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Chapter 2 - VOLUBLE

»Este sentimiento es inamovible. Es como si todas mis partes se pelearan por tomar el control. Odio ser tan voluble. Rosa cuyos pétalos varía entre colores.

–¿Síndrome biofragmentación de la personalidad?

–Así es –asintió mi doctora.

–¿Cuánto tiempo me queda?

–369 días, cuatro horas y contando –afirmó sin pestañear–, es posible que cambies de personalidad y aspecto físico con frecuencia.

–¿Será doloroso?

–No estamos seguros, señorita Elizabeth.

[Elizabeth | diciembre 3, 2020]

Jonas es imperturbable, es mi mundo. Es frío y depresivo. Es como ver en sus ojos lo que hay en mi alma. Él es la luz en esos días en los que ni Dios puede conmigo. Nunca entendí bien por qué razón no toma café. Me hace reír cuando el rojo me tinta las bragas y el hecho de que no le importe mi afección fisiológica me hace quererlo aún más.

Jonas es Inmutable, centrado y pasible, sabe cuando insistir y cuando debe dejarme en paz. Vive absorto en su propio mundo, creo que nos parecemos en eso. Y cuando mis cambios suceden él me lee para calmar el dolor.

–Elizabeth -susurró en mi oído–, buenos días, mi amor.

–Buenos días, Jonas –repliqué con la voz tenue. Entrelazó sus brazos entorno a un cálido abrazo; la luz comenzaba a flitarse por la ventana acompañada de un ligero viento, el cual hace bailar las cortinas.

–Podría morir en éste momento –dije y me aferré con todas mis fuerzas–. Simplemente estoy feliz. Nunca me había sentido así antes, estoy exactamente dónde quiero estar.

–No hables de la muerte –su voz se oyó suplicante–, aborrezco la idea de perderte.

–Cuando ya no esté –añadí–, quiero que conozcas personas nuevas. Personas mágicas que sean capaces de comprender lo que hay en tu maravilloso corazón.

–Creo que no hay mucha probabilidad de que eso suceda –dijo con avidez–, ya que soy incapaz de mantener contacto visual con una mujer.

–Eres excepcional ¿lo sabes? –le besé la frente–, quiero que salgas de tu burbuja, deja de observar tu espejo roto y solo vive. Quiero eso para ti.

–Me encanta cuando usas palabras complicadas –sonrió.

–¡Naturalmente! ¡no obstante! ¡Quimérico! –bromeé, palpé su rostro con ambas manos y juntamos nuestros labios en un beso enternecedor.

–Tienes un rostro plausible –dijo.

–Tienes un alma resiliente, podrás continuar cuando me tenga que ir.

–No podría hacer nada sin ti –susurró–, rasgaría cada pared buscando tu piel, dejaría los campos sin flores para sentir tu olor dulce. Apelaría a la eternidad por un instante más a tu lado. Te buscaré en cada rincón del infierno –volvió a sonreír–, porque es obvio que los ángeles envidiarían tu belleza, por lo tanto es probable que acabes en algún infierno.

–Sin embargo –lo interrumpí–, no quiero eso para ti. Deseo que continúes caminando siempre hacia delante.

–Mis pasos seguirán siempre tus pisadas y caminaré contigo aunque un latido nos duela.