La lluvia azotaba con fuerza las construcciones entrelazadas, las calles se mojaban tanto que se creaban charcos lodosos, el viento movía con furia la flora natural y parecía que arrancaría puertas y ventanas. En la costa externa, la tormenta amenazaba con acrecentar las olas y derribar algunas plantas desoladas; pero la costa interna de la bahía se mantenía un poco más protegida.
Aunque se habían hecho maniobras de protección para mantener a los navíos distanciados y a salvo, era notorio que el mar incontrolable haría de las suyas en cualquier momento.
Corey se encontraba junto a la ventana, sentado en un banco, con sus piernas abrazadas; contemplaba hacia el exterior, pero su vista era interrumpida por la blancura que causaba la niebla. Había pasado una parte del día junto a Fabian, en las prácticas mágicas, pero en su tiempo libre había regresado a su habitación; su cabeza había meditado algunas cosas, en especial el destino del Libro del Sello.
Suavemente la puerta fue tocada, Corey dio el paso y Fabian entró a la habitación. Fabian portaba una toalla sobre sus hombros, traía el cabello empapado y su camisa blanca de mangas largas estaba pegada a su cuerpo.
A toda prisa, Corey se puso de pie, tomó una toalla de su perchero y la ofreció al otro joven. Fabian agradeció y comenzó a secar su cabello.
—La reunión con mi mamá se extendió un poco más de lo que había creído —Fabian informó con calma.
Corey contempló al joven pirata y sonrió; se acercó a él un poco más y besó su mejilla.
—Estuve leyendo —Corey dijo—, así que no te preocupes.
Antes de alejarse, Fabian acarició el cabello corto y un poco despeinado de Corey; se había convertido en un mimo cotidiano entre ellos.
—¿Tienes hambre? —inquirió Fabian al caminar hacia la cama—; podemos comer algo.
—No, no tengo mucha hambre. —Corey contempló a Fabian y decidió abrir la cajonera alta que estaba en la esquina izquierda; sacó una playera oscura y caminó hasta él—. Será mejor que te cambies, porque la ropa está mojada también.
Fabian asintió con la cabeza; dejó la toalla en una silla y retiró su camisa. Corey sólo contempló con cautela; a pesar de que solían pasar tiempo juntos, su intimidad escalaba de forma lenta.
—¿Qué pasa? —Fabian preguntó; acortó la distancia con Corey y agarró la playera que ofrecía—. ¿Corey?
Por unos segundos, Corey sólo recorrió el cuerpo de Fabian con al mirada. Fabian era delgado, pero más alto que él; sus músculos eran notorios, pero no estaban sobre-hinchados, sólo lo suficiente par dar un atractivo común. No era su cuerpo semi-desnudo, ni tampoco su cabello largo, ni mucho menos su musculatura; Fabian era expresivo, con sus ojos claros y su rostro con un toque tierno. Aquello hacía desear a Corey que toda la esencia de Fabian se entrelazara con la suya.
—¿P-Puedo… preguntarte algo… referente a nosotros? —Corey indagó al levantar la mano y tocar el hombro del mayor.
—Claro, dime.
—¿Qué… hay con nosotros?
Fabian movió la ceja derecha y sonrió con picardía.
—Tú me gustas mucho, y yo te gusto… Nos hemos besado —Fabian susurró, luego besó con suavidad a Corey; prosiguió—: nos gusta estar juntos… —ahora él también rozó el brazo de Corey utilizando sólo las yemas de los dedos. Agregó—: estamos enamorados, ¿verdad?
Corey asintió con la cabeza y acercó sus labios a los de Fabian. El beso fue más como un frote deseoso entre sus bocas.
—Entonces, ¿serías mi novio? —Fabian habló con un tono seductor y bajo.
Otra vez Corey asintió.
—¿Seguro?
Corey alejó un poco su rostro y contempló con duda genuina a Fabian.
—¿No me crees? —Corey indagó.
—No es eso… —Fabian repuso. En esta ocasión entrelazó sus manos con las del otro muchacho y su sonrisa apareció con lentitud—. Todos sabrán que somos una pareja, y mi mamá nos preguntará un montón de cosas.
—¿Todos los sabrán?
—Sí. Yo quiero tomar tu mano. —Fabian levantó su mano derecha y besó el palmar de Corey—. Tomar tu mano para sentir que no estoy solo. Besar tu mejilla. —Besó la cara de adolescente con sumo cuidado, demostrando dulzura—. Besar tu mejilla para recordarte lo mucho que estoy enamorado de ti. Quiero abrazarte… —Y abrazó al otro con una calidez acogedora—. Abrazarte para que ambos sintamos nuestro calor, nuestro amor.
—Fabian —Corey susurró—, te quiero.
A continuación, Fabian besó a Corey suavemente. La interacción era sublime, tan increíble que Corey percibía a su cuerpo reaccionar con una híper-sensibilidad envolvente. Cada tacto, caricia y roce entre ambos lanzaba una explosión electrizante que pasaba desde su espalda hasta su cabeza, pecho y entrepierna.
De forma deseosa, Corey movió a Fabian hasta la cama y consiguió que el mayor se sentara; sin esperar, Corey rompió el beso, se inclinó sobre las rodillas y desabrochó el pantalón de Fabian.
—C-Corey… —Fabian gimió al sentir la mano del menor en su miembro.
Corey lamió a Fabian; hacía movimientos lánguidos y acaparaba su miembro entre su boca, labios y manos. De pronto, succionó a Fabian y comenzó a moverse hacia abajo hasta lograr tragar casi todo de su nuevo novio.
—Ah… C-Corey… —Fabian sujetó el cabello del rubio; intentaba contener su voz y ganas de eyacular debido a la sensación cálida que lo envolvía—. S-Se… siente bien…
Ante la frase, Corey siguió, pero intensificó los movimientos de arriba para abajo. Por unos momentos, cerró los ojos y disfrutó de la voz de Fabian que inundaba el cuarto; incluso había detectado espasmos en el otro y esto le causaba placer.
—C-Corey… E-Espera… —Fabian gimoteó y se inclinó un poco—. P-Por favor… Voy a…
Y, con un chorro cálido, Corey sintió que Fabian llegó al clímax. Levantó el rostro y retiró su boca; sentía el fluido en su interior, pero no había decidido qué hacer con éste.
El rostro de Fabian estaba tan enrojecido que su mueca de éxtasis era sumamente anhelante. Entonces, Corey tragó el líquido, se incorporó, se sentó sobre Fabian y lo besó con pasión. Fabian replicó el beso y dejó a su respiración pesada denotar lo que deseaba.
Sin romper la caricia, Fabian retiró la playera de Corey, luego su pantalón y buscó debajo de su ropa interior. Corey gimió con su voz ahogada y colocó los brazos sobre el cuello del otro. Fabian tocaba el miembro de Corey con un poco de fuerza; realizaba un vaivén que cada vez más se acrecentaba.
—F-Fabian —Corey dijo entre el beso.
El pirata detuvo su mano en la cabeza del pene y con su dedo pulgar tocó la entra de la uretra. Sin detener la caricia logró cambiar su posición; el cuerpo de Corey quedó sobre el colchón y Fabian encima de él, con sus piernas como soporte para los glúteos del menor. Fabian bajaba su pantalón y su ropa interior y buscada con su mano libre su entrada.
De pronto, el beso se terminó; Fabian elevó su cuerpo y babeó su propia mano libre, para después introducir dos dígitos en Corey. El cuerpo del menor se tensó y su rostro denotó una mueca entre miedo y duda.
—Corey —Fabian pronunció con sensualidad—, tranquilo. Quiero hacerte sentir bien.
Corey abrió los ojos y asintió con la cabeza. Por una parte, Fabian prosiguió, y con sumo cuidado movió sus dedos en el interior del jovencito. En la otra mano, Corey intentó borrar los recuerdos que invadían su mente; no deseaba asociar el momento con el pasado junto a los mercenarios. Sin embargo, de un modo extraño, Corey sintió un estruendo como un estímulo tan intenso que dejó a su voz salir. Fabian presionaba en su interior una y otra vez, y Corey sólo pudo cubrir su boca y sujetar las sábanas de manera brusca. Cada que Fabian presionaba, también movía su mano por todo su miembro; hasta que una calidez invadió a Corey.
—F-Fabian… Ah… —Corey tocó la cabeza de Fabian; en ese instante descubrió al mayor lamiendo y succionando su miembro—. N-No… ¡Ah!
La intensidad era tal que Corey creía que explotaría como nunca antes; sentía la necesidad de eyacular sin control, pero no conseguía el último respiro. Corey cerró los ojos y se dejó llevar por todas las cosas que su cuerpo percibía; era como flotar por algún sitio denso, excitante, gozoso, pasional y casi prohibido. Se sentía tan bien que no podía pensar en otra cosa que las sensaciones y Fabian.
—¡F-Fabian! —Corey pronunció al borde del orgasmo más largo de su vida hasta este momento—. M-Me… vengo…
Sin control, Corey eyaculó y por fin pudo recuperar el aliento. Su mirada se quedó estática en el techo, hasta que Fabian se acercó a él.
—Corey —Fabian dijo con una sonrisa en el rostro—, ¿podemos continuar?
Corey asintió de manera positiva y besó a Fabian al acercar su rostro.
Rápidamente, Fabian retiro todas las prendas de ambos, se acomodó al terminar el beso y tocó la entrada de Corey con su miembro. Corey abrió sus piernas aún más y permitió la intrusión. Fabian se movía con lentitud y un cuidado que permitía al menor palpar cada centímetro de su novio. Cuando Fabian estuvo casi todo dentro, comenzó a danzar con sus caderas de modo que entraba y salía sin retirar todo su miembro del rubio; buscó los labios de Corey y acomodó sus cuerpos para alcanzar un poco más en el interior de Corey.
Los gemidos de ambos se entrelazaban como un mantra sexual que incrementaba el placer; a veces pronunciaban sus nombres como si esto encendiera todavía más a sus cuerpos. Duraron así lo más que pudieron, hasta que Fabian comenzó a marcar el cuello y pecho de Corey. Después, Corey sintió la mano de Fabian sobre su pene; el mayor lo masturbaba y compaginaba sus movimientos con las embestidas que se intensificaban.
—F-Fabian… —Corey consiguió hablar de entre el placer—, v-voy a… correrme o-otra… vez… ¡ah!
—Hazlo… d-déjame escucharte y… sentirte de nuevo…
Como si hubiera sido una orden, Corey tensó su cuerpo y se corrió en la mano de Fabian. Acto seguido, Fabian gimió de lujuria y cerró los ojos; estaba a punto de llegar al clímax y con su miembro aprisionado en el interior del rubio fue imposible contenerse. Los dos eyacularon tanto que tardaron en recuperar la respiración.
Fabian sacó su pene de Corey, giró y se acostó junto a él. Corey se puso de costado y besó a su novio. Sus caricias ya no estaban cargadas de esa energía insaciable; el instante era distinto, tan etéreo que los dos se guiaron por sus bocas que se rozaban sin reparo.
Una vez alejaron sus rostros, Corey sonrió con alegría y Fabian hizo lo mismo.
—Te quiero demasiado, Corey —Fabian dijo con calma.
—Yo también te quiero demasiado, Fabian.
Y no solamente lo había dicho, Corey así lo había sentido. Todo lo que esa relación significaba era algo sublime, encantador, tan verídico, que Corey no pudo evitar mirar a Fabian y dejarse consumir por su calidez.
****
Ninguno de los dos jóvenes supo en qué momento se quedaron dormidos, pero ambos despertaron a la par; habían percibido la puerta ser tocada.
—¿Corey, Fabian? —sonó una voz femenina y familiar.
—Oh… es mamá —Fabian dijo sin preocupaciones.
Corey, por su cuenta, se incorporó, buscó las ropas y le ofreció a Fabian sus prendas. Los dos se vistieron con la ropa interior y sus pantalones.
—Pasa, mamá.
La puerta se abrió y la Capitana Demmogh se adentró; ella los contempló con sorpresa y reaccionó con rapidez.
—Oh, joder, lo siento, chicos, no quería incomodarlos —aseguró la capitana.
—Está bien, mamá —Fabian repuso—, estábamos dormidos.
—No me digas que…
—Sí, Corey es mi novio.
Corey miró a la capitana y descubrió un rostro sonriente y satisfecho.
I-Increíble, pensó el adolescente lleno de una mezcla de sentimientos entre felicidad, dolor y melancolía; jamás creí que algo así pasaría.
—Bien —dijo la madre—, eso me alegra mucho. Y lamento interrumpir, no quiero que se sientan inhibidos. Sé que son jóvenes, así que el sexo constante es normal.
—Mamá —Fabian interrumpió—, por favor, no queremos escuchar tus sermones… ¿Qué pasa?
—Oh, cierto… Tengo una mala noticia. La rebelión mágica ha sido suprima por completo. Los medios oficiales han dicho que los magos y brujas rebeldes serán cazados si se resisten, así que la rebelión anunció, mejor dicho: aceptó su derrota.
—Y —Corey habló con prontitud—, ¿y María Siegfried?
—Esa es la mala noticia. María Siegfried ha sido capturada y será ejecutada en una de las islas vírgenes que están entre el territorio de Ignitem y Ryuu-Lonh.
—Capitana, no podemos dejar que la maten.
De pronto, la mujer se echó a reír y contempló a Corey con orgullo.
—Exactamente ese fue mi pensamiento, joven Valkyries. No puedo dejar que maten a la bruja más poderosa de la Élite y a la única que posee tanto conocimiento de la magia y los dragones. María y yo fuimos amigas; aunque ella era todavía una niña cuando la conocí, desde entonces ha demostrado un dominio de la magia tan inusual, que supe que ella podría ser alguien con mucho peso en esta sociedad de mierda.
—¿La buscaremos? —Fabian preguntó.
—No es necesario —aseguró la capitana—, ya hemos recibido información de nuestros espías. María es transportada en una flota de Ignitem que se dirige hacia la isla Star.
—Nuestro campo de batalla.
—Sí, pero no pelearemos en la tierra. Nuestra ventaja es el mar, así que los necesito a ambos. Capitán, prepara a tu flota y al Beat-O; llevarás a tu novio y enfrentarán a la escuadra del reino de Ignitem. El Capitán O'Donnel los escoltará y peleará a su lado; él es el único que podrá defenderlos de un dragón si es que un monstruo de esos es utilizado por los enemigos.
—De acuerdo, capitana, iniciaré los preparativos y zarparemos lo antes posible.
—Bien dicho. —Sonrió la Capitana Demmogh.
Cuando la madre salió, Fabian terminó de alistarse junto a Corey; luego tocó su mano y la besó.
—Andando, Corey.
—Sí, capitán —pronunció Corey con gusto.
****
La salida de la flota pirata ocurrió por la madrugada; así que los líderes usaron sus brújulas para guiarse.
Por desgracia, la tormenta seguía y se acrecentaba en dirección al norte. En definitiva, la misión no sería fácil, pero tampoco sería simple para la flotilla enemiga arribar a su destino con el clima tan hostil.
En el camarote del Beat-O, Corey, el primer-maestre Héctor y el capitán hacían los planes necesarios. Los mapas estaban marcados por varias tachas rojizas, y unos pequeños barcos de madera tallados a escala eran movidos de acuerdo a las predicciones de la batalla que se aproximaba.
—Prepararemos los cañones —Fabian hablaba a toda prisa—, y las armas de fuego. Quiero que la pólvora esté en su lugar y seca, Maestre Héctor.
—Sí, capitán —replicó Héctor seguro y con un tono respetuoso.
—Y necesito un elemento sorpresa, Corey.
—¿Un hechizo de protección? —dudó Corey.
—No —negó Fabian al mostrar una mueca segura y sonriente—; quiero que los destruyamos. Somos la Bandera Negra, así que probarán nuestro poder. Quiero un conjuro de necromancia.
—Fabian —Corey intentó explicar; pero fue interrumpido.
Fabian colocó un cristal rojizo sobre la mesa; lo había sacado de una bolsa oscura que había mantenido junto al compás.
—Dragonita —dijo Fabian.
Corey suspiró. Esa roca era de buen tamaño, casi abarcaba toda la palma de su mano; empero, estaba activa.
—Será muy peligroso —Corey repuso.
—Pero la única manera para destruir a Ignatis Magika es con la Dragonita.
—Fabian, ¿no lo entiendes? Está activa, y esto podría generar que el hechizo falle.
—No pasará —Fabian insistió.
Las mirada de los dos jóvenes se quedaron fijas; incluso Héctor se percató de la extraña presión que existía entre ambos, como una mezcla de lujuria, reto y respeto.
—De acuerdo —por fin aceptó Corey—, lo haré.
—Excelente. Entonces, a pelear. Llegaremos en una hora más hasta el punto donde nos encontraremos. Despierta al monstruo de esta roca, mientras tanto yo conduciré a la nave y al resto de la flota al objetivo. Maestre Héctor, inicia con los cañones.
—Sí, capitán —dijo Héctor.
Héctor salió del camarote sin perder tiempo.
Antes de que Corey pudiera tocar la roca de Dragonita, Fabian se acercó a él y tomó su mano.
—Corey —Fabian pronunció como si susurrara—, Ignatis Magika nos atacará con todo su potencial.
—Me queda claro, Fabian. Conozco de lo que ellos son capaces. Pero nunca he usado un cristal de Dragonita de este tamaño y con su magia activa.
—Pero lo conseguirás, además —Fabian reveló—, yo puedo ayudarte.
—No —Corey negó al percatarse de lo que Fabian hacía; así que tomó su mano y volvió a mover su cabeza en forma negativa—. No voy a usar a tu dragón.
—¿Por qué?
—Te lo dije, ¿no? Nosotros sólo podemos consumir el poder de los dragones, porque nadie tiene la capacidad del Elegido.
—Pero…
Corey acortó la distancia y besó a Fabian con ternura.
—Confía en mí. Será difícil, un reto de verdad, pero deseo salvar a la mujer que me ayudó a tomar la decisión que transformó mi vida en este paraíso.
—¿P-Paraíso? —Fabian dudó con su rostro sonrosado.
—Sí… Si no hubiera sido por María, yo no habría enfrentado a Oro-Gris, y tú no me habrías salvado.
—Ten cuidado.
—Tú también.
Corey se alejó, luego sujetó la piedra de Dragonita y permitió que la magia se manifestara. El cristal brilló con fuerza y comenzó a palpitar con su tono rojizo.
—Corey —Fabian habló sorprendido—, no olvides que no estás solo.
—Lo sé… —Corey sonrió y miró a Fabian de frente—. Y eso es suficiente para brindarme seguridad.
Los dos se despidieron con otro beso suave y cálido, hasta que por fin Corey abandonó el camarote.