡Tranquilízate! Fernanda, estaba a punto de decirme algo importante, qué ocultó por tanto tiempo y deseo escucharla.

-¡Seguro quiere decirte que lo lamenta! ¡Hipócrita! ¡Que no se dio cuenta de que le metía la lengua en la garganta a tu novio!

Su coraje, notándose en su voz y en su cuerpo, que se sacudía pretendiendo llegar a Fernanda. El único obstáculo, Aldana en el medio.

-Bárbara, por favor, quédate calmada. No ganas nada realizando una escena. La solución no son los golpes, yo la abofeteé y no vale la pena.

- Por respeto a vos, dejaré que hable y no me interpondré.

- Gracias.

Aldana y Bárbara esperaban la reacción de Fernanda, que solo agachaba la cabeza. Irrumpieron muy asustadas, Yamila y Cintia.

-¡Habla!- Aldana, gritó irritada-

-¡No, que no hable! Fernanda, ya hiciste mucho daño, manteen la boca cerrada- Cintia, se desesperó-

-Chicas, regresemos a la fiesta- a su alrededor varios grupos de personas se amotinaban- Lo único que sale de su boca son mentiras- Yamila, en un tono muy manso sermoneó-

-Leonel y yo salimos hace un año- Fernanda, escupió sin tapujos-

Aldana tambaleó, y Cintia la agarró por los hombros. Yamila toco su frente, cerrando por unos segundos sus ojos y quedó sin aliento, sabía muy bien el impacto que tendría en Aldana la declaración. Bárbara llevó la mano tapando su boca y retrocedió unos pasos.

-¡¿Por qué lo dijiste?!- Yamila, bramó-

-¿Se lo dijiste? Yamila…

-Aldi, yo…

-¡Cállate, Yamila! ¿Qué? ¿Un año?- Aldana, preguntaba confundida-

Desorientada, busco las caras de sus amigas y ante la afirmación, ninguna parecía sorprendida, solo echaban vistazos de sinsabor a Fernanda.

-Sí, es cierto. Una noche que estudiábamos en tu casa, nos fuimos juntos y en ese momento comenzó la relación, pasó tan rápido. Eso sí, ninguno lo planeó, puedo asegurártelo.

-Me deja más tranquila, al saber que no lo planearon- Aldana, dijo entre sarcasmo e inquietud-

-Si lo planeaste, a mí no me embaucas- Bárbara, reafirmó-

Apartando a Cintia, en estado de shock, entre abrió sus labios. Intentó contestarle y nublándose su panorama, fregó sus ojos por varios minutos. Al calmarse, profundizó en la historia.

-Él... Él – con un nudo en la garganta y voz cortaba – es el chico que tenía novia, que nos relatabas que la dejaría por vos. O sea- dedujo por unos segundos y luego, declaró- Soy yo la novia- embrollada, tratando de atar cabos, formuló desorientada-

-Sí- Fernanda, determinó sin remordimiento-

-¡Dios mío!-sus rodillas debilitaron y juzgó que perdería el sentido- Yo pensé que lo de ustedes, había pasado una vez… Creo que voy a vomitar, tengo el estómago revuelto- comenzó a respirar y las náuseas cedieron. Registró a Cintia, Yamila y Bárbara, no había rastro de desconcierto, confusión y veía recelos, sin asombro-¿Me contabas lo que hacías con mi novio? ¡Sos lo más sádico que conocí en mi vida! ¡¿Me odias, Fernanda?! ¡¿Cómo pudiste?! ¡¡¡Porque no entiendo cómo pudiste hacerme esto!!!

- ¡Ya que nos sacamos las caretas amigas de mi alma! ¡Sí, lo confieso! ¡Te odiaba por estar con Leonel! ¡Tenía que estar conmigo, no con vos! ¡Sos poca cosa! ¡No deduzco porque no rompía la relación!

- Tendría que golpearte de nuevo, y ganas no me faltan. ¿Sabes por qué no lo haré? Me producís compasión, sos una pobre chica superficial. Total de tener lo que querés, sos capaz de sacar tus bajos y sucios instintos. Me imagino con que artimañas lo sedujiste. Estás enferma ¿Por un chico? Romper la amistad de tantos años. Nunca te lo voy a perdonar y no por el engaño, lo que no te voy a perdonar, es lo déspota que fuiste conmigo. Sabías cuánto lo amaba y no te importó - con la mirada busco a las demás- ¿Ustedes lo sabían?- preguntó, indignada-

-Sí, lo sabíamos- contestaron al unísono, casi en un hilo de voz-

-¡Claro que lo sabían! ¿Sos tan ingenua? ¡Todos lo sabían, menos vos! ¿No te viste? ¿No me ves a mí? ¡No hay competencia!- Fernanda, en un rugido, gritó, rebajándola-

- Si no hay competencia, ¿por qué no me dejo? Yo lo aparte, pregúntatelo. Está jugando con vos, como jugó conmigo. La gran diferencia entre vos y yo, entre otras, tengo el valor de admitirlo ¡Estoy tan decepcionada, indignada, enojada!- Aldana, mecía una mano cerca de su rostro para hiperventilarse y caminaba de un lado a otro - ¡Todas me mintieron! ¡Ustedes tres me consolaban! ¡No me dijeron que Leonel era el chico del que vivía hablando! ¡Se callaron! ¡¿Qué clase de amigas son?!¡No necesito enemigos con ustedes!

-Aldi- Cintia, trató de apaciguarla- Yo me enteré hace unos días, no sabía cómo decírtelo.

- ¡Cintia, no mientas! ¡Vos siempre lo supiste!

- ¡No, no!- le dijó, casi desesperada-

- Fuiste la única que perseveró a su lado, cuándo Fernanda me traicionó. No puedo creerte, tan estúpida no soy.

- Fernanda, miente- Yamila, aseguró- No lo sabíamos desde el principio. Cuando salieron a la luz las fotografías… Hubo rumores.

-¡¿Qué rumores?!

- En el colegio, decían que no entendían cómo no notabas que salían. Que te hacías la crédula. Entre otros, que es mejor que no te enteres.

-No voy a mentirte, cuándo salieron las fotografías, deduje que Leonel, era el chico de sus aventuras amorosas- pactó, Bárbara-

- ¿Y te lo confirmó, Gerónimo? Ante dudas perseguís la verdad.

-Sí, me lo confirmó. Te seré sincera, en un principio distinguía algunas maneras raras de comunicación, roces, vistazos pícaros, sonrisas encubiertas. No era normal, en realidad, Cintia y yo lo percibíamos, Yamila, no.

-Yo soy un poco lerda, Aldi. Créele a Barby.

-Cállate, Yamila. Seguí hablando, Barbará.

-Dudas que rondaban por nuestras cabezas y terminaban en negación. Hipótesis, sin pruebas, ni fundamentos. Actitudes extrañas, que no podíamos considerar verdaderas.

- ¿Por qué no me expresaron sus dudas?

- ¡Porque no podían ser ciertas! ¡Eran Fernanda y Leonel!- Cintia, gritó-

-Yo los veía tan enamorados a ustedes, en una relación sólida, que no le di importancia-Barbará, atestiguó- ¡Para que llenarte la cabeza! Te puedo jurar que nosotras tres nos enteramos con seguridad, lo que sucedía, luego de las fotografías. Antes, no.

-Yo me enteré esa noche que los encontré besándose. No se me ocurrió pensar que mantenían una relación, ni que el chico misterioso era Leonel. Luego la gente hablo tantas cosas que no sabía que era cierto y que no- acotó Yamila, con desilusión en su voz- ¡Fernanda decile ahora que hablaste y destapaste todo! ¡Quién subió las fotografías en las redes sociales!

-¡Yamila, por Dios, cállate la boca! – clamaron Cintia y Bárbara, crispadas-

-Fui yo, de una cuenta falsa. No soportaba verte con él-manifestó Fernanda, sin ningún tipo de arrepentimiento-

-¡¿Qué?! ¡No puedo creer que hayas sido capaz! ¡¿Qué pasa por tu cabeza?!- Aldana, la increpó atónita-

-¡No me importa si te lastimé! ¡No me importa cómo te humille! ¡No me arrepiento! ¡Al contrario, quería separarte y estoy feliz de haberlo conseguido!

-¡Estás loca, Fernanda!- sus manos no podían estabilizarse-

-Serénate, Aldi. Te va a dar algo.

-¿Ahora te preocupa, Yamila?

-No me digas que no me preocupo. Quise evitarte esta amargura. Las tres lo quisimos.

-No trates de reparar la cagada que se mandaron, con la idiotez de qué se preocupaban por mí- pensó por unos instantes y continuó- Resumiendo, todas lo sabían y se callaron ¡No puedo soportar algún nuevo descubrimiento, no lograría sobrellevarlo!- Aldana, sonrió nerviosa y comenzó a lloviznar- Bárbara, Yamila, Cintia... Lo único que puedo decirles, es que yo, en absoluto, llamaría al silencio y lavarme las manos como Poncio Pilato. Creo que siempre supieron que ese muchacho era Leonel y no me lo dijeron. No quiero volver a verlas. Fernanda te lo regalo, con moño y todo- proclamó, taciturna-

- No te lo dijimos, porque te lastimaríamos- Cintia, comprobó-

-¿Qué de todo lo expuesto no me dijeron para no lastimarme?

Él silenció reinó.

-No puedo confiar en ustedes- Aldana, concretó, secando sus lágrimas. Las tres intentaron aproximarse-¡Ni se les ocurra! La amistad que nos unió por tantos años, se termina esta noche- ordenó con talante serio y autoritario- Y vos Fernanda, no me entra en la cabeza como te gusto herirme y no tengo la intención de averiguarlo. Pero no lo olvidaré, puedo asegurártelo. Yo no voy a ceder a perdonarte, ¡a la mierda con todo esto! Te puedo aseverar, que yo no seré de las dos la que se hunda. Vos siempre especulaste tener todas las respuestas, creyéndote superior al resto. Tu orgullo, tu ego, te harán caer, y no es porque te lo desee, es porque el karma es una maldita perra que pega donde más duele. Cuando caigas, vas a caer muy fuerte. A partir de este momento, podés contar historias, las que quieras sobre mí, como siempre lo hiciste. Es más duro vivir con la verdad de lo que sos vos, que las invenciones que podés decir de mí. Toda tu vida fue aparentar, y lo seguirá siendo.

-¡Decime lo que quieras!-la señalo con el dedo índice- ¡No te borres de la memoria que me debes tu vida! ¡Tendría que haberte abandonado, para que te ahogues en esa inmunda laguna!

-¡¡¡Por Dios, Fernanda!!! ¡¡¡No podés decir semejante monstruosidad!!!- Cintia, habló estupefacta-

-Sos de lo peor- Bárbara, la miraba entre sorprendida y entristecida-

-Sos una persona sin alma- Yamila, reconoció-

- ¡No me defiendan! ¡Dejen que destile su veneno! ¡Sos una pobre piba, Fernanda! ¡No tenés escrúpulos, ni empatía! ¡Observen que clase de persona es! ¡¿Cómo podés reprocharme que me salvaras la vida?!

- ¡Te odio con todas mis fuerzas!

-¡Sentí lo que quieras! ¡Lo que me alegra! ¡Es que ellas saben lo que verdaderamente sos! Vos elegiste herirme. No tenés corazón y me destrozaste, y peor con lo que acabas de decirme. Sos embustera, cruel, despiadada. Todo tiene una vuelta y no quiero estar cuando se termine esa vuelta, porque te atragantaras con tus propios actos. Esperó que te arrepientas a tiempo. No lo digo solo por lo que me hiciste a mí, también por todas tus actitudes hacia personas, que por no estar a tu altura, doblegaste.

-Tendría que cobrarte por dejarte vivir. No vales nada. No sos nadie, Aldana.

- Ya no tengo términos para referirme a vos, Fernanda. Ahógate sola en tu miseria.

Aldana entró a la casa. Buscó a Leonel entre la multitud, lo halló y lo golpeó en el rostro duramente tumbándolo al suelo.

-¡El golpe que contuve en mi casa, te lo doy en este momento, hijo de puta! ¡Sos una mierda! ¡Yo dejé de existir para vos!

La música se cortó abruptamente, y los invitados, con ojos curiosos, agudizaron los sentidos, atentos a la circunstancia generada.

-Aldana- toco la comisura de su labio que sangraba-¿Qué te sucede?-Gerónimo, precipitadamente, lo ayudo a incorporarse del suelo-

-¡Como podés ser tan descarado, de preguntarme que me sucede! ¡Hace un año que salís con esa prostituta!

Gerónimo trató de aproximarse.

-¡No lo intentes! ¡Aléjate!

- ¡Aldana, los dos son mis amigos!

- No. Sos amigo de esa escoria. Hasta acá llegué con todos. ¡Me cansé de los secretos, las traiciones y las mentiras!- le dio la espalda, camino unos pasos y repentinamente giró y reintegró a Gerónimo, que se atajó, juzgando que le pegaría -No voy a golpearte, y no repitas que sos mi amigo, porque nunca lo fuiste. Durante meses, me convenciste de que estabas enamorado, que eran novios y los encubrías- Gerónimo, lleno de vergüenza, no objetó- ¿Enmudeciste? ¡Te confié secretos que ni las chicas saben! ¡Y te consideraba un hermano! ¡Te escuché cuándo me contabas, cuánto amabas a Fernanda! ¡Me pediste ayuda para enamorarla! ¡Por Dios! ¡Contemple las escenas que idearon en mi casa! ¡Sos patético, Gerónimo! Lo que más me duele, es que pensé que me querías. Yo te adoraba, formabas una parte muy importante en mi vida, pero la verdad-primero indago a Leonel y luego a él- me producen antipatía, repugnancia.

Yamila, Cintia, y Barbará se aproximaron a una breve distancia. Con desdén y desagrado, fijo sus ojos en cada una, dispersando fiereza y decepción.

-Aldi… Perdóname-Gerónimo, imploró-

-No deseo oír ningún otro "Perdóname" Cómo diría Andrés, lo hecho, hecho está. Pedir perdón, no redimirá nada.

Apareció Fernanda, sonriendo maliciosamente, disfrutando del espectáculo, y apretó sus dientes, para no abofetearla directamente. Gerónimo intento comunicarse y le insinuó qué no pronuncié ni una palabra. Abandonó la casa sin mirar atrás, no podía sostener o admitir los sucesos, si tenía dudas, las aclararon. Rumbo a su casa, se sentó en un banco de la plaza. Encimada en su miseria, escuchó algo rasgarse en su interior. Perdió a todos en una sola noche. Llovía torrencialmente, y un relámpago abrió el negro cielo, lo examino amargamente, y lo comparo con su corazón, partido y sombrío. Entre tanta oscuridad, buscaba una luz que la despierte de la fatal alucinación, sin embargo, debía afrontar el entorno, no era una pesadilla, y no podía despertar. En su inconsolable angustia, dejaba ir una etapa de su adolescencia, cerrándose un capítulo, descubriendo que personas que pretendía conocer, resultaron ser desconocidas.