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Chapter 4 - KELL

ᅳTenemos que hablar con los vigilantes ᅳinterrumpió Kell. Alice quiso decir algo más pero supo que no era el momento.

ᅳNo es buena idea ᅳreplicó Ted al fruncir el rostro. Le enseñó el comunicado que los vigías habían publicado. Kell pensó que no podía ser posible que sus hermanos juramentados pudiera creer esas mentiras.

ᅳPlacer en las nubes declaró que mataste a una docena de inocentes, y que te robaste a la chica ᅳañadió. Alice miró distraída hacia otra parte y luego dijo.

ᅳSon mentiras. Ningún inocente murió ese día ᅳconfesóᅳ, ninguno que nosotros hubiéramos lastimado.

ᅳPor desgracia ᅳinstó Tedᅳ, los vigilantes creyeron esa versión. Y temo que si te ven, Kell, te matarán.

Kell Harbrick se sirvió un trago, y frunció el ceño, pareciera que siempre hace lo mismo cuando está por tomar una decisión importante.

ᅳ¿Sabes dónde podemos conseguir armas? ᅳ formuló Kell. Entonces Alice supo que se aproximaba la oportunidad de probar sus habilidades. Ted asintió, y Alice saboreó el dulce sabor de la vitoria de camino al mercado. Bajaron por las coloridas calles de Atlas City, en cada esquina parecía haber un aviso con sus rostros, pero ser reconocido era el menor de los problemas para Kell. Era sabido que tenía un problema con los números pares así que obligó a Ted a dar tres vueltas en torno al establecimiento antes de bajar del auto, decía Kell. Fue entonces que Alice divisó una pistola de color lila, tan pequeña que podría ocultarla con el puño.

ᅳQuiero ésta ᅳseñaló Alice. Kell asintió y se volvió hacia el armero.

El hombre no era humano, su voz le sonó demasiado solemne y amable. Se trataba de un I. A (inteligencia artificial) vestía un traje negro desabotonado, dejando el pecho y la panza visibles. Lucía un par de aretes con forma de serpiente en las orejas y calzaba zapatos de cuero fino, y debajo; unas medias largas y coloridas, y tenía los pantalones remangados pensó Kell. Alice a su derecha merodeaba entre las armas. Lucía un atuendo ceñido al cuerpo, y el negro reinaba en su vestidura, se había tintado el pelo de un tono lila con rayos blancos. Ella solía decir que cada cambio debía ser manifestado en su apariencia. Ted masticaba un chicle en la entrada, no soportaba a ese I. A en especial, hubiera preferido quedarse pero Alice insistió. Se había puesto un suéter negro con una calavera estampada, y pantalones deshilachados. Se vestía muy juvenil para ser un hombre de treinta. Alice parecía tener unos veinte, pero eso ni ella lo sabía.

ᅳMuéstrame lo mejor que tienes ᅳdijo Kell. El armero sonrió con picardía y dio un gritito agudo al volverse hacia el estante.

ᅳLo mejor de lo mejor ᅳpuso en el mostrador tres subfusiles de grado militar, tres pistolas, un sable traslúcido de una variación de obsidiana y un raro metal de origen extraterrestre, que hacia que la hoja afilada cambiara de color bajo la luz. Kell la levantó y la luz del sol que se colaba ondeó en el metal, emitiendo un resplandor de color plateado y púrpura, pero cuando la puso en la sombra, ésta se tornó traslúcida de nuevo.

En ese momento cuatro hombres se adelantaron al unísono, uno de ellos se acercó al mostrador al tiempo que los otros observaban en con un silencio sepulcral.

ᅳSean bienvenidos ᅳsaludó el armero con la voz aguda y femenina. Alice no separaba los ojos de esos sujetos.Ted hizo una señal silenciosa. Pero Kell se mostró inmutable, miró despectivamente a los hombres. El que estaba más cerca tenía los ojos blancos, vestía con un estilo Punk al igual que los otros, pero éste tenía una cicatriz muy parecida a una serpiente en la frente.